Textos para la reflexión
Luis Antonio Medina
El término globalización se ha convertido en la referencia , quizás más adecuada, para reflejar la situación que estamos viviendo. Constituye la expresión del cambio social en que estamos inmersos, el paradigma de nuestra época. Sin embargo, la globalización es un proceso que viene de lejos. Desde la modernidad se tiende y se busca llegar a ser “ciudadanos del mundo”. En los años sesenta, McLuhan anunciaba el advenimiento de la “aldea global”; a raíz de la crisis económica del 1973 empieza a instalarse y consolidarse en las organizaciones empresariales, en los centros de poder, en los procesos de intercambio de bienes y de servicios. Desde 1989, con la caída del muro de Berlín y el triunfo del capitalismo, marca el sentido y el horizonte de nuestra sociedad. Hoy la tendencia globalizadora es una realidad social, política y económica, que adquiere una enorme importancia y con la que necesariamente hay que contar.
Para comprenderla en toda su complejidad y, especialmente, para ayudar y alentar la reflexión de los grupos juveniles sobre este fenómeno, presento un conjunto de textos de muy distintos autores (economistas, sociólogos, filósofos, teólogos), que abordan el tema de la globalización desde muy distintas perspectivas. Se trata de textos breves, que ha sido necesario seleccionar y cortar, transplantándolos del contexto más amplio en el que fueron escritos. No expresan, evidentemente, todo el pensamiento del autor; señalan, simplemente, una idea, un aspecto, una reflexión. Pero en su conjunto pueden ayudar a comprender el significado, la ambigüedad, las consecuencias de la globalización y, sobre todo, a suscitar actitudes y compromisos. Para hacer más accesible la reflexión, los presento en cuatro bloques, situando en cada uno de ellos algunas sugerencias pedagógicas.
I. PARA ENTENDER LA GLOBALIZACIÓN
1. Cultura global
Todo el mundo percibe a su alrededor que la coartada de la modernidad sirve para que todo se doblegue al nivel de una estéril uniformidad. De un extremo al otro del planeta se impone un estilo de vida parecido, expandido por los medios y prescrito machaconamente por la cultura de masas. De La Paz a Uagadugu, de Kioto a San Petersburgo, de Orán a Ámsterdam, las mismas películas, las mismas series televisadas, las mismas informaciones, las mismas canciones, los mismos eslóganes publicitarios, los mismos objetos, la misma ropa, los mismos coches, el mismo urbanismo, la misma arquitectura, el mismo tipo de apartamentos, con frecuencia amueblados y decorados de forma idéntica… En los barrios acomodados de las grandes ciudades del mundo, el encanto de la diversidad cede ante la fulminante ofensiva de la estandarización, la homogeneización, la uniformización. Por todas partes triunfa la word culture, la cultura global.
IGNACIO RAMONET
2. Globalidad y globalización
La globalidad significa lo siguiente: hace ya bastante tiempo que vivimos en una sociedad mundial, de manera que la tesis de los espacios cerrados es ficticia. No hay ningún país ni grupo que pueda vivir al margen de los demás. Es decir que las distintas formas económicas, culturales y políticas no dejan de entremezclarse. La globalización significa los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus respectivas posibilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios… La globalidad nos recuerda el hecho de que, a partir de ahora, nada de cuanto ocurra en nuestro planeta podrá ser un suceso localmente delimitado, sino que todos los descubrimientos, victorias y catástrofes afectarán a todo el mundo y que todos deberemos reorientar y reorganizar nuestras vidas y quehaceres, así como nuestras organizaciones e instituciones, a lo largo del eje local-global.. Y a partir de este concepto de globalidad, el concepto de globalización se puede describir como un proceso que crea vínculos y espacios sociales transnacionales, revaloriza culturas locales y trae a un primer plano terceras culturas.
ULRICH BECCK
3. Signo de nuestra época
La globalización se sitúa como el marco de referencia económica de nuestra época. En esencia, la globalización económica es aquel proceso por el cual las economías nacionales se integran progresivamente en el marco de la economía internacional, de modo que su evolución dependerá cada vez más de los mercados internacionales y menos de las políticas económicas gubernamentales. La mayor parte de los estudiosos de la globalización coinciden en que la base tecnológica de la misma está en el carácter cada vez más inmaterial de la producción, en el desarrollo informático de los medios de comunicación, en la transferencia de conocimientos y de gestión en tiempo real de los flujos financieros, en la estandarización –como consecuencia de lo anterior- de los mercados. Una masa creciente de capitales que navegan por el ciberespacio parece dar rendimientos sin necesidad de la intervención de los otros factores de producción (trabajo y tierra); es decir, existe una forma de capital financiero que proporciona rentas considerables frente a la actividad productiva clásica.
JOAQUÍN ESTEFANÍA
- Proceso histórico
El mundo se ha hecho global. En el más amplio sentido podemos afirmar que el desarrollo tecnológico ha llevado a una situación en la cual estamos obligados a tomar conciencia de la globalidad de nuestra tierra. Se trata ciertamente de un proceso histórico muy largo, pero este proceso ha llevado a una conciencia de globalidad que hoy muchas veces olvidamos cuando hablamos de globalización. Se trata de una vivencia de globalidad que ha implicado un corte histórico y que distinguirá nuestra historia presente y futura de toda la historia humana anterior. La palabra “globalidad” tiene, pues, un sentido que tiene que estar presente en cualquier discusión sobre la globalización. Implica una transformación fundamental de toda la vida humana, y se hizo notar por primera vez en 1945 con el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. En ese momento comenzó una nueva conciencia de la globalidad de la vida humana y de la misma existencia del planeta, que se había globalizado de una manera nueva. Si la humanidad quería seguir viviendo, tenía que asumir una responsabilidad que hasta ahora sólo podría haber soñado. Era la responsabilidad de la vida sobre la tierra.
FRANZ HINKELAMMERT
- Red compleja
La globalización, como la información de la que se alimenta y depende para crecer, es una compleja red de procesos políticos, económicos, financieros, tecnológicos, culturales y sociales que, según se aprovechen, pueden producir vida o muerte, progreso o retroceso, riqueza o miseria. Muchos temen que la última revolución tecnológica que impulsa la globalización agrave las ya brutales desigualdades entre ricos y pobres. Sin las políticas adecuadas, tienen razón, pero si se conduce bien el proceso, los beneficios pueden ser superiores a los riesgos, tal como se señala en el último Informe sobre Desarrollo Humano. La globalización en abstracto no es ni buena ni mala. Se trata de la última fase de desarrollo de la sociedad internacional. Lo dijo Kofi Annan, secretario general de la ONU, nada sospechoso, en la Cumbre del Milenio: “la globalización es un tren de alta velocidad. Sólo se detiene allí donde los andenes están a su altura”. Como muy pocos países disponen todavía de esos andenes, infraestructuras, instituciones, formación y democracia, el gran desafío consiste en construirlos lo mejor y lo antes posible”
FELIPE SAHAGÚN
- ¿Cabeza de turco?
La globalización no sólo se ha convertido en una de las palabras más utilizadas, para bien o para mal, por políticos, empresarios y líderes sindicales, economistas, etc., sino que también se está convirtiendo en una especie de “cabeza de turco” a la que se echa la culpa de todo aquello que no va bien. Para los políticos y dirigentes de los países en desarrollo, la globalización es la culpable de las crisis financieras y de su contagio, ya que el capital que se invierte en países prometedores se desinvierte rápidamente al primer síntoma de debilidad o desequilibrio en los mismos países arrastrando a otros. Para los partidos políticos y los sindicatos del mundo desarrollado, es la culpable de la destrucción neta de empleo y de una mayor desigualdad salarial, ya que permite la competencia, a través del llamado dumping social, de los países con bajos salarios y condiciones de trabajos inhumanos. Casi todos los gobernantes echan la culpa a la globalización del rápido deterioro de la soberanía de los Estados y gobiernos frente al auge de los mercados financieros y de las multinacionales. Este conjunto de actitudes es lo que se ha dado en llamar globafobia, que tuvo su puesta de largo a finales de 1999, en el fracaso de la cumbre de Seattle, con ocasión de la reunión de la Organización Mundial del comercio para el lanzamiento de la llamada Ronda del Milenio.
GUILLERMO DE LA DEHESA
- Grandes mitos en entredicho
La globalización pone en entredicho tres de los grandes mitos de la era moderna: el mito de la soberanía de los Estados, especialmente de los más industrializados; el mito del crecimiento continuo de las economías –si todos los habitantes del globo vivieran según los patrones de consumo habituales en los países industrializados, la vida sería imposible sobre el planeta-: y el mito del mercado como solución universal, ya que preservar el medio ambiente, supone sacrificar alternativas económicas rentables a corto y medio plazo. El desarrollo, además de humano, ha de ser sostenible, ya que la satisfacción de las necesidades del presente no puede hacerse a costa de las necesidades del futuro y de las generaciones que todavía no han nacido.
JOAQUÍN GARCÍA ROCA
II. CONSECUENCIAS Y VALORACIÓN MORAL
- Globalizadores y globalizados
Justo es reconocer que el vocablo globalización es ciertamente moderno y muy atractivo al sugerir algo global –es decir, común a todos- y suscitar además la imagen de un globo en cuya barquilla común se eleva la humanidad, solidariamente unida, hacia el empíreo del futuro. Desgraciadamente, la solidaridad no es la actitud predominante por parte de los globalizadores. Basta abrir un diario o encender un televisor para percibir que en la barquilla del globo no se eleva más que una minoría de globalizadores, mientras quedan en tierra los millones de globalizados que dependen de ellos. Por supuesto, los de la barquilla alegarán que su relación con los que no suben es más bien de interdependencia, pero también son interdependientes el jinete y su caballo, con consecuencias muy distintas para cada uno. Al igual que los fumadores pasivos no disfrutan del tabaco, pero respiran el humo cancerígeno, así las masas globalizadas sufren las consecuencias negativas mientras los pocos globalizadores disfrutan de sus privilegios.
JOSÉ LUIS SANPEDRO
- Ante el juicio de los derechos humanos
Es evidente que esta globalización financiera está impidiendo la recuperación de la dignidad del sujeto humano desde su misma raíz, en más de la mitad de la población del planeta. Lo cual es tanto más intolerable cuanto que ese novísimo “imperio del capital” no parece tener demasiado en cuenta los derechos de la humanidad a una vida más digna, que fueron reconocidos formalmente por casi todos los Estados del mundo, en 1948, poco después de la terrible segunda guerra mundial. Bastaría solo recordar el primero de los artículos de esa Declaración universal, para entender la gravedad de lo que estamos denunciando: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos, y dotados como están de razón y conciencia, debe comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
ANTONIO BLANCH
- Polarización entre ricos y pobres
El proceso de globalización aumenta la polarización entre ricos y pobres y profundiza el desarrollo desigual. Las desigualdades van en aumento entre los países, los países ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Es más, en los mismos países ricos la pobreza y la marginalidad van en aumento: EE. UU., Japón, europa. En Europa ahora existen 50 millones de pobres. En los países ricos: aumento de la pobreza y el desempleo, pérdida de control sobre las variables económicas, aumento de la concentración de la riqueza y el poder en manos de los grandes empresarios. En los países pobres: aumento de la dependencia respecto de los recursos externos, subordinación casi total de la política económica a los dictados de los organismos financieros internacionales, deterioro de los términos de intercambio, deterioro de la formación de la mano de obra, retraso tecnológico creciente, vinculación creciente del volumen de empleo respecto a las decisiones de inversión del capital transnacional y las decisiones de las instituciones financieras internacionales.
J. ARRIOLA
- Nefastas consecuencias
Los resultados de más de dos décadas de globalización están a la vista de todos. Sólo no ve el que no quiere ver. Nunca en tan corto espacio de tiempo, se produjo tal concentración de riqueza a escala planetaria, en manos de tan pocos. Fruto de la globalización, de los negocios, son más evidentes la pobreza y la miseria. Las desigualdades en el acceso a los recursos se manifiestan de modo cruel: entre hombres y mujeres, niños y viejos, entre razas y pueblos. Al mismo tiempo, nunca la Humanidad llegó tan cerca de la destrucción de las condiciones naturales de la existencia. La lógica del neoliberalismo que mueve la globalización ahondó aún más la ruptura entre economía y naturaleza, llevándonos al borde de la catástrofe.
CÁNDIDO GRZYBOWSKI
5. Progreso para todos
“Hay que insertar la globalización en el contexto más amplio de un programa político y económico que procure el progreso auténtico de toda la humanidad. De esta forma estará al servicio de toda la familia humana, y dejará de beneficiar a unos pocos privilegiados, pasando a fomentar el bien común. Así, el verdadero éxito de la globalización se determinará en la medida en que la misma permita disfrutar a cada persona de los bienes básicos de alimento y vivienda, educación y empleo, paz y progreso social, desarrollo económico y justicia. Semejante objetivo no podrá alcanzarse sin el control de la comunidad internacional y sin una regulación adecuada por parte del sistema político mundial”.
JUAN PABLO II
6. Inseguridad económica
El efecto más visible del desorden social producido por la globalización económica es el crecimiento de la inseguridad económica y del empleo precario, ligados a su vez a la inestabilidad de los mercados, todo ello combinado con una diferencia creciente entre los ingresos. Estos fenómenos son la consecuencia de la selectividad de los mercados, y conducen a un hundimiento del valor económico de los trabajos no cualificados, así como a una exaltación de los trabajos cualificados. El corolario es un desplazamiento de los poderes económicos. La producción a gran escala abandona progresivamente los países desarrollados, donde sólo la producción personalizada, con alto valor añadido, sigue teniendo porvenir.
ETIENNE PERROT
- Exclusión y marginación
Una de las consecuencias más nefastas de los procesos de globalización es el aumento de desigualdades y de la exclusión. Abruma pensar que la mayoría de la población mundial está al margen –excluida- no solo del disfrute de los bienes y servicios de que dispone la Humanidad, sino aún más de los procesos en los que se toman las decisiones mundialmente relevantes y que afectan a su vida. Más todavía, la mayoría de la población mundial se ha hecho “superflua”. Los pobres pasan de ser explotados reales o virtuales, a ser excluidos, porque están de sobra. Ya no cuentan para nada, carecen de todo tipo de poder, porque no pueden ni siquiera negociar para hacer valer sus exigencias. Están al margen, pues, de cualquier participación significativa sobre su futuro. La globalización a secas no arregla nada, ya que globalizar sin las condiciones para, a la vez, integrar, implica aumentar las dimensiones de la jungla global.
JESÚS CONILL
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III. ACTITUDES ANTE LA GLOBALIZACIÓN
- Cara y cruz
La globalización, si tiene avances positivos, lleva también en sí amenazas inquietantes, especialmente la agravación de las desigualdades entre las economías poderosas y las economías dependientes, entre las personas que se benefician de las nuevas oportunidades y las que son abandonadas a su suerte”
JUAN PABLO II
- Actitud crítica
La actitud fundamental de creyente es crítica, pero no desesperada; es una actitud lúcida a la hora de reconocer las insuficiencias, pero siempre para favorecer su superación, atendiendo a los signos de los tiempos con el fin de hacer posible la venida del Reino, la irrupción de formas nuevas de humanidad. En cuanto al juicio sobre la situación actual, si el criterio fundamental para juzgar un modelo social es el análisis de los desastres que produce y los males que no consigue superar, no es posible juzgar de manera positiva la organización de la economía mundial tal como se va perfilando en los últimos decenios, con la globalización de los procesos, el imperio del mercado y la reducción de todas las prestaciones a mera mercancía que ofrecer en compensación. De hecho, está produciendo profundos desequilibrios, sobre todo en los países más pobres, y, en vez de aliviar los sufrimientos de los desheredados, los agrava notablemente.
CARLOS MOLARI
- Necesidad de discernimiento
Para discernir el fenómeno de la globalización es necesario interrogarnos sobre la dirección hacia la cual ésta mueve los corazones y las vidas de las personas: ¿nos conduce hacia lo que es humanizante o hacia lo que comprime nuestra libertad y nos cierra a la compasión? ¿Qué dimensiones de nuestra humanidad son constreñidas al silencio o ignoradas por la férrea ley del llamado libre mercado? Además, el discernimiento existe no sólo por la interpretación, sino por la decisión: un recorrido hacia las prioridades y los empeños realmente vividos. ¿Qué opción es necesario elegir a fin de transformar estas conexiones globales en fuentes de vida para nuestro planeta y, en particular, para los pobres? Este arte de discernimiento es necesario a día de hoy a un nivel exquisitamente espiritual. Es propositivo, direccional y decisional.
MICHEL PAUL GALLAGHER
- La necesaria solidaridad
En la tradición cristiana el símbolo de una globalización “de calidad” es la mesa compartida entre todos y con desiguales, como las de Jesús… Es la mesa que iguala a los desiguales, la que construye familia humana. En los últimos cuarenta años, el mundo no ha ido en esta dirección, sino en la contraria. Según los informes del PNUD, la relación entre ricos y pobres era de 1 a 30 en 1960, de 1 a 60 en 1990, de 1 a 74 en 1997. Esto significa que la “especie” podrá vivir o malvivir, pero significa sobre todo que el planeta no está pensado para que pueda existir la “familia humana”. Tampoco la globalización lo piensa en estos términos. Cómo llegar a ser una única familia humana en un planeta en el que unas pequeñas minorías dan la vida por supuesto mientras las grandes mayorías lo que no dan por supuesto es la vida, es la pregunta fundamental a la que tiene que responder la globalización. La respuesta es la solidaridad. Con la palabra solidaridad se expresa normalmente apoyo, cercanía, defensa del débil, y todo ello en su dimensión masiva y popular. La solidaridad es la ternura de los pueblos, dice bellamente Casaldáliga… Con respecto a la globalización esta solidaridad es, ante todo, su crítica.
J. SOBRINO
- Interdependencia y solidaridad
En el camino hacia la superación de los obstáculos morales para el desarrollo, se puede señalar ya, como un valor positivo y moral, la conciencia creciente de la interdependencia entre los hombres y entre las naciones…. Ante todo se trata de la interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en el mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y asumida como categoría moral. Cuando la interdependencia es reconocida así, su correspondiente respuesta, como actitud moral y social y como virtud, es la solidaridad. Esta no es, pues, un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y de cada uno, porque todos somos verdaderamente responsables de todos.
JUAN PABLO II
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IV. FRENTE A LA GLOBALIZACIÓN: ¿QUÉ PODEMOS HACER?
- ¿Hay alternativa?
No existe alternativa nacional a la globalización. Quizá sí, en cambio, exista en el ámbito transnacional. La creación de un Estado transnacional del tamaño de la Unión Europea podría ser que pudiera reconstruir para los Estados cooperantes la primacía de la política y la capacidad de la acción política en los campos social y económico. En realidad, una Unión Europea democrática y fuerte podría decantar su peso, al ser el mayor poder comercial del mundo, en pro de incorporar reformas reales, tanto internas como externas.
ULRICH BECK
- La tercera vía
Frente a la globalización hay dos posiciones frecuentes: la primera, a la que podríamos llamar propagandística, es aquella que tiene grandes esperanzas en la globalización. La globalización va a proporcionar oportunidades de desarrollo sin cuento. A los países y a las personas… La otra posición es la que podríamos dominar paralizante: la globalización es tan poderosa que no hay nada que se pueda hacer contra ella. Estamos condenados a la globalización y lo mejor es encontrar un rincón, un nicho para poder sobrevivir en la misma. No hay otra alternativa, y se han hecho grandes esfuerzos para que la población del mundo entero se lo crea.
Por una vez creo que hay que preconizar una tercera vía: luchemos contra la globalización para convertir este sistema en otro mundo más humano. Para ello, en primer lugar hay que convencerse de que es posible cambiar, transformar esta sociedad. Rechazar la idea de que no hay otras alternativas.
MIREN ETXERRETA
- Propuestas y compromisos de carácter individual
- Compartir desde la austeridad y la compasión evangélica. Por ejemplo, un día al mes, destinar una parte de los gastos habituales de una jornada a alguna persona necesitada o a una organización.
- Prescindir de gastos superfluos durante un tiempo y dedicar lo ahorrado a apoyar un proyecto educativo en el Sur.
- Tomar conciencia de lo que supone comprar productos fabricados bajo condiciones de explotación laboral.
- Aprovechar los medios de comunicación para manifestar lo que creemos en defensa de los débiles y de la justicia.
- No comprar productos de empresas que fomenten la explotación infantil.
- Comprometerse en un voluntariado
MANOS UNIDAS
- Para erradicar la pobreza
- Reafirmar la importancia del desarrollo a escala humana, pensando prioritariamente en la inmensa mayoría.
- Renovar el compromiso de erradicar la pobreza de aquí al año 2015: satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas y protección de todos los derechos humanos.
- Establecer un control político y ciudadano sobre los acuerdos económicos y comerciales internacionales, promoviendo políticas de Comercio Justo.
- Aplicar la declaración de la OIT sobre los principios y derechos fundamentales del trabajo: erradicación del trabajo infantil, libertad para crear sindicatos, igualdad hombre y mujer y salarios dignos.
- Proceder a la condonación de la deuda externa de los países pobres altamente endeudados.
- Reformar las instituciones financieras y comerciales internacionales: FMI, BM, OMC, desde criterios que permitan la cooperación al desarrollo de los pueblos y la lucha contra la pobreza.
- Establecer un mecanismo de control en el seno de las Naciones Unidas sobre las empresas transnacionales.
- Incorporar una política fiscal equitativa con el fin de prevenir las especulaciones financieras, los fraudes, la evasión fiscal.
- Transformar los gastos militares en servicios sociales básicos orientados a cubrir las necesidades de la inmensa mayoría de la población.
10.Proceder a las reformas agrarias y orientar la producción agrícola hacia la seguridad alimentaria. Luchar contra el hambre en el mundo.
(Este decálogo de propuestas ha sido elabora por un grupo de nuevos Movimientos Sociales a escala internacional y de diferentes ONGs que trabajan por la erradicación de la pobreza).
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