Háblale a solas

1 julio 2005

Santiago Galve
 
Una de las personas para mí más importante, en la historia de la Pedagogía, ha sido San Juan Bosco —Don Bosco en el ámbito salesiano—. Tuvo el mérito de adelantarse a su tiempo y crear un sistema pedagógico que considero es hoy de plena actualidad. Él lo llamó Sistema Preventivo. Escribió un pequeño folleto en el que plasmó sus ideas. Allí apunta que todo su sistema puede resumirse en tres valores-clave que son como las columnas que lo sostienen: Razón, Religión, y Amor.
Mi Maestro era salesiano. Él, parodiando una enseñanza de Don Bosco —quien gustaba denominarla como la palabrita al oído—, me dio el siguiente consejo:
Si quieres ganártelo háblale a solas
Los últimos años de mi trabajo como profesor de plantilla fija los desempeñé en un Instituto de Enseñanza Media. Siempre había trabajado en Colegios privados y aquello fue una experiencia interesante. Ciertamente es bien diferente el sistema educativo en unos y otros. En los primeros hay una tradición centenaria respaldando el proceso educador que prevalece incluso sobre los propios educadores. En los segundos tiene más peso el equipo directivo y la individualidad del profesorado que, por otra parte, es excesivamente cambiante.
Fue en este Instituto donde aconteció uno de los casos más tremendamente violento de cuantos yo he conocido. Estaban los alumnos de 2° de BUP —actual 4° de ESO— haciendo un examen de matemáticas. Sin mediar motivación o pretexto alguno, se levantó de su asiento uno de los alumnos, corrió hacia la profesora, que estaba ostensiblemente embarazada, la cogió por el cuello e intentó ahogarla. Los compañeros, al percatarse de la agresión, le sujetaron rápidamente.
Pero lo más terrible fueron las palabras que aquel alumno vociferaba al forcejear con sus compañeros:
— ¡Ojalá abortes, y que sea por mi culpa!
   ¡Ojalá abortes!
   ¡Ojalá abortes!
Analizando el comportamiento de aquel alumno y sus causas, pudimos saber que su padre, un buen día, bajó por tabaco y no volvió; su madre pasaba días y semanas fuera de casa en un supuesto trabajo que no sabía el hijo muy bien en qué consistía. El único referente familiar que aquel pobre chico tenía era su anciana abuela que, como ella misma decía, no podía con él.
Era tanta la angustia que albergaba, por la falta del cariño más elemental, que no quería que naciera otro nuevo niño por si le ocurría lo mismo que a él.
Cuando la Profesora me contó el caso, recordé algo que también a mí me había ocurrido años antes. También estábamos en un examen. Y un alumno, tapándose la cara me gritó: ¡Que no me mire!
Recordando el consejo de mi buen Maestro, dejé transcurrir un día y, en el recreo, me acerqué a él y me interesé por su estado de ánimo. Una vez que se desahogó, cambió su actitud, al menos en mis clases.
Se lo conté a mi Compañera y le recomendé hiciera lo mismo. Acabó aquel pobre muchacho siendo casi otro hijo adoptivo para ella.

■ Consejos
  • Los adolescentes, a pesar de parecer lo contrario, demandan una atención individualizada. Muchas veces se portan mal, y hasta suspenden, con el único objetivo —tal vez subconsciente— de reclamar la atención. Es un grito que se traduce: ¡Que existo..! Hemos de percibir esta demanda.
  • En determinadas situaciones puede ser pedagógico llamar la atención, incluso castigar, a un alumno públicamente. Será un acto de auténtica justicia para con los otros compañeros que tienen un comportamiento correcto, y que suelen ser habitualmente los perjudicados de los desmanes de los de siempre. Pero también en este caso es mejor aplicar el consejo de hoy y, posteriormente, hablar con él a solas.
  • Como decía Don Bosco, con esta actitud se consiguen dos de los pilares de su Sistema Preventivo: La razón y el cariño.