- Hace falta uno que sea capaz de sobrevivir con el móvil apagado, la play estropeada o el messenger bloqueado, y no por ello tenga que encontrar desesperadamente algún culpable con quien descargar toda su ira.
- Hace falta uno que sea capaz de salir a la calle vestido “de andar por casa,” incluso, y esto va para nota, sin ninguna prenda de marca, y no por ello tenga que ir escondiéndose y buscando atajos para que no le vea ningún conocido.
- Hace falta uno que desconozca por completo qué famoso ha sido pillado in fraganti últimamente o quién se ha divorciado en la serie del momento o quién ha puesto los cuernos en la telenovela de sobremesa, y no por ello se le suban los colores por quedar en evidencia ante los amigos.
- Hace falta uno al que le guste hablar con la vecina del 8º que tiene 94 años y no da pie con bola o que le interese las batallitas de los abuelos del parque, y no por ello tenga que acudir al psicólogo para verificar qué anomalía tan extraña padece.
- Hace falta uno que sea capaz de ceder y pedir perdón (aunque lleve él la razón, aunque todo el mundo sepa que es el otro el que debe excusarse) para salvar una relación, una amistad, un grupo, y no por ello tenga que arrepentirse por el resto de sus días.
- Hace falta uno que se enamore apasionadamente de sus amigos, de sus amigas, de su gente y no por ello tenga que recurrir al revolcón para corroborar que no se puede amar a una persona sin estar en posición horizontal.
- Hace falta uno que salga de fiesta o haga botellón sin consumir una gota de alcohol, y no por ello tenga que decir a sus colegas que se está medicando.
- Hace falta uno que gaste parte de su tiempo en una acción benéfica, ayudando a los más necesitados, y no por ello tenga que renunciar a todo su tiempo libre.
- Hace falta uno que asista cada domingo a su parroquia o se apunte a un grupo cristiano o decida ser catequista, y no por ello se sienta un bicho raro, una especie de extraterrestre venido de otro planeta.
- 10. Hace falta uno que se enganche al rollo del Nazareno, que se declare amigo de Jesús, y no por ello tenga que dejarle “encerrado” en casa cada vez que salga a la calle, para que no le meta en un compromiso delante de sus amigos.
José María Escudero