Francesc Torralba, profesor de la Universidad Ramón Llull, de Barcelona, presentó el 14 de enero en el Fórum “Jóvenes, religiosidad y Evangelio” las imágenes más habituales que los jóvenes tienen de Dios en nuestros días.
► El Dios cristiano: Ha sido la imagen hegemónica durante mucho tiempo y subsiste aún en el mudo de los jóvenes, pero que ya no ocupa una centralidad en su experiencia religiosa. Esta imagen la unen al descrédito de las instituciones que la presentan. Si no tiene credibilidad el agente transmisor, la imagen de Dios la perciben deformada. En muchos de ellos, la imagen del “Dios legal” ya ha quedado postergada, dando paso al “Dios del Amor”. Pero, con frecuencia, este Dios lo perciben como un “Dios a la carta”, es decir, seleccionan su rostro amable pero que no pone en tensión su vida, ni les crea conflictos. Y, además, es un Dios sin mediaciones: “Dios sí; la iglesia, como mediadora, no”.
► Dios como Principio Cósmico, como Energía. Es la imagen de un Dios amoral, sin ley, irrelevante en la vida personal. Un Dios que, no siendo “persona”, no hace que cambie la vida del joven ni crea una relación con él. Por eso toda clase de oración resulta absurda. Es un Dios discutido por la ciencia que podría ser también una “hipótesis inútil”, pero que deja abiertos algunos resquicios hacia el más allá. Viene a ser como el “Dios-relojero” que crea el mundo como quien hace un reloj y que funciona mientras Dios quiere, pero desentendiéndose del reloj. Así, viene a ser un Dios impersonal, apático, sin deseos, que ni ama ni condena. Resulta absurdo hablar del Dios-Amor.
► Dios-panteísta o como el Dios-Tierra. Una imagen que va extendiéndose de forma notable. Dios es el conjunto de lo real, lo es todo. De manera especial es el “Dios de la Naturaleza”. Por eso crea en los jóvenes una sensibilidad ecológica, de manera especial entre los que viven en las grandes urbes. Un Dios con dimensión impersonal, pero con apariencia femenina. El amor a ese Dios se traduce en amor a la Tierra y lleva al joven a la huida de la ciudad, a una ecosensibilidad, a una ecolatría y a toda clase de reivindicaciones ecológicas.
► Politeísmo mediático: Divinización de figuras humanas del mundo del deporte, del cine, de la música…, que tienen fuerte presencia en los medios de comunicación. Son los nuevos dioses que se deben imitar, a los que se adora con devoción y provocan un fetichismo, roles de comportamiento y formas sociales para los que no se escatima ninguna clase de “sacrificio personal” con tal de conseguir su imitación. Pero en el fondo son dioses que destruyen la persona, que provocan una falta de criticismo, inducen a un seguidismo gregario que no admite disensión. Y al fin, esos ídolos acaban devorando a sus víctimas, produciendo un sentimiento de gran frustración.
► El Dios del Islam. Imagen que viene de otros tiempos pero que en la actualidad es cada vez más emergente, y más desde el “11S”. Una imagen prejuzgada negativamente por intereses occidentales y que se va extendiendo con el gran flujo migratorio a partir de la gente proveniente de la inmigración de países que profesan esta religión. Un Dios que se presenta con una imagen intolerante, belicista, el de los terroristas y de los ignorantes.
► Imagen negativa de Dios: Es el Dios como obstáculo a la libertad humana, el Dios obstáculo a mis deseos, el que frustra mi felicidad y mi crecimiento y quiere amargar mi vida, el Dios obstáculo para la paz. Recordó en este momento la frase de Hans Kung: “No habrá paz en el mundo si no hay paz entre las religiones”. Es por tanto, un Dios irrelevante que, en todo caso, lleva a un antiteísmo. Esta vivencia de Dios se resume en la frase: “¡Jesús, sí; Buda, sí; pero Dios, no; la Iglesia, nunca!
► “Adiós a Dios”. Ausencia de una imagen de Dios, en función del pragmatismo y la inmediatez en un ambiente materialista. En bastantes casos es fruto de una educación religiosa, sobre todo en la infancia, en la que la imagen de Dios era empírica y no se relacionaba con la vida. En más de un caso, no obstante, se constata una nostalgia de Dios en los jóvenes, aunque sea de forma inconsciente. También es cierto que esta situación juvenil posibilita extraordinariamente una nueva experiencia de Dios.
Para hacer
- ¿Qué imagen de Dios predomina en nosotros?
- Tras la ponencia, los participantes debatieron sobre la pastoral juvenil y la manera de transmitir una la imagen del Dios del Amor, que muchos conservan, y llegaron a la conclusión de que hoy resultan imprescindibles las actitudes de silencio, escucha y coherencia personal. ¿Cómo andamos de eso?