Impulsar cuanto ha de venir

1 noviembre 2001

«ADVIENTOS» QUE RECREEN LA VIDA
 
Mirando ya al «Adviento», proponemos estos materiales de José Real (Recrear la vida) y Rosa Mollo (Recrear el mundo) para prepararlo y, sobre todo, para hacer que el día a día permita impulsar cuanto debe ser y venir, frente a lo que es y nunca puede ser todo.
 
1                          RECREAR LA VIDA
 

q Narración: testimonio de Cusa

 
Trabajaba desde hacía años en un puesto importante dentro de la corte del rey Herodes. Era uno de sus administradores. Llevaba las cuentas de los impuestos que se recogían en todo Israel. Me dedicaba en cuerpo y alma a esta tarea. Era implacable en mi trabajo. No había cifra que se me pasara por alto, ni denario que se me perdiera. Los libros de cuentas siempre estaban al día. Esto suponía llevar un ritmo de vida muy acelerado. Llegaba siempre tarde a casa, cuando mis hijos y mi mujer ya estaban acostados. Luego me levantaba el primero y me marchaba al trabajo sin verlos.
Era difícil de sobrellevar todo esto, pero lo hacía por el bienestar de mi familia. Todo para que nunca les faltara de nada; para que mis hijos tuvieran los mejores tutores y maestros; para que mi mujer tuviera los mejores vestidos y la casa más lujosa del vecindario; para que pudiéramos viajar juntos a Roma, Grecia, Egipto, Hispania… En definitiva, solo buscaba la felicidad de mi familia. Pero estaba pagando un alto precio sin darme cuenta.
 
Por una parte me había hecho insensible ante las injusticias y atropellos que cometía Herodes exigiendo unos impuestos abusivos. Cerraba los ojos ante el mal uso y el despilfarro que se hacía de ese dinero en la corte real. Me daba perfecta cuenta de que mientras el pueblo vivía hundido en la miseria, el rey vivía en la abundancia. Era injusto, ¿pero a mí qué? No me importaba la justicia. Me había tocado la suerte de estar a este lado de la barrera, y tenía que aprovecharme de la situación. Me dejaba sobornar por gente importante de Israel a cambio de grandes sumas de dinero. A pequeña escala, yo me había convertido en una persona igual de despreciable y aprovechada que Herodes.
Por otra parte, mi vida familiar se estaba desmoronando. A pesar de tener todo lo que las riquezas pueden dar, no éramos felices. El amor había muerto entre nosotros. Discutíamos por cualquier cosa. Todo era superficialidad. Mis hijos estaban creciendo sin apenas conocerlos y cada vez estábamos más distanciados. Éste era el elevado precio que estaba pagando para conseguir la seguridad, la paz y la felicidad en la vida de mi familia.
 
Llegó un momento en que me planteé si valía la pena seguir con todo aquello. Pero si con las riquezas no había conseguido alcanzar lo que buscaba, ¿qué camino había que seguir para alcanzar la seguridad, la paz y la felicidad? ¿Acaso no hacía lo que todos hacían o deseaban hacer? Tanto ricos como pobres soñaban y perseguían las riquezas para alcanzarlo todo en la vida.
Estando con estos interrogantes, coincidió que en aquel tiempo se hizo muy popular en Israel un hombre llamado Juan, al que apodaban el Bautista. En la corte de Herodes se hablaba mucho de él, porque continuamente estaba denunciando las injusticias y pecados que cometía el rey impunemente. Sentí gran curiosidad por esta persona que no tenía miedo a decir la verdad que todos sabíamos. Sus denuncias y recriminaciones también recaían sobre mí porque yo participaba y me beneficiaba de aquellas injusticias. Era igual que Herodes, y así me iban las cosas… Pero quizá aquel hombre, Juan, que por lo que decían llevaba un estilo de vida totalmente opuesto al de Herodes (y al mío), pudiera enseñarme a alcanzar la felicidad por otro camino distinto al mío.
 
Fui al río Jordán para escucharle, y tras oírle, en mi corazón comenzó a aflorar todo lo que mi conciencia me recriminaba; la injusticia sobre la cual vivía y el estilo de vida egoísta que llevaba. Me sentí sucio. Aquel hombre me había dicho lo que yo era en realidad. Me había desenmascarado y, por unos instantes, me vi tal y como era: un indeseable y un aprovechado. Pasó ante mí lo que mi vida había sido hasta ese momento y comencé a llorar.
Juan hablaba de un camino que yo nunca había recorrido: compartir mi pan con el hambriento, vestir al desnudo, obrar rectamente, buscar la justicia y el bien de los demás, dar buenos frutos y no perseguir las riquezas sino la voluntad de Dios. Pero aquello era imposible para mí. Era demasiado. No bastaba el agua para limpiar mi pecado y cambiar de vida. No era tan fácil. Me había descubierto corrompido hasta la raíz.
 
Sin embargo Juan decía que aquel era el primer paso: reconocer mi necesidad de salvación y mi imposibilidad de cambiar de vida yo solo. Solo así estaría preparado para recibir al Mesías, al enviado de Dios, que me daría la fuerza de su Espíritu  para hacer posible lo que para mi era imposible: mi conversión.
Desde esa hora estuve a la espera de Aquél que podía sacarme del pozo en el que había caído. Y desde luego no tardó en llegar. El mismo Juan nos lo dio a conocer a los que estábamos esperándole. Era un tal Jesús de Nazaret, que también había ido allí a bautizarse. Fui tras él y me hice uno de sus seguidores. Pronto descubrí qué era aquello que daba la verdadera seguridad, la auténtica paz y la deseada felicidad.
Desde ese momento dejé de servir a Herodes y me convertí en servidor de un nuevo Rey.
 
 

q Reflexión y diálogo

 

  1. ¿Qué camino propone la sociedad de consumo actual para alcanzar la seguridad, la paz y la felicidad? ¿Qué cosas nos dice la publicidad que tenemos que tener o hacer para ser felices?
  2. ¿Piensas que la felicidad de una persona depende de lo que tenga?
  3. ¿Qué es para ti la felicidad? ¿En qué consiste? ¿Qué necesitarías tú hoy para ser feliz?
  4. ¿Crees que la felicidad se puede comprar con dinero? Haz una lista de cosas que las personas necesitamos para vivir felices y que no se pueden comprar con dinero.
  5. ¿Cuál es el camino de felicidad que propone Jesús? ¿Qué es aquello que da la verdadera seguridad, la auténtica paz y la deseada felicidad?
  6. Según lo que llevamos visto con esto ¿en qué crees que consiste la “conversión” que pide Jesús?

 
 
Bienaventuranzas del hombre de hoy
 
Un grupo de jóvenes peruanos que preparaban la Confirmación elaboró estas (contra) bienaventuranzas del hombre de hoy:
 
Felices los que oprimen a los débiles, porque así serán más fuertes.
Felices los que tienen dinero, porque ellos serán los dueños del mundo.
Felices los sobones y tramposos porque aprobarán en todas las materias.
Felices los mantenidos, porque vivirán cómodamente.
Felices los policías,  porque de las sanciones pueden percibir comisiones.
Felices los corruptos, porque de ellos será el dinero de los pobres.
Felices los que hacen la guerra, porque de ellos serán las vidas perdidas.
Felices los que matan, porque no tendrán enemigos.
Felices los que navegan por internet, porque los virus y gusanos del ciberespacio serán
su mayor preocupación.
 
 
Reflexión y análisis
 
¡ Leed con atención y tratad de hacer vuestro catálogo de (contra) bienaventuranzas del hombre de hoy. Comparadlas con el evangelio de Mateo, cap. 5. ¿Qué pasa a la hora de comparar? ¿Cuáles son las diferencias fundamentales? ¿Dónde reside la auténtica felicidad?
¡ Convierte cada una de esas bienaventuranzas y las que habéis redactado en «signos de vida nueva» que conduzcan a la felicidad y a un mundo mejor.
¡ Tratad de terminar el encuentro transformando en oración todo lo pensado, analizado, comparado…
 
 
2                          RECREAR EL MUNDO
 
Apostar por un mundo en paz
 
El objetivo de la reunión o encuentro de grupos se centraría en torno al reconocimiento de que es necesario mirar la vida positivamente, haciendo cuanto esté en nuestras manos para cambiar el mundo; por otro lado y aceptando que somos diferentes, para hacer un mundo mejor hemos de unir nuestros esfuerzos.
Como punto de partida, se propone el juego de «la espiral de la diversidad» –aunque también se podría comenzar directamente con el ejercicio siguiente–: los animadores y animadoras proponen formar una espiral dividiéndose en pequeños grupos y colocándose uno frente a otro de los componentes de cada uno de ellos; a continuación, dan diversas consignas para caminar, retornando todos finalmente a la sala de reunión caminando en espiral, algo difícil que ha de intentar cumplir cada pequeño grupo.
Una vez revisada la experiencia anterior y sacadas las conclusiones pertinentes, se explica el paso siguiente: con los periódicos y revistas que previamente se les haya pedido traer o se tengan ya preparados, se trataría de recortar las noticias más tristes, más cargadas de dolor y muerte. Todas ellas se pegan sobre un gran mural con el siguiente título: «Apostamos por una vida en positivo». Junto a dicho mural, donde se van pegando los titulares de las noticias señaladas, se coloca otro con el título: «Es posible soñar un mundo nuevo». Conforme se van pegando los titulares de prensa en el primero, se pide igualmente escribir en positivo cuanto han recortado de los periódicos y revistas. Por ejemplo: a la par que pongo una noticia donde se apunta: «Niños de centroamérica mueren de hambre», escribo en el otro mural: «Todos los miembros de la escuela… entregan las propinas de un mes para socorrer el hambre en centroamérica».
Por último, se dialoga sobre todo lo pegado y escrito. A continuación se pueden estudiar fórmulas para presentar el trabajo realizado en algún lugar que llame la atención: colegios, centros juveniles, parroquias, etc.; también habría que llegar a algún tipo de compromiso personal y colectivo. Se puede concluir con la siguiente oración:
 
Padre nuestro, Padre de todos,
palestinos, americanos y afganos; árabes y chinos; católicos, ortodoxos y musulmanes;
te pedimos por el mundo que cada vez se aleja más de ti
y encuentra la venganza institucionalizada en tantas respuestas a la vida.
¡Qué respuestas!: la violencia genera más violencia y el odio más odio.
Padre nuestro que conoces lo que somos y tenemos,
que penetras lo profundo de nuestros sentimientos,
acrecienta en cada uno el valor y el respeto por la vida;
el perdón y la reconciliación;
que cese la espiral de la violencia, odio y venganza…
que terminarán por acabar con nuestra casa común.
Padre, que podamos hacer realidad el sueño de todos:
un mundo sin prisas, donde se respeten los Derechos Humanos,
donde los más pobres sean escuchados y entendidos,
donde podamos compartir no solo lo que tenemos o nos sobra
sino, sobre todo, que podamos compartir lo que somos.
Padre nuestro, Padre de todos,
que vivamos cada instante de nuestra existencia
con la certeza de que nos hiciste para ti y a ti hemos de regresar;
no nos dejes caer en la tentación de estar solos,
de creernos perfectos, de buscar en ídolos y amuletos la auténtica paz
que nace de un corazón reconciliado;
danos la confianza y la seguridad de que todo pasa, que solo tú quedas.
Y eso nos basta. Amén.
 
 
El país de los talentos
 
El objetivo de este material para una reunión con adolescentes y jóvenes estaría en el reconocimiento alegre de las cualidades personales que sirven para «recrear la vida de todos», cuando se ponen al servicio tanto de uno mismo como de los demás.
El punto de partida puede ser un mimo o simplemente un «juego de letras» con las que componer estas dos palabras: «LOS TALENTOS». Realizado a través del mimo, cada personaje llevaría una letra y mirándose a sí mismo y a los demás irían poco a poco componiendo las dos palabras. El juego de letras ser realizaría entregando a cada pequeño grupo todas esas letras y algunos otros símbolos para que compusieran una frase en la que aparezcan las dos palabras juntas.
A partir de ahí, se abre un diálogo sobre los talentos: qué significa la palabra, a qué se refiere y puede aplicarse, que comporta, etc.; cada uno tiene muchos talentos visibles y escondidos… Para concluir el diálogo se lee y comenta la parábola de Mateo 25, 14-30.
Tras todo eso, se trataría de construir un gran mural que retratara algo así como «El país de los talentos»: se pide a cada uno que dibuje y recorte el talento que puede aportar a ese país imaginario –un talento escondido hasta ahora–, haciéndolo de modo simbólico y con el objetivo de construir entre todos un paisaje hermoso (sol, mariposas, árboles, frutos, casas, nubes, arco iris…). Una vez pegados todos los dibujos se contempla el mural y cada cual explica el sentido del talento escondido hasta ahora y que ha representado con el símbolo pertinente.
 
Una vez extraídas las consecuencias de todo y concretado el compromiso para que los talentos escondidos se desarrollen, podemos terminar con la siguiente oración:
 
Señor Jesús,
gracias por poner en mi interior talentos
que me ayuden a crecer y hacer felices a los demás;
gracias porque al ser diferente
descubro la importancia de saber comunicarnos,
de aceptar a cada uno como es, de valorarme y valorar a los demás;
que nuestra vida sea como las notas de una sola melodía:
armonía, gozo y fiesta…
que hagan realidad los deseos de construir una nueva sociedad,
un nuevo mundo. Amén.