JESÚS A LOS JÓVENES

1 enero 2012

“En las situaciones plurirreligiosas y en las secularizadas

es preciso encontrar caminos inéditos para dar a conocer,

especialmente a los jóvenes, la figura de Jesús,

a fin de que perciban su perenne fascinación”

(Benedicto XVI, a los Salesianos en su CGXVI).

 
El año 2012 viene cargado de importantes acontecimientos eclesiales. Se cumplen cincuenta años del inicio del Concilio Vaticano II, “la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX” (Juan Pablo II). Se celebrará un nuevo Sínodo de los Obisposcon el tema: “la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Por último, el Papa Benedicto, del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013, invita a toda la Iglesia a celebrar un “año de la fe”. En la Carta Apostólica “Porta Fidei”, donde anuncia esta iniciativa, dice: “Durante este tiempo, tendremos la mirada fija en Jesucristo, que inició y completa nuestra fe: en él encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano… todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección”.
Siguiendo esta invitación, acercándonos a los fundamentos de nuestra fe y, por lo tanto, a los fundamentos de toda acción pastoral, Misión Joven quiere destacar en este número la prioridad de Jesucristo en la Pastoral con jóvenes.
 
Los jóvenes y su imagen de Jesús
¿Qué imagen de Jesús tienen los jóvenes? La sociología y la práctica pastoral hacen ver que entre los jóvenes más cercanos a la Iglesia se reconoce a Jesús como el Hijo Unigénito de Dios, y entre los más alejados, especialmente en edades de la adolescencia, se le considera simplemente como un gran hombre, un líder o, a lo más, un profeta.
Podemos encontrar una explicación a este fenómeno en el impacto que la secularización va dejando en la religiosidad de las nuevas generaciones. En la sociedad la memoria de Jesús está plagada de viejos tópicos, de confusiones historicistas y de alguna tradición pietista. Y la transmisión de la fe eclesial sobre Jesucristo tiene poco eco en la escuela y en la familia.
Tampoco podemos olvidar que en el seno del actual pluralismo religioso se da la tendencia a negar o relativizar la realidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo.
Este contexto nos impone volver una y otra vez al núcleo cristológico de la fe en la Pastoral Juvenil. Atreverse a hacer un examen de conciencia y preguntarse si nuestro trabajo pastoral está anunciando con coherencia y con un lenguaje creyente inteligible el misterio de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, es un gesto de valentía.
 
La singularidad de Jesucristo
La fe de la Iglesia nos recuerda y celebra que Jesucristo tiene un valor singular y único. Él es el Verbo de Dios, hecho hombre para la salvación de todos. En Cristo, Dios se revela como amor misericordioso, que se hace donación de sí mismo por la efusión del Espíritu Santo.
San Agustín decía: “Dios-Cristo es la patria a donde vamos; Cristo-hombre, el camino por donde vamos; vamos a él, vamos por él”. Él es la fuente de todas las gracias para la humanidad y para toda su historia.
 
Jesucristo, corazón de la Pastoral Juvenil
El mejor servicio que podemos hacer a los jóvenes, quienes nos dedicamos a la pastoral juvenil, es acompañarles como comunidad cristiana al encuentro salvador con Jesucristo.
No debe resultar extraño decir que Jesucristo, como don del Padre y por la fuerza del Espíritu Santo, nos envía a la misión juvenil, que Jesucristo es la meta de la pastoral y por eso buscamos posibilitar el encuentro salvador con Él, que Jesucristo es el contenido de toda propuesta pastoral y por eso ayudamos a los jóvenes a que le conozcan, amen y sigan.
Decía también el Papa Benedicto, a los Salesianos reunidos en Capítulo General, estas palabras: “Por tanto, en su acción apostólica debe ocupar un lugar central el anuncio de Jesucristo y su Evangelio, juntamente con la invitación a la conversión, a la acogida de la fe y a la inserción en la Iglesia. De aquí nacen luego los caminos de fe y de catequesis, la vida litúrgica y el testimonio de la caridad activa. Su carisma los sitúa en la condición privilegiada de poder valorar la aportación de la educación en el campo de la evangelización de los jóvenes. En efecto, sin educación, no hay evangelización duradera y profunda, no hay crecimiento y maduración, no se da un cambio de mentalidad y de cultura”.
 
Sobre los artículos
El primer artículo, de Juan José Bartolomé, es un estudio de teología bíblica. Describeel proceso formativo de la fe en Cristo Jesús, partiendo de la experiencia de la resurrección y teniendo en cuenta la tradición evangélica. La comunidad creyente es el origen de la tradición y su destinatario; la predicación oral fue y ha de seguir siendo el núcleo originario y la actividad recreadora de la fe en Cristo.
En el segundo, Gabino Uríbarri nos presenta interesantes claves cristológicas para la pastoral juvenil y nos hace ver la importancia de una ajustada cristología en pastoral juvenil para el futuro de la Iglesia y de la fe en el Señor Jesús.
La centralidad del anuncio de Jesús es verdaderamente el corazón de todo proyecto de pastoral juvenil. Así de contundente se expresa Riccardo Tonelli quien habla de la narración de la historia de Jesús de Nazaret, fuente original de la experiencia cristiana de todo tiempo.
Por último, Alfredo Delgado, desde la experiencia práctica, ofrece algunos caminos para presentar a Jesús en una pastoral misionera.
 

KOLDO GUTIÉRREZ

 
 
 

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