LA ESTACIÓN DE LA ZANCADILLA
Aclaraciones previas: No, no se trata de un error de imprenta, léelo si quieres otra vez… ¡Jesús cae por cuarta vez! ¡Eso es, correcto! Tampoco pienses que te está fallando la memoria. No existe en el vía crucis dicha estación… ¿O sí?
Ambientación: ¿No tienes, a veces, la sensación de recorrer el camino de la cruz como si se tratara de un crucero en el que viajas por diferentes lugares (eso sí, de pasada) y conoces (de lejos) a diferentes personas, pero al final del trayecto (y todos los años pasa lo mismo) llegas a la última estación con la maleta-conciencia llena de cumpli-mientos y sin rastro de agujetas ni en los hombros ni, mucho menos, en el corazón…?
Objetivo: Por este motivo te invito a que des vida a esta estación que, desgraciadamente, sigue estando tan presente en nuestros días… ¿Te atreves? ¡Pues, adelante!
Lugar: No, no te vayas tan lejos. Jesús cayó, camino del Calvario, hace más de dos mil años y sigue cayendo hoy muy cerca de ti. Empieza por revisar tu hogar, tu barrio, tu colegio, tu lugar de trabajo, tu zona de fiesta y…, sobre todo, tu corazón.
Personas: Es el mismo Jesús el que sigue siendo zancadilleado en tus amigos, en tus compañeros, en tus hermanos.
- En el emigrante cuya nacionalidad no te interesa, cuyo nombre desconoces y cuya vida te es totalmente indiferente…
- En el amigo que te traicionó y que ansías el momento de poder devolvérsela (claro, y es que a ti el que te la hace, te la paga).
- En la compañera, perfecta diana para descargar tus cabreos, tus fracasos, tus sinsabores…
- En la anciana que vive dos pisos más arriba que tú y que haces lo posible y lo imposible por no encontrártela…
Cruces: Puedes elegir…
- Cruz de la indiferencia: ¿Acaso he sido yo el que le he puesto la zancadilla? ¡No! Pues entonces que le levanten los culpables… A mí que me dejen vivir, que ya tengo bastante con mis cruces…
- Cruz de la fraternidad: Si Jesús murió y sigue muriendo con los brazos abiertos por mí, yo no me puedo pasar la vida de brazos cruzados… No, no puedo asegurarte que no haya una quinta, una sexta o una décima caída; lo que si puedo prometerte es que, a partir de hoy, tendrás una mano donde poder agarrarte, unos hombros donde poder aliviar el peso de la cruz y un corazón donde poder sentir la dicha de la auténtica fraternidad…
Compromiso: Ahora llega el momento de la verdad, justo cuando salgas por la puerta… Si observas a tu alrededor, verás a Jesús (de múltiples formas y en numerosísimos hermanos) caído en el suelo… Por favor, no te pongas a pensar en quién le ha podido poner la zancadilla, más bien arrímale el hombro y el corazón; verás cómo el camino de la cruz, tanto para él como para ti, os resultará mucho más llevadero.
J. M. de Palazuelo