Jóvenes en la Iglesia, cristianos en el mundo en el tercer milenio

1 octubre 2008

Proyecto Marco de Pastoral de Juventud

Eugenio Alburquerque es Director de MISION JOVEN

SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El artículo ofrece una síntesis de los contenidos del nuevo Proyecto Marco de pastoral juvenil editado por la Conferencia Episcopal Española, tras quince años de experimentación. Explica su sentido, estructura e importancia, comentando y analizando brevemente las principales aportaciones del documento.
 
En el año 1979, la Conferencia Episcopal Española creaba la Subcomisión de Juventud en la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS). A lo largo de los años ochenta, la Subcomisión emprende una importante labor de articulación de la Pastoral de Juventud en torno a las delegaciones y coordinadoras de pastoral diocesanas con la finalidad de crear un estilo común de trabajo. En 1983 aparece ya el documento Una experiencia de Pastoral Juvenil, publicado por la CEAS, que recoge las opciones pastorales impulsadas por la Subcomisión. Ya en los años noventa, la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española aprobó el documento Orientaciones sobre Pastoral de Juventud, y en él se encarga a la CEAS la elaboración del Proyecto Marco de Pastoral de Juventud para desarrollar dichas orientaciones. Al año siguiente, 1992, se presentó dicho Proyecto Marco, que recogía todo el trabajo realizado en esos años por la Subcomisión de Juventud[1].
Tras 15 años de experiencia del Proyecto se ofrece ahora su actualización, invitando a todos los agentes de pastoral a reflexionar en profundidad sobre la situación que vivimos y viven los jóvenes, y a mirar al futuro en clave comunitaria, corresponsable y misionera[2]. La finalidad precisa de este Proyecto Marco es potenciar la Pastoral de Juventud que se desarrolla en las comunidades cristianas y facilitar la comunicación y el diálogo entre las diversas comunidades, grupos y asociaciones. Se trata de un texto realmente renovado y actualizado que no puede pasar desapercibido. Presentamos primero de forma sintética sus contenidos e intentamos después un breve análisis valorativo.
 

  1. Presentación del Proyecto


El documento pretende señalar y precisar las grandes líneas de la actuación pastoral abiertas a todos para que todos podamos sentirnos Iglesia y juntos anunciemos y construyamos el Reino de Dios entre los jóvenes, en la sociedad del tercer milenio. No se trata, pues, de un proyecto cerrado.
Está estructurado en tres partes, enmarcadas en la perspectiva evangélica de la parábola del Buen Pastor, en concreto, en torno a tres verbos que facilitan el esquema: conocer, conducir y dar vida. La primera parte, Conoce a las ovejas, analiza brevemente la situación actual de los jóvenes; dirige la mirada hacia el punto de llegada, la integración entre fe y vida en la comunidad cristiana; y propone las grandes opciones de la Pastoral de Juventud. La segunda parte, Conduce a las ovejas, presenta en un amplio capítulo, el itinerario educativo, el proceso de evangelización y sus diversas etapas. Finalmente, la tercera parte, Da la vida por las ovejas, incluye dos capítulos dedicados a los animadores de Pastoral de Juventud y a la pedagogía pastoral, buscando proyectar la pedagogía y metodología más adecuada para que los agentes de pastoral encarnen las actitudes de Cristo Buen Pastor y suscitar un verdadero testimonio de fe, anunciando a Jesucristo con obras y palabras.
Los destinatarios del Proyecto son, ante todo, los mismos jóvenes cristianos implicados en las distintas realidades de la Pastoral de Juventud; pero lo son también todos los animadores de Pastoral de Juventud, jóvenes y adultos, laicos, consagrados y sacerdotes, así como también las comunidades cristianas, los movimientos y asociaciones.
 
1.1. Conoce a las ovejas
 
El Proyecto sitúa, creemos que muy acertadamente, como punto de partida de la pastoral de juventud la situación concreta de los jóvenes. Si el anuncio de la Buena Nueva es siempre propuesta y nunca imposición, es claro que no puede desconocer o situarse al margen del momento histórico, de las vicisitudes sociales, de la situación real. Para evangelizar a los jóvenes es necesario conocer y discernir el tipo de sociedad en que viven y cómo está condicionando su vida y sus personas. Por ello, el capítulo primero de la primera parte, aunque de forma necesariamente muy breve, traza los rasgos de la nueva cultura y de la sociedad actual y señala las características más relevantes de los jóvenes de nuestro siglo.
 

  • Punto de partida: la situación concreta de cada joven

Respecto a la nueva cultura y a la sociedad actual, el documento destaca como aspectos más importantes del momento presente: el proceso de secularización en que estamos inmersos, que provoca una separación entre la socialización cultural y la socialización religiosa, un nuevo tipo de mentalidad científica que circunscribe el ejercicio de la razón a la racionalidad científica, y que proyecta una sociedad tecnológica y cada vez más competitiva. Todo ello provoca un clima de secularismo que conduce al relativismo moral y desemboca en la indiferencia religiosa.
El influjo que este ambiente ejerce en los jóvenes se manifiesta en un conjunto de rasgos: falta de referencias familiares y educativas, absolutizacióndel presente, un planteamiento vital de diversión e inmediatez, falta de capacidad de sufrimiento, sacrificio y esfuerzo, pérdida de los signos de identidad, de las tradiciones y de la autoridad, individualismo subjetivista, una gran fragmentación interior y pluralidad de pertenencias, mayor preocupación de la estética que de la ética. Pero esta breve aproximación sociológica a la situación de los jóvenes no se detiene en los aspectos negativos. Señala también como valores positivos: su mayor sensibilidad por la justicia y la promoción de los derechos humanos, un sentido solidario individual y colectivo, la viva conciencia ecológica, el crecimiento en los índices de diálogo, tolerancia y respeto a las personas, el inconformismo y la valorización de la autenticidad y sinceridad.
De manera especial alude el documento al problema, señalado por recientes estudios sociológicos, de la actitud de desconfianza y desenganche de los jóvenes respecto a la Iglesia: “No perciben la Iglesia como portadora de sentido y como una institución capaz de responder a los problemas que les plantea su vida” (PMPJ 36).
 

  • Punto de llegada: la integración entre fe y vida en la comunidad cristiana

Según el Proyecto, el objetivo fundamental de Pastoral de Juventud “es propiciar en el joven un encuentro con Cristo que transforme su vida, que le haga descubrir en Cristo la plenitud de sentido y el sentido de totalidad de su existencia. Como consecuencia surgirá un proceso de conversión, la búsqueda de una plena identificación con Él, la santidad de vida” (PMPJ 37).
Así pues, el punto de llegada de la pastoral de juventud no es otro que el de cualquier acción evangelizadora: descubrir a Cristo y llevar a su encuentro. En consecuencia, la acción pastoral ha de procurar que los jóvenes se conviertan a Jesucristo y a su Evangelio, descubran la presencia de Dios en los acontecimientos de su vida, vivan una auténtica experiencia de fe cristiana y sean testimonio para otros jóvenes.
El descubrimiento y encuentro con Jesús tiene que llevarles también a descubrir la novedad radical de su mensaje, el Reino de Dios con toda su fuerza liberadora, que estimula e invita a liberarnos de cuanto esclaviza, a cambiar el proyecto de poseer por el de compartir, el de dominar por el de servir. Y esta experiencia ha de ser vivida en el seno de la Iglesia. Creer en Jesús lleva también a creer en la Iglesia y a un hondo sentido de pertenencia eclesial, a descubrir su misterio y a experimentarla como espacio de salvación.
Finalmente, el Proyecto se refiere a la necesaria integración entre fe y vida, subrayando la importancia del compromiso en el mundo. La aspiración de la pastoral juvenil es formar unos jóvenes cristianos que estén presentes, de forma activa y participativa, en los lugares, ambientes e instituciones propias de los jóvenes, que sean capaces de asumir críticamente una sociedad cada vez más compleja y analizar con madurez la realidad sociopolítica.
 

  • Fundamento y opciones de la Pastoral de Juventud

Siguiendo el documento Orientaciones de Pastoral de Juventud, el Proyecto propone cinco grandes opciones. La primera, en la perspectiva de la “nueva evangelización”, es la opción por una pastoral que potencie y dé prioridad a la acción transformadora y evangelizadora, es decir, una pastoral de presencia misionera en los ambientes de jóvenes.
La segunda opción plantea el protagonismo y corresponsabilidad de los jóvenes en la Iglesia: no deben considerarse simplemente como objeto de la solicitud de la Iglesia, sino sujetos activos en la comunidad cristiana, protagonistas de la evangelización.
La tercera es la opción preferencial por los pobres. El Proyecto recuerda que, como cristianos, el lugar natural han de ser los pobres allí donde estén y pide, de forma concreta, compartir la situación de los pobres, contribuir a la erradicación de las causas que generan la pobreza y una actitud de acogida, comprensión y solidaridad hacia los emigrantes.
La cuarta opción se concentra en una espiritualidad que integre la fe en la vida, de manera que la Palabra de Dios ilumine la vida de los jóvenes, intentando encontrar en la cultura actual las “semillas de vida” que puedan favorecer esta inserción y, al mismo tiempo, impregnar con los valores del Reino la cultura, la historia, la sociedad. Es decir, la acción pastoral entre los jóvenes busca la síntesis entre fe y vida, quiere ayudar a una mayor profundización y compromiso, derivado de las exigencias permanentes de la fe.
La quinta opción es la coordinación y articulación de la pastoral con jóvenes, como manifestación efectiva de la comunión. Mira a instaurar una pastoral más orgánica y organizada, integrada en la pastoral general de la diócesis y capaz de marcar proyectos, procesos y programas.
 
1.2. Conduce a las ovejas
 
La segunda parte del Proyecto Marco está integrada por un solo capítulo, amplio y muy bien estructurado, que describe las distintas etapas del proceso de la evangelización de los jóvenes. El documento Orientaciones sobre Pastoral de Juventud pedía ya establecer el proceso “a través del cual la comunidad cristiana conduce y acompaña al joven desde su concreta situación hasta la plena madurez humana y cristiana”. El Proyecto propone, en concreto, un itinerario educativo, fiel a las situaciones de los jóvenes y a la intención salvadora de Dios. Es decir, pide un proyecto educativo que tenga en cuenta la identidad y situación de los jóvenes y, al mismo tiempo, exprese claramente el objetivo fundamental de la evangelización: conducir al joven al encuentro con Cristo y a la adhesión en la fe.
La fidelidad a los jóvenes y al mensaje de Jesús implica necesariamente considerar y distinguir las distintas etapas que es necesario recorrer entre el punto de partida y la meta del itinerario evangelizador. El Proyecto Marco las concentra en estas tres: etapa misionera, etapa catecumenal y etapa pastoral. No significan en modo alguno un proceso cronológico, sino metodológico.
 

  • Etapa misionera: de convocatoria y de propuesta

Ante los jóvenes actuales, la acción pastoral ha de ser netamente misionera. Su objetivo fundamental es que los jóvenes descubran a Cristo, como plenitud de sentido. Esto implica: ofrecer y proponer un sentido a sus vidas que incluya la dimensión trascendente, invitar a los jóvenes a asimilar y vivir los valores que propone el Evangelio (dignidad de la persona, justicia, solidaridad, fraternidad, paz), vivir estos valores desde la cercanía de un Dios que se hace prójimo (próximo).
Metas importantes de esta etapa misionera son: tener en cuenta la promoción humana y la educación integral de cada joven, fomentar la búsqueda de sentido de la vida para poder proponer a Cristo como el que da sentido definitivo a sus vidas y llegar a la primera conversión a Jesucristo, proponer proyectos de acción y compromiso en aquellas realidades a las que los jóvenes son más sensibles.
El Proyecto, desde la peculiaridad propia de esta etapa misionera, señala también algunas actitudes propias de los agentes de pastoral, a la luz de la vida de Jesucristo: encarnación, cercanía, gratuidad, una paciencia casi infinita para acompañar los procesos de maduración y crecimiento de los jóvenes y una actitud eclesial que les ayude a vivir su vida cristiana en comunidad, en la Iglesia
Finalmente el documento llama la atención para comprender que la etapa misionera coincide con un verdadero itinerario educativo, que implica la acogida y el encuentro con los jóvenes que necesitan ser acompañados de forma individual, el análisis de la realidad, la pregunta por el sentido de la vida y la propuesta cristiana que conduzca a la adhesión a Jesucristo.
 

  • Etapa catecumenal: de iniciación y formación

El joven que despierta a la fe por el anuncio explícito de Jesucristo necesita un proceso de formación y profundización; necesita descubrir los fundamentos de la vida de fe y madurar su respuesta. Este el sentido de la etapacatecumenal: iniciar en la fe y en la vida cristiana a los que se han convertido a Jesucristo, mediante la catequesis y los sacramentos”[3].
Actualmente la formación catequética resulta especialmente importante. Concretada para la Pastoral de Juventud, la catequesis de la iniciación cristiana ha de ser orgánica y sistemática (no se reduce a lo circunstancial), ordenada a la vida (no mera enseñanza), y esencial, es decir, centrada en lo común para el cristiano. Persigue como fin que el joven se incorpore a la comunidad cristiana plenamente y que en ella viva, celebre y testimonie la fe.
Desde esta perspectiva, debe centrarse en la siguientes tareas: conocimiento y vivencia de la fe, vivencia de la liturgia, formación moral para ir avanzando en el seguimiento de Jesús, iniciación en la oración, en el sentido de la vida comunitaria y compromiso y testimonio de Jesucristo en la sociedad actual, en medio del mundo en que se vive.
El Proyecto advierte algo especialmente importante en el momento presente: al ser diferentes las situaciones religiosas de los jóvenes (no bautizados, bautizados que no han realizado el proceso catequético de la iniciación cristiana, crisis de fe, jóvenes deseosos de hacer una opción de fe o que ya la han hecho y esperan ser ayudados), es necesario también diversificar los itinerarios catequéticos. El Directorio General para la Catequesis lo explica así: “En general se ha de proponer a los jóvenes una catequesis con itinerarios nuevos, abiertos a la sensibilidad y a los problemas de esta edad, que son de orden teológico, ético, histórico, social… En particular, deben ocupar un puesto adecuado, la educación para la verdad y la libertad según el Evangelio, la formación de la conciencia, la educación para el amor, el planteamiento vocacional, el compromiso cristiano en la sociedad y la responsabilidad misionera en el mundo”[4].
La iniciación cristiana comprende la celebración de los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Durante bastantes años en la pastoral juvenil alcanzó una importancia muy grande el sacramento de la Confirmación. El Proyecto señala que para todos aquellos jóvenes que no han completado la iniciación cristiana, el proceso de preparación a la confirmación es un catecumenado con todas las características de esta etapa catecumenal. Pero, al mismo tiempo, pone sobre el tapete algunas situaciones que se están dando ya en estos momentos como, por ejemplo, el bautismo de niños en edad escolar, que pueden motivar que el catecumenado de niños y adolescentes no bautizados proponga la celebración conjunta de los tres sacramentos.
 

  • Etapa pastoral: del compromiso e inserción en la comunidad

La vida cristiana es el ejercicio de la fe, esperanza y caridad a lo largo de toda la existencia. Lograrlo supone la integración entre fe y vida; y en la pastoral de juventud implica la atención a algunos aspectos esenciales en esta etapa que el Proyecto denomina pastoral: espiritualidad, eclesialidad y compromiso.
La espiritualidad es el núcleo profundo de la vida cristiana. Significa vivir en el Espíritu y discernir según sus criterios. Después de una descripción suficientemente amplia y completa, el Proyecto se fija en algunos aspectos especialmente significativos en la espiritualidad de los jóvenes en el momento actual: silencio interior, conversión, gratuidad, alegría y esperanza, sencillez de vida como expresión de humildad y pobreza evangélica, respeto y cuidado de la naturaleza, testimonio e implicación en la justicia social, disponibilidad personal, compromiso por el bien común.
Quizás, resulta especialmente importante la orientación práctica y concreta del Proyecto al indicar que la puesta en práctica de estas dimensiones y aspectos importantes de la espiritualidad requiere: acompañamiento personal, participación en algún grupo de referencia, invitación a la oración personal y comunitaria en las parroquias y movimientos eclesiales, cauces de participación sacramental, en especial en la eucaristía dominical.
Respecto a la eclesialidad, el documento destaca de manera especial el sentido de comunión y la realidad concreta de la comunidad cristiana; una comunidad integrada y en comunión con la Iglesia católica. Es realmente importante en la acción pastoral, cuidar el sentido de Iglesia, la cercanía y vinculación a la Iglesia local. Para ello será necesario cuidar la presencia de comunidades de adultos que sirvan de referencia, la inclusión de los jóvenes en las estructuras y ámbitos de participación tanto a nivel parroquial como diocesano, responsabilidad en la evangelización de otros jóvenes, lugares y momentos de encuentro que puedan interesar a los jóvenes.
Finalmente, esta etapa pastoral ha de guiar al compromiso, a colaborar en la causa del Reino. El Proyecto se detiene en la fundamentación del compromiso cristiano (en la experiencia del encuentro y el seguimiento de Jesús), aspecto que ciertamente se debe motivar en la acción pastoral; y señala también la diversidad de campos posibles (intraeclesial, en las instituciones civiles -partidos políticos, sindicatos, consejos de juventud, asociaciones culturales, sociales, ecologistas, pacifistas, etc.-, en la misión ad gentes, etc.), lo que hace necesario el discernimiento y acompañamiento pastoral de los jóvenes. A través del acompañamiento puede ayudarse a los jóvenes a personalizar el proceso de fe y a discernir libre y generosamente la propia vocación de compromiso en el mundo. También aquí el Proyecto propone de forma concreta algunas orientaciones para la puesta en práctica: potenciar el proyecto personal, asegurar los grupos de referencia, potenciar la formación sociopolítica, desarrollo de la conciencia moral, asegurar el acompañamiento personal.
 
1.3. Da la vida por las ovejas
 
Esta tercera y última parte del Proyecto Marco agrupa dos capítulos dedicados a los animadores de pastoral de juventud (el primero) y a la pedagogía pastoral (el segundo). Reconoce, ante todo, la animación como una forma específica de pastoral y declara que la “la razón de ser del animador de pastoral juvenil es la evangelización de los jóvenes”.
 

  • Los animadores de Pastoral de Juventud

Todo el capítulo V (primero de la tercera parte) del Proyecto Marco está dedicado a los animadores de pastoral. En primer lugar describe la identidad del animador, señalando sus rasgos y características más relevantes: es alguien que opta por los jóvenes y camina con ellos; lo hace a imitación de Jesús, Buen Pastor, y encarnando sus actitudes; ha de ser fiel a Dios y fiel a los jóvenes; y tiene que integrar en su personalidad las actitudes que nacen del encuentro constante con Jesucristo (amor incondicional, gratuidad, compromiso solidario, libertad y confianza, apertura al Misterio, presencia entre los más débiles, esperanza).
De manera especial, el documento contempla al animador como educador y acompañante, afirmando que la Pastoral de Juventud tiene una clara dimensión educativa y propone las grandes opciones educativas que han de estar presentes en la acción pastoral: el amor a los jóvenes, el conocimiento, el cuidado constante manifestado en el acompañamiento y en la atención a la persona.
Además, en la relación educativa, el animador de pastoral juvenil tiene que manifestarse como testigo de la fe, que no se anuncia a sí mismo, sino que es fiel al mensaje recibido. Y ser testigo de la fe implica vivir una fe madura, hacer de las bienaventuranzas el propio programa de vida, vivir en actitud profética y enraizado en la comunidad con sentido de Iglesia. El animador de pastoral no trabaja en nombre propio, sino como miembro y enviado de la comunidad eclesial.
Ordinariamente el animador de pastoral acompaña a un grupo, que requiere la atención tanto del proceso del grupo como de los procesos personales. En relación al grupo, la animación supone un estilo de vida basado en la comunicación y el diálogo, y un modelo pedagógico, es decir, una forma de actuación educativa válida para educar en la vivencia de los valores evangélicos.
Tras la descripción de la identidad del animador, el Proyecto se refiere al equipo de animadores y a la necesidad de formación, que considera tarea prioritaria. Se trata de tener en cuenta la doble condición de cristiano y de animador de jóvenes.
Finalmente, el capítulo se refiere brevemente a la importancia de los animadores adultos en la pastoral de la juventud, al papel fundamental que debe desempeñar el sacerdote, especialmente en una labor de acompañamiento y de educador de educadores. Con concisión traza el perfil del sacerdote-consiliario de un grupo de animadores. Se le pide: vivir en todo la identidad sacerdotal, conocer, aceptar y amar a los jóvenes, acompañar tanto a los jóvenes como a los educadores, ser testigo de la fe, el amor y la comunión, capacitarse cada día para hacer una lectura creyente de la realidad y educar en una pedagogía de la acción.
 

  • La pedagogía pastoral y la metodología activa como estilo de todo el proyecto de evangelización

El último capítulo del Proyecto Marco aborda la cuestión de los medios y el lenguaje para estimular la fe y el compromiso de los jóvenes. La opción es: “una pedagogía activa y liberadora que tenga en cuenta las diferentes circunstancias, ambientes y situaciones de los jóvenes” (PMPJ 143). Los rasgos de esta pedagogía pastoral son: una pedagogía que parte de la experiencia, capaz de transformar y liberar, que crea comunidad, que favorece el diálogo, que hace creíble el mensaje propiciando el encuentro con las personas y grupos, que celebra la fe y la vida, que valora el tiempo libre como ámbito de desarrollo humano y de oportunidades formativas.
Además, el Proyecto ofrece una propuesta metodológica en orden a favorecer los objetivos pastorales y a concretar, al mismo tiempo, los rasgos de la pedagogía indicada. Resalta, especialmente, la importancia del acompañamiento comunitario y personal, la iniciación en la oración y en la escucha de la Palabra, la importancia de la celebración de los sacramentos, la revisión de vida, el proyecto personal de vida, el proceso catecumental.
Desde la perspectiva de la comunión eclesial, la propuesta metodológica del Proyecto pide articular y coordinar las aportaciones específicas y complementarias de la familia, la escuela, la parroquia, las asociaciones y movimientos, enmarcando con claridad la pastoral de juventud en la pastoral general de la diócesis. Cada una de estas instituciones tiene una misión distinta pero necesaria. Una importancia especial adquiere la parroquia, que ha de ser siempre parroquia abierta a todos los jóvenes. Su presencia en las parroquias “supone una fuerza renovada y alentadora, signo de esperanza en la que toda comunidad cristiana debe caminar” (PMPJ 160).
 

  1. Un Proyecto para impulsar la pastoral con jóvenes

 
Tras quince años de experiencia y experimentación, el Proyecto Marco se presenta en sociedad con un nuevo rostro, “actualizado”. Merece la pena destacar, ante todo, la importancia y conveniencia de esta actualización, realizada en un trabajo de comunión y corresponsabilidad y a la luz, especialmente, de la visita a España de Juan Pablo II en mayo del 2003 y de la experiencia de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que han puesto de relieve algunos elementos imprescindibles en toda Pastoral Juvenil. Y merecería la pena también subrayar la necesidad de que el Proyecto fuera conocido por todos los agentes de pastoral para impulsar y estimular los propios proyectos locales, porque, como el mismo Proyecto Marco destaca, no se trata de un documento cerrado, sino abierto. Es decir, marca las grandes líneas de actuación pastoral abiertas a todos para construir con los jóvenes el Reino de Dios. Su finalidad no es uniformar, sino enriquecerse mutuamente con los distintos carismas, espiritualidades e iniciativas, en un verdadero espíritu de comunión eclesial.
 
2.1. Identidad y estructura
 
Reconociendo la pluralidad de modelos operativos en que se desarrolla actualmente la praxis pastoral española, el documento quiere facilitar la comunicación y el diálogo entre las diversas comunidades, grupos y movimientos. Tiene en cuenta el sentido y la finalidad que fijaban las “Orientaciones sobre pastoral de juventud” (1991). Pedían al Proyecto Marco que ayudara a la acción de la pastoral de juventud a ser “más completa, definida y coordinada”, a “tener en cuenta todos los aspectos de la vida de los jóvenes” y “hacer presente el evangelio en todos los ambientes: los alejados y los cercanos, los marginados y los integrados, los de la ciudad y los del campo y el mar, los estudiantes y los trabajadores” (n. 7). Se trata, pues, de un instrumento en vistas a propiciar una pastoral juvenil más orgánica y organizada, capaz de articular grupos y comunidades y de proyectar caminos, procesos y metodologías adecuadas.
La estructura general que presenta el documento resulta clara y concreta. Además, al agrupar los diferentes capítulos (que componían ya el documento precedente) en torno a la parábola de, “Buen Pastor”, el texto ofrece no sólo una visión más sistémica sino también unas claves de lectura muy adecuadas. Los tres verbos (conocer, conducir, dar la vida), leídos especialmente en la clavecristocéntrica, expresan el quicio de toda acción pastoral y quizás, de manera particular, de la pastoral juvenil. Es posible que algunos no vean muy claro la inserción de los capítulos segundo y tercero dentro de la primera parte. Quizás, el texto podría haber cuidado mejor la articulación de cada uno de los capítulos en sus respectivas partes. Pero nos parece una buena opción situar en la primera parte el punto de partida, de llegada y las opciones fundamentales.
 
2.2. Partir de la realidad
 
La pastoral no es nunca abstracta; parte siempre de la realidad. Por ello, la opción del documento, que parte “de la situación concreta de cada joven”, resulta ciertamente la más adecuada. De manera concisa, el Proyecto resalta algunas características del joven posmoderno, fijándose tanto en algunos aspectos críticos como positivos, para detenerse de manera especial en su relación con la religión y la Iglesia, constatando la ruptura y vivencia “de unas actitudes anti-institucionales, anti-dogmáticas y antinormativas oantiimpositivas”.
Esta situación, según el documento, es fruto y reflejo de la nueva cultura y de la sociedad actual: “los jóvenes viven con una especial intensidad tanto los valores como los contravalores de la realidad en las que están inmersos” (PMPJ 29). Realmente es así, el influjo del ambiente social es muy fuerte y puede desencadenar los rasgos concretos apuntados en el texto del documento. Sin embargo, quizás hubiera sido interesante llegar también a señalar algunas de las repercusiones de todo ello; es decir, faltaría todavía señalar los problemas centrales con los que actualmente tiene que enfrentarse la evangelización, problemas que debe conocer, discernir el agente de pastoral y a los que ineludiblemente debe responder.
El capítulo segundo de la primera parte marca el objetivo fundamental de la Pastoral de Juventud: el encuentro con Jesucristo, que implica el descubrimiento de su mensaje, de la Buena Noticia del Reino, que ha de vivirse en el seno de la Iglesia y que compromete a vivir la fe cristiana en el mundo. Se trata de un texto verdaderamente renovado y que mejora el precedente. Como advertíamos en el apartado anterior, hubiera sido deseable una mejor articulación con el capítulo anterior, para situarlo de manera lógica en esta primera parte.
El último capítulo de esta primera parte propone las grandes opciones de la Pastoral de la Juventud. En un proyecto de pastoral juvenil las opciones fundamentales que se toman, deben servir para confrontarse con la situación y llegar a la propuesta evangelizadora concreta. Las cinco opciones que formula el documento ofrecen ciertamente múltiples sugerencias para la organización de los proyectos pastorales y, sobre todo, permiten entrever la orientación del Proyecto.
Llama la atención, no obstante, que el capítulo se siga titulando, como el Proyecto Marco de 1992, “Fundamento y opciones de la Pastoral de Juventud”, cuando en realidad en el texto no se trata del fundamento de la Pastoral. Del mismo modo, se introduce también en este tercer capítulo la definición de Pastoral Juvenil. ¿No sería más acertado situarla en la misma introducción o al comienzo del documento?
 
2.3. Itinerario educativo
 
La segunda parte, “Conduce a la ovejas”, se centra en el itinerario educativo, fijando el proceso de evangelización a través del cual la comunidad cristiana conduce y acompaña al joven. Teniendo en cuenta la diferente situación de los jóvenes, distingue tres momentos o etapas (misionera, catecumenal y pastoral), que hemos presentado sintéticamente en el primer apartado. Quizás hubiera sido conveniente esclarecer la distinción entre los dos términos utilizados en el texto: itinerario y proceso; ayudaría a comprender mejor este rico capítulo. De todos modos una de las claves viene sugerida inmediatamente en el documento: las tres etapas indicadas no significan un proceso cronológico, sino metodológico, y ayudan a entender que “en el proceso educativo de la fe siempre hay que tener en cuenta la situación concreta en que el joven se encuentra en las diferentes dimensiones de su vida” (PMPJ 70).
Al estar toda esta segunda parte estructurada en un solo capítulo, éste resulta excesivamente largo. Sin embargo, metodológicamente el tratamiento es muy lineal y claro, y la descripción de cada una de las etapas resulta muy bien articulada y desarrollada. Se trata ciertamente del centro y núcleo del documento. En su formulación aparecen algunos aspectos que es necesario destacar en todo proyecto de pastoral juvenil.
Ante todo, me parece importante resaltar que, ante los jóvenes actuales, si realmente se quiere que lleguen a encontrarse con Cristo, “la respuesta de la Iglesia ha de ser netamente misionera” (PMPJ 73). Es decir, el Proyecto opta por una pastoral misionera. Es necesario comenzar por ofrecer y proponer un sentido a sus vidas, buscar la promoción humana y la educación integral, acercarlos a la realidad y a las situaciones de pobreza y marginación de nuestra sociedad. Y, de manera especial, una pastoral misionera ha de estar muy atenta al “principio encarnación”. Será necesario, pues, “salir” para ir en búsqueda de los jóvenes allí donde se encuentren.
El documento señala también otra clave decisiva en todo proyecto y acción pastoral: la comunión. Es importante el reconocimiento de que “toda la comunidad eclesial ha de sentirse implicada en esta tarea” (PMPJ 74), porque la comunidad es el verdadero agente de pastoral; y de lo que se trata es precisamente de “ayudar al joven a vivir su fe cristiana en la comunidad, en la Iglesia” (PMPJ 86). Realmente, el objetivo fundamental de la Pastoral de Juventud consiste en la integración fe-vida, vivida en la comunidad eclesial. De manera especial, al tratar sobre la tercera etapa (etapa pastoral), el documento se refiere entre las dimensiones de la vida cristiana que se han de realizar, a laeclesialidad. Según el Proyecto, “la comunión de vida y de amor que brota de Jesucristo, se da en un doble movimiento, conducido por el Espíritu: de la Iglesia universal -comunión de las Iglesias particulares extendidas por todo el mundo- a cada Iglesia local y a sus comunidades; y de las comunidades concretas a la Iglesia local y de ésta a la universal” (PMPJ 108). Para la pastoral juvenil es siempre muy importante la existencia de comunidades vivas que testimonian y celebran gozosamente la fe cristiana.
Finalmente, el documento resalta a lo largo de toda esta parte centrada en el itinerario, la dimensión educativa. Se trata, en efecto, de un “itinerario educativo” que quiere acompañar al joven desde su situación concreta hasta la plena madurez humana y cristiana. Comporta, pues, una atención especial al crecimiento personal y armónico del joven. Por ello pide el documento el cuidado de la educación integral de cada joven, de “una educación que integre todas las dimensiones de la vida: personal, familiar, de amistad, de estudio/trabajo, de diversiones, trascendente” (PMPJ 75). Y esta dimensión educativa se concretiza en la necesidad de una pedagogía y metodología activas, de lo que se ocupa la última parte.
 
2.4. Animación liberadora
 
La tercera y última parte, “Da la vida por las ovejas”, agrupa dos capítulos dedicados el primero a los animadores de la Pastoral de Juventud y el segundo a la pedagogía pastoral, como hemos comentado. El primero no presenta muchas novedades en relación al texto del año 1992; el segundo, en cambio aparece bastante renovado. Hay, de todos modos, dos aspectos muy importantes de novedad que aparecen en ellos: en el capítulo quinto se ha ampliado y mejorado notablemente el apartado dedicado a los animadores adultos y, especialmente lo referido al sacerdote; en el sexto se encuentra una exposición de gran interés en torno al acompañamiento pastoral.
Ante todo, es importante que el Proyecto Marco dedique expresamente un capítulo a los animadores de pastoral, alma de toda la acción educativa y evangelizadora entre los jóvenes. El documento perfila atinadamente su identidad y actitudes, presentándolo como educador, acompañante y testigo de la fe. Se detiene en los rasgos propios del animador de grupo y destaca la importancia de su formación.
Pero, como aludía más arriba, la novedad está en la importancia que el documento concede a la labor del sacerdote en la Pastoral de Juventud. Según el Proyecto, “el sacerdote tiene un papel fundamental por su labor de acompañamiento, de ayuda para discernir la voluntad de Dios, de guía en la vida espiritual y en la celebración” (PMPJ 135). Describe también el perfil del sacerdote-consiliario y presenta las actitudes que deben acompañar su estar y actuar entre los jóvenes.
En relación al capítulo sexto, el documento hace una opción clara por una pedagogía liberadora y una metodología activa. Y subraya, como apuntaba, la importancia del acompañamiento espiritual en el proceso de maduración en la fe y de que el animador, especialmente el sacerdote, sea realmente acompañante de los jóvenes, ayudándoles a descubrir el propio camino, a discernir la voluntad de Dios en la propia vida, a iniciarlos en la oración, en el seguimiento del propio proyecto y en la revisión de vida.
 
En conclusión, nos encontramos con un documento renovado y actualizado tras quince años de experiencia, que ha sido objeto de un amplio estudio y de un largo proceso de gestación. Aunque en continuidad con el Proyecto Marco de 1992, se trata en realidad de un Proyecto nuevo, que busca una pastoral más orgánica, más de comunión y participación. Como indicábamos al principio, no puede pasar desapercibido, ni seguir siendo ignorado. Lo verdaderamente importante es que impulse y oriente la elaboración de los proyectos de pastoral juvenil en las comunidades locales, las actividades de los distintos grupos y movimientos.
 

EUGENIO ALBURQUERQUE

 
[1] Ver comentario del Proyecto en: J. L. MORAL, “Jóvenes en la Iglesia. Proyecto-marco de Pastoral de Juventud de la Iglesia Española”, Misión Joven 192-193 (1993) 27-32 y Misión Joven 194 (1993) 49-55.
[2] Jóvenes en la Iglesia, cristianos en el mundo en el tercer milenio. Proyecto Marco de pastoral de Juventud, Edice, Madrid 2007. En adelante citaremos: PMPJ, indicando la página de las citas textuales.
[3] DGC 48.
[4] DGC 185.