“El informe sociológico publicado por la Fundación Santa María revela el alejamiento de los jóvenes de las enseñanzas de la Iglesia católica en un grado superior al que cabría prever”. Así comienza un editorial de ABC Jóvenes y religión (26.2.04)
No fue de repente, pero casi: los jóvenes se muestran menos religiosos. Al menos en España. He aquí algunos datos de ese informe (Jóvenes 2000 y religión, SM, 2004):
- Católicos: El 33% de los jóvenes españoles entre 13 y 24 años y el 44% de las jóvenes se declarancatólicos con alguna práctica religiosa.
- Por edades: El grupo más religioso es el de los 13-14 años. Se declaran católicos practicantes el 62%, frente al 33% de los mayores de 20 años.
- Por centros: La influencia religiosa del tipo de centro educativo no es especialmente llamativa. En los centro religiosos se declaran católicos practicantes el 44%, frente a un 33% en los públicos.
- Por regiones: En cuanto a las Comunidades Autónomas, Andalucía figura en cabeza, con un 63% de católicos de práctica regular u ocasional, seguida de cerca por Castilla y León (50%), Madrid y el País Vasco (ambos un 34%), y la Comunidad Valenciana (30%) y, muy alejada del pelotón de cabeza, Cataluña, con un 21% de practicantes y un 54% de no religiosos.
- Sin valores desde la Iglesia: Sólo un 10% de los jóvenes que se declaran como católicos practicantes cree que la Iglesia esté ofertando ideas y valores válidos para orientarse en la vida.
Sin ‘lecturas’ religiosas: Ocho de cada diez jóvenes nunca leen libros de orientación o contenido religioso.
Los datos son muchos más, muy concretos y muy precisos. Reflejan una realidad que está ahí. El editorial de ABC terminaba: “Esta sangría de práctica católica debería llevar a una reflexión sosegada que determinara sus causas. Actuar contra la corriente obliga a extremar la diligencia y la perspicacia. Existen principios irrenunciables, pero otros no lo son tanto y, sobre todo, pueden y deben adaptarse a la mentalidad dominante. Perder a la juventud es perder el futuro”.
Sea como sea, esta realidad nos invita como educadores y pastoralistas a seguir actuando con realismo y con imaginación. Y a buscar las causas para superarlas en lo posible y en lo que de nosotros depende. Y a abrir nuevas formas de presencia viva entre los jóvenes y caminos nuevos de evangelización. Y a seguir anunciando una noticia de esperanza. Y a seguir sembrando un mensaje de alegría. Y a seguir buscando cada día, con ellos y desde ellos, nuevas o viejas formas de actuación. Y a recuperar el evangelio como nueva y liberadora noticia todavía válida -¡y mucho!- para hoy.
Cuaderno Joven