Juan Pablo II a los jóvenes del mundo: valores para una nueva época

1 octubre 2004

 
Richard Cuadrado Tapia
Escritor y pastoralista dominico (Palencia)
 
Richard Cuadrado Tapia ha publicado recientemente el libro Diccionario de valores. Juan Pablo II a los jóvenes del mundo. En él realiza un ingente y maravilloso trabajo para ofrecer a los jóvenes el pensamiento y enseñanzas que el Papa Juan Pablo II les ha dedicado en numerosos discursos y alocuciones. Lo hace en forma de decálogos. A través de ellos resume lo esencial del discurso pontificio, al mismo tiempo que transcribe las frases más esenciales e impactantes. Los decálogos están pensados para ser trabajados en grupos. El mismo autor señala la posible metodología a seguir. Es la siguiente e implica lectura, reflexión y oración:.

  • Lectura del Decálogo según el tema escogido para la reflexión.
  • Reflexión en grupo: Todos los jóvenes que participan en la convivencia o encuentro aplican la luz de la enseñanza pontificia a la juventud hoy, contestando a algunas preguntas: ¿qué expresión del decálogo te ha impactado más? Escribe el decálogo personal , al que te comprometes.
  • Oración en grupo: momento de silencio, reflexionando o meditando para que el Espíritu Santo pueda personalizar y potenciar en cada uno el valor analizado.

 
El libro consta de 214 decálogos. De ellos hemos seleccionado tres: pueden trabajarse siguiendo la metodología propuesta
 

  1. AFRONTAR NUESTROS INTERROGANTES Y PROBLEMAS

 

  1. A veces tenéis la tentación de ceder y os preguntáis: Para qué sirve todo este esfuerzo? ¿Cuál es el significado de la vida humana? ¿A dónde conduce todo esto?
  2. Estas son preguntas que se plantean los jóvenes en todo el mundo. Se las plantean jóvenes que viven en medio de injusticias, violencias y persecución.
  3. Estas preguntas se las plantean jóvenes, chicos y chicas que, en muchos países, no tienen suficiente para comer, y no tienen la oportunidad de una educación formal.
  4. Estas preguntas se las plantean jóvenes que buscan la paz, anhelan la justicia y suspiran por Dios.
  5. Como hermano deseo ofreceros hoy una poderosa razón para esperar y para ver la vida como un don de Dios, grande y precioso. Y esta razón es Jesucristo, que vino al mundo para enseñarnos el pleno significado de la vida humana.
  6. Yo estoy aquí para proclamar esta presencia de Jesús en nuestra vida y la fuerza de su amor que trabaja en vuestros corazones. A causa de esta presencia y de esta fuerza podéis hacer grandes cosas.
  7. La fuente de toda injusticia es el corazón humano. Cristo os invita a una conversión del corazón, a una vida vivida en unión con Él. Por esta razón no os debéis dejar dominar por la preocupación, o por la tentación de rebelarse o de retirarse.
  8. Nadie puede negar que muchas cosas en el mundo están en un desorden aterrador: la inhumanidad de muchas personas y la injusticia de algunos sistemas, la posibilidad de una confrontación nuclear, crean preocupación y miedo.
  9. Pero vosotros estáis en tal situación, que podéis afrontar todos los problemas con una nueva actitud, con un corazón nuevo, con una nueva fuerza: vuestra fe en Jesucristo, que está vivo en vosotros. Con palabras de San Juan diré: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn 5,4).
  10. Es responsabilidad de todos nosotros cambiar el peligroso rumbo de los acontecimientos.

 

 (Discurso a los jóvenes de Terranova en la “Memorial University”: “L’ Osservatore Romano”, 23 de septiembre 1984)

 

  1. AMAR SIN CÁLCULOS

 

  1. El que ama, no hace cálculos, no busca ventajas. Actúa en secreto y gratuitamente a favor de sus hermanos/as, sabiendo que cada hombre-mujer, sea quien sea, tiene un valor infinito. En Cristo no hay personas inferiores o superiores. No hay más que miembros de un mismo cuerpo, que quieren la felicidad unos de otros, y que desean construir un mundo acogedor para todos.
  2. Por los gestos de atención y por nuestra participación activa en la vida social, testimoniamos a nuestro prójimo. Que queremos ayudarle, para que llegue a ser él mismo y a dar lo mejor de sí para su promoción personal y para el bien de toda la comunidad humana.
  3. La fraternidad se impone sobre la voluntad de dominio, y el servicio, sobre la tentación de poder.
  4. Queridos jóvenes: lleváis en vosotros capacidades extraordinarias de entrega, de amor y de solidaridad. El Señor quiere reavivar esta generosidad inmensa, que anima vuestro corazón.
  5. Os invito a venir a beber a las fuentes de la vida, que es Cristo, a fin de inventar –cada día- los medios para servir a nuestros hermanos/as en el seno de la sociedad, en la cual os corresponde asumir vuestras responsabilidades de hombres-mujeres y de creyentes.
  6. El amor y el servicio dan sentido a nuestra vida y la hacen hermosa, pues sabemos por qué y por quién nos comprometemos. El amor es el testimonio por excelencia, que abre a la esperanza.
  7. El servicio a los hermanos transfigura la existencia, pues manifiesta que la esperanza y la vida fraterna son más fuertes que toda tentación de desesperación. El amor puede triunfar en cualquier circunstancia.
  8. Sólo el que se deja amar, puede a su vez amar. Pedro permitió que el Señor le lavara los pies. Se dejó amar, y después lo comprendió.
  9. En el lavatorio de los pies hallaréis el camino real para encontrar a Crsito, imitándole y descubriéndole en vuestros hermanos.
  10. Esto, a veces, puede exigir el heroísmomoral, que consiste en comprometernos con valentía en el seguimiento de Cristo, con la certeza de que el Maestro nos muestra el camino de la felicidad. Únicamente en nombre de Crsito se puede ir hasta el extremo del amor, en la entrega y el desprendimiento.

 

(A los jóvenes participantes en la XII Jornada Mundial de la Juventud: “L’ Osservatore Romano”, 29 de agosto de 1997)

 

  1. ANUNCIAR Y TESTIMONIAR EL EVANGELIO

 

  1. Rema mar adentro. ¿Para ir a dónde? La respuesta es clara: para ir al encuentro del hombre, misterio insondable; y para ir a todos los hombres, océano ilimitado.
  2. Esto es posible en una Iglesia misionera, capaz de hablar a la gente y, sobre todo, capaz de llegar al corazón del hombre porque allí en ese lugar íntimo y sagrado, se realiza el encuentro salvífico con Cristo.
  3. Pero esta misión no es fácil: anunciar y testimoniar el evangelio, implica muchas dificultades.
  4. Sí, es verdad; vivimos en un tiempo en que la sociedad siente el fuerte influjo de modelos de vida, que ponen en primer lugar, de manera egoísta, el poseer, el placer y las apariencias.
  5. El impulso misionero de los creyentes debe confrontarse con este modo de pensar y actuar. Pero no debemos tener miedo, porque Cristo puede cambiar el corazón del hombre, y es capaz de realizar una “pesca milagrosa”, cuando menos lo imaginamos.
  6. Vosotros –sobre todo los adolescentes-, por vuestra falta de experiencia corréis el riesgo de ser víctimas de especuladores de emotividad, que, en vez de estimular en vosotros una conciencia crítica, tienden a exaltar la despreocupación y a proponer opciones inmorales, como valores.
  7. Quisiera dirigir aquí un apremiante llamamiento a todas las instituciones educativas a fin de que se pongan, sin ambigüedad, al servicio de las nuevas generaciones para ayudarles a crecer de modo sereno y conforme a su dignidad.
  8. Me dirijo, ante todo, a las familias cristianas, a fin de que sean auténticas comunidades “laboratorios”, donde se eduque en la fe y en la fidelidad al amor; familias creyentes, dispuestas a ayudar a las que atraviesan dificultades, para que todo hijo/a que nazca, pueda experimentar la tierna paternidad de Dios.
  9. Para eso es necesario una auténtica revolución cultural y espiritual, que lleve el Evangelio a los ámbitos de la vida. Queridos jóvenes: convertíos en promotores de esta revolución pacífica, capaz de testimoniar el amor de Cristo a todos, comenzando por los más necesitados y los que sufren.
  10. “Remar mar adentro”, significa rechazar todo lo negativo, que se os ofrece, y poner vuestra creatividad y vuestro entusiasmo al servicio de Cristo.

 

( Discurso a 30.000 jóvenes en la Plaza de San Pedro, preparando la XVI Jornada Mundial de la Juventud: “L’ Osservatore Romano”, 13 de abril de 2001)