Juan Pablo II y los Jóvenes

1 enero 2004

Alberto López Escuer
 
BREVE APUNTE ARGUMENTAL
Con un carácter testimonial, desde la propia vida joven presenta su autor algunos aspectos que manifiestan el amor y cercanía del Papa Juan Pablo II hacia los jóvenes a lo largo de su Pontificado, tomados, especialmente, de los textos de sus discursos y mensajes a los jóvenes
 
“Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo, vosotros sois mi esperanza”, estas palabras pronunciadas por Juan Pablo II, el 22 de octubre de 1978, en la inauguración de su pontificado, fueron toda una declaración de intenciones sobre la juventud, de ese momento y del futuro. El sumo pontífice siempre ha estado cercano a los jóvenes y los jóvenes a él, ofreciéndonos un lugar importante en su corazón. Ha sabido sintonizar perfectamente con nosotros, dando cauce a sus inquietudes y comunicando un mensaje claro y nítido de la realidad juvenil. Juan Pablo II, siempre cercano a los más necesitados, invita a la juventud a ser testigos de Jesús, con el mensaje de caminar hacia la santidad de la mano de María y alimentados por la Eucaristía.
 
En la actualidad, veinticinco años después, esa esperanza del Papa en la juventud sigue siendo la misma. Algunos éramos unos niños cuando Karol Wojtyla fue elegido Papa. Era un hombre vital, recuerdo que algunos le llamaban el atleta de Dios, por ser amante de los deportes y por su figura atlética. Los que éramos niños hemos ido creciendo y como es ley de vida el Santo Padre ha ido envejeciendo. Transmite un entusiasmo cuando se encuentra con jóvenes en los cinco continentes y nos invita a “ descubrir que el más joven puede ponerse al lado del mayor que él y entablar un dialogo dando y recibiendo algo con enriquecimiento recíproco y alegría siempre nueva”, estas palabras de Juan Pablo II se han hecho vida allá dónde ha ido y testigos de ello hemos sido muchos jóvenes en el mundo.
 
Un lugar importante en el corazón del Papa
 
Vosotros sois jóvenes y el Papa anciano, pero aún se identifica con vuestras expectativas y vuestras esperanzas.   Estas palabras pronunciadas en la jornada mundial de la juventud en Toronto en el año 2002 muestran el lugar que ocupamos los jóvenes en el corazón del Papa. El propio Juan Pablo II nos dice: Vosotros sois nuestra esperanza……, algo que ha quedado más que claro en cada una de sus intervenciones. Pero esta esperanza no aparece en el comienzo de su pontificado; ya desde el comienzo de su ministerio sacerdotal está muy presente en él, como puede leerse en su libro Cruzando el umbral de la esperanza: “Desde el comienzo de mi ministerio he visto la importancia de la juventud”.
 
Allí donde el Papa tiene un encuentro con los jóvenes, se citan siempre multitudes de ellos. Sus palabras hacia nosotros son de amor, esperanza, compromiso, todo ello anclado en el anuncio del Evangelio, sabiendo el Santo Padre de la dificultad para muchos jóvenes que viven en ambientes muy secularizados. Juan Pablo II anuncia la felicidad verdadera, una libertad autentica encarnada en Cristo, un mensaje claro y diría yo, que más que un mensaje es todo un proyecto de vida. El Papa quiere a los jóvenes y los jóvenes quieren al Papa y él mejor que nadie sabe la responsabilidad que la Iglesia tiene sobre nosotros.
 
Esa esperanza que son los jóvenes, hay que cultivarla y acompañarla, pues estamos hablando del futuro de la Iglesia y del futuro del mundo: La iglesia no puede olvidar el deber de estar al lado u acompañar a la juventud, justamente en el tiempo específico de su existencia.
 
Yo creo en la juventud, creo en la juventud con todo mi corazón y con toda la fuerza de mi convencimiento. Las nuevas generaciones están muy presentes en la vida y en el pensamiento del Pontífice. Invento suyo, como lo define en una entrevista, Monseñor Renato Boccardo, son las Jornadas Mundiales de la juventud, una invitación del Santo Padre, a la que acuden miles de jóvenes, ahí donde se celebra. Quieren estar con él, compartir entre ellos, reunirse, hablar, dando razón de su fe. Como dice Juan Pablo II, la juventud es un bien especial de todos, un bien de la humanidad misma, en vosotros está la esperanza porque pertenecéis al futuro y el futuro os pertenece.
 
¡Abrid las puertas a Cristo!
 
Siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere (1 Pe 3, 15). Con estas palabras comienza el Santo padre su carta a los jóvenes en 1985 con motivo del año internacional de la juventud. La juventud tiene que dar razón de su fe y lo tiene que hacer con valentía. Una llamada a ser testigos de Cristo que nos hace el Papa, aunque Juan Pablo II sabe de las dificultades que eso tiene. Él mismo durante su juventud y durante su vida las ha tenido, ser testigo de Cristo en una sociedad dónde era incomprendido y en el caso de Karol Wojtyla perseguido por ser testigo de Cristo.
 
Vigorizar pues vuestra fe, revivirla si es débil,¡abrid las puertas a Cristo! Abrid vuestros corazones a Cristo, acogedlo como compañero y guía de vuestro camino. El Papa nos recuerda a los jóvenes que Cristo nos dijo que era el camino, la verdad y la vida. Hay que aprender a conocer a Cristo, a amarle, para luego ser sus testigos en un mundo dónde ser cristiano no está de moda. Si estamos dispuestos a ser testigos de Cristo, ese testimonio ha de ser auténtico y profundo.
 
Como Cristo hizo con los discípulos de Emaus, nos acompaña en nuestro camino hacia la autenticidad del testimonio: Cristo nos enseñara mediante su espíritu lo que tenemos que hacer, como debemos comportarnos, como llevar adelante el diálogo con el mundo contemporáneo. Ese diálogo que Pablo VI denomino diálogo de salvación.  
 
En Toronto, en la Jornada Mundial de la Juventud, Juan Pablo II instó a seguir el camino de Cristo para cambiar la sociedad y que la dirección de Cristo, es la dirección de la justicia, de la solidaridad, del compromiso por una sociedad y un futuro dignos para el hombre.
 
Cristo pertenece a los jóvenes, y los jóvenes pertenecen a Cristo.   Juan Pablo II es consciente de que el mensaje de Cristo no deja indiferentes a los jóvenes, invita a ser sus testigos en la sociedad que les ha tocado vivir, aunque en algunos lugares no sea tan fácil dar testimonio de Él. Y nos dice como dijo Cristo; ¡no tengáis miedo!.   El Papa nos dice también que Cristo es un amigo exigente, pero un amigo que no abandona: Pero si tenéis el coraje de abrirle las puertas del corazón y acogerlo en la vida, descubriréis en Él el gozo de la verdadera libertad que os da la posibilidad de construir vuestra existencia sobre la única realidad capaz de resistir el desgaste del tiempo, más allá de las fronteras de la muerte la realidad indestructible del amor. (Jubileo de los jóvenes, 1984)
 
El Papa junto a los jóvenes más necesitados
 
Juan Pablo II nos hizo ver en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Santiago de Compostela que Jesús es el camino, la verdad y la vida. El Sumo Pontífice siempre ha tenido palabras de apoyo a quienes mas lo han necesitado, sea cual fuera su condición o edad. En Santiago de Compostela tuvo un encuentro con jóvenes enfermos, un encuentro cálido y lleno de ternura. Un Papa cercano y cordial, con los que vivían la fe desde el sufrimiento, a ellos les dijo, entre otras cosas: Vosotros mis queridos amigos en el dolor, a través del sufrimiento descubriréis mas fácilmente y nos enseñaréis a los demás a descubrir a Jesucristo, camino, verdad y vida. Mirad al Señor, varón de dolores, centrad vuestra atención en Jesús, que joven también como vosotros, con su muerte en la cruz hizo ver al hombre el valor, la reserva de energías para su tarea evangelizadora.
 
El Santo Padre ha tenido muchos encuentros con el dolor en primera persona, este joven de 83 años, como se definió en el encuentro con los jóvenes españoles en Madrid, el pasado mes de mayo ofrece un testimonio cuya lectura en clave de amor es grandioso y dignificante, él tampoco ha sucumbido a la tentación de bajarse de la cruz al igual que Cristo.
 
Es un ejemplo para los jóvenes que Juan Pablo II, pese a sus evidentes dificultades físicas, siga predicando el Evangelio por todo el mundo. Esta coherencia es fruto de una vida entregada a Dios con todas sus consecuencias, siendo signo y portador del amor de Dios a todos los hombres y mujeres que le escuchan o tienen un encuentro con él, parece rejuvenecer, el contacto con ellos le insufla energía para seguir adelante.
 
Llamados a la Santidad
 
Juan Pablo II hace una llamada a los jóvenes a la santidad Dios nos ha creado para compartir su misma vida, nos ha llamado a ser sus hijos, miembros vivos del cuerpo místico de Cristo, templos luminosos del espíritu del amor, nos llama a ser suyos, quiere que todos seamos santos.   Estas palabras pronunciadas por el Santo Padre en la jornada mundial de la Juventud celebrada en Roma en el año 2000 son un reto para el tercer milenio.
Juan Pablo II ha sido el Papa que ha entrado con nosotros en este tercer milenio y nos lanza, como he dicho antes, un reto claro, conciso, que a priori parece difícil, pero no imposible de conseguir, pues Dios nos acompaña en nuestro empeño. Además nos dice en que consiste esa santidad: la santidad consiste en hacer la voluntad del Padre en cada circunstancia de la vida. El camino maestro que Jesús mismo nos ha indicado.
 
María nos lleva de la mano hasta Cristo
 
Una y otra vez invita a los jóvenes a encontrar a Cristo con María: quisiera que la juventud del mundo entero se acercase mas a María …. que los jóvenes tengan más confianza en ella y que confíen en ella la vida que se abre ante ellos”.   Como dijo María, haced lo que Él os diga, aprended a decir que sí al Señor en cada circunstancia de vuestra vida (Jn 2, 5). El Santo Padre recalca que es preciso que acojáis a María en vuestras jóvenes vidas igual que el apóstol Juan la acogió en su casa, que ella os ayude a encontrar a Cristo para seguirlo por cada uno de los caminos de vuestra vida.
 
Desde el inicio de su pontificado, Juan Pablo II quiso ponerlo bajo el signo de la especial protección de María, a la cual recientemente ha llamado “Estrella de la nueva evangelización”, (Novo Millennio Ineunte 58). Y bajo esa protección ha querido poner a todos los jóvenes del mundo.
 
En cada encuentro con la juventud ha recordado a María, nunca ha ocultado la dificultad del seguimiento a Cristo y más en una sociedad donde prima mas lo superficial y lo efímero y que algunos jóvenes ponen su mirada en diosecillos con pies de barro y en valores efímeros que en muchas ocasiones conducen al vacío personal y existencial.   Vayamos de la mano de María al encuentro con Cristo y hagamos lo que Él nos diga.
 
Abolid las barreras de la superficialidad y del miedo, reconociéndoos hombres y mujeres nuevos, regenerados por la gracia bautismal, conversad con Jesús en la oración y en la escucha de la palabra. Buscad la alegría de la reconciliación en el sacramento de la penitencia, recibid el cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, acogedlo y servirle en los hermanos. Descubriréis la verdad sobre vosotros mismos, la unidad interior y encontraréis el tú que cura de las angustias, de las preocupaciones de aquel subjetivismo salvaje que no deja en paz.
 
Alimentados con la Eucaristía
 
Este camino a recorrer no sería posible solamente con nuestras fuerzas, Juan Pablo II nos lo recuerda por medio de las palabras del apóstol San Pablo, “ el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rm, 5,5). Dice el Papa: Que la Eucaristía modele vuestra vida, la vida de las familias que formaréis; que oriente todas vuestras opciones de vida. Que la Eucaristía, presencia viva y real del amor trinitario de Dios, os inspire ideales de solidaridad y os haga vivir en comunión con vuestros hermanos dispersos por todos los rincones del planeta. Un camino que lleva a la profundidad de vida y a ver en el otro el rostro de Cristo.
 
Juan Pablo II ha demostrado con creces que somos su esperanza. En un pontificado largo como el suyo muchos han sido los momentos y encuentros que ha compartido con nosotros, algunos hemos sido testigos presenciales de ello. En todos ha dejado su impronta de cercanía y de amor a los que el mismo ha denominado “los centinelas del futuro”. Ahora es un anciano, pero un anciano que sigue conservando su espíritu joven. No puede dar ya sus paseos veraniegos rodeado de jóvenes como hacia antaño, pero sigue cercano y demostrándonos su cariño. Es verdad que el Papa quiere a los jóvenes, pero también los jóvenes quieren al Papa. Diríamos que hay una gran sintonía entre ambos. É siempre ha tenido un hueco en sus viajes para reunirse con la juventud, ha entablado diálogos enriquecedores, hablando de la paz, del amor, de la cultura de la vida……..y de que los jóvenes somos los primeros evangelizadores de los propios jóvenes y ha escuchado las preocupaciones de estos contestando a sus preguntas y canalizando sus inquietudes.
 
Podemos recordar imágenes llenas de espontaneidad y complicidad por parte del Papa a los jóvenes y viceversa. Sus 25 años de pontificado le han permitido beatificar a algunos jóvenes, como a la beata Laura Vicuña y al beato Pier Giorgio Frassati. Su esperanza en los jóvenes sigue viva 25 años después y no se cansa de decirnos que “el Señor os quiere apóstoles intrépidos de su Evangelio y constructores de una nueva humanidad. Un proyecto de vida esculpido desde la juventud, llamado a recorrer toda vuestra vida”.
 
PISTAS PARA LA REFLEXIÓN

  • ¿Cuál de los textos de Juan Pablo II citados en el artículo, te parece más importante y de mayor interés? ¿Por qué?
  • ¿Cómo resumirías la enseñanza de Juan Pablo II a los jóvenes?
  • ¿A qué compromisos nos lanza?
  • ¿Cuál ha sido y es su actitud hacia los jóvenes?
  • Reflexiona especialmente estas dos frases: “Cristo pertenece a los jóvenes y los jóvenes pertenecen a Cristo”; “La juventud es un bien especial de todos, un bien de la humanidad misma, en vosotros está la esperanza porque pertenecéis al futuro y el futuro os pertenece”.
  • ¿Qué te sugiere hoy la invitación que hace Juan Pablo II a los jóvenes: “¡Abrid las puertas a Cristo!”