La acogida pastoral a los novios

1 julio 2010

Grupo de Acogida de Novios
Arciprestazgo Norte de Vitoria-Gasteiz
 
Los inicios de un proyecto
 
«La parroquia desempeña un papel específico en la pastoral familiar, por ser el lugar más cercano a las familias concretas… Para que esta posición privilegiada de lugar a una pastoral eficaz para la familia, el párroco (y los demás sacerdotes que colaboran con él), debe procurarse la ayuda matrimonios y acoger con solicitud a los que se prestan a ello. En la medida de lo posible se impulsará la formación de un grupo parroquial de matrimonios, que deba contar con su propia misión y formación; de él saldrán de modo natural las personas que puedan atender a los distintos momentos que la pastoral familiar tiene en la parroquia». (Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, nn. 271-272).
 
Somos un pequeño grupo de matrimonios al que, hace seis años, los sacerdotes de nuestro arciprestazgo nos confiaron este sencillo servicio de laacogida de novios. Les movía una inquietud, y compartían la necesidad de transmitir a las parejas que se acercaban a pedir el sacramento del matrimonio, todo el calor y toda la alegría de la comunidad cristiana.
Les parecía poco lo que ellos les ofrecían, aun siendo mucho, en el momento de escucharles la  «buena noticia»  de su próxima boda al acudir a los despachos. Sentían, además, que ese primer contacto con los novios podía ser más significativo y fecundo si lo protagonizaban matrimonios creyentes e implicados en la vida parroquial. Esta atención y dedicación pastoral de nuestros sacerdotes dio fruto y se tradujo en esta iniciativa que pusieron en manos de laicos de sus comunidades parroquiales.
El amor es siempre imaginativo y creador. Así nació este servicio que consiste en que unos matrimonios de las diversas comunidades parroquiales del arciprestazgo regalamos un rato de nuestro tiempo a cada pareja, sin otro objetivo que acogerles en este momento singular de su historia de amor.
 
Necesidad de formación
 
«Es conveniente que (en la formación de los laicos) también se produzca un envío eclesial o comunitario explícito, de modo que la formación sea un compromiso más amplio que la voluntad personal. Se producirá junto a un estimulante acompañamiento eclesial de índole grupal, parroquial, zonal… El laico no se forma sólo para si, sino también para beneficio y eficacia evangelizadora de la comunidad eclesial.  Sólo con la formación adecuada es posible que pueda cumplir su misión evangelizadora o pastoral en nombre de la Comunidad».  (DIÓCESIS DE VITORIA, La Formación del Laicado. Proyecto marco diocesano, p. 22).
 
El proceso de formación nos llevó un tiempo. Nos sentíamos agobiados ante la perspectiva de realizar una actividad pastoral con novios, o sea, con adultos. Nos daba cierto respeto, por no decir miedo. A la vez, confiábamos en quienes nos lanzaron a este proyecto, y en todo que pusieron a nuestra disposición.
Iniciamos las reuniones formativas. Nos juntamos regularmente varios matrimonios con un sacerdote de la parroquia y otro de la delegación diocesana de Pastoral Familiar. Poco a poco nos adentramos en los temas: qué es y qué no es la acogida pastoral, qué actitudes son las adecuadas, cómo lograrlas, qué temas conviene hablar y cuales son imprescindibles, cómo abordar la vivencia de la fe en ellos y en nosotros…
Íbamos ganado convicción y seguridad en nosotros mismos, como colaboradores de la Comunidad y como creyentes activos. Tras una larga sesión con un matrimonio, que llevaba tiempo en la acogida de novios, nos lanzamos a nuestras inolvidables primeras acogidas.
 
Importancia de la Acogida
 
La acogida es:

  • Un acercamiento a las personas que vienen; demostrar que se recibe al otro como amigo; que se está disponible, no como quien hace un favor o cumple un deber.
  • Una relación personal y directa interesándose por la situación de los novios; ponerse en el lugar de ellos y tratar de tener un encuentro recíproco.
  • Un hacer visible a la Comunidad Cristiana que acoge y acompaña a los novios en el crecimiento y evolución de su amor y de su fe.

 
La acogida es ‘recibir’, ‘simpatizar’ y ‘hacer camino’ con las parejas.
 
No tratamos de catequizarles ni de darles una clase de teología del sacramento. Pretendemos con nuestra cercanía y nuestra acogida ilusionarles más si cabe con su proyecto de boda y de vida.
Tampoco nos sentimos maestros ni modelos de nada. A lo largo de la tertulia y con sencillez, vamos compartiendo con ellos su experiencia de vida y nuestro testimonio creyente; sus ilusiones a punto de estrenar y las nuestras temperadas por la vida y la fe… Nos presentamos como un matrimonio que constantemente trabaja y renueva su relación, al tiempo que se abre a la colaboración, al compromiso y al crecimiento conyugal en medio de la comunidad creyente. Así, intentamos «dar gratis lo que gratis habéis recibido» (Mateo 10, 8).
Y es que nosotros no somos más que un eslabón en el proceso de preparación que ellos están viviendo hasta que llegue el día de su boda. La acogida es el preámbulo a la entrevista con el sacerdote, a la participación en elEncuentro de novios o prematrimoniales, que en nuestro arciprestazgo se ofrece y se celebra, y llegar así al día esperado de la boda.
Os podemos compartir que es una gozada acoger a estas parejas jóvenes que se quieren, que creen en un futuro juntos y que confían el uno en el otro para llevarlo adelante con éxito.
 
Objetivos de este servicio pastoral
 
Mediante este servicio pastoral, la Comunidad desea obtener estos objetivos:

  • Crear un clima adecuado para que los novios expresen con libertad lo que piensan y sienten sobre su proyecto de vida matrimonial: amor verdadero, fe, fidelidad, fecundidad…
  • Informar a los novios sobre el plan de formación (Encuentros prematrimoniales) y orientarles hacia la preparación adecuada de la Ceremonia con el sacerdote celebrante;
  • Abrirles una puerta hacia el futuro, en orden al incremento de su amor y el compromiso creyente

 
En el diálogo abierto que mantenemos con ellos es inevitable, como podéis suponer, hablar de convivencia y comunicación. Es reconfortante la sencillez con que cada pareja refiere a su manera, con su sensibilidad y desde su carácter más o menos abierto o tímido, los puntos fuertes y los puntos débiles de su relación.
Al adentrarnos en la opción que han hecho por el matrimonio cristiano aparecen en general sus mayores debilidades y lagunas, ya que con frecuencia reconocen que su fe la tienen dormida, poco trabajada, apenas celebrada y bastante arrinconada. Es entonces cuando nos sorprenden con una atenta actitud de escucha.
¡Cuántas veces la expresión de sus caras nos da a entender que quedan tocados por los mensajes que intentamos transmitirles!
Mostrarles cómo el convivir cotidiano tiene todo el potencial necesario para crecer en su fe como pareja es algo que a la mayoría ni les había pasado por la cabeza.
Descubrirles que los pequeños gestos de cariño, que se regalan a lo largo del día, tienen un profundo valor como signo y sacramento de la presencia de Dios en su vida. Es algo que les produce impacto. Hablarles con naturalidad y con convicción el bien que les puede hacer como pareja rezar juntos es abrirles todo un mundo de posibilidades.
 
Diversidad de situaciones
 
«En la acogida a los novios y en su formación ha de atenderse a la diversidad de motivaciones y de situaciones de fe de cuantos soliciten la celebración del matrimonio cristiano. Una actitud cordial y una relación personalizada, un diálogo abierto y sin prejuicios, es el primer paso para un proceso que no puede ser igual para todos, ni pretender conducir a todos a un determinado nivel de fe o de madurez personal».
«Es obvio señalar que en esta tarea de acogida y de formación prematrimonial, han de tener un papel insustituible algunos matrimonios de la comunidad parroquial, especialmente llamados a este servicio, que aporten, previa una preparación adecuada, y desde su propia experiencia de vida, su orientación y testimonio a las nuevas parejas» (Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Redescubrir la familia, nn. 211-212)
 
En este diálogo que se va abriendo camino, a veces dificultosamente, también van haciéndose presentes sus carencias. En más de un momento se preguntarán … y esto …  ¿cómo se hace?  No tienen práctica, no tienen recursos, no conocen herramientas para ello.
Son parejas, ciertamente, que consideramos profundamente necesitadas; pero quizás el gran reto venga dado porque ellos no son conscientes de esas necesidades profundas o no aciertan a ponerles nombre y a tomárselas en serio.
Algunas parejas las reconozcan, las identifiquen y tratan de cubrirlas, pero sin considerar que su condición de creyentes tenga que ver con ello, sin que  la PALABRA, el  EVANGELIO, sea fuente de vida, ni levadura de una vida fecunda en todos los sentidos.
Muchos de ellos se quedaron en la primera comunión, unos pocos vivieron la confirmación y alguno que otro se incorporó a algún grupo o fueron catequistas un tiempo. Posiblemente la parábola del sembrador pudiera darnos las claves para una lectura creyente de esta realidad.
Lo cierto es que todos ellos, al tomar la decisión de casarse por la iglesia, de celebrar el matrimonio cristiano, están recogiendo el fruto fecundo de lo que otros sembraron en sus vidas.
No son pocas las parejas que han acogido la semilla de la familia, de sus padres, o que agradecen haber conocido algún sacerdote o que guardan como un tesoro valioso lo vivido en los grupos de su comunidad, o que han integrado en sus vidas y en su relación los valores del Evangelio de Jesús.
En la experiencia que estamos viviendo estos años hemos conocido parejas que han dado el paso de comprometerse, y hoy colaboran ya en la acogida y en los encuentros de novios.
 
Nos hace bien
 
«Los laicos, miembros de una Iglesia enviada al mundo signo eficaz de la salvación y animados por el Espíritu, están llamados a descubrir y escuchar la voluntad de Dios, y a dar testimonio de su fe en todas las circunstancias de su vida. Ellos pueden y deben evangelizar, por así decirlo, por contagio. A través de ellos, la fe se hace testimonio y éste no deja de provocar la pregunta por aquella». (Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, El laicado: identidad cristiana y misión eclesial, n. 47)
 
Hay que reconocer, claro, que poco sitio tiene Dios en los tiempos que corren. Y precisamente todos estos matices contribuyen a que para nosotros sea éste un servicio pastoral muy gratificante al que nos dedicamos con gusto. Cada encuentro con una pareja totalmente desconocida nos mueve muchas cosillas por dentro.
Compartir con ellos nuestro caminar, tan torpe y doloroso en ocasiones, nos ayuda a tomar conciencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad; así, cada pareja se convierte para nosotros en una llamada a cuidar nuestra propia relación. Acoger a las parejas nos compromete a nosotros, nos empuja a mojarnos.
La conciencia de nuestra propia limitación nos aclara los ojos del corazón para ver y acoger los valores que adornan a cada pareja y estar vigilantes para evitar caer en la fácil tentación de juzgarles.
 
Una mirada al futuro
 
«El aprecio por lo pequeño no es en la espiritualidad cristiana un «premio de consolación» para cuando no podemos alcanzar «lo grande». Lo pequeño y los pequeños tienen nobleza evangélica… La presente situación nos ha despojado de la ilusión de llevar a cabo muchas grandes realizaciones en la vida y en la acción de nuestras comunidades. Es una ocasión propicia para que redescubramos el valor de muchas realidades pequeñas que nunca debimos subestimar». (Carta Pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Renovar nuestras comunidades cristianas, n. 47)
 
Mirando al futuro nos tenemos que preguntar: ¿qué hacer en adelante? ¿qué se les puede seguir ofreciendo a estos matrimonios jóvenes? ¿por qué no logramos en nuestras comunidades cristianas la continuidad en los procesos de fe? ¿qué nos pasa para vivir la fe a ráfagas, «a golpe de sacramento»? ¿cómo podemos mantenernos en contacto con estas parejas que se han acercado? ¿qué cancha nos pueden dar las nuevas tecnologías?
Estaremos de acuerdo en que la gran mayoría de estas parejas no se hubieran acercado a la iglesia si no hubieran decidido «casarse por la iglesia”.
Entonces no nos podemos quedar de brazos cruzados contemplándoles alejarse, «volviendo a las andadas», cayendo de nuevo en las rutinas, dejándose llevar por las inercias creadas sin planteamientos serios y condicionados por los tópicos.
Si hemos creado este servicio de Acogida de novios, hemos de mantener la inquietud de crear algo nuevo a la medida de las parejas jóvenes de hoy.
Es verdad que no parece que corren buenos tiempos para que la gente, y menos a estas edades, se embarquen en aventuras que requieran la formación de grupos.
Pero por muchas dificultades y trabas que emerjan en nuestras reflexiones, hemos de esforzarnos por rasgar las oscuridades de nuestros análisis con la osadía de nuestras propuestas.
Esta generación de matrimonios jóvenes no puede quedarse… «como ovejas sin pastor».

Grupo de Acogida de Novios

Arciprestazgo Norte de Vitoria-Gasteiz