Felices, sanos y con un alto grado de satisfacción vital. Así define a los adolescentes de 11 a 15 años un estudio internacional cuyos resultados recogemos en esta edición.
La encuesta se basa en datos recabados en una cuarentena de países, en su mayoría europeos, aunque la lista incluye también a Estados Unidos, Rusia o Turquía, entre otros. A los consultados se les ha preguntado por sus relaciones en el ámbito familiar, escolar o social, para saber qué grado de satisfacción obtienen en ellos. Y su respuesta ha sido mayoritariamente positiva.
La noticia es sin duda alentadora. Aún nos lo parecerá más si precisamos que España ocupa uno de los lugares superiores en la tabla que refleja los índices de felicidad, de salud y de satisfacción adolescentes. Concretamente, nuestro país ocupa la cuarta plaza en lo que atañe a los chicos y chicas de once años, y la sexta en lo referido a quienes cuentan con trece o quince años.
Hay matices, según indican los autores del estudio: su resultado no refleja por igual a todos los encuestados. Se producen sutiles variaciones en función del sexo, la edad y el medio social. Además, a esas edades muchos adolescentes se inician en prácticas perjudiciales para su salud, como pueden ser el consumo de cigarrillos y de alcohol, o tienen dietas pobres en frutas y verduras y excesivamente ricas en grasas. Por ello, el estudio –cuyo objetivo es optimizar las políticas estatales en beneficio de los adolescentes– recomienda iniciativas a la carta en función de los grupos específicos a los que se dirigen. No se trataría tanto de subsanar déficits o incrementar partidas como de establecer con precisión lo que necesita cada grupo atendido.
Pese a su signo positivo, estas conclusiones no aconsejan bajar la guardia ante los riesgos que afrontan los adolescentes. Los sociólogos insisten en que la adolescencia empieza a una edad cada vez más temprana, y que con ella se abren las puertas de la vida adulta antes de que el individuo alcance un desarrollo psicológico adecuado. Por otra parte, esa fase adolescente tiende después a prolongarse, a medida que la progresiva independencia que llevaba aparejada la juventud se ve frenada por un mercado laboral con tasas de paro juvenil -de 16 a 24 años- que en España rondan el 50%.
La adolescencia es la edad de las promesas. Conviene recordarlo a la hora de evaluar los altos niveles de satisfacción a los que aludimos. Porque quizás las mejores políticas estatales dirigidas a la adolescencia no sean las que aspiran a redondear la felicidad de los adolescentes, sino las que les permitan cumplir, llegada la hora, su realización e integración en el mundo adulto.
Editorial de La Vanguardia, 03/05/2012
Para hacer
Véase esta reflexión al hilo de los datos de la página siguiente. [Recortes], tomados de la agencia EFE (2 de mayo de 2012). Eran los datos que la suscitaban. ¿Qué nos llama la atención?
¿Cómo nos vemos reflejados nosotros en estos datos o apreciaciones? ¿En qué no coincide?
¿Cómo va siendo nuestra integración en el mundo adulto?