LA JMJ Y LAS VOCACIONES

1 octubre 2011

Óscar Bartolomé
Coordinador Inspectorial de Pastoral Vocacional
Salesianos León
 
A finales del mes de agosto concluyó en nuestro país la Jornada Mundial de la Juventud. No cabe ninguna duda de que desde sus orígenes, allá por el año 1986, estas jornadas en  han sido un revulsivo y han hecho que muchos jóvenes se pregunten sobre su futuro y su compromiso en su vida y en la Iglesia.
En esta ocasión nos gustaría hacer una sencilla reflexión de algunos de los elementos importantes que han estado presentes a nivel vocacional, tanto en las actividades que se han llevado a cabo, como en los discursos y mensajes del Santo Padre. Quizás algunos de ellos pueden servirnos para la reflexión y el diálogo en nuestros grupos juveniles o e animación.
Es evidente que las jornadas mundiales de la juventud tienen en sí mismas un objetivo claro: animar a los jóvenes a vivir con autenticidad su propia fe y a «enraizar» su vida en Cristo. Es más, todo compromiso y todo seguimiento de Jesucristo implica que cada joven, cada persona, dé una respuesta a la llamada que Dios tiene para cada uno. Parece lo más común y ordinario que esta llamada se dé en los años de juventud, aunque siempre hay excepciones, y también es en esta etapa de la vida cuando cada persona tiene que afrontar con responsabilidad su propia vida y dar una respuesta. Si las Jornadas Mundiales de la Juventud convocan a un buen número de jóvenes cristianos parece lógico que muchos mensajes y propuestas vayan en esta línea.
 
Distintos momentos vocacionales
A la lo largo de las jornadas celebradas en Madrid han sido varios los momentos y espacios en los que el tema vocacional ha estado presente de una manera muy clara.

  • Podemos destacar el espacio creado al lado de los confesionarios en el parque del Retiro donde numerosas congregaciones religiosas y agrupaciones han preparado diferentes «stands vocacionales» para presentar sus carismas y algunas de las actividades que lleva a cabo la Iglesia. Este espacio, además de ofrecer la posibilidad confrontarse con diferentes carismas, ha ayudado a los jóvenes a compartir, preguntar, intentar buscar respuestas a sus interrogantes o al menos poder hacerse con información para ponerse en contacto con algunas personas de sus respectivos países para que les puedan guiar y acompañar en su proceso de maduración en la fe y quizás de discernimiento vocacional.
  • El macroconcierto de la vida consagrada ha sido también un espacio privilegiado: para presentar lo que se entiende por vocación (la estructura misma del festival estuvo jalonada por tres partes que describen a grandes rasgos lo que es la vida consagrada: personas llamadas, reunidas y enviadas), para mostrar a los jóvenes asistentes al acto numerosos testimonios vocacionales, tanto de consagrados de clausura como de vida activa, y para poder descubrir y ver actuaciones musicales e interpretativas por parte de sacerdotes diocesanos y religiosos y religiosas que ofrecían una imagen muy atractiva de estilos de vivir la vocación consagrada.
  • Si recorremos La Guía con las actividades organizadas para estos días, además de los momentos oficiales de catequesis y encuentros organizados con el Santo Padre, podemos descubrir numerosas iniciativas vocacionales: algunas congregaciones han celebrado encuentros, antes, durante o después de las jornadas en los que de un modo u otro se ha invitado a los jóvenes a vivir su vida en profundidad y a responder a la llamada de Dios (por poner dos ejemplos, el encuentro Magis de los jesuitas o el encuentro del MJS en Atocha). Por destacar otro espacio destinado al tema vocacional podemos señalar el «Coffee House» vocacional en el Santiago Bernabéu. Este espacio ha ofrecido a los jóvenes y a las personas que se han querido acercar hasta allí: la posibilidad de conocer distintos carismas de la Iglesia a través de testimonios de personas que han respondido a la llamada del Señor, la oportunidad de disfrutar escuchando a grupos musicales de diferentes países, el poder acercarse al sacramento de la confesióny tener un espacio para orar ante el Señor y poder descubrir su lugar en la Iglesia.

 
Catequesis del Santo Padre
Además de estos espacios los mensajes del Santo Padre han estado marcados en muchas de sus intervenciones por alusiones implícitas o explícitas que han hecho referencia al tema vocacional. A continuación destacamos algunos fragmentos:

  • Ya en el mensaje del Santo Padre para la XXVI JMJ invita a los jóvenes a situarse en las fuentes de vuestras aspiraciones más grandes y dice así: «Existe un momento en la juventud en que cada uno se pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida, qué finalidad, qué rumbo debo darle? Es una fase fundamental que puede turbar el ánimo, a veces durante mucho tiempo. Se piensa cuál será nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay que establecer, qué afectos hay que desarrollar… En este contexto, vuelvo a pensar en mi juventud. En cierto modo, muy pronto tomé conciencia de que el Señor me quería sacerdote. Pero más adelante, después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad me dirigía hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza. Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio? Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad. Así, la vida se vuelve auténtica.» […] «Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra. Jesús mismo reprende a sus discípulos: «¿Por qué me llamáis: “¡Señor, Señor!”, y no hacéis lo que digo?» (Lc 6, 46). Y recurriendo a la imagen de la construcción de la casa, añade: «El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra… se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida» (Lc 6, 47-48).» […] «También vosotros, si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes como vosotros a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro con Cristo.»
  • En el momento de la bienvenida en Barajas el Papa dice: «Vengo aquí a encontrarme con millares de jóvenes de todo el mundo, católicos, interesados por Cristo o en busca de la verdad que dé sentido genuino a su existencia. Llego como Sucesor de Pedro para confirmar a todos en la fe, viviendo unos días de intensa actividad pastoral para anunciar que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Para impulsar el compromiso de construir el Reino de Dios en el mundo, entre nosotros. Para exhortar a los jóvenes a encontrarse personalmente con Cristo Amigo y así, radicados en su Persona, convertirse en sus fieles seguidores y valerosos testigos.» […] «Aquí, en esta Jornada, tienen una ocasión privilegiada para poner en común sus aspiraciones, intercambiar recíprocamente la riqueza de sus culturas y experiencias, animarse mutuamente en un camino de fe y de vida, en el cual algunos se creen solos o ignorados en sus ambientes cotidianos. Pero no, no están solos. Muchos coetáneos suyos comparten sus mismos propósitos y, fiándose por entero de Cristo, saben que tienen realmente un futuro por delante y no temen los compromisos decisivos que llenan toda la vida.»
  • En la fiesta de acogida de los jóvenes en Cibeles en el saludo en inglés podemos leer: «Arraigados y edificados en él, firmes en la fe y abiertos al poder del Espíritu, encontraréis vuestro puesto en el plan de Dios y enriqueceréis a la Iglesia con vuestros dones. Recemos unos por otros, para que hoy y siempre seamos testigos gozosos de Cristo.» Y en el saludo en alemán: «es Él quien da verdadero sentido a nuestra vida. Abramos nuestro corazón a Cristo.»
  • En el Encuentro con religiosas jóvenes en El Escorial Benedicto XVI dice: «Queridas hermanas, cada carisma es una palabra evangélica que el Espíritu Santo recuerda a su Iglesia (cf. Jn 14, 26). No en vano, la Vida Consagrada «nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida. En este sentido, el vivir siguiendo a Cristo casto, pobre y obediente, se convierte en “exégesis” viva de la Palabra de Dios… De ella ha brotado cada carisma y de ella quiere ser expresión cada regla, dando origen a itinerarios de vida cristiana marcados por la radicalidad evangélica» (Exh. apostólica Verbum Domini, 83).» […] «La radicalidad evangélica es estar “arraigados y edificados en Cristo, y firmes en la fe” (cf. Col, 2,7), que en la Vida Consagrada significa ir a la raíz del amor a Jesucristo con un corazón indiviso, sin anteponer nada a ese amor (cf. San Benito, Regla, IV, 21), con una pertenencia esponsal como la han vivido los santos, al estilo de Rosa de Lima y Rafael Arnáiz, jóvenes patronos de esta Jornada Mundial de la Juventud. El encuentro personal con Cristo que nutre vuestra consagración debe testimoniarse con toda su fuerza transformadora en vuestras vidas; y cobra una especial relevancia hoy, cuando «se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza» (Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud 2011, 1). Frente al relativismo y la mediocridad, surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración como una pertenencia a Dios sumamente amado.»
  • En el mensaje a los profesores universitarios el Papa invita a los docentes a que no se limiten a transmitir conocimientos y les anima «encarecidamente a no perder nunca dicha sensibilidad e ilusión por la verdad; a no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de jóvenes a quienes habéis de comprender y querer, en quienes debéis suscitar esa sed de verdad que poseen en lo profundo y ese afán de superación. Sed para ellos estímulo y fortaleza.»
  • En el Vía Crucis el Sumo Pontífice exhorta a los jóvenes diciendo: «Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer.»
  • En la homilía a los seminaristas el Papa dice: «Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de vosotros.» En dicha homilía indica también los elementos propios del seguimiento del Señor en la vida sacerdotal. Insiste a su vez en los retos que la sociedad actual ofrece al sacerdote.
  • Incluso en su visita al Instituto San José indica que: «La juventud, lo hemos recordado otras veces, es la edad en la que la vida se desvela a la persona con toda la riqueza y plenitud de sus potencialidades, impulsando la búsqueda de metas más altas que den sentido a la misma.» […] Esta especial predilección del Señor por el que sufre nos lleva a mirar al otro con ojos limpios, para darle, además de las cosas externas que precisa, la mirada de amor que necesita. Pero esto únicamente es posible realizarlo como fruto de un encuentro personal con Cristo. De ello sois muy conscientes vosotros, religiosos, familiares, profesionales de la salud y voluntarios que vivís y trabajáis cotidianamente con estos jóvenes. Vuestra vida y dedicación proclaman la grandeza a la que está llamado el hombre: compadecerse y acompañar por amor a quien sufre, como ha hecho Dios mismo. Y en vuestra hermosa labor resuenan también las palabras evangélicas: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40).»
  • En la homilía de la vigilia de oración en Cuatro Vientos, que por motivos atmosféricos no llegó a leer, pero que queda recogida en la página web del Vaticano aparece el mensaje más claro en el que Benedicto XVI invita a los jóvenes, desde su vivencia cristiana, a vivir con fidelidad el seguimiento del Señor: «Pero, ¿cómo puede un joven ser fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual? En el evangelio que hemos escuchado, Jesús nos da una respuesta a esta importante cuestión: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor» (Jn 15, 9). Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios.» […] «En esta vigilia de oración, os invito a pedir a Dios que os ayude a descubrir vuestra vocación en la sociedad y en la Iglesia y a perseverar en ella con alegría y fidelidad. Vale la pena acoger en nuestro interior la llamada de Cristo y seguir con valentía y generosidad el camino que él nos proponga. A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial. A otros, en cambio, Cristo los llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o en la vida consagrada. Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice también a ti: «¡Sígueme!» (cf. Mc 2,14). Queridos jóvenes, para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que el Señor os llame a cada uno, es indispensable permanecer en su amor como amigos. Y, ¿cómo se mantiene la amistad si no es con el trato frecuente, la conversación, el estar juntos y el compartir ilusiones o pesares? Santa Teresa de Jesús decía que la oración es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (cf. Libro de la vida, 8).»
  • En la homilía de la Eucaristía en Cuatro Vientos dice: «Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.»
  • En el Encuentro con los voluntarios el Papa invita a que: «Al volver ahora a vuestra vida ordinaria, os animo a que guardéis en vuestro corazón esta gozosa experiencia y a que crezcáis cada día más en la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres. Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada. Quizás alguno esté pensando: el Papa ha venido a darnos las gracias y se va pidiendo. Sí, así es. Ésta es la misión del Papa, Sucesor de Pedro. Y no olvidéis que Pedro, en su primera carta, recuerda a los cristianos el precio con que han sido rescatados: el de la sangre de Cristo (cf. 1P 1, 18-19). Quien valora su vida desde esta perspectiva sabe que al amor de Cristo solo se puede responder con amor, y eso es lo que os pide el Papa en esta despedida: que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros. Gracias de nuevo y que Dios vaya siempre con vosotros.»
  • En el Discurso de despedida en el aeropuerto de Barajas antes de emprender su viaje de regreso hacia el Vaticano dice: «Los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo, único redentor de la humanidad. Ellos regresan ahora a sus casas como misioneros del Evangelio, «arraigados y cimentados en Cristo, firmes en la fe», y necesitarán ayuda en su camino. Encomiendo, pues, de modo particular a los Obispos, sacerdotes, religiosos y educadores cristianos, el cuidado de la juventud, que desea responder con ilusión a la llamada del Señor.»

 

Oscar Bartolomé