La manera infinita de ser hombre

1 enero 1998

José Luis Moral-Herminio Otero

Con el fondo teórico de los Estudios de este número, aquí proponemos algu­nos pasos concretos para la praxis cristiana con jóvenes. Todos ellos arrancan de las viñetas’ de «Cortés». Evidentemente, todo cuanto proponemos ha de reorganizarse conforme al proyecto con el que cada grupo camina, contando igualmente con los objetivas de este dossier.

«De día el sol ya no será tu luz ni de noche la luna te iluminará, porque el Señor será para ti una luz que no se apaga y tu Dios será tu esplendor» (ls 60,19)

 Presentación general

LOS cristianos entendemos que la existencia humana se asienta sobre la ba­se de una experiencia fundamental vin­culada a lo que llamamos fe. En este sen­tido y conforme hizo Pablo de Tarso, po­demos decir que la fe consiste básicamen­te en hacer o tener una experiencia que da sentido a la vida. Más específicamente, consiste en experimentar que Dios nos ama gratuita e incondicionalmente.

Amor gratuito, esto es, dado no por lo que tenemos o hacemos sino simple­mente por ser lo que somos y tal como somos. Ante Dios, por tanto, no existe el aterrador problema de qué hacer para merecer que me quieran; Él me convier­te sin más en un ser amable, digno de ser amado.

Dios también nos ama incondicional­mente, es decir, no pone ninguna condi­ción para ofrecernos su amor. No es que nos ame si cumplimos sus mandamien­tos o los de la Iglesia o cualquier otra in­dicación previa, exigible para contar con su beneplácito: lo único previo es su amor incondicional.

El Dios de Jesús de Nazaret es un Dios «chiflado por los seres humanos». Sólo un Dios así puede ser digno del hombre. De todas las definiciones de Dios, sin du­da, la más adecuada es la del amor. «Dios es amor -ha escrito recientemente Torres Queiruga-: un Dios entregado por amor, que no tiene otros intereses que los nues­tros; que no sabe comerciar con nosotros porque ya nos lo ha dado todo; que no niega nuestro ser, porque su presencia consiste justamente en afirmarlo, fundan­do su fuerza y promoviendo su libertad».

Dios con su amor nos re-crea, nos hace «nacer de nuevo», pues confirma nues­tra autonomía y libertad cuando parecen condenadas a tantas dependencias. Es así que, como ocurrió con san Pablo, el amor gratuito e incondicional de Dio me deja libre, libera mi libertad de la necesi­dad de granjearme reconocimientos (que, de otra forma, se nos antojan im­prescindibles para proporcionar tierra o seguridad a la libertad) y de la necesi­dad de todo tipo de componendas (urdi­das, la mayoría de las veces, para que nos reconozcan nuestros méritos, esto es, para «hacernos dignos o merecedo­res» de crédito o créditos) o de la necesi­dad de que nos estimen sin más.

Por todo esto y por mucho más, pode­mos decir que nuestro Dios se nos mues­tra claramente como «la manera infinita de ser hombre». De este modo posibilita cuanto consideraremos en el siguiente artículo del dossier: porque Dios es así y nos ha creado por amor a su «imagen y semejanza», el hombre es «la manera finita de ser Dios».

 Textos para Reflexion y la oración

  •  «Qué tienes que no hayas recibido?»: 1 Cor 4,7.
  • Experiencia de liberación y «confesión de fe»: Ex 3,7-10; Dt 26,5-10.
  • «Dios es amor» y «en el amor no existe temor»: 1Jn 4,8.16.18.

Pautas generales de trabajo

EN todas las imágenes se pueden seguir unas pautas de trabajo similares (cf., por ejemplo, las pautas señaladas en la imagen 3). En cualquier caso, siempre podemos tener en cuenta cuanto se se­ñala a continuación.

La imagen

Conviene que nos centremos, en pri­mer lugar, en la imagen: que hay en ella, qué dice, qué nos dice, qué se dice en ella, qué pasa. Es necesario verla, con­templarla y comentar, dejar que resuene en nosotros lo que vemos y ser capaces después de ponerlo en común… para compartir nuestras vivencias (senti­mientos, dudas o certezas) y aclararnos.

El sentido

Nos centraremos después en el senti­do: qué sentido tiene lo que allí aparece, que contenido refleja, qué quiere decir, etc.

La acción

A partir de lo que se ha visto y del sen­tido que tiene, proponemos llevar a cabo algo que nos implique, que nos compro­meta, que nos ayude o exija llevarlo a la vida.

Para desarrollar los puntos anteriores tendremos en cuenta en cada caso lo que la viñeta pone e intentaremos descubrir la imagen de Dios que aparece en ella. En esta serie de dibujos no importa tan­to la imagen física cuanto la Palabra que se expresa.

  • La imagen obedece un tipo de Dios an­tropomorfo, de trazo fácil y sencillo pero muy expresivo, y que tiene unas cuan­tas características que lo hacen «más humano»: Es una imagen de una «per­sona» de tiempo indefinido (barba) y a la vez joven (manos), sabio (sin pelo), hogareño, familiar, cercano (lleva una bata de casa o albornoz, anda como a cuadros admirándose de lo que pasa o haciendo que los demás se admiren), de mirada… (¿cómo?), bondadoso (es Padre-Abbá), y todo eso, a pesar del triángulo que lleva por corona… (ahí están también el Hijo y el Espíritu).
  • El sentido aparece sobre todo en lo que dice: Es un Dios que «habla», que tiene palabra, que «es palabra».

– Da mensajes, pero no consejos. Habla como de Jesús: con mensajes o pala­bras subversivas pues dan la vuelta a la realidad.

– Por lo tanto, no aconseja sino que in­terpela: es una palabra de Dios que pregunta, cuestiona, remueve… Y exige una respuesta.

  • Por eso se ha de responder con accio­nes y actuaciones concretas, tanto per­sonal como grupalmente: responder a las preguntas, sin más. Las respuestas no han de ser cínicas (no se cree en lo que se dice ni en lo que se hace) ni mentirosas (no se hace lo que se dice). Han de ser activas y concretas, a par­tir de la propia realidad, vivencias y experiencias, tanto personales como grupales.
  • Como paso previo convendrá que ca­da uno exprese lo que significa (y ha significado) o quiere que signifique la realidad de Dios:

– El Dios en el que creo…

– No creo en un Dios que…

De la misma forma se pueden poner otras frases incompletas referidas al con­tenido específico de cada imagen.

  • Como cierre final, a partir de cada imagen se pueden concretar unos mo­mentos de oración (meditación, silen­cio, expresión) en la que entre la reali­dad de la vida vivida día a día. (Re­cuérdese que estas imagen provienen de una Agenda Pastoral). Para ello se­rán de gran ayuda los textos bíblicos que se indican en cada ocasión, que a veces servirán también de punto de partida o de reflexión central.

AL hilo de las diferentes viñetas de «Cortés», que aparecen en el estudio titulado Un Dios «chiflado por los seres hu­manos», apuntamos unas pautas concre­tas de reflexión y trabajo parare-descu­brir el rostro del Dios que nos ama desca­radamente a todas las horas con un amor gratuito e incondicional.

La «manera finita de ser hombre»

Cuadro de texto:   

 

Reflexión

Desde siempre el hombre, para com­prenderse, ha llamado a la puerta de los dioses. Pero no tienen razón del todo los fenomenólogos de la religión cuando re­fieren la experiencia de lo que se encuen­tra tras ella (al menos por lo que toca a la experiencia cristiana): «alguien» que fas­cina (fascinans) y, a la vez, «mete miedo» (tremendum). En la Biblia y, sobre todo, en Jesús de Nazaret, lo tremendum de Dios desaparece casi completamente, cediendo el terreno al fascinans: el carácter amoroso y protector, agraciante y salvador de Dios. Bien podemos decir que, con Jesús de Nazaret, Dios -igualado a uno de esos dioses terribles que meten miedo- ha muerto. Por tanto, ¡viva Abbá!…, nuestro Padre entregado en un amor tan infinito como su mismo ser, que únicamente es­pera de nosotros que le reconozcamos así y nos atrevamos a responderle con la máxima confianza de que sea capaz nuestro corazón.

Textos para la reflexión y la oración.

  • «¿Puede una madre olvidarse…? Yo no te olvidaré: Is 49,14-15.
  • «Mi roca, mi alcázar, mi libertador… »: Sal 18,3.

Pautas de trabajo

1.Dios que fascina

  • Centrarse en la imagen de Dios que aparece y comentar lo que se ha dicho en las pautas generales: de tiempo indefinido, sabio, hogareño, familiar, cercano, de mirada… (¿cómo?), bondadoso, etc.
  • ¿Dios es para mí «una luz que no se apaga»? Profundizar en ese símbolo. (Ni el son ni la luna te iluminarán lo suficiente, porque la luz de Dios nace de dentro…).
  • Para el creyente Dios es luz que fascina… y hace que el creyente también se muestre esplendente. ¿Conocemos a alguien así? ¿Por qué sí o por qué no? ¿En qué lo demuestra?
  • La imagen muestra la figura de Dios en medio de círculos concéntricos que se expanden. El primer big bang puede estar aludido ahí… En el misterio del uni­verso… no estamos perdidos. ¿O sí?

2.¡Viva Abbá!

¿Qué tipo de imagen de Dios ha muerto? Concretar: concluir cinco veces la ex­presión «Yo no creo en un Dios que…» Y otras cinco: «Creo en un Dios que…»

  • Un ángel -símbolo de la presencia de Dios cercano-, desnudo y chico (recién na­cido, podríamos decir), sostiene la cometa con el mensaje: «¡Viva Abbá!» (que nos hace vivir). ¿Qué se necesita para descubrir esa realidad? Desnudarse de prejuicios, hacerse como niños, volver a nacer… Continuar por ahí.
  • ¿De qué puede ser símbolo la cometa? Para que se mantenga en acción ha de dejarse llevar por el viento (Espíritu), Espíritu «que actúa hoy para que redefi­namos el significado de la vida y palabras de Jesús» y, con él, el significado de nuestra propia vida. ¿Cómo lo hacemos? Compara con el funcionamiento de la cometa.
  • Hacer una cometa y vivir la experiencia de su manejo. En cada cometa se pone un mensaje (puede ser una frase bíblica, un dibujo…) que exprese nuestra idea de Dios.

3. De los pequeños es el Reino

La imagen: Un ángel pregunta a Dios-Abbá. Hay un juego de manos como de en­trega de cosas esenciales… El sol (luz, presencia infinita…) está en el horizonte.

  • El sentido: Frente al canto ya popular de «Nadie hay tan grande como tú, Señor, no lo hay, no lo hay…», Dios responde que es y quiere ser pequeño. Es la res­puesta de Jesús: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cie­los» (Mt 18,6). Dios, más que todopoderoso, es tododébil que no puede hacer aquello que nosotros no hagamos.
  • La acción: Hacer una entrevista a Dios, ya sea por escrito o «hablando». En am­bos casos lo importante son las preguntas. En el primer caso se puede respon­der con frases de Jesús tomadas del Evangelio: cada uno las puede buscar y es­cribir. En el segundo caso se puede hacer como si estuviéramos hablando con Dios por teléfono: se oye lo que nosotros decimos pero no lo que él dice… Aquí es importante hacer buenas preguntas y controlar los silencios.

Reflexión

Podríamos contemplar la historia humana como una búsqueda del rostro auténtico de Dios. Él intenta abrirse paso con su amor gratuito e incondicional, pero nuestro ins­tinto, nuestro egoísmo y nuestra voluntad de poder se resisten a creer que sea así.

Esa experiencia particular que sirve de base a la fe, necesariamente ha de hacerse dentro del conjunto de las experiencias propias del hombre. Y respecto al amor, nues­tras experiencias habituales son todo lo que se quiera menos gratuitas e incondiciona­les. Nuestro amor, no hace falta citar demasiadas pruebas que lo confirmen, suele ser muy raquítico. Así que, cuando nos dicen que existe Alguien que nos ama gratuita e in­condicionalmente, saltamos gritando que «¡eso es increíble!». Y así nos va, y así va el mundo, y así hay tantos tirados en las cunetas de la vida.

Textos para la reflexión y la oración

  • Hablar de Dios, hablar del hombre: Ex 12,23; Lv 10,2; Ex 19,16-18.
  • Al final, queda el Dios «piadoso y clemente»: Os 11,9; Sal 86,15; 145,8.
  • Y un Dios que nos exige «hacernos prójimos» …: Lc 10,29-38.

Pautas de trabajo

4. Dios te ama

Quien habla es Dios: como si se confesara… Y «razona de forma extraña…» La simple idea de que podemos sentirnos amados nos puede llevar a la experien­cia de ese amor. ¿Cómo lo vivimos? ¿Estamos de acuerdo con la frase?

  • «Dios es amor, la Biblia lo dice», recuerda la canción adolescente (1 Jn 4,8). Y es verdad. ¿Cómo se come eso? Recuérdese lo que viene después (en concreto pa­ra las dos siguientes viñetas: «Si alguno dice que ama a Dios y no ama a su her­mano, es un mentiroso, pues si no ama a su hermano, a quien ve, no ama a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).
  • «El amor de Dios es incondicional y gratuito». ¿Estamos de acuerdo?

/ Concluir estas frases: «Yo me siento amado de Dios cuando…, porque…. ya que para sentir el amor de Dios…».

5. La belleza del mundo

  • Dios-Abbá sale al encuentro de cada uno y le entrega lo mejor que tiene: «la cre­ación». Así nos hace responsables y partícipes del mundo: estamos comprome­tidos para conservarlo, para no destrozarlo… Y sobre todo, para «gozarlo». Mantener viva la creación es también descubrir y gozar de la belleza del mun­do.
  • No sólo eso: el problema es hacer que otros descubran también esa belleza. ¿Dónde y cómo?
  • Hay testigos mudos: ellos mismos se admiran de ese «regalo de Dios».
  • ¿Qué respondería cada uno a la intervención de Dios?

6. Dietas de hambre

  • Las contradicciones de nuestro mundo hacen que no se pueda percibir la belle­za por parte de todos. «El mayor problema teológico actual es el hambre», se ha resumido. Explicarlo.
  • En nuestro mundo, sin embargo, tenemos problemas con los alimentos: nos so­bran y andamos sobrealimentados. ¿Qué hacer? «No vale con decir ante la me­sa bien repleta: Señor, da hambre a los que tienen pan y pan a los que tienen hambre».
  • Tres seres, como tres fantasmas, tienen ojos aunque no boca: ni para hablar o pe­dir, ni para comer, porque se ha sellado de no usarla.

Reflexión

Una vez que Dios se hizo carne pode­mos afirmar sin más que «todo en la vi­da es divino cuando es verdaderamente humano». Sin embargo, ¡cuántas veces se han contrapuesto los intereses de Dios a los del hombre! ¡Cuántas veces hemos imaginado y seguimos imaginando la existencia de dos mundos (sagrado y profano)!

«A Dios nadie le ha visto jamás», nos dice san Juan. Por eso no es un buen ca­mino para conocerlo, aplicarle sin más nuestras ideas previas y abstractas o «controlar» su definición a base de dog­mas. Fácilmente reproducimos un Dios exclusivamente religioso, un Dios de te­ólogos o filósofos, sin «sentido del hu­mor», un «Dios que ni siente ni padece». No fue así la imagen que poseemos de él a través de Jesús de Nazaret.

Textos para la Reflexión y la Oración

  • Dios «nos conoce» individual y personalmente: Sal 22,11; 71,6.
  • «Tú vistes todo de belleza. ¡Dios mío, que grande eres!: Sal 104.

Pautas de trabajo

7.La repuesta de Dios

  • ¿Cuál es el Dios de los filósofos? ¿Y el de los teólogos? ¿Y el de la gente de an­dar por casa? Poner tres columnas y señalar características.
  • Las respuestas de Dios son «la respuesta». Pero hay que buscarla. Clave para ello: «Todo en la vida es divino cuando es verdaderamente humano». Por eso hay que tener oídos bien abiertos para escuchar -las voces sobre todo dolorosas -del ser humano allí donde sufre o goza; hay que tener los ojos bien abiertos pa­ra descubrir la realidad; hay que tener las manos bien dispuestas para palpar el dolor -que nos hace ver las cosas de manera distinta-; hay que tener el olfato bien afilado para percibir lo esencial; hay que tener gusto para saber descubrir el amor donde nadie ve más que maldad… Repasar estos sentidos y ver cómo los tenemos desarrollados cada uno de nosotros.
  • La respuesta de Dios aquí es desconcertante y desasosegante. ¿En qué sentido es ese Dios?
  • De nuevo alguien pregunta a Dios. En ese caso se trata de una entrevista «ofi­cial», con foto incluida. Hacer un mural que represente el «rostro de Dios» a partir de fotos que reflejen situaciones de injusticia… contra las que tenemos que luchar para cambiarlas.

8.El humor de Dios

  • Como cristianos, o tenemos sentido del humor o no tenemos nada. ¿Qué más humorada que la de Dios que cuando todos creen que todo está perdido, resu­cita a su Hijo, que había muerto? Y desde entonces no podemos perder la ale­gría ni la esperanza. ¿Cómo andamos en eso?
  • De hecho, aunque no haya habido ningún documento eclesiástico sobre el sen­tido del humor, existía cada año por pascua el acontecimiento del risus pascalis: Los clérigos hacían lo que fuera para que el público se riera en la celebración de la Pascua, pues se celebraba la alegría de la resurrección. ¿Cómo va nuestra ale­gría y qué la provoca?
  • Aquí Dios-Abbá va disfrazado de Charlot. Quizás lo hace mejor que él, ya que «en un concurso de imitadores de Charlot, se presentó Charles Chaplin y obtu­vo el segundo accésit. Comparar la imagen de Dios con la de Charlot. ¿Se pare­cen en algo?
  • Coméntese y explíquese y conclúyase este proverbio judío: «El hombre piensa, Dios ríe».
  • Aunque no haya un documento sobre el sentido del humor, sí que hay un libro «para una teoría cristiana del humor» (J.M. CABODEVILLA, La jirafa tiene ideas muy elevadas, Ed. San Pablo, Madrid 1989). Hay que volver a él.

9.El placer de Dios

Otra pregunta para responder. ¿Qué se esconde detrás de ella? ¿Da Dios el pla­cet al placer? ¿Cómo actuamos los cristianos y cómo deberíamos actuar? Re­cuérdese para unir con la imagen anterior- que «en un mundo abrumado por el dolor, el humor reivindica para sí dos grandes temas: el empeño del ser hu­mano de huir de los sufrimientos inevitables y su constante búsqueda de sufri­mientos innecesarios».

  • Alegría y dolor se mezclan en esta vida que no es sólo valle de lágrimas sino oca­sión y tiempo para que, como María, «se alegre mi espíritu en Dios, mi salva­dor» (Lc 1,24) por el goce de vivir, por el gozo de concebir a un hijo (que será el Hijo) la que era virgen (que será Virgen)… ¿Cómo asumimos el dolor? ¿Cómo ce­lebramos la alegría de vivir?
  • ¿Es verdad que Dios ni siente ni padece? ¿No es su causa la causa del ser hu­mano? ¿No se alegra con sus alegrías y no sufre con su dolor? Sabemos que es «un hablar», pero nos ayuda a asumir el dolor, sin que nos pueda, y a contagiar la alegría. Y a luchar contra el mal para que todos puedan gozar de la vida, evi­tando los sufrimientos innecesarios.

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Reflexión

La Encarnación nos deja claro que Dios no ha querido tener un rostro y unas palabras «divinas». Dios, en Jesús de Nazaret, nos ha dado a entender que «el hombre es su gramática»: no hay más camino para conocer a Dios que conocer al hombre, no podemos amar a Dios si­no es a través del amor al hombre.

En este sentido, podríamos indicar que «Dios no es religioso» o, mejor, no crea hombres y mujeres «religiosos», si­

no que crea sencillamente hombres y mujeres «humanos»: la presencia de Dios en la vida humana sólo tiene senti­do para confirmar su plenitud. Todo cuanto contribuye a la mejora de la vida humana es querido por Dios: el criterio definitivo está en la humanización, en la plena realización humana, más que en el simple cumplimiento de los «deberes de la religión». La discriminación, el poder por el poder, una fe que no comunique felicidad… no pueden ser queridos por Dios porque «falsean» al hombre.

Textos para la Reflexión y la Oración

  • Para la libertad fuimos creados y liberados: Rom 8,15; Gal 4,6­
  • Y ¡atentos!, los últimos serán los primeros: Mc 10,31; 30,203s.; 21,31.

Pautas de Trabajo

10.«Dios es más madre que padre»

  • La idea que yo tengo de Dios es… (poner al menos cinco símbolos que la reflejen). • En la Biblia aparece una imagen poliédrica de Dios. Véanse textos y comentarios en L. ALONSO SCHóKEL, Dios. 100 máximas bíblicas, Ed. Mensajero, Madrid 1997).
  • «Dios es más madre que padre», dijo Juan Pablo I en una de sus escasas alocu­ciones de su breve pontificado (33 días). ¿Qué nos parece?
  • Por si no estamos convencidos, véanse estos textos bíblicos: Is 49,15; Nm 11,12; Is 42,14).
  • En este caso, la imagen de Dios tiene cara de mujer. Y además joven: todavía tie­ne poder de generar. Desarrollar esta idea: «Donde se prueba que no es mayor milagro dar de comer a cinco mil hombres con cinco panes que mantener el mundo en funcionamiento; es sólo un milagro más insólito».

11. Perder poder

En esta imagen, Dios «piensa». Su pensamiento es acción, pero queda también nuestra libertad para actuar. Por eso es nuestra responsabilidad «perder poder» para actuar según los criterios del Evangelio.

  • Nos queda, sin embargo, el peso de la historia, y el cansancio de los siglos y el poder de las instituciones. Pero el evangelio es claro: «Servir», sembrar trigo y dejar que crezca entre la cizaña… ¿Cómo hacerlo?
  • Concretar: el cristianismo llegará al final de los tiempos si… (Ojo: nuestro final de los tiempos «ya» es ahora. ¿Qué hacemos y qué podemos hacer?
  • Se dice que el cristianismo pierde influencia. Y eso nos alarma. ¿No tendría, se­gún lo que aquí se dice, que perder más poder? ¿Qué tipo de poder y cómo?

 12 .Fe que comunique felicidad

  • Otro pensamiento-reflexión de Dios, preocupado por lo que nos pasa e impo­tente para realizar lo que nosotros -y no él- tenemos que hacer. ¿Qué pensamos? ¿Por qué sucede eso?
  • ¿Cómo se ha de anunciar la fe hoy? Concluir: «Anunciar la fe (me-nos) exige…». • ¿Qué recordamos de nuestra primera comunión? ¿Qué nos ha quedado de aquello? ¿Dónde está nuestro traje? ¿Cómo ha cambiado el traje de nuestra fe desde entonces?
  • Hacer un breve guión que incluya una historia en la que se refleje que «nuestra fe comunica felicidad». Ha de tener una forma y estructura tal que pueda ser se­guida como las historias que ahora triunfan entre los niños.

Reflexión

Para creer en Dios es preciso que el Dios que presentamos sea creíble. Pero ni siquiera esto es suficiente, particular­mente cuanto nos referimos a los jóve­nes. Además del «misterio» de Dios y de cada vida humana, la complejidad y fragmentación de la realidad social que envuelve a los jóvenes, el pluralismo y la escasez de referencias y apoyos para descifrarlo, etc., sólo les deja la salida de una identidad cambiante según las cir­cunstancias, de una personalidad a-es­tructurada y sometida al vaivén de los deseos, instigados por doquier en las más disparatadas direcciones.

¡Ni siquiera tienen arrestos para ser ateos! Y, por lo mismo, el llamado «re­torno de lo sagrado» o de la religión -que con este solo ropaje retorna la ma­yoría de las veces- es más otro de los muchos desplazamientos que tienen que ver con el miedo, las nostalgias o las compensaciones, que un decidido hacer­se cargo del sentido de la vida.

Textos para la Reflexión y Oración

  • Hay que construir sobre roca: Lc 6, 46-49.
  • Pero siempre perdona, comprende y se alegra…: Lc 15,11-32.

Pautas de trabajo

13 El retorno de lo sagrado

  • Decía el historiador Toynbee que «el ateísmo es un breve período entre dos pa­ganismos». ¿Qué signos actuales lo demuestran? Por ejemplo, la Navidad: na­ció pagana (solsticio de invierno), se hizo cristiana (siglo IV «No adoremos al sol, sino a quien hizo el sol», resume san Agustín), y ahora vuelve a ser pagana (con adoración comunitaria al dios Consumo y otros dioses pequeños…).
  • ¿No niegan muchos jóvenes a un dios que no existe? Dar una pautas para purificar nuestra imagen de Dios (De nuevo, «el Dios en que no creo… El Dios en que creo»). • ¿Cómo descubrir a ese Dios que nos capta? Sólo el testimonio de otras personas nos puede hablar. Buscar y comentar algunos.
  • Los jóvenes ni siquiera son ateos: se dice que el retorno de lo sagrado va unido en muchos de ellos a miedos, nostalgias, compensaciones… ¿Es así? ¿Cómo ha­cer que la fe en Dios libere y dé sentido a la vida?

Reflexión

La vida es un don, además de la tarea que comporta. Dios nos ha creado por amor y se hace continuamente presente a lo largo de nuestra vida como salvación. Es necesa­rio acoger la vida con el agradecimiento de quien la reconoce como regalo y con la ad­miración de quien es capaz de captarla en su radical maravilla.

«¡Tu amor llena la tierra!»: la confianza puesta en quien se la merece (¡fidedigno sólo es el amor!) nos permite ir reconociendo que aunque todo sea valioso, no todo es igual­mente valioso. No existirá una vida auténticamente humana si no se estructuran los va­lores de forma adecuada.

Textos para la Reflexión y Oración

  • «No andéis agobiados…»: Lc 12,22-34.
  • Pero, «¿cuándo te vimos hambriento, enfermo…?»: Mt 25,40.45.

 Pautas de trabajo

14. Programa para vivir

  • En la imagen, Dios-Abba habla y se pregunta… Revisar todo ese programa de vida.
  • «Acoger la vida», «la vida como don y tarea», «captar la vida en su radical ma­ravilla…»: ¿Cómo nos suena? ¿Cómo lo hacemos?
  • ¿Qué y cómo podemos aportar para que los centros educativos -también las universidades, también los centros de tiempo libre- incorporen ese programa de vida?

15. «Ni por todo el oro del mundo»

  • En la imagen, Dios lee el periódico. Como el otro -a quienes algunos llamaban dios-, se entera de la realidad por lo que aparece en los periódicos… Comentar la frase que Dios «piensa». Recordar que Mateo pone (6,16): «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?»
  • Banqueros, políticos, mandamases… han metido recientemente (¿y siempre?) las manos en la bolsa. ¿Cuál es lo esencial? ¿Cómo sería una ética cristiana de la economía?
  • Imaginar: ¿Qué otras noticias leyó Dios y le preocuparon? ¿Cuáles leyó que le agradaron?
  • Recortar algunas noticias llamativas del periódico e imaginar el comentario que hace Dios (ha de incluir alguna frase del evangelio).

    16.Vivir aquí para vivir allí

  • Comentar sin más y de entrada lo que Dios dice aquí.
  • Algunos piensan que lo mejor que podemos hacer es «a vivir, que son dos dí­as!», pues «lo más seguro es que… ¡quién sabe!». Sin embargo nosotros sabemos que «estamos ya en la otra Vida» y que «el Reino de Dios está presente», aun­que todo se cumplirá «sólo en la otra vida». ¿Qué consecuencias sacamos de es­to? (Consúltese M.A. MEDINA, ¿Hay otra vida?, en «Catequistas» 104(1997), 6-8, cuyos epígrafes hemos transcrito).
  • Concluir: Fiarse de Dios… Fiarnos de Dios implica… Yo no me fío de Dios en… Yo me fío de Dios en… y

Reflexión

El misterio de la vida incluye el silen­cio, el dolor y la muerte. No es verdad que «Dios pueda y no quiera» imponér­senos para que no dudemos de su exis­tencia, o evitar el mal, la injusticia, la muerte. Frente a todo ello, Dios quiere, pero «no puede» (como «no puede» ha­cer un círculo cuadrado), porque se trata de supuestos absurdos o que eliminarí­an la realidad y libertad humanas. La omnipotencia de Dios no es la de los po­derosos de la tierra, sino la «omnipoten­cia del amor».

No queda todo ahí: Dios mismo «su­fre» nuestra oscuridad y nuestro dolor en la cruz. Ahí está el índice supremo del amor de Dios, aunque también seña­la el producto terrible del pecado del hombre.

A pesar de todo, pues, Dios, el Dios cristiano, tiene fe en el hombre. Por eso es digno de fe, porque no nos falsea sino que nos hace verdaderos: nos restituye dignidad, es fiel a su amor y nos prome­te vida en abundancia.

Textos para la Reflexión y la Oración

  • «Aquél que no escatimó a su propio Hijo…»: Rom 8,31-32; Flp 2,6-8­• «He venido para que tengan vida…»: Jn 10,10.
  • «Os llamo amigos… y éste es mi mandamiento»: Jn 15,9-15.

Pautas de trabajo

Dios puede pero no quiere…

  • Comentar, sin más, la frase. ¿Qué sentimientos suscita? ¿Qué seguridades o du­das?
  • Comentar después los tres párrafos que preceden a estas propuestas. ¿Qué con­clusiones sacamos?
  • ¿A qué me (nos) compromete esta realidad? ¿A qué podemos comprometernos desde ahora mismo? Concretar.