La mayoría de los jóvenes reclama protagonismo ante el 2000 ¿Un nuevo siglo? Para qué, en qué y para quién

1 enero 2000

Hemos terminado un siglo en el que, entre otros aspectos, se ha expandido la «juvenilización» hasta límites insospechados: «vende» por doquier «lo joven», pero los jóvenes no cuentan con ningún espacio social propio; se les asigna una identidad, pero se oculta su identidad. Empezamos el 2000 con una injusta e impúdica devaluación de los jóvenes. Habrá que pensar en serio en qué, para qué y para quién queremos que el siglo que empezamos sea verdaderamente nuevo. Con razón necesitan y esperan una respuesta.
 
 
 
buenanoticia
 
¿Qué o quién puede hacer «nuevo» el siglo?
 
«NOTICIAS MJ2000» nace con la ilusión de aprovechar el tirón del 2000, «la» noticia y sus noticias, para ayudar a descifrar los «signos de los tiempos», manteniendo viva la memoria histórica (¡memoria subversiva!) de quien sigue siendo la «Buena Noticia» de Dios, Jesús de Nazaret. Lejos de pompas, actos piadosos o grandilocuencias innecesarias, queremos celebrar este «año jubilar» con auténtico «espíritu de reforma» para recuperar «encarnación» y utopía.
Aunque el primer número de NOTICIAS ha debido acortarse en función de las otras secciones de la revista, ya presenta la estructura que tendrá a lo largo del año. Tras la portada, esta página girará en torno a la viñeta de «Cortés» en una doble dirección: comentario y propuestas de lectura.
La «blasfemia» aludida por Cortés ha estado y está en la boca de cristianos o de la Iglesia cuando presentan los intereses de Dios y del hombre como contrapuestos. «Más cara de redimidos deberían tener», arengaba Nietzsche contra los cristianos de su tiempo. Por aquél entonces, Dios había sido convertido en una fastidiosa carga para el hombre, en un peso que encogía y jorobaba su existencia. Para muchos hombres y mujeres, para muchos jóvenes de nuestros días, entre todos, también para no pocos cristianos, la religión resulta una sobrecarga que impone la imagen de un Dios del que provienen obligaciones suplementarias para una vida ya suficientemente obligada. Dios sigue siendo presentado como un Señor que ordena y manda, premia y castiga, que carga la vida del hombre.
Y nada más opuesto a la verdad de Dios y al objetivo de la religión: Dios no es más que amor; la religión, una construcción humana para ayudarnos a experimentar y vivir sostenidos por ese amor. Un Dios así, siempre es nuevo y nos permite renovar todo. Un Dios así… nos «re-crea». ¡Falta nos hace!
JOSÉ LUIS MORAL
 
 

NOTICIAS MJ200

 
EQUIPO DE REDACCIÓN:
José Luis Moral y Herminio Otero (BUENA NOTICIA), Juan F. Carrasco (VALIJA JOVEN), José J. Gómez Palacios (NOTICIAS), Lucía Pla (DE FÁBULA), Jesús Villegas (UN SUEÑO), Toño (GARABATUS), Ángel Miranda (CITAS), Siro López (NUESTRO CUERPO).
 

 
 

Juan Felipe Carrasco

Carta a la Iglesia

 
…El caso es que uno acaba siempre preguntándose ¿a qué tanta insistencia? Y es que, al menos en apariencia, nada tiene que ver la una con la otra. De relajada a severa, de universal a elitista, de fraternal a paternalista, de realmente participativa a vertical y jerárquica… Sin embargo observo, perplejo, cómo aquella que se quiere reinventar insiste en caminar junto a la dogmática, cómo la liberadora quiere seguir dando la mano a la opresora.
Más allá (o más acá) de la fe, las creencias y la espiritualidad, mucho más tangible que las elucubraciones sobre la existencia o la naturaleza de un ser creador de todo, salpicando nuestra vida, están nuestras actitudes y están las de los demás, está nuestro comportamiento y todas las cosas que configuran el día a día de nuestra sociedad, de los grupos humanos que se reúnen en nombre de algo o alguien. En ese sentido, la percepción que tenemos de «la Iglesia» (me cuesta escribirlo en singular) los de a pie empieza por sus formas, por cómo presenta su mensaje; sinceramente, desde que tengo uso de razón recuerdo haberla visto pasar, cuanto menos, triste y aburrida. Pienso que éste es el primer escollo con que se encuentra quien pretende navegar hacia ella: la estética poco atractiva y anacrónica. Y al fin y al cabo, somos también entes somáticos, estamos configurados por materia y por ella pensamos, percibimos y sentimos.
En un plano algo mas intelectual, hay que reconocer que llega a ser exasperante la insistencia en determinadas ideas manidas y frecuentemente obsoletas (llega a provocar hilaridad la repetición cuasi-senil de tópicos sexualistas) para dejar de lado temas serios que a menudo están en el origen de los grandes problemas y de los males endémicos. De las dosis de milagrería en las supuestas anécdotas de la vida de sus santos, héroes y profetas, diré que están en perfecta armonía con el gran circo social que hace de la adivinación, la videncia televisiva y las hermanas bastardas (pero muy rentables) de las ciencias ocultas, centros de atención y ocio para la masa devoradora de misterios.
La que pretende explicarlo y justificarlo todo (de tantas veces repetido el viejo argumento de la libertad suena vacío) —pero careciendo a menudo de razones válidas o al menos convincentes—, la que posee la única verdad existente, la detentora de los principios de la moral (en el sentido del discernimiento entre lo que está bien y lo que está mal)…, a menudo no puede sino provocar rechazo, como todo autoritarismo injustificado.
No obstante, es en los cimientos donde se encuentran los males que la aquejan y ponen en peligro la estabilidad del edificio. Con excesiva frecuencia se la ve pasear del brazo de los dueños del poder y los recursos, cayendo en injustificable contradicción con el mensaje de quien está en su origen y le da nombre; y cuando se sitúa del lado de los que menos tienen, frecuentemente lo hace desde una perspectiva paternalista, caritativa y poco cooperativa. Y lo que es más grave, parece que pretende la depuración interna de quienes se la juegan por los que necesitan ayuda de distinto tipo, recurriendo a través de catecismos, encíclicas y cartas a coartadas pseudo-políticas. Muchos seguimos a la espera de una verdadera auditoría interna con los corruptos, con quienes vomitaron ideologías excluyentes, quienes predicaron (y a menudo siguen haciéndolo) utilizando la amenaza y argumentaciones en torno al miedo. Muchos siguen a la espera del equilibrio de géneros en los centros de decisiones, en los templos y en la calle, y no del peculiar «reparto de tareas» actual. Muchos esperan que se posicione para llevar a cabo una crítica seria, que revise sus axiomas y los textos de los que bebe (o acepte las revisiones que ya se han llevado a cabo).
Sin embargo, en honor a la verdad, es evidente que sufre del mismo mal que todo aquello que tapiza el planeta desde hace varias décadas: de sus actividades y posicionamientos corremos el peligro de percibir lo que interesa a los medios, aquello que genera morbo. Por desgracia, la supuesta libertad que confiere la globalización de la información hace que nos llegue antes el párrafo polémico de la declaración de un miembro de su jerarquía que la lucha continua y de fondo de miles de mujeres y hombres que actúan en la sombra.
Con todo, en este contexto, la vida me ha otorgado el privilegio de compartir muchos instantes e inquietudes con alguna persona que, sin pretender escindirse, se posiciona de manera crítica; he podido disfrutar y crecer con iniciativas mucho más atractivas y me consta que nacen nuevos retoños al pie mismo de los viejos olivos estériles, que de las mismas raíces de los árboles centenarios nace la renovación biológica que permite el reemplazo tarde o temprano de un ser anciano y desgastado por otro más flexible, vital, fructífero… y esa es la esperanza desde dentro o desde fuera. n
 
«Es en los cimientos donde se encuentran los males»
 
 
noticias
Descubrió el sentido de su trabajo humanitario en unas vacaciones
La australiana «Mum», luz
para los huérfanos de Camboya
VALENCIA. José J. Gómez Palacios
«Todos estos niños que veis en el orfanato tienen una historia trágica que contar. Llegan aquí traumatizados psicológicamente. La mayoría de los niños y niñas que vienen al orfanato han sido simplemente abandonados por sus padres porque no pueden mantenerlos en este país que, durante más de tres décadas, ha sufrido los horrores de la guerra civil». De esta forma explicaba la australiana Geraldine Cox a la Agencia EFE la labor que está realizando en Camboya. Cox, a quien todos los niños huérfanos de la guerra llaman «Mun» (mamá), inició el contacto con ellos durante el año 1993, durante una estancia de vacaciones. Regresó a su patria, recaudó todos los fondos que pudo y decidió trasladarse a Camboya, lugar donde la cantidad de huérfanos por la guerrilla permanente del Jemer Rojo.
Desde que la tarea de Geraldine «Mum» comenzara las vicisitudes han sido múltiples. En varias ocasiones todos los pequeños se han plantado delante de las fuerzas gubernamentales que pretendían desalojarlos. «Eso es lo digno de admirar en estos niños pequeños, su valentía y confianza en un futuro mejor. A ellos les ha tocado nacer y vivir en un país y en unas condiciones de extrema dificultad. Pero saben estar a la altura. Cuando los soldados tomaron el lugar, los pequeños no se movieron. Ellos sabían que si se marchaban lo perderían todo y luego no tendrían donde ir». Mum cuenta tan sólo con ayudas y donativos de gente voluntaria que le aporta lo poco que puede. Pero sus pequeños tienen una educación esmerada. Un pequeño del orfanato comentó a nuestro corresponsal: «Camboya es un lugar oscuro, pero con Mum Geraldine ha dejado de serlo» (PHNOM PENH, 2-12-99).
 
Kosovo: de héroes a gobernantes despóticos
Año y medio después de ser aclamados como héroes, los antiguos guerrilleros del Ejército de Liberación Kosovar (ELK) son odiados y temidos por la población, no sólo por los cerca de 100.000 serbios, ancianos y enfermos, que han tenido que quedar forzosamente en Kosovo, sino también por los mismos compatriotas. Todo se debe a la prepotencia y odio con el que ejercen el poder. Por otra parte, instalados en un nuevo y confortable estatus social, se olvidan de los más pobres, de los ancianos y niños (PRISTINA, 18-10-99).
 
Creyentes contra el fanatismo religioso
Veinte líderes religiosos, Juan Pablo II entre ellos, se han reunido en Roma para dialogar juntos acerca de cómo vivir la fe en un mundo multirracial y pluricultural, siendo signos de vida y unidad. Al final del encuentro destacaron la importancia para el futuro de permanecer unidos en cuestiones como la lucha por la justicia social y la construcción de la paz, la denuncia firme de la corrupción política y económica que ataca a los más pobres, la defensa de la familia, la tolerancia y respeto religioso  (CIUDAD DEL VATICANO, 26-10-99).
 
Raquítica aportación para ayudar a los «niños de la guerra»
Durante los últimos diez años, las guerras han causado la muerte a más de dos millones de niños, han dejado mutilados a seis millones y han sumido en la orfandad a un millón, además de existir por esta causa unos doce millones de niños refugiados. Pese a la gravedad de estos datos, la aportación de la comunidad internacional para ayudar a estos «niños y niñas de la guerra» resulta raquítica e insignificante. España, por ejemplo, ha colaborado con siete millones (NUEVA YORK, 10-12-99).
 
 
 
 
Por su labor humanitaria e independiente
El Nóbel de la paz a
«Médicos sin Fronteras»
José J. Gómez Palacios
“Por su pionera labor humanitaria, por haber mostrado el rostro humano de cada una de las víctimas gracias a la valentía de sus miembros. […] Con su rápida intervención, «Médicos sin Fronteras» ha sabido llamar la atención sobre catástrofes y, señalando sus causas, ha permitido generar una opinión pública opuesta a las violaciones y abusos de poder”. Son algunas de las frases que expresan el motivo del premio Nóbel a esta ONG que está implantada en 84 países y cuenta con el apoyo de más de un millón y medio de socios activos, dispuestos a prestar ayuda humanitaria desinteresada allí donde haga falta. «Médicos sin Fronteras» fue fundada en 1971 y sus primeras actividades se desarrollaron en Biafra, donde habían acudido como miembros de la Cruz Roja Internacional. Pronto descubrieron que la burocracia dificultaba acciones humanitarias rápidas y eficaces y, a partir de este momento, se independizaron (OSLO, 6-12-99).
 
 
 
La «Plataforma 0’7» acusa a Economía de bloquear la Ley de Cooperación
La ayuda española al desarrollo no supera el 0,25% del PIB
 
José J. Gómez Palacios
Hace algo más de veinte años que los países desarrollados se comprometieron a colaborar con un 0’7% de su PIB al desarrollo de las zonas más empobrecidas del planeta. En el caso español y pese a que la economía está registrando una etapa de bonanza, la ayuda oficial al desarrollo sigue siendo raquítica, insegura y a la baja, situándose en el 0’25 del PIB. La «Plataforma del 0’7»,en la Asamblea destinada a celebrar el sexto aniversario de su creación, se plantea realizar nuevas movilizaciones puesto que, ante la preparación de la Ley de Cooperación, constata que el Ministerio de Economía intenta a su modo bloquearla, impidiendo un compromiso claro de ayuda al desarrollo al buscar con ella un apoyo indirecto a la inversión de empresas españoleas en el Tercer Mundo (MADRID, 2-11-99).
 
 
 
Releer las noticias
Te proponemos algunas sugerencias para «releer» las noticias de estas dos páginas, con pautas para cada una de ellas que, según los intereses educativos, pueden analizarse así o considerando todas las noticias en conjunto.
 
Geraldine «Mum»
Compara esta noticia con las otras tres breves de la misma página, particularmente con la referida a los «niños de la guerra»: ¿Qué sensación os produce? ¿Qué valores nos ofrece «Mum», qué nos dicen y cómo deberíamos actuar en la vida cotidiana?
 
Kosovo – Creyentes – Ayuda
Considera el comportamiento de los líderes antes aclamados, ahora aborrecidos: ¿Por qué? ¿Qué valores se precisan para estar al frente de cualquier responsabilidad? ¿Cómo ser coherentes? Respecto a la noticia del encuentro de los líderes religiosos: ¿Por qué las religiones pueden enfrentarnos? Escribid alguna oración que sirviera para todo tipo de creyentes, ¿qué valores debieran aparecer en ella? Por último, en el tema de la ayuda a los «niños de la guerra»: Enumera algunas explotaciones a las que se ven sometidos muchos niños y niñas; resuelve este problema: imagínate que la prenda de «marca» que llevas está fabricada en una empresa clandestina donde son explotados los niños y las niñas, ¿qué actitud tomarías?; otro problema: considera tus «presupuestos personales»: ¿cuánto destinas para ayudar a los demás?
 
Nóbel de la Paz
¿Qué sabes de las ONG, cuántas conoces, qué hacen…? Qué significa esta frase: «Pasar de una cultura del consumo y la competencia a otra de la solidaridad y la promoción». ¿Qué cualidades debe cultivar un voluntario o una voluntaria, qué valores básicos han de asumir? Organizar alguna campaña para colaborar con alguna ONG, por ejemplo, con «Manos Unidas» y su Campaña contra el Hambre.
 
Ayuda española al desarrollo
¿Qué sabes del 0’7? Aunque no tengas en tus manos la posibilidad de actuar sobre los fondos económicos del Estado, sí que puedes ofrecer el testimonio de una «austeridad voluntaria»: ¿Qué significa eso de «austeridad voluntaria»? ¿De qué actividades y productos de tu vida diaria puedes recoger el 0’7 y a qué podrías destinar ese dinero?
 
 
defábula

El prestidigitador de las palabras

Lucía Pla Herraiz

 
El viento helado se había enseñoreado del paisaje cuando el prestidigitador de las palabras comenzó a dibujar pensamientos sobre la pantalla del ordenador, allá en el interior de su habitación. Con trazo firme, largamente ensayado, diseñó un número «dos» seguido de tres ceros… y apareció el Nuevo Milenio, 2000. Le pareció un dibujo redondo y circunflejo. Pero de pronto, en el interior de la tecla del «cero» se encendió una luz que destellaba intermitentemente. Quedó paralizado y en silencio. Sin saber qué hacer, presionó nerviosamente tres veces sobre el «cero»…
Al teclear aparecieron sobre la pantalla tres ventanas redondas, protegidas con un grueso cristal. Tres ventanas «ojo de buey», ventanas de un barco grande, desvencijado y viejo. El prestidigitador de las palabras se acercó a la pantalla… Miró por los ojos de buey y contempló el interior de la bodega del barco. Allí dentro trabajan afanosamente varias decenas de personas. Sobre ellas, un silencio mecido por el caminar ondulante del barco. Hacía varias semanas que habían partido de un puerto de Corea del Sur. Llevaban un cargamento de cajas grandes en las que yacían piernas, brazos, pelucas y cabezas de muñecas. Al otro lado, ruedas de coches, portezuelas diminutas, y un sinfín de accesorios de plástico barato.
Muchos de los pasajeros eran niños de ojos almendrados; pequeños con dedos finos y ágiles, avezados a manipular diminutas piezas. Durante la travesía fabricaban juguetes. Eran la mano de obra barata que se contenta con un mal plato de comida al día durante la travesía. Eran los esclavos del 2000 surcando las rutas del trabajo ilegal, niños y niñas…Una ola grande borró de la pantalla los tres ojos de buey, redondos como los ceros del dibujo del nuevo Milenio. Y la tecla del cero parpadeó de nuevo con luz intensa.
El prestidigitador volvió a pulsar nerviosamente la tecla… Y sobre la pantalla aparecieron tres orificios de bala. Eran redondos y profundos como el dolor. Tres ceros manchados de sangre. Se acercó para ver de cerca el nuevo diseño, y vio una multitud ingente de pequeños atrapados en las trincheras de odio. Eran «los niños y las niñas de la guerra». Los había de toda raza y lengua. Pero sus ojos grandes y redondos hablaban el lenguaje común del miedo y el terror. Las imágenes cobraron movimiento y los pequeños, fusil al hombro, comenzaron a caminar un paisaje sembrado de minas anti-persona que, al estallar, también dejaban hoyos grandes y redondos, como los ceros del dos mil. Las explosiones quebraban piernas y brazos, haciéndoles semejantes al número «dos», doblado y torcido sobre sí mismo. Luego llegaron las ráfagas de fusiles ametralladores. El prestidigitador de las palabras se abalanzó sobre la pantalla, en un intento de taponar los orificios que las balas abrían sobre el cuerpo de los pequeños… pero, en ese mismo momento, la pantalla quedó en blanco y la tecla del cero comenzó a parpadear nuevamente.
Con gesto maquinal y nervioso pulsó y pulsó esa tecla. Y apareció la imagen de un poblado de niñas viejas, muñecas vivas de piel marcada con el hierro candente de la vergüenza. Sobre la entrada de la ciudad había un rótulo grande que anunciaba «La ciudad de las gallinas». Acercó sus ojos miopes a la pantalla del ordenador para contemplar de cerca el nuevo paisaje. Y comenzaron a caminar figuras de niñas tristes y silenciosas. Cerca de cinco mil pequeñas se hacinaban en viviendas de madera y latón, construidas sobre calles de barro . Todas ellas tenían ojos preciosos, enmarcados por el rimel, y comisuras de labios infantiles redondeados con el carmín barato de las nenas prostitutas de cualquier país del Extremo Oriente. Todas ellas revoloteaban como mariposas de artificiales colores. Sus boquitas eran redondas, como los ceros del dos mil, como la «o» larga y profunda de quien debe fingir cada noche una decena de orgasmos, bajo los cuerpos deformes de señores serios y formales. Altos ejecutivos adocenados en el turismo sexual para abrevar el tedio que les produce el consumo y el derroche. Y de nuevo la pantalla quedó en blanco.
Todavía la luz intermitente bajo la tecla del «cero»… La presionó de nuevo con miedo. Y esta vez, aunque aparecieron ceros de verdad, también había niños y niñas sobre la pantalla… Eran los «hijos del fracaso escolar»; los engranajes defectuosos de una sociedad competitiva. Eran niños que nunca vieron florecer sobre su pupitre una cosecha de alabanzas y sonrisas. Y siendo pequeños como eran… comenzaron a comprender que nadie les iba a querer por ellos mismos o por ellas mismas, sino por la eficacia que fueran capaces de desarrollar. Este grupo desapareció rápido, con la cara surcada por lágrimas también redondas. Y de nuevo la pantalla en blanco.
El prestidigitador de las palabras no se atrevía a pulsar de nuevo la tecla del «cero»… Cuando por fin lo hizo, apareció en pantalla el diseño de tres rollitos dulces de manteca con anís. No tenían una circunferencia perfecta. Parecían amasados por manos inexpertas, pero mostraban el color leve de un tostado suave. Incluso le pareció percibir ese olor cálido de una fiesta compartida y solidaria. Se detuvo un momento. Con gesto maquinal frotó suavemente sus ojos miopes… Y escribió tres frases bajo el diseño redondo y circunflejo del nuevo Milenio: «Rollitos dulces de manteca con anís para los niños explotados por el trabajo ilegal»; «Rollitos dulces de manteca con anís para los niños de la guerra»; «Rollitos dulces de manteca con anís para las pequeñas prostitutas»; «Rollitos dulces de manteca con anís para los hijos del fracaso escolar». Luego copió y pegó las cuatro frases una y otra vez, hasta llenar por completo el folio… Imprimió y mando el trabajo al director de la publicación que le había solicitado una colaboración referente al Nuevo Milenio. n
 
NOTA: Aquel artículo, compuesto tan sólo por cuatro frases repetidas una y otra vez sobre el folio, nunca se llegó a publicar. Pero el prestidigitador de las palabras, cuando alguien le nombra eso del Nuevo Milenio, aprieta con rabia los puños y repite, mirando al paisaje todavía azotado por un viento helado: «Rollitos dulces de manteca con anís para los niños y niñas explotados…»
 
 
Un sueño
Un humilde retoño
Jesús Villegas
 
Había una vez una región en la que todo germinaba. Cualquier objeto estaba dotado de la extraordinaria capacidad de ser semilla y, por lo tanto, de dar frutos. Bastaba con enterrar a la profundidad conveniente, pongamos por caso, una moneda de veinticinco pesetas, para que apareciera en su lugar, espléndido y florido, un árbol de oro.
Los pobladores de este país de Jauja, que no eran tontos, comenzaron a aficionarse en masa a la jardinería. La mayoría se dedicaron al cultivo de monedas, anillos o tenedores de plata a fin de cosechar posteriormente un buen surtido de riquezas. Los más emprendedores, sin embargo, no se conformaron con estas minucias e incluyeron en sus planes agrícolas extravagancias de distinto tipo: este regaba embutidos; aquel fumigaba una foto de Pamela Anderson…
Este fenómeno geológico acabo por degenerar en causa de una histeria colectiva irrefrenable. Comenzaron a proliferar bosques absurdos donde se mezclaban sin ton ni son arbustos cargados de calcetines con floraciones de tuercas y tornillos. Entre invernaderos, jardines, parques y extensiones cultivadas no había un pedacito de suelo en el que no hubiera hincado su tallo aquella naturaleza artificial y aberrante.
Los años de fecundidad se sucedieron sin tregua. No obstante, los hombres y mujeres fueron cayendo paulatinamente en los dominios del odio y la envidia inconsecuente, presos en un laborar sin fin. Cuanto más producían sus hectáreas de ambición, más se hundían en el más estéril de los vacíos.
Un buen día, dos de aquellos agricultores levantaron la vista de la zanja y se apartaron de su esclavizante azada. Automáticamente, un algo invisible comenzó a brotar en su interior. Enfrente de ellos, otras dos personas reían alborozadas mientras derribaban a hachazos un enorme tronco cuyo ramaje se doblaba bajo el peso de innumerables automóviles último modelo. También en la conciencia de estos seres comenzó a echar raíces un humilde bulbo. A lo largo y ancho del territorio de nuestro cuento los hombres y mujeres arrancaban de lo más hondo del mundo toda aquella selva.
Desde aquel día en todos fue creciendo, pausadamente, piel adentro, al compás de los árboles talados en aquel divino y perdonable delito ecológico, una semilla, la única, la valiosa, la verdadera semilla. n
 
 
 
 
 
 
 
 
 
nuestrocuerpo

Mirada transparente

Siro López

 
Este año abrimos esta nueva sección final («letra» y foto que apararece a continuación) dedicada al cuerpo, a aquello que —queramos o no— nos proporciona la existencia. En nuestro trabajo con los jóvenes, no podemos ser ajenos a su lenguaje, a su expresividad, a su energía, a sus decaídas, a su ritmo, a sus complejos, a su afectividad.., y, ¡claro está!, todo ello se canaliza inevitablemente a través de su cuerpo. Como educadores no podemos dar por sabido aquello que nunca hemos verbalizado, compartido o expresado. Y es que el cuerpo sigue siendo asignatura pendiente. Por desgracia, en un alto porcentaje, nos hemos reducido en la enseñanza al abordaje de esa «tapia de cuatro centímetros» que llamamos frente, en cuyo interior se esconde la masa tortuosa de la inteligencia. El resto del cuerpo, lo hemos reducido a un trozo de carne añadido a esos «cuatro centímetros» que con orgullo nos ha distinguido con aire de superioridad del resto de los seres vivos. Quizás sea éste el sentido del dolor y de la muerte: un cuerpo que con elocuencia nos despierta de nuestra falsa divinidad.
Necesitamos recuperar una mirada transparente y un silencio que nos permita contemplar el don gratuito de nuestro yo corporal. Comencemos pues pisando tierra y respirando cielo.
En primer lugar diremos que no hace falta esforzarse mucho para percatarse de que nuestro cuerpo es toda una obra de arte. Hay quienes se obsesionan en que permanezca oculta, pero la sencillez del sentido común hace que su belleza nos transcienda. Una obra de arte que, desde que se esboza siendo una minúscula célula, no deja de maravillarnos. Pieza artística en continua evolución, en constante recreación y en generosa donación.
No ha habido ningún artista que no haya abordado desde su expresividad el tema del cuerpo. No se ha dado científico alguno que se resistiese a reconocer su admiración por la complejidad de nuestro limitado ser. No ha habido mujer que haya dado a luz sin resistirse a llorar por la emoción del nacimiento de un nuevo ser. Por supuesto que siempre cabe la excepción (en ocasiones puede darnos la sensación de que son mayoría) de quienes se niegan a sí mismos o a los demás: asesinando, comercializando, despreciando o culpabilizando…
Para quienes somos creyentes, nuestro ser corporal nos habla de su Autor, de su creatividad, de su ternura, de su sentido del humor y sobre todo, de su sentido de libertad. Sin embargo, también somos conscientes de determinados condicionamientos sociales, culturales y religiosos que han hecho que lo que es de Dios se tiña con la mirada del prejuicio, del tabú y de la acusación. El cuerpo ha sido sinónimo de estorbo, de cárcel, de maldición, de pecado, de esclavitud, de «mujer fatal», de castigo, de tentación,… Hoy en día, sin perder la riqueza lingüística del pasado, se le han añadido los sinónimos no menos fatalistas de: Danone, botella de Cocacola, Barbie, Rambo, eterna juventud, anorexia, estrés, sida, clonación, colesterol,…
Quizás, a nuestra edad, tengamos que volver a nacer para poder comprender que el valor de lo que somos viene dado por la piel que nos reconoce como necesitados de un tú. n
 
 
«El cuerpo sigue siendo una asignatura pendiente»