La red de Liliput

1 abril 2000

Alex Zanotelli, comboniano italiano que vive en los basureros de Korongocho (Kenia) y Francesco Gesualdi, alumno de don Milani y fundador del «Centro Nuevo Modelo de Desarrollo», han retomado la metáfora de los liliputienses que consiguen inmovilizar al gigante (cf. página anterior).
Zanotelli, en contacto con muchos colectivos de solidaridad italianos, ha escrito una carta invitando a crear una red italiana e internacional de pequeños liliputienses que juntos pierdan el miedo al Gulliver de la economía salvaje y se atrevan a probar estrategias eficaces y definitivas para quitar el poder al gigante: «Ya no basta seguir haciendo lo que siempre hemos hecho, viendo cómo, a pesar de los esfuerzos, el desequilibrio mundial cada vez es mayor. Será que nuestra técnica no es eficaz porque dispersamos energías. Habrá que unir fuerzas y estrategias».
Gesualdi recogió la provocación: «El mayor desafío de nuestro tiempo es el de proyectar una economía alternativa. Si queremos en el futuro un planeta vivible en el que sean compartidas las riquezas, insistamos en el compartir, pues el respeto del medio ambiente no es indicador suficiente si no se conjuga con la justicia». Y propone la creación de una coordinación de colectivos que tengan los mismos objetivos y métodos de trabajo para trabajar unidos y no perder energía ni eficacia: «Es fundamental en los ámbitos de la solidaridad, de la ecología, del feminismo, de la no violencia, de los derechos humanos, darnos formas de coordinación eficientes en torno a proyectos concretos o compartiendo servicios de utilidad común».
La Red Liliputiense, a la que se están adhiriendo múltiples colectivos, ha comenzado a tomar forma en congresos y encuentros sobre economía noviolenta y ha iniciado algunas campañas como la denuncia contra las condiciones de la multinacional Del Monte en las plantaciones de plátanos de Kenia. Unos objetivos comunes guían a quienes se quieran coordinar:
 
¡ Consumo crítico: Utilizar el poder que tenemos como consumidores para actuar sobre las condiciones del trabajo, sobre la calidad y sobre el impacto ambiental de lo que consumimos-producimos, aquí y en el Sur del mundo.
¡ Comercio justo: Influir en la tendencias el mercado y sobre todo proponer un modo distinto de relacionarse con el Sur: un mercado que fomente el autodesarrollo de los pueblos. Rechazar también el paternalismo de algunos proyectos de desarrollo que nunca lo han sido realmente.
¡ Economía de sobriedad: Consumir mejor y consumir menos: simplificar el estilo de vida, intercambiar soluciones creativas y factibles para una vida digna, austera y poco contaminante.
¡ Economía de compartir: Fomentar todas las formas de cooperativas posibles, tan pasadas de moda y tan imprescindibles: cooperativas de trabajo o de habitación, comunidades de bienes, casas y coches compartidos, turismo responsable… Microcréditos para desviar lo que nos sobra a quienes lo necesitan.
¡ Información: Saber para elegir, para participar sin que nos tiren de los hilos. Coordinarse para evaluar el efecto de las opciones y estrategias y denunciar las situaciones injustas, la corrupción, la violencia… sin sentirse impotentes.
 

Para hacer 
1. ¿Qué sabemos de todo esto? (ver también «Opinión») ¿Qué nos parece? ¿Qué podemos hacer nosotros?
2. ¿Qué estamos dispuestos a hacer y por dónde debemos comenzar a partir de las respuestas a esas preguntas?
3. Entrar en contacto con la Red Liliput (amfut@tim.it) para pedir información, ver estrategias, unirse a campañas…
2. Hemos estructurado esta propuesta a partir de los datos de Merche Mas en «Alandar» (Febrero 2000). Véanse más propuestas de intervenciones noviolentas en su obra Educar en la no violencia (PPC, 2000), de próxima aparición.

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