[vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Del Homo sapiens al Homo videns?
NUESTRA Sociedad y cultura han cambiado el «orden clásico» y la importancia concedida a cada uno de los sentidos. Sabido es que un cambio así, cuanto menos, trastoca la realidad.
- Sartori,alrespecto y con tonos en exceso pesimistas, ha mostrado recientemente cómo el horno sapiens -producto de la cultura escrita-‘ está siendo suplantado por un horno videns que destrona la palabra y, en su lugar, coloca la imagen. Al final, todo acaba siendo visualizable o… ¡dejando de existir!
Ciertamente hoy, antes de comenzar a leer, los niños y niñas han empezado a ver y ver televisión. Y cuando no ha existido familiaridad con la palabra, tanto escrita como hablada, las consecuencias no son insignificantes. Mirando -a los jóvenes, los retratos resultan sobradamente elocuentes: parapetados tras sus formas y sus cosas, leen poco, intuyen y prefieren el significado resumido y fulminante de la imagen a cualquier palabra o lección, renuncian a los vínculos lógicos y razonados en favor del impulso inmediato y cálido…; siempre apoyados en lo emotivamente envolvente.
Fascinación por el vértigo y óptica del apresuramiento
cambio abismal que- se está produciendo en la comunicación y el escenario resultante, el ciberespacio, nos permiten explorar el: mundo en un abrir y cerrar de ojos. La, práctica del surf en Internet -atravesando velozmente páginas y páginas, saltando `de un banco de datos a otro, ensartando chanza y tragedia, infamias y heroísmos…-, nos descubre una de las nuevas y más fascinantes caras de la información, el vértigo.
Surfear así o dejarse llevar del vértigo, sin embargo, termina por hacer que nuestros ojos y sus miradas sean confundidos por la prisa. Y empezamos a despreciar todo lo que nos exige tiempo.
Y… La vida exige tiempo, las relaciones exigen tiempo, los valores exigen tiempo… La óptica del apresuramiento este reñida con el madurar lento y los riegos que precisan los asuntos humanos.
Crepúsculo, ingenio y confusión
PARA bien o para mal, lo deseemos o no, el substrato cultural sobre el que se asentará el futuro será el de la «videosociedad» que ya está en marcha. Las nuevas tecnologías provocan un contradictorio abanico de posturas, que va de la fascinación a la repulsa. (tazones pueden encontrarse para todo: lo mismo para descubrir el indudable incremento de poder y rapidez informativos, como para contemplar la soledad y confusión en la que se encuentran muchos seres humanos.
En cualquier caso, sería un error no aprender a (con)vivir en las nuevas formas espaciotemporales que definirán el entorno cultural de las personas en un mañana… que ya forma parte del hoy.
Así que hemos de andar prevenidos. En primer lugar, ante los bobos espejismos de sabiduría que se derivan de la seducción por lo apresurado. Prevenidos, también, ante las consecuencias que acarrea esa «exaltación de lo fácil» compañera de las prisas: más que buscar la luz, preferencia por lo crepuscular; puesta por aventuras ingeniosas, más que por la cultura; miedo o pánico, en fin, a la exigencia y gusto, mucho gusto, por la confusión.
Proceder «con miramiento», porque no, .basta con mirar
ANTE el futuro ya vecino, el quid está en formar a las nuevas generaciones para que sean capaces de mantener una postura crítica frente á la videosociedad. Habrá que enseñar a pensar de otra forma, habrá que vivir aprendiendo de otro modo.
Y no será suficiente con, mirar. El océano de las imágenes hace muy difícil descubrir el sol para orientar la navegación. Habrá que probar en otros mares y proceder… «!con miramiento!», con tiento.
En la «aldea global», para que ni la mente se empequeñezca (aldeanizarse) -al contrario, se vea engrandecida (globalizada)-, ni el humanismo enflaquezca o muera, será necesario afianzar valores irrenunciables de ayer e ir encontrando otros más recientes para el nuevo ser humano que está naciendo en ese ciberespacio bajo el cual nos cobijamos, todos.
José Luis Moral
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