La tele que vemos es la tele que nos ve. Cuando nos sentamos cómodamente en el sofá y nos disponemos a iniciar la consueta aventura vespertina del zapeo para “a ver que dice”, “a ver que vemos”, ¿no nos damos cuenta de que ella nos ha estado mirando todo el día, nos ha acompañado en la calle, en la empresa, en el comercio, en el bar, y ahora nos devuelve su mirada tan indiferente y rutinariamente como nuestro rutinario e indiferente zapeo?
Esta es la verdad. La televisión nos ofrece la imagen del mundo en que vivimos, de la sociedad que estamos forjando, del estilo de vida que llevamos, del tipo de persona que somos. Por eso, no es quizás ni mejor ni peor de los que somos. Podría, como nosotros mismos, llegar a ser extraordinaria: ser vehículo de cultura, de promoción humana, de solidaridad. Pero las más de las veces se conforma con niveles más rastreros, más ambiguos y mezquinos.
Desde esta perspectiva, Misión Joven se acerca este último mes del año al mundo de la televisión. Según muchos y grandes expertos, se encuentra en un proceso de crisis y de cambio. Pero esto no significa que pierda vigencia ni que descienda el número de telespectadores. Al contrario, cada año es mayor el consumo diario por persona. En España es de 213 minutos por persona. ¡Más de tres horas ante el televisor!. Los jóvenes parece que se muestran más moderados: de los 13 a los 24 años, le dedican diariamente 148 minutos. Tampoco está nada mal. Y hay un dato muy significativo, que expresa muchas cosas, entre otras, el gran cambio social que se ha producido en la sociedad española. El dato es éste: actualmente, la televisión no congrega; disgrega. No es ya la familia unida, todos juntos, la que la ve, comparte y discute programas. Esa imagen de la familia ante el televisor ha desaparecido. Los televisores se han multiplicado en nuestros hogares: dos, tres, cuatro aparatos… Hoy la televisión es a la carta: cada miembro de la familia, su televisión y su mando a distancia.
Teniendo en cuenta simplemente estos datos comprendemos que la televisión alcanza una magnitud socializadora y educadora impresionante. Se ha convertido en una de las grandes agencias educativas. Hoy no educan simplemente la familia o la escuela. Existen otros muchos sistemas y agencias. Por ello resulta imprescindible aprender a usar críticamente la televisión. Esto nos plantea el reto a padres, educadores, agentes de pastoral, de educar para hacerlo. Es un reto abierto, que merece la pena tomarlo en seria consideración. Porque sus posibilidades y efectos educativos son ingentes. Más que la hora de la queja y del lamento, es el momento de ponerse manos a la obra para aprender y enseñar a ver críticamente la televisión, para llegar a la propia regulación de tiempos y programas, para buscar y exigir calidad.
Amigo suscritor y lector, cuando este número de Misión Joven llegue a tus manos, seguramente estarás ya preparando la Navidad. Junto a nuestros mejores deseos de paz y bien, te enviamos también en este número un buen acopio de materiales para este tiempo navideño. En el Cuaderno Joven puedes encontrar ideas, reflexiones, sugerencias para su celebración y vivencia cristiana. Además, hemos querido expresar también en algunos poemas nuestra felicitación y nuestros deseos, esperando que también tu los compartas con los amigos. En ellos expresamos el sentido y la novedad del gran regalo de la Navidad. Efectivamente, para los que creemos en Jesús de Nazaret, Navidad es novedad. Es la llegada de todo lo que el hombre espera y ansía. Es Dios que entra en la historia, que acampa y llega a los humanos y nos llama por nuestro nombre. Es el gran don y el gran regalo de Dios. Por eso, en estos días, unos a otros nos deseamos paz y felicidad, nos deseamos lo mejor. ¡Feliz Navidad, amigos y amigas, en Aquel que es el Dios con nosotros, el Emmanuel!
EUGENIO ALBURQUERQUE
directormj@misionjoven.org