LAS BIENAVENTURANZAS DE LA CRUZ

1 marzo 2012

El leguaje de la cruz es locura para los que se pierden; mas para los que están en vías de salvación,  para nosotros, es poder de Dios. (1 Cor 1,18)

  1. Jesús es sentenciado a muerte (Mt 25,34-36).

Bienaventurados los que dicen la verdad, aunque en ello se jueguen
una amistad, una mala contestación, un rechazo, un despido… ¡una vida!
I. Jesús cargado con la cruz (Jn 19,17).
Bienaventurados los que cargan con la cruz de cada día
sin poner el grito en el cielo; los que cargan con el hermano a cuestas
sin esperar a que otros se hagan cargo de él.
III. Jesús cae por primera vez (Heb 12,3).
Bienaventurados los que, tras cada caída, cada dificultad, cada fracaso,
son capaces de levantarse, descubriendo en cada problema un reto,
en cada traspié una oportunidad, en cada debilidad una excelente ocasión
para ser más y mejor persona, más y mejor cristiano.
IV. Jesús encuentra a su madre (Lc 2,34-35).
Bienaventurados los que no fallan en los momentos más amargos,
los que acompañan al hermano, desde la alegría compartida, en sus logros,
y se hacen presentes, desde la ayuda desinteresada, en sus fracasos.
V. El Cireneo ayuda a Jesús (Mc 15,20-21).
Bienaventurados los que se adelantan a las necesidades de los demás,
los que ayudan a los otros de corazón, sin buscar la palmadita
en el hombro, la medallita, el aplauso o la admiración.
VI. La Verónica limpia el rostro de Jesús (Lc 9,26-27).
Bienaventurados los que “manchan” sus manos y su corazón
con la misericordia de Dios, limpiando a tantísimos hermanos
que la sociedad,  nuestra sociedad, sigue arrojando
en los contenedores del olvido y la indiferencia.
VII. Jesús cae por segunda vez (Jn 12,24-26).
Bienaventurados los que no se conforman con no poner la zancadilla,
los que salen a las cunetas de la vida en busca del hermano caído,
desoyendo las indicaciones de un mundo que les considera “altamente peligrosos.”
VIII. Unas mujeres lloran por Jesús (Lc 23,27-31).
Bienaventurados los que dicen poco y hacen mucho;
los que, en lugar de lamentarse por un mundo que ha perdido el rumbo,
se convierten en GPS del hermano perdido, desorientado, abandonado.
IX. Jesús cae por tercera vez (Ef 2,19-21).
Bienaventurados los que utilizan “la calculadora de Dios”
y son capaces de ayudar, amar, perdonar, levantarse y levantar
dos, tres cuatro… setenta veces siete.
X. Jesús es despojado de sus vestidos (Col 3,9-10).
Bienaventurados los que arropan a los demás con el calor de una sonrisa,
de un abrazo, de un gesto conciliador, de una mano tendida…
XI. Jesús es crucificado (Lc 23,33-38).
Bienaventurados los que, en lugar de usar golpes y martillos
para hacer más dolorosa la vida de sus hermanos,
usan caricias y tenazas para sacar los clavos del dolor y de la intolerancia
que tan a menudo usamos para con ellos.
XII. Jesús muere (Lc 23,44-46).
Bienaventurados los que cada día descubren, sienten y comparten
la muerte de Jesús como la prueba más grande
de que Él nos amó hasta dar la vida por nosotros.
XIII. Jesús en brazos de María (Ap 12,15-17).
Bienaventurados los que comparte con Jesús el regazo de María
y escuchan de labios del Señor: “Aquí tienes a tu madre.”
XIV. Sepultura de Jesús (Mt 27,57-61).
Bienaventurados los que ante la injusticia, el dolor, el sinsentido
confían a pies juntillas y a corazón desbocado en el Dios que todo lo puede.
XV. La resurrección del Señor (Lc 24,1-6).
Bienaventurados los que descubren a Jesús, cada día, en cada ocasión,
en cada instante, caminando a su lado.

José María Escudero

 
 

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