Decálogo para ver a Dios
Dichosos los que tiene un corazón limpio,
porque ellos verán a Dios (Mt 5,8)
¿Te gustaría tener “un cara a cara” con Dios? ¿Desearías tenerle de frente para contarle eso que tanto te inquieta? Incluso, ¿te apetecería tenerle bien cerca para “cantarle las cuarenta”? Amiga, amigo: ver a Dios está al alcance de tu mano, de tu vista y, sobre todo, de tu corazón… Tan sólo tienes que limpiarte las legañas que se impregnan tan a menudo en nuestros corazones. Como haces nada más levantarte al lavarte la cara, igualmente puedes y debes hacerlo con el órgano que todo ser humano llevamos incorporado a la altura del pecho pues, si tu mirada de corazón es sincera, limpia, transparente, a Dios podrás verle en todo momento y en toda circunstancia. A continuación te muestro un listado de legañas que ensucian y afean el corazón humano. Tal vez reconozcas alguna, quizá descubras otras… Lo importante es empezar con la limpieza; el esfuerzo, te lo aseguro, merecerá, y mucho, la pena: ¡Dios se hará presente en tu vida! ¡Adelante! |
- Legañas de egoísmo. Si en tu vida no hay espacio para nadie (bueno, para nadie más que tú), si tu campo de visión queda tan reducido que sólo te deja ver tu propio ombligo…, Dios ocupará en la “retina de tu corazón” lo que una gota en un océano… ¡Pasará totalmente desapercibido!
- Legañas de cumplimiento (cumplo y miento). Si Dios ocupa media hora semanal en tu vida (y además siempre esperando la consiguiente retribución), es normal que la imagen que tengas de Él sea superficial y falsa (pura fachada).
- Legañas de intolerancia. Si tu mirada de corazón es ciega, totalmente opaca para los que no te caen bien, los que no hacen lo que tú quieres o los que no son de tu agrado, entonces Dios jamás entrará en tu campo de visión, en tu vida.
- Legañas de violencia. Si tu corazón tiene intacta su otra mejilla, si sólo responde al puño sobre la mesa o sobre el hermano, no te extrañe que estrujes, hasta hacer añicos, la imagen de Dios.
- Legañas de venganza. Si tu visión de corazón queda totalmente anticuada (ojo por ojo y diente por diente), si no eres capaz de dar el paso al perdón (setenta veces siete), entonces la imagen que obtendrás de Dios será similar a la de un saco de boxeo.
- Legañas de indiferencia. Si lo que pasa a tu alrededor no te afecta en absoluto, Dios pasará por tu vida y tú, lógicamente, pasarás de Dios.
- Legañas de codicia. Si tu corazón solamente tiene ojos para tener más y más, Dios, que vacía los bolsillos para llenar los corazones, significará para ti lo que un cero a la izquierda… ¡Absolutamente nada!
- Legañas de pesimismo. Si tu vida es un mar de lágrimas, si no haces otra cosa que autocompadecerte, Dios, que es fiesta, alegría, lucha, fe, optimismo…, pasará por tu corazón sin que seas capaz de reconocerle.
- Legañas de incredulidad. Si eres de los que “si no lo veo no lo creo,” si no confías en nada ni en nadie, Dios, aun con las llagas en su cuerpo y tu nombre tatuado en su corazón, pasará por tu vida sin que tú puedas verle.
- Legañas de desamor. Y si no eres capaz de mirar con un corazón limpio a tus hermanos, Dios, que se hace visible en tu vida precisamente a través de tus hermanos, seguirá pululando por los aledaños de tu corazón y tú jamás podrás verle ni reconocerle ni disfrutar de su presencia amorosa.
José María Escudero
PARA HACER
¿Cuáles son las legañas que más nos impiden ver a Dios?
¿Cuáles son las que más abundan en nuestro entorno? ¿Por qué?
¿Cómo puedo limpiar esas legañas? ¿Qué tendría que hacer para limpiar alguna de ellas?