LETANÍAS “CALLEJERAS” A LA VIRGEN MARÍA

1 mayo 2005

“Perdona,  María, pero necesito desahogarme contigo. Te cuento, hoy al entrar en una parroquia he oído cómo te alababan con atributos tan merecidos como estrambóticos: Trono de Sabiduría, Casa de Oro, Reina de la paz, Torre de marfil... El caso es que, por más que lo he intentado, no he podido imaginarte sentada en un trono, ataviada con suntuosas joyas y rodeada de decenas de sirvientes… Más bien creo que Tú estés ocupada en otras tareas: en tantos hijos tuyos que te necesitan. Por eso me he permitido salir a la calle y recoger estas letanías, que tal vez a algunos les molesten, pero reflejan a la perfección tu oficio: el de una Madre, que sufre en cada uno de sus hijos más desfavorecidos”.
 

Niña de la custodia repartida

Niña obligada a mendigar

Niña con síndrome de Down

Niña objeto de abusos sexuales

Niña de orfanato, que nadie adopta

 

Joven sin ganas de vivir

Joven con trastornos alimenticios

Joven emigrante engañada y obligada a trabajar en un prostíbulo

Joven contagiada de sida

Joven del trabajo temporal y explotador

 

Hija no deseada

Hija de los padres que no se entienden

Hija de la infancia robada

Hija sin Reyes Magos

Hija en una silla de ruedas

 

Madre antes de tiempo

Madre del cáncer terminal

Madre del hijo fallecido en un accidente de tráfico

Madre del hijo drogadicto

Madre luchadora por la custodia de sus hijos

 

Esposa del marido ludópata

Esposa del maltratador sin escrúpulos

Esposa humillada y “encarcelada” en la cocina

Esposa del marido enfermo, postrado en una cama de por vida

Esposa sufridora en silencio de las infidelidades del marido

 

Mujer utilizada como un trapo sucio

Mujer “de sopetón” sin infancia ni adolescencia

Mujer obligada a prostituirse para sacar adelante a su familia

Mujer divorciada y criticada

Mujer de las arrugas prematuras

 

Anciana con una irrisoria pensión

Anciana sola y desamparada

Anciana peregrina, de casa en casa, de mes en mes, de hijo en hijo

Anciana con demencia senil

Anciana sin recuerdos ni esperanzas

José María Escudero

También te puede interesar…