Libros y películas del siglo XX para los jóvenes del XXI

1 julio 1999

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Más allá de los tópicos culturales al uso, proponemos aquí 10 libros y 10 películas para conocer mejor la realidad del siglo que termina, para reconocer nuestra historia, para que la «memoria del XX» sirva para echar raíces nuevas en el XXI.
 
 
 
       UN POCO DE HISTORIA… (O DE FICCIÓN)
 
Partamos de la siguiente situación. Imaginemos a un chico de unos 17 años. Por extrañas causas que luego explicaremos, este muchacho va a descubrir a estas alturas de su vida una parcela de la realidad que hasta este momento se le había escamoteado: la existencia de los libros.
Su historia, desde su nacimiento, se ha ido fraguando al margen de dichos útiles a propósito. En su contacto con el mundo, toda la cultura libresca ha sido metódicamente elidida: su educación esmerada (aunque incompleta), amplísima (pero aséptica), refrendada por las más modernas tecnologías y por los métodos más avanzados de enseñanza, no ha necesitado de ese soporte. De los decorados y las mitologías de su infancia y de los ambientes en los que vivió su adolescencia desaparecieron intencionadamente, sin dejar la huella de su ausencia, las referencias directas o indirectas a lo literario. Nunca supo de libros. Jamás concibió su posibilidad, su necesidad, su uso.
 
¿De dónde proviene esta curiosa anomalía? Los encargados del proyecto pedagógico pionero cuyo primer y experimental destinatario es nuestro personaje llegaron hace años a la siguiente conclusión: hoy en día, la mejor forma de promover la lectura consiste en salvar su misterio, retrasando lo más posible el inicio de relaciones entre hombres y libros. Según sus teorías, con el fin de asegurar lectores fecundos, sólo debe permitirse el galanteo con las delicias de la bibliofilia a la persona que esté a punto de traspasar las puertas de la edad adulta, y eso siempre con el mismo y delicado cuidado con que se iniciaría a un neófito en un culto sagrado.
Llegado este momento, los responsables de esta propuesta, sin duda discutible, se ven obligados a elegir el libro o los libros con los que nuestro protagonista pueda ingresar airosamente y sin traumas en el universo de la literatura. Las discusiones se suceden entre los responsables de la selección de títulos. Al final, acuerdan restringir la experiencia inicial a la lectura de diez libros escritos durante este siglo que concluye. Todos han de servir para apuntalar definitivamente la preparación de este joven, dueño de un exquisito bagaje cultural. También deciden nombrar a un encargado para ejecutar (nunca mejor dicho) esa antología brutal. Es en este momento de la historia cuando un servidor entra en escena.
Se me ha encargado la honrosa misión de escoger diez libros: diez libros que despierten del letargo al hábito lector, que no sacien, que dejen en la conciencia un eco permanente y remoto, que, al menos, iluminen el mundo… En fin, diez buenos libros con que prologar el siglo XXI. Mis decisiones son el objeto del siguiente informe.
 
 
          LIBROS

       Informe «diez»

 
Ante todo, advertiré que la elección de estos diez libros responde a motivos absolutamente subjetivos y, por lo tanto, nada fiables. Seguramente habrá libros mejores, más trascendentes y significativos a todos los niveles, pero estos diez que yo he elegido tienen, no obstante, una virtud que está más allá de su calidad: ensanchan insospechadamente la línea del horizonte. Nuestro joven, me atrevo a vaticinar, caerá en el vicio de la literatura incurablemente al comprobar cómo el espacio del ser y del saber se esparce frente a sus ojos a golpe de palabras. Pero entremos en materia.
 
El mundo de Sofía 1
Recomendar a estas alturas El mundo de Sofía de Josteen Gaarder como libro básico en esta biblioteca juvenil mínima del siglo XX puede resultar, para muchos, sorprendente, o al menos oportunista. Los libros más vendidos suscitan cierta repulsa automática, sobre todo cuando han de ponerse al servicio de cometidos serios (y ninguno tan serio como el nuestro). Sin embargo, esta obra es un ameno compendio de la historia occidental de las ideas, servida bajo la apariencia de una intrigante novela fantástica consagrada a jugar con los límites entre realidad y ficción con notable eficacia. Por hacer accesible y apasionante el arte de la sabiduría, además de sostener ese reto didáctico en una trama que aborda uno de los temas cruciales de nuestro siglo (¿dónde empiezan y dónde terminan los límites y el estatuto de lo real?) creemos que nuestro joven aprendiz debe transitar con ojo atento por estas páginas.
 

El planeta americano

Nuestro siglo ha sido, indudablemente, el siglo de la hegemonía de los Estados Unidos. Para lo bueno (el cine, la literatura, la ciencia…) y, sobre todo, para lo malo (etc., etc., etc.). Las formas de vida y las maneras de pensar del ciudadano medio norteamericano están colonizando nuestras propias conciencias sin la menor sutileza. El planeta americano de Vicente Verdú es un ensayo tan fresco como profundo, al alcance de cualquier lector medio, en el que se analiza sin prejuicios ese «american way of live» cada vez más globalizado. Su amenazante propagación, agravada por sus notables carencias frente a otros modelos culturales, es diseccionada paso a paso en esta obra, verdaderamente recomendable si pretendemos conservar la independencia de juicio ante las embestidas totalizadoras del imperio de la hamburguesa. Nuestro joven, al menos, ha de estar avisado de los riesgos de un pensamiento único caracterizado, precisamente, por su alarmante falta de neuronas.
 

La semilla inmortal

Hemos comenzado nuestra selección de títulos por el terreno del ensayo y me resisto a abandonar este campo. La semilla inmortal de J. Balló y X. Pérez nos propone un apasionante recorrido por los personajes y argumentos universales de la literatura de occidente (entre otros, Ulises, Jasón, Eneas, Romeo y Julieta, M. Bovary, D. Quijote y S. Panza, Hamlet…) para analizar a continuación cómo estos mismos tipos e historias adquieren la condición de símbolos universales y reaparecen con variaciones a lo largo de los cien años de la historia del cine (el arte de nuestro siglo por excelencia). Se trata de una obra divulgativa de gran utilidad para quien quiera conocer no sólo las estructuras y entramados narrativos sobre los que se sustenta buena parte de nuestra cultura, sino también aquellos arquetipos psicológicos que reflejan lo más arraigado y selecto de la condición humana. En definitiva, nuestro joven aprenderá tanto de la cultura como de la vida a la luz de unos mitos que se expanden cine adentro.
 

Gramática de la fantasía

No puedo evitar citar la Gramática de la fantasía de Rodari. Esta Introducción al arte de inventar historias ha sido desde mi juventud uno de mis libros de cabecera. Con claridad meridiana, el desaparecido escritor italiano explica, de forma didáctica, los procedimientos y las fórmulas básicas a partir de las cuales nuestro cerebro destila los más variados licores de la imaginación. Sobre la utilidad de liberar los mecanismos de nuestra creatividad en cualquier faceta de la vida no es necesario argumentar demasiado, así que me limito a remitir a nuestro joven del siglo XXI a este singular tratado del que saldrá con sus dotes inventivas a punto para abordar cualquier reto, por insospechado que este sea.
 

El guardián ante el centeno

El guardián entre el centeno de J. Salinger es todo un clásico de la novela universal. El retrato de Holden Caulfield, un muchacho tan deseoso de ser adulto como reacio a crecer, engancha desde la primera página. Su periplo de dos días por una Nueva York sórdida y deprimente es en el fondo la dramática y contradictoria odisea de cualquier adolescente en nuestro mundo actual. A pesar de los casi cincuenta años transcurridos desde su publicación, el desparpajo elaborado de su estilo, su humor crítico y la indudable veracidad de este muchacho en el que se dan la mano madurez e inocencia (o, lo que es lo mismo, desarmante lógica e irracional perplejidad, hipocresía y sinceridad, timidez y descaro…) continúan tan vigentes como entonces.
 

Ensayo sobre la ceguera

Puestos a seleccionar novelas para nuestro joven, no pude resistir la tentación de incluir el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. Con un argumento kafkiano (repentinamente, todos los habitantes de una ciudad se quedan ciegos) el flamante Premio Nobel portugués nos regala una contundente parábola sobre los límites del ser humano. En esta obra, el ejercicio de la lucidez y la urgencia de la solidaridad actúan como los principales elementos urdidores de sentido en una civilización abocada últimamente a desmoronarse por los barrancos de la irracionalidad y el caos.
 
También he rastreado en los fondos de la literatura juvenil y de allí me he traído para las estanterías de nuestro entrañable muchacho dos obras insólitas y humildes, prácticamente unas desconocidas frente a los clásicos del género de este siglo (El principito, La historia interminable, El señor de los anillos…): me refiero a El enigma N.I.D.O. de Fernando Lalana y Canalla, traidor, morirás de José Antonio del Cañizo. Un texto, el primero, de ciencia ficción; otro, el segundo, encuadrable dentro de los elásticos límites de la novela histórica.
 
El enigma N.I.D.O.
En El enigma N.I.D.O. se nos propone una intriga policiaca, con periodistas todopoderosos de por medio, en un hipotético futuro donde el culto al deporte y la gimnasia de las seudorreligiones imponen su ley. En ese mundo, la robótica ha alcanzado un grado de desarrollo tal que permite el perfeccionamiento artificial y casi milagroso del cuerpo humano, así como la humanización y la independencia de las inteligencias cibernéticas. Prensa omnipotente, deporte sacralizado, cultos de dudosa intención, avances científicos concebidos con el propósito de invertir los cauces de la naturaleza, inteligencias artificiales casi humanas… esta novela, bajo la sutil estratagema de lo fantástico, alumbra zonas de nuestro presente resbaladizas a las que tal vez deba estar atento nuestro joven, si quiere prevenir un futuro desasosegante.
 

Canalla, traidor, morirás

        Canalla, traidor, morirás siempre me ha parecido un libro tan redondo como escueto y sencillo. Su argumento, centrado en la relación casual entre un maquis y un muchacho en los difíciles años de la posguerra, además de ayudar a comprender un periodo histórico fundamental para nuestro presente, sirve ante todo como alegato contra cualquier forma de intolerancia, apelando a la insobornable universalidad de nuestros rasgos de identidad profundos, aquellos que nos hacen personas. La novela, por si fuera poco, recoge el aprendizaje de la vida por parte del protagonista, quien en sólo unos días abandona la infancia por la siempre dolorosa salida de emergencia del desengaño.
 

Mafalda

Tal vez el humor de Mafalda resulte un tanto ingenuo hoy en día frente a la mordacidad y el cinismo, por ejemplo, de un Bart Simpson de rompe y rasga. Su discurso crítico, heredero directo del idealismo del 68, suena a compromiso un tanto trasnochado y caduco. Sin embargo, confío en la vigencia profunda de su personaje y de esa recua de entrañables compañeros que lo secundan. Nuestro joven debe recorrer las tiras de Mafalda porque de ellas obtendrá como capital ramalazos poéticos y dardos de ingenio con que apostar sin prejuicios por un mundo mejor en el nuevo milenio.
 
Completamente viernes
El último tercio de la poesía española (Antología, 1969-1999)
Termino con poesía, esa hermana pobre y escondida de la literatura. A pesar de su descrédito continuo (¿conocéis a alguien que lea poesía?) no cabe duda de que la costumbre de frecuentar versos constituye un hábito profundamente enriquecedor, favorecedor del encuentro con uno mismo y de una comprensión íntima de las verdades de la vida. La palabra «belleza», tan en desuso en la actualidad, merece ser rescatada de su destierro y la poesía está especialmente dotada para esta empresa humanitaria.
Difícil tarea esta de seleccionar un libro de poesía para nuestro joven. Grandes autores, grandes renovadores de la lírica han compuesto sus obras durante estos cien años, pero la poesía exige un esfuerzo de comprensión, supone superar una dificultad de acceso que puede desanimar a nuestro joven aspirante en el primer intento. Por eso me inclino por un libro contemporáneo, de uno de los «poetas de la experiencia» más prestigiosos de las últimas promociones. Me refiero a Luis García Montero y a su obra Completamente viernes, el último de sus poemarios. Este bello (no hay mejor adjetivo a la hora de valorar poesía) libro del poeta granadino está íntegramente consagrado a cantar, en un lenguaje antirretórico y no por ello menos brillante, la experiencia cotidiana de un amor pleno, los pequeños recovecos de una pasión en la que la plenitud de los sentimientos y los pequeñas placeres ayudan a superar cada día las dificultades de la convivencia. Sin poesía, nuestro joven vadearía desnudo por los días hasta las orillas del nuevo siglo.
Por si este tratamiento no es suficiente, y aunque rebase los límites marcados por el equipo pedagógico, recomendaré El último tercio de la poesía española (1969-1999), una antología de poesía actual publicada por Visor para celebrar su número cuatrocientos.
No sé si están todos los que son, pero sí que son grandes libros todos los que están. A propósito, aunque me exceda en mis atribuciones, debo criticar públicamente sus procedimientos didácticos: los libros, siempre, de cero a cien años. Un saludo.
 
 
 

       NOTAS PARA UNA CARTA

 
        Hola, Amigo:
Es jueves y son las tres de la tarde. Estoy solo en casa. Acabo de recibir tu carta y, sin pausa para digestiones, siestas u otras costumbres de sobremesa, decido ponerme a escribir.
¡Por fin! Estaba necesitando desde hace días una carta tuya. Cada vez que abría el buzón, su agujero se hacía más profundo y vacío. Las telas de araña asomaban por su cerradura y amenazaban con propagarse piso arriba, hasta mi misma casa, hasta ponerme triste. Tus palabras me reconfortan o me alegran o me alimentan o me despiertan. Tienen algo de energético e incluso de analgésico. Me dejan sabor mentolado y rebrotes de frescura en la boca. Hoy del buzón salió una bocanada de luz, mientras los folletos publicitarios se pudrían de envidia al ver que mis manos sólo tenían dedos para tu carta. El ascensor ha subido los pisos de tres en tres.
Por supuesto, nada más entrar en casa, mi sofá orejero, como un chucho jadeante y amigo, ha puesto a mis pies su asiento. Allí, tras desgarrar con pulso enfermo el sobre, me he sumergido de inmediato en la dulzura de tu caligrafía, he ido braceando hasta el fondo de la sintaxis, he franqueado el léxico como bancos de coral y, en las profundidades marinas del lenguaje, me he encontrado contigo, amigo, en carne y hueso. ¡Vaya comienzo! En fin, sólo quería expresar lo mucho que me alegro de verte, aunque sea en tinta y trazo.
 
En tu carta me pides, juguetón, que elabore una lista de películas para tu hija. Su afición al cine, por lo que puedo adivinar, le empuja a devorar cualquier bocado de celuloide que se cruce en su camino, por mal cocinado que esté. Por ello quieres que te sugiera algunos títulos con que someter a una dieta equilibrada la voracidad de tu pequeña. Conociéndote, supongo que querrás que estas obras, además de entretener, aborden cuestiones de hondo calado humano, reflejen nuestra época y, por si fuera poco, no dejen fríos ni impasibles a su contemplador. Como me divierten estas charadas, ahí te envío una posible selección de diez títulos para una videoteca simplificada del siglo XX.
 
 
 
PELÍCULAS

       Diez que podrían ser cien

 

Blade runner  1

Te he hablado mucho de esta película, una joya de la ciencia ficción cuyo planteamiento policiaco se escora hacia los derroteros de la ética, la filosofía y la religión desde el primer plano. Su estética visionaria, sus personajes enfrentados inconscientemente a cuestiones existenciales y sus ineludibles resonancias míticas han conseguido que, a pesar de los años, no haya envejecido ni un ápice. En esta obra, como siempre en el mejor arte, vida/muerte, amor y divinidad conforman los tres vértices de un triángulo esencial: ese que guarda en su interior el secreto de la existencia en toda su pureza. Que tu hija se entere de la vida a veinticuatro fotogramas por segundo es un buen aperitivo cinéfilo.
 

Derzu uzala

El personaje del cazador siberiano que protagoniza esta película pasará sin duda a los anales de la historia del cine. La insólita originalidad y la profundidad de este ser se funda en una visión elemental (en el mejor sentido de la palabra) de las leyes del mundo: todo lo existente, para Derzu, es gente; todo participa de la vida; todo nos interpela en términos y gestos humanos. Este viejo sabio, de mentalidad presocrática, practicante del más fervoroso animismo, contagia su ecología intuitiva y nos acerca a una concepción no contaminada de la vida de radical vanguardismo, más aún en una civilización como la nuestra, empeñada cada vez más en un desarrollo que nos aleja de los principios de la naturaleza (de nuestra propia naturaleza) a pasos agigantados: un personaje curioso que ella jamás podrá olvidar.
 
¡Qué bello es vivir!
Esta obra clásica nos relata cómo, gracias a la actuación de su ángel de la guarda, un hombre al borde del suicidio tiene la oportunidad de conocer lo que hubiera sido el mundo y la vida de sus seres queridos sin su existencia. Este viaje a un hipotético pasado le desvela su importancia, porque mediante la pequeña aportación de su presencia, aquellos que le rodean han sido un poco más felices, un tanto más personas. Hermoso homenaje al ciudadano medio, a ese hombre de la calle situado al margen de la opinión pública, cuyo mayor mérito consiste en triunfar sobre sí mismo en la vida diaria. Por otro lado, ¡Qué bello es vivir!es un canto a la convivencia, uno de los valores centrales de cualquier sociedad que se precie de serlo. Esperemos que, en el siglo XXI, para tu hija y para los míos, todo esto continúe vigente.
 

Rebelde sin causa

El propio título de esta película define a conciencia lo esencial de la juventud de todas las épocas. James Dean nunca estuvo tan inspirado en su particular papel de mito como en esta obra en la que dos muchachos (el citado Dean y Sal Mineo) y una joven (Natalie Wood) se resisten a aceptar una existencia gris y metódica, reniegan del modelo familiar impuesto y transgreden la autoridad, para acabar asumiendo, finalmente, sus propios conflictos y, en consecuencia, su madurez. En esta historia de crecimiento llevada al límite es el personaje de Platón (Sal Mineo), el adolescente solitario nacido para perder, quien alcanza mayores cotas de intensidad trágica a través de su radical indefensión y su resistencia a aceptar los postulados de la realidad. Los tres personajes componen tres imágenes de un joven único y diverso, unánime en su afán por escapar de los dictados de la mediocridad y la convención. Tu hija se verá en este espejo de tres hojas: en el siglo XXI todavía resonarán los pasos contestatarios de estos iconos universales.
 

Un lugar en el mundo

Aunque sólo fuera por la valiente apuesta ética sobre la que se cimienta, esta obra merecería ser incluida en la lista de obras magnas que tu hija se llevará a los umbrales del tercer milenio. Su contemplación es casi un deber. En este relato de Aristaráin, asistimos a la historia de una serie de personajes enzarzados en esa misión única, privativa e inapelable que cada uno de nosotros debe cumplir a lo largo de su vida: la de darnos sentido a través de nuestras opciones, nuestros compromisos y utopías. En definitiva, con otras palabras, la película nos habla del deber de encontrar nuestro lugar en el mundo, nuestra verdadera vocación: de eso y de amistad, de amor, de sacrificio, de modelos humanos, de familias… Con el pulso y la claridad de ideas de los clásicos, el director argentino firma una obra de una contundencia, una cercanía y una realidad no ajena, sin embargo, a las más altas pulsaciones del idealismo.
 

Agenda oculta

Ken Loach lleva más de treinta años vapuleando las conciencias más estancadas y denunciando los trasfondos del bienestar, ese idioma al que, al parecer, se traducen los mayores logros de las modernas democracias. A los ojos de su cámara, las lacras morales y sociales refulgen con más intensidad que los falsos brillos de un progreso que condena a muchos a la marginalidad. En Agenda oculta se denuncia, sin subterfugios, sin concesiones a la demagogia, el terrorismo de estado y el funcionamiento aplastante de las maquinarias del poder. La investigación del asesinato de un abogado defensor de los derechos humanos en Belfast -crimen promovido por el propio gobierno británico- va a motivar que se destape una oscura trama en la que se hallan implicados altos cargos políticos y financieros. En el siglo XXI tal vez tu hija necesite conocer también los lodos que sostienen los frágiles pies de barro de un sistema cada vez más alejado de los ciudadanos.
 

Ser o no ser

Por proximidad histórica, me resisto a incluir en esta lista de recomendaciones La vida es bella de Begnini, aunque creo que acumula méritos suficientes para engrosar estos fondos de la videoteca elemental de tu familia. Valga, sin embargo, como compensación el siguiente título de mi elenco: Ser o no ser del gran E. Lubitch. En esta comedia, el nazismo es por primera vez objeto de la más saludable y seria chirigota. Una compañía de actores teatrales en estado de gracia se enfrentan a la más oscura tiranía de este siglo con los recursos de la representación, del engaño y la pantomima: al enemigo se le vence con sus propias armas. Mediante sus fingimientos estos artistas desmontan el decorado impostor, imaginario y ficcional del fascismo, puro espectáculo, pura retórica, puro teatro: teatro (del bueno), en fin, contra teatro (del malo), como en La vida es bella. Nunca los nazis fueron tan tontos, ni los actores tan vulnerablemente humanos. Tu hija debe aprender que a la paz y a la libertad también se puede subir por los caminos revelados del celuloide.
 

Candilejas

Chaplin debe formar parte de la videoteca privada de tu hija. A la hora de elegir, podría haber echado mano de obras mucho más redondas de este genio, pero no me he aguantado la tentación de incluir este título de su última etapa. Los afanes de Calvero, un payaso en franca decadencia, por devolver a una bailarina invalida y suicida las ganas de vivir dan lugar a un esperanzador melodrama en el que la pelea por la superación está sabiamente contrapunteada por una historia de amor y fidelidad (la del payaso anciano y la joven bailarina) tan enternecedora como imposible. No es el Charlot del mudo, sino un cómico maduro que, en este caso, sacrifica la risa en favor de la lágrima viva.
 

Senderos de gloria

En mi cabeza bullen cientos de títulos que quieren ocupar su merecido hueco en esta lista. Sin embargo, sólo hay sitio para dos más. Sobre el absurdo de la guerra han hablado cientos de películas (sin ir más lejos, el año pasado Salvad al soldado Ryan y, este, la soberbia La delgada línea roja). En un siglo tristemente sazonado con dos cruentas conflagraciones mundiales, en un momento en el que el avispero de los Balcanes hierve de nuevo, se impone la necesidad de trasladar al siglo que viene las inquietudes y denuncias que durante el presente se vertieron contra la violencia institucionalizada. Apocalipsis now o esa obra maestra del cine contemporáneo titulada La mirada de Ulises, por citar dos casos más, abordan estos presupuestos con una intensidad fuera de toda duda. No obstante, en homenaje al recientemente desaparecido Kubrick, no está de más añadir a esta selección Senderos de gloria. El sinsentido de la guerra, la irracionalidad de los códigos militares, la terrible apisonadora del poder frente a la debilidad de los individuos están expuestos en esta película con la transparencia de las declaraciones de principios y la rabia de los improperios. Contemplar Senderos de gloria por primera vez supone someterse a una de esas experiencias que escuecen.
 
…Y el mundo marcha
Termino con dolor: sólo puedo reseñar una película más entre cientos y cientos de obras maestras inolvidables. Pero tu hija debe comenzar su colección por el principio y llevarse al mañana lo mejor del ayer en pequeñas dosis es una buena manera de hacerlo.
Puestos a ser parcial y caprichoso, recurro para terminar a un clásico indiscutible del cine mudo: …Y el mundo marcha de K. Vidor. Setenta años nos separan de sus imágenes y, sin embargo, la radiografía que realiza del mundo moderno, (su masificación y la consecuente conversión del individuo en figura anónima y sin peso) sigue siendo igual de válida y actual. El personaje central, John Sims, se cree predestinado a una vida triunfal, por encima de la mediocridad dominante. Su itinerario vital sólo será la paulatina constatación de su insignificancia, de su vulgaridad. Todo ello narrado con una plenitud estética (en esta obra y en el Amanecer de Murnau, el mudo toca techo en cuanto a sus posibilidades expresivas) sólo reservada a las grandes obras del cine.
 
En fin, amigo: espero haber sido de ayuda a esa cinéfila en potencia que tienes por hija. Si no, me conformo con haberos entretenido. Un saludo y un abrazo de cine.
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