Lo peor y lo mejor

1 mayo 2004

El atentado de las bombas en los tres el11-M en Madrid fue reflejo de los peor, pero también de lo mejor. Así lo resumía Carmelo Encinas en El País (27.4.03):
“Nunca pensé que el dolor uniera tanto ni que fuera capaz de sacar lo mejor de las personas. Lo he visto desde la mañana del 11-M , en que esa banda de maníacos hizo estallar sus malditas mochilas. Las escenas terribles que presenciamos, la angustia llevada al límite de lo humanamente soportable y el contacto con el sufrimiento atroz no permitieron inicialmente apreciar en lo que valen los comportamiento y actitudes de quienes de forma de forma obligada o voluntaria se cim0licaron en los acontecimientos… La respuesta ejemplar que dieron las gentes de Madrid, desde los policías, sanitarios o bomberos, hasta aquellos espontáneos que se metieron en la boca del infierno para aliviar el tormento ajeno, pasando por quienes ofrecieron su sangre, su consuelo o su apoyo para lo que fuera, ha alumbrado un espíritu nuevo del que se siente partícipe la inmensa mayoría de los ciudadanos”.
Un editorial de El País lo resumía también a los pocos días del atentado:
“Desde la infame jornada del 11-M, Madrid es una ciudad dolorida e indignada, pero no una ciudad asustada. Los madrileños, originarios de todos los rincones de España y del mundo, tal como corrobora la propia lista de víctimas del 11-M, no se han echado para atrás. Al contrario, han dado un ejemplo de vitalidad y de civismo. El día de los atentados reaccionaron con una calma y una solidaridad extraordinarias. No se dejaron llevar por el pánico, no hubo escenas de histeria, no se lanzaron a linchamientos de tal o cual comunidad. Continuaron trabajando y estudiando, con el alma rota y los ojos húmedos. Eso sí, acudieron masivamente a donar sangre. Hasta el punto de que en un par de horas ya había suficiente. Y ese día, ante el mayor atentado terrorista de nuestra historia, todos los servicios públicos y privados funcionaron con rapidez y eficacia. Policías, bomberos, médicos, enfermeros, ambulancias, hospitales, centros de información, asistentes sociales, especialistas forenses, se movilizaron de inmediato, trabajaron sin descanso y con serenidad, y contribuyeron así a salvar vidas y aliviar sufrimientos.”
La gente sacó lo mejor de sí. Y buscó lo mejor. Y ante la impotencia, redescubrió la potencia de la oración. En este número de Cuaderno Joven reproducimos algunas oraciones y recordamos otros textos sobre este mismo tema para que la memoria no se vuelva pronto quebradiza. He aquí una “oración” que nos envió a los pocos días del atentado Patricio José Ruiz Lázaro, pediatra de Alcalá de Henares.
“Hoy más que nunca es el momento de la paz y de las personas. El camino del amor siempre da sus frutos, tarde o temprano. ¡Paciencia! El camino del odio, la guerra y la venganza sólo da terror y despersonalización. No todas las conductas son aceptables, todas las personas sí. ¡Por todas las personas, que son tus hijos, Señor!

  1. La persona no es una «cosa». Las cosas se usan para algo, las personas no.
  2. La persona traza su propio proyecto. Realiza en el mundo una obra única que ninguna otra persona hará para ella ni en su lugar.
  3. La persona es libre. Libre de la tiranía, de la opresión y del terror.
  4. La persona busca la verdad. La auténtica verdad está siempre más allá de cada verdad.
  5. La persona vive en referencia a los demás. Se solidariza con los demás, sin que nada humano le resulte ajeno. ¡Por las personas, por la paz y la aceptación de las diferencias, contra el terrorismo!”

Ojalá (¡Dios lo quiera!) que cada día ayudemos desde la pastoral y desde la educación a formar personas que sacan cada día lo mejor de ellas mismas para que nunca nadie tenga que sacar lo peor. Y para que siempre sea verdad, como resumió L. Boff, que “lo que conmovió al mundo fue la solidaridad del pueblo español, solidaridad que superó la comprensible rabia y dominó el deseo de venganza”.

Cuaderno Joven

 

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