¡No tienes escapatoria, amigo! Otro año más, te toca hacer de Rey Mago. ¿A qué no me equivoco? De tus padres, de tus hijos, de algún amigo, de algún pariente… Bien, no te preocupes. Aquí tienes diez consejos para que, sin dejarte la extraordinaria en el intento, quedes “como un rey.” Ah, un secreto, estos diez mandamientos sirven para el día de Reyes y también, si tú quieres, para el resto del año… ¡Haz la prueba! |
- Amarás al niño Jesús, al niño de Belén sobre todos los demás presentes que, en estas fechas, pueden hacerte perder la cabeza, la cartera y, lo que es peor, el corazón. En este sentido, en lugar de oro, le agasajarás con tu amistad; en lugar de incienso, le regalarás tu cercanía; y en lugar de mirra, le ofrecerás tu tiempo.
- No tomarás en vano la carta que el niño Jesús te ha escrito. Dedicarás unos minutos al día a su lectura y meditación, descubriendo los regalos que residen en su interior. Así podrás adquirirlos sin gastarte un euro y compartir con tus hermanos un sinfín de buenas noticias… ¿Te parece poco regalo?
- Santificarás la fiesta de la Epifanía del Señor, haciéndote regalo para tus hermanos, manifestándoles tu amor, tu amistad, tu ayuda…
- Honrarás a tus padres como se lo merecen. Recuerda que ellos fueron tus primeros Reyes Magos… Ha llegado la hora de devolverles todo lo que hicieron por ti en forma de presencia, de agradecimiento y de amor.
- No matarás el espíritu auténtico de la Navidad, en el que los auténticos regalos vienen sin envoltorio y “sospechosamente” no paran quietos. Y es que todos ellos proceden del Gran Regalo que, año tras año, sigue a los pies del árbol esperando que alguien se haga propietario del mismo.
- No cometerás los mismos errores que las navidades pasadas. Este año regala actos puros: una sonrisa, unas horas de tu tiempo, una palabra amable, una reconciliación… y si quieres y te atreves, el regalo estrella: 365 días de amor del bueno.
- No robarás los regalos que, desde “la caja tonta” te ofrecen a todas las horas. Mira bien que todos tus obsequios lleven la misma denominación de origen: amor agradecido. Ah, y no se te olvide incluir la garantía: que el que los reciba pueda contar contigo todos los días de su vida.
- No mentirás, ni al niño Jesús ni a tus hermanos ni a ti mismo regalando ilusiones pasajeras, placeres mediocres o caprichos para salir del paso… Los regalos que hagas, que salgan del corazón (ah, y eso no se mide ni por el precio ni por la marca).
- No consentirás que la estrella del Carrefour, del Corte Ingles, de Freixenet… te desvíen del niño Jesús. Déjate llevar por la auténtica estrella de la Navidad, la que te conducirá, eso sí, con escala en tus hermanos más necesitados, a la mismísima morada del niño-Dios.
- No codiciarás los regalos de otros “reyes de pacotilla” que se patean decenas de tiendas y centros comerciales en busca de presentes que dejan el bolsillo vacío y el corazón desolado.
J. M.ª Escudero