- Amarás al Dios Festivo, Alegre y Dicharachero sobre todos los demás “dioses de pacotilla” que seguimos inventándonos: el dios triste, el dios aburrido, el dios pesimista… Ah, y le amarás todos los días de la semana, pero muy especialmente el domingo, su día, nuestro día.
- Su nombre estará en tus labios y sobre todo en tu corazón las 24 horas del día. Le tomarás, no es necesaria la prescripción médica, al levantarte y al acostarte, pero también en la hora del vermú, jugando a las cartas, en la sobremesa, con los amigos o paseando al chucho.
- Santificarás este día como sólo Dios se merece. Vestirás tu vida de gala, sacarás tu mejor sonrisa y te pondrás el corazón reservado para las ocasiones muy especiales.
- Será también un día dedicado a tu familia, empezando por los churros del desayuno y acabando por el beso de buenas noches. Será el día indicado para desayunar, comer, merendar y cenar el mismo menú: amor del bueno (más información: en tu iglesia más cercana).
- No matarás el día del Señor con tus quejas, tus cabreos y tus sinsabores del resto de la semana. El día de la resurrección del Señor, en lugar de llorar por los males del mundo y por una sociedad muerta, te dedicarás a resucitarla.
- No contaminarás este día con excusas absurdas del tipo: “No tengo tiempo”, “Tal vez otro día”, “Es que he quedado…”, excusas todas ellas para no acudir a la gran cita en la que Dios (he dicho Dios, no ese cura tostón o esa catequista a la que la tienes ojeriza) te espera con los brazos abiertos. ¡No le hagas un feo!
- No robarás todo el tiempo que te regala el Señor haciendo la colada o la comida para toda la semana, yendo de caza o al estadio… Para todo hay tiempo y hoy el Señor se merece lo mejor que tienes.
- No mentirás o, mejor dicho, no te mentiras. El Señor quiere seguir, miles de domingos después, resucitando en tu corazón. No pongas cara de no saber por dónde van los tiros… ¡No le des largas!
- No consentirás que el sofá del salón o la caja tonta se alíen para cruzarse en tu camino y hacerte tropezar, convirtiendo este gran día, en un día más, en lo mismo de siempre, en todos los días son iguales.
- No utilizarás el domingo para amargarte un poquito más, codiciando al vecino del 5º que se marcha de parrillada o al compañero de trabajo que ha conseguido una entrada para el gran derbi… Disfrutarás del domingo junto al Señor… ¿Te parece poco?
José María Escudero