Los otros efectos

1 enero 2001

Llegó el 2000 hace un año y con él pasó «la neurosis del efecto 2000». Este año estrenamos nuevo siglo y siguen vivos otros efectos de los que el año pasado nadie habló. Los recordamos ahora, pues siguen de permanente actualidad.
 
¡ Efecto de la insolidaridad es que en este recién estrenado año casi mil millones de personas pasen hambre en el mundo y que la diferencia entre la renta de los países pobres más pobres sea de 74 a 1, cuando en 1820 era de 3 a 1.
 
¡ Efecto de la desigualdad es que el mundo tenga más de mil millones 1.000 millones de analfabetos y que más de 300 millones de niños carezcan de cualquier medio de educación.
 
¡ Efecto de la barbarie es que en los últimos años haya habido en el mundo 20 conflictos bélicos declarados.
 
¡ Efecto de intolerancia es que las fronteras ricas cierren sus puertas a los miserables, y que el color, el origen y el pensamiento sigan siendo razón de exclusión.
 
¡ Efecto de la insensatez es arrastrar al mundo a su declive natural por el beneficio de unos pocos, viendo cómo la gran mancha de crudo vertido por el petrolero Erika, de la compañía TotalFina contaminó a unas 30.000 aves de las cuales 18.000 murieron y las mayoría de los 12.000 pájaros salvados no pueden volver al mar. Pero más interesante es la falta de prevención, ya que un 30 por cien de las embarcaciones de este tipo revisadas en España por la dirección de Inspección Marítima presenten deficiencias, sobre todo en el nivel de corrosión de los navío y espesor del casco.
 
¡ Efecto del poder más de 2000 millones de personas vivan bajo el techo oscuro de las dictaduras políticas y la falta de libertades.
 
¡ Efecto de la estupidez es la pobre conciencia del macho dominante que tiene a su pareja como una posesión y no respeta la integridad física del ser humano.
 
Todo esto lo recordaba en enero de hace un año César Gutiérrez desde la revista Proyecto de la Fundación San Valero de Zaragoza. Y terminaba:
 
«Y para todos estos efectos que el 2000 ha traído, no se han invertido los 50 billones de pesetas que sí fueron para las grandes multinacionales informáticas en el mundo por subsanar un error de programación que ellos mismo cometieron».
 
No estará mal recordar ahora estos efectos perversos y luchar para que desaparezcan de una vez —o de las veces que sean— de entre nosotros.
 
Cuaderno Joven

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