Cierto día un educador preguntó a Jesús:
–Maestro, ¿quién es mi prójimo? ¿A quién debo entregarme con más ahínco, con más fuerza, con más amor?
El Señor se disponía a responder cuando el educador, temiéndose el chaparrón que le podía caer, intentó guarecerse alargando la pregunta:
–¿Y hasta cuándo debo amarle?
Jesús le sonrío y le dijo:
- Los que van rezagados, hasta que al menos se sitúen en la mitad de la parrilla de salida.
- Los muy suyos, hasta que aprendan a compartir sus cosas.
- Los que necesitan beber o “meterse” algo para pasárselo bien, hasta que aprendan a disfrutar manteniendo la cabeza fría y el corazón caliente.
- Los “amigos” de psicólogos, orientadores y profesores de guardia, hasta que rompan y cambien de amistades.
- Los “chorizos,” hasta que respeten las cosas de los demás.
- Los “amargaos de la vida,” hasta que suelten, al menos y en un breve lapso de tiempo, un puñado de sonrisas.
- Los indiferentes, los apáticos, los comodones, hasta que tomen partido por las cosas.
- Los que se lo saben todo y se sienten perfectos, hasta que prueben los aspectos saludables del error.
- Los que siempre llegan tarde, hasta que “enciendan” las luces del local de reuniones.
- Los fracasados, los derrotados, los pesimistas, hasta que se den cuenta que sólo han perdido una batalla, y que les queda mucha guerra por dar.
- Los que viven angustiados por problemas en casa, con los amigos, en el instituto, hasta que ese problema “pasa a ser propiedad” al menos de dos.
- Los “novilleros,” hasta que te hagan olvidar en casa el listado de faltas de asistencia.
- Los insuficientes, hasta que lleguen al aprobado.
- Los que salen solos al recreo, hasta que regresen rodeados de un montón de amigos.
- Los que apenas reciben llamadas de sus compañeros, hasta que les tengas que retirar el móvil por tanto “toquecito.”
- Los que fardan por el número de revolcones y rolletes de fin de semana, hasta que celebren su primer año con su pareja.
- Los que un día creyeron en la utopía, en los sueños, en un mundo mejor y que hoy, fruto de los palos de la vida, han desistido, hasta que se convenzan de que todavía es posible.
- Los que ya han probado de todo y están cansados de la vida, hasta que vuelvan a despertarse cada día con una nueva ilusión.
- Los que “maquillan” continuamente su vida y fingen ser lo que no son, hasta que aprendan a aceptarse y a quererse como son.
- Los que piensan que Dios no existe o les trae sin cuidado, hasta que le descubran en ti.
José María Escudero