El otro día estaba sobreviviendo a la televisión, mientras mediopasaba de la tele leyendo alguna cosa y el mando saltaba velozmente un montón de canales bodrios, que eran como un equipo de clones decorados de cotilleos alérgicos al pensamiento. Al final, por cansancio, frené en Tele 5, en la serie Los Serrano, el último parto de los montes dedicado a la clase media-decente de nuestro circo nacional. Uno de los personajes de relleno de Los Serrano es Lourditas, que es como una monja pero en plan tonto.
Lourditas es imposible que enamore a nadie, pero como nadie es un barman que es más basto que un buey y dice más tacos que un niño pijo en dificultades, pues ahí tenemos el intríngulis imposible, el timo del tocomocho en versión serrana: uno de los nudos corredizos centrales de la serie consiste en anudar la imposible pareja de hecho de una tonta y un barman impermeable a la simbiosis con la raza humana.
Lourditas refleja muy bien las concepciones de fondo de lo que es ser cristiano en la lista de ideas más vendidas y usadas por los guionistas de series de televisión, que son así como los últimos de la tabla de segunda división de la clase media baja intelectual española.
Traduzco: el guionista de series populares de TV en la actualidad, es un tipo que por un rabillo del ojo mira los share de la serie y su fluctuante nómina, mientras que con el otro lee los semanales de los periódicos para ver “qué es lo que se lleva”, que en versión-estafa posmoderna se llama “lo políticamente correcto”. Luego van y crean “el personaje”, una mezcla de sociología barata y prejuicios historiográficos que, en el caso de Lourditas, ha cristalizado en una tonta con gafas que es la encarnación de un conjunto de psicofonías interpretado por ellos como “la religión católica”.
Y claro, lo que sale, es un proyecto de medio mujer que va reprimiéndose por la vida. Una mujer, que quiso ser monja, pero la echaron. Una mujer, que quiere tener novio, pero que no sabe. Una mujer, que mira al suelo cuando ríe, porque, hay que reconocerlo, le cuesta reírse, ya que la represión la lleva bien dentro, el idiota dogma católico le pesa en las sienes y, cuando ríe, si es que ríe, debe de hincar la cerviz en el suelo y pedir perdón a un Dios tirano, que sólo aparece en una serie de Televisión si es para mofarse de Él.
Lourditas, es una mujer buena, es decir tontísima y lela hasta más no poder, porque ser buena, equivale para estos atletas del pensamiento que habitan Tele 5, en ser profundamente imbécil.
Lourditas no sabe lo que es vestir bien, porque para ella es imposible ser creyente y vestir con estilo, sin mostrar la marca de la ropa interior. Va pidiendo perdón por la vida, y encima te da las gracias cuando no la perdonas.
En la serie, las campeonas son las mujeres, con la excepción de Lourditas, que es católica, claro, porque los hombres son un puñado de sacos de espermatozoides que alguna vez vieron la luz de la inteligencia arrimándose a una maestra que por compasión se apiadó de semejante espécimen. Bienvenido al mundo virtual de la tele, donde ellas mandan. Luego cambias de canal y pisas suelo, y a ellas las explotan y las echan a la calle en cuanto se casan o tienen hijos, pero, claro, ese tipo de realidad no cotiza bien en la lista políticamente correcta de las ideas más vendidas. Viva la revolución mediático-mercantil-sociológica.
Claudio Martínez Möckel
Forumlibertas.com, 12.5.05
PARA HACER
- ¿En qué estamos de acuerdo con este comentario? ¿En qué no?
- ¿Qué tipo de cristiano auténtico incluiríamos en esa o en otras series? Diseñar las líneas de ese personaje.
- El autor decía también: “Esa es la visión que ha dejado la España cañí de la religión católica. Y luego nos espantamos de que quieran quitar la religión…Lourditas tendría que ver Un hombre para la eternidad de Fred Zinemann, o la película La Pasión de Mel Gibson, o leerse la vida de Teresa deAvila, esa mujer a la que acusaron de abrir prostíbulos por España, cuando sólo quería servir a Dios, o sin ir mas lejos, la vida de Juan Pablo II, un hombre que le paró los pies al mastodonte comunista.” ¿De acuerdo?
- Decía también: “Quizá necesitemos modelos de carne y hueso, para de una vez cambiar el chip de esta imbelicidad totalizante que nos envuelve y trata de cegarnos las meninges del espíritu.” ¿Cómo serían esos modelos? ¿Cómo podemos serlo nosotros?