MALOS TRATOS A LA INFANCIA: PERSPECTIVA HISTÓRICA

1 octubre 1998

JORNADA MUNDIAL DE LA INFANCIA

 
EL día 2 de octubre se celebra el «Día Mundial de la Infancia», Las voces le­vantadas para denunciar tanto los trabajos como los malos tratos de que son ob­jeto los niños y las niñas están ahí. Nuestra revista ya tocó el primer asunto (cf.J.M RíazA, «Niñas niños trabajadores», en el número de MJ de mayo pasado), y ahora proponemos aquí una reflexión de A. SORIAINO acerca de los malos tratos, se­guida de diversas pautas de trabajo.
 
Perspectiva histórica de los malos tratos a la infancia
 
EN la actualidad, en amplias zonas de nuestro planeta, miles de niños mue­ren diariamente por falta de medios y por ausencia de cuidados médicos. En muchos lugares el acceso a la educación es un lujo reservado para los hijos de las clases pudientes, mientras que en algu­nas ciudades los niños de la calle subsis­ten en medio del abandono y juegan dia­riamente con la muerte. Sin salir de nuestras fronteras, los prejuicios racia­les, la xenofobia y, en fin, los malos tra­tos, en sus diversas formas, segregan y atacan inhumanamente a numerosos co­lectivos de niños.
Sin ninguna duda, el problema de los malos tratos a la infancia se encuentra entre los más serios, complejos y vergon­zantes problemas de nuestra sociedad. Pero éste no es un fenómeno nuevo, muy al contrario siempre ha estado pre­sente en la historia de la infancia. El faja­do, el sofoco, la venta de niños, la explotación laboral, el abuso sexual, el aban­dono y el infanticidio son prácticas a las que, de manera continua, han estado so­metidos los niños y niñas desde los albo­res de la civilización.
Varios documentos históricos nos muestran cómo el maltrato infantil exis­te desde los comienzos de la humani­dad. En la Biblia se pueden observar cla­ros ejemplos de infanticidio. Moisés es­capó de un infanticidio generalizado, que, ordenado por el faraón, afectó a to­dos los niños hebreos: «Mandó, pues, el faraón a todo su pueblo que fueran arro­jados al río cuantos niños nacieran a los hebreos» (Ex, 1,22). El rey Herodes, por miedo a que el nuevo Rey de los Judíos le hiciera perder su trono, mandó asesi­nar «a todos los niños de Belén y de toda su comarca, que fueran menores de dos años» (Mt 2,16). Por causa de ese hecho se celebra el día de los Santos Inocentes.
 
Grecia y Roma
En la ciudad-estado de Esparta, los ni­ños, al nacer, eran sometidos al juicio de la Asamblea de Ancianos, la cual había de determinar su utilidad social y, en función de ello, se decidía si el niño de­bía formar parte de la sociedad o no. En el segundo caso, los niños eran elimina­dos, arrojándolos por el precipicio del Monte Taigeto.
En Atenas, el abandono y el infantici­dio constituyeron prácticas generaliza­das entre la población. Se recurría a estas formas de maltrato no sólo cuando se observaban en el bebé malformaciones, sino también en el caso de que existieran dudas sobre la paternidad del recién na­cido o, simplemente, cuando la penuria
económica obligaba a tal medida. Lea­mos las recomendaciones que, al respec­to, hacían pensadores como Aristóteles o Platón: «En cuanto a exponer o alimen­tar a los niños que vayan naciendo, sea ley no alimentar a ningún niño defor­me» (Aristóteles, Política VI, 1305 b, 11). Platón, en su obra República, escribe lo si­guiente: «En cuanto a los niños, hijos de los inferiores, y lo mismo vale para los hijos de los superiores, que nazcan lisia­dos, los esconderán, como conviene, en algún lugar secreto y oculto» (Platón, Re­pública V, 460 c).
Es preciso matizar que, si a lo largo de la historia la situación de los niños ha si­do durísima, la de las niñas ha sido aún peor. Valga como ejemplo el hecho de que las familias normalmente criaban só­lo a una hija y el resto de las nacidas eran sacrificadas o simplemente abandona­das. Las niñas han sido siempre las prin­cipales víctimas del infanticidio y ello, fundamentalmente, en respuesta a su ca­pacidad reproductora. En este sentido, en la Época Clásica, leemos los versos de Posidipo, muy ilustrativos al respecto: «A un hijo lo alimenta cualquiera, aun­que sea pobre; a una hija se la expone, aunque uno sea rico». Del mismo modo, las cartas que Hilarión, desde la guerra, le enviaba a su esposa no pueden ser más explícitas: «Si, como puede suceder, das a luz un hijo, si es varón consérvalo; si es mujer, abandónala».
Al igual que en Grecia, en la Roma Im­perial el abandono y el infanticidio fue­ron prácticas habituales. La patria potes­tad otorgaba al padre unos derechos ili­mitados sobre sus hijos, lo cual le posibi­litaba decidir incluso sobre su misma vi­da. El rito de aceptación o rechazo que el padre romano seguía respecto a sus hijos es descrito de la siguiente forma: «El ni­ño recién nacido era dejado a sus pies. Si deseaba reconocerlo, el padre se detenía y lo tomaba en sus brazos. Si se alejaba, moría de hambre o frío, pertenecía a cualquiera que deseara hacerse cargo de él y convertirlo en su esclavo».
 Edad Media y Edad Moderna
En la Edad Media, las duras condiciones de vida a las que se encontraba sometida la mayor parte de la población (hambre, desnutrición, enfermedades, etc.) hacían que los índices de mortalidad y morbili­dad infantil fueran extraordinariamente altos. Se han estimado unas tasas de de­función de uno a dos muertos por cada niño nacido. La siguiente cita puede re­sumir acertadamente la situación de la infancia en la Edad Medía. A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III, «im­presionado porque los pescadores del Tí­ber sacaban de las aguas en sus redes tantos pescados, a veces, como a recién nacidos», fundó en Roma un hospital pa­ra niños expósitos.
En la Edad Moderna se va forjando un nuevo concepto de infancia que afectará prácticamente de forma exclusiva a los hijos de las clases más altas. A los hijos ilegítimos se les continuará dando muer­te sea cual sea su posición social, aunque ya, algunos de ellos, comenzarán a ser depositados en las inclusas. Asimismo, el poder coactivo de la ley castigará severa­mente el infanticidio de hijos legítimos, tal y como parece indicar el rápido au­mento de niños abandonados. Aun así, la mortalidad infantil raras veces descendía por debajo del 25%, y en tiempos difíci­les, alcanzaba el 75% de la población.
 
La Ilustración despertará un notable in­terés por el niño desprotegido. Esta nue­va atención a la infancia atenderá funda­mentalmente a factores demográficos y económicos. Prueba de ello son los escri­tos del político Tomás Montalvo, a prin­cipios del siglo XVIII: «El fundamento de una corona depende del número de súbditos y entre ellos se cuentan de mo­do especial los expósitos». En esta mis­ma línea, Javier de Úriz titula de la si­guiente forma una memoria a la monar­quía: «Idea de una real providencia que al parecer daría anualmente muchos mi­llares de expósitos y huérfanos con im­ponderable aumento de brazos fuertes para el estado».
 Últimos siglos
La nueva atención que el siglo XIX pro­diga a la infancia está teñida de una do­ble moral: las clases dirigentes poseen ya un sentimiento específico de la niñez, pero sólo de aquélla que les afecta. Fue la Revolución Industrial la que generó una nueva organización social y fami­liar, y descubrió la capacidad productiva de una infancia que sufrió el acceso pre­maturo al trabajo en fábricas, minas, etc., lugares donde trabajaban los niños hasta catorce horas diarias, y a cambio de un mísero sueldo. Una idea de la situación de la infancia en la época nos la da el he­cho de que la primera intervención legal en favor de una niña, maltratada de for­ma sistemática por sus padres, se produ­jera en el año 1874 en los Estados Uni­dos. Al no existir ninguna Sociedad Pro­tectora de Niños, fue la Sociedad Ameri­cana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales la que tuvo que salir en defensa de esta menor, basando su denuncia en que la niña pertenecía al reino animal.
Por los importantes avances que en nuestro siglo se han realizado en el cam­po de la infancia, al siglo XX se le ha de­nominado el Siglo de la Infancia. El de­sarrollo legislativo, asistencial y educati­vo que se ha producido ha generado un sistema de protección infantil hasta aho­ra desconocido, que ha supuesto una importante elevación en la calidad de vi­da de la infancia en general y de la más desasistida en particular.
Sin embargo, aun considerando lo an­terior, deben producirse muchos cam­bios en la consideración actual de la in­fancia. Cambios que sólo serán posibles si se dan otros en nuestra compleja so­ciedad. Si esto no ocurre, el desigual re­parto de la riqueza económica y cultural seguirá generando infancias descarria­das, segregadas, estigmatizadas, inadap­tadas y todas, en última instancia, conti­nuarán siendo objeto del egoísmo y del maltrato de los adultos.
 
Educación y «Derechos del Niño»
El 50 Aniversario de los Derechos Huma­nos que celebramos este año es una bue­na oportunidad para reflexionar el tema de los malos tratos y de los trabajos a los que están sometidos los niños. Nos limi­tamos aquí a proponer una sencilla di­námica de trabajo sobre el análisis prece­dente. Para tratar con mayor amplitud la cuestión remitimos a dos libros prácti­cos: J. TUVILLA, Educar en los Derechos Hu­manos (Ed. CCS, Madrid 1993) y CENTRO «NUEVO MODELO DE DESARROLLO», Sobre la piel de los niños. Su explotación y nues­tras complicidades (Ed. Acción Cultural Cristiana, Madrid 1995).
 
 
UNA DINÁMICA PARA LA REFLEXIÓN Y EL COMPROMISO
 
Con el objetivo de tomar conciencia de los graves problemas que afectan a los niños y sensibi­lizar para intervenir conforme a nuestras posibilidades en este tema, se puede organizar con gru­pos, con la clase, etc., la siguiente dinámica sobre «Derechos del Niño».
 
Materiales
Información sobre la situación de los niños en el mundo (para recoger datos, además de prensa, TV, etc., bastaría con los libros apuntados).
 
 Desarrollo
Se divide el grupo en dos subgrupos que representarán respectivamente a ONGs y a distintos países. Cada subgrupo prepara su trabajo respectivo con la información: Identidad y trabajo, en el caso de las ONGs; naciones y problemas de los niños en ellas, en el de los países. A continua­ción el grupo de las naciones presenta al de las ONGS los problemas fundamentales que sufren los niños en ellas (explotación en trabajos duros, malos tratos, etc.). Por último, el grupo de las ONGS plantea su proyecto de «Derechos de los Niños» y todos estudian cómo hacer en concreto para que se cumplan.
 
Conclusión
 
Se puede redactar una declaración-síntesis para enviar a la prensa, a UNICEF, etc. Sería conve­niente plantear algún tipo de compromiso para contribuir a que ningún niño sea maltratado o explotado.