Manos que abrazan la cruz

1 marzo 2006

Cuaresma 2006

Oscar Alonso
 
Agradecidos, ilusionados y necesitados comenzamos este tiempo cuaresmal. Agradecidos porque se nos ofrece una nueva oportunidad para crecer, para entrar en nosotros, para discernir al pie de la cruz cómo estamos y qué tipo de discípulos enviados somos. Ilusionados porque siempre que nos ponemos en camino o que iniciamos una nueva etapa, nos cargamos de esperanzas y miramos al horizonte con nuevos ojos y muchos retos. Necesitados porque nos reconocemos inacabados, con demasiadas parcelas de nuestra vida que aun requieren mucha conversión; necesitados de perdón y de mucha misericordia. Así iniciamos esta Cuaresma en la que os proponemos vivir, trabajar, orar y celebrar bajo el lema “Manos que abrazan la cruz”.
 
Y quien dice manos, dice vidas, opciones, decisiones, personas, familias, comunidades… que abrazan la cruz. Abrazar la cruz ¡suena tan bien! Pero ¿qué significa realmente? ¿Es un eufemismo? ¿Es una metáfora? ¿O es un estilo de vida, una respuesta concreta y radical a una llamada personal y liberadora, una opción en la que nos reconocemos y nos reconocen apasionados por la vida y la esperanza de todos, especialmente por los más necesitados?
 
Abrazar significa “ceñir con los brazos, estrechar entre los brazos en señal de cariño”, pero también significa “tomar uno a su cargo alguna cosa: admitir, aceptar, seguir”. Y este es precisamente el significado que encierra el lema bajo el que queremos caminar durante esta Cuaresma.
 
Abrazar la cruz significa realizar un ejercicio que parte de la renuncia, de la desapropiación y que culmina en el abrazo. La penitencia, el ayuno y la oración a los que somos invitados en este camino son mediaciones irrenunciables para poder realizar este ejercicio de renunciar a… para abrazar la cruz.
 
Ojalá la oración y la celebración en esta Cuaresma nos ayude a seguir descubriendo cuál es el camino que nos lleva a la Vida y que sigue pasando irremediablemente por la cruz, por la cruz de Cristo y por la de todos aquellos que todavía hoy son crucificados en nuestro mundo. Que este camino de penitencia, de ayuno y de oración, sea un camino de pasión, de conversión personal y comunitaria y de abrazo al misterio de la cruz. Ojalá nuestras manos, con la ayuda del Espíritu, se liberen de todo aquello que nos ata, nos esclaviza, nos hace enemigos y así abracen la cruz, fuente de Vida y Esperanza para todos.
 
Metodología catequética para esta Cuaresma
 
Ya hemos propuesto en las líneas anteriores un posible itinerario para esta Cuaresma: bajo el lema “Manos que abrazan la cruz” queremos realizar el ejercicio que parte de la renuncia, de la liberación, de la conversión, de la desapropiación (cada uno de todo aquello que le impide ser fiel a Cristo y a su estilo de vida) y que culmina en el abrazo apasionado a la cruz, en la que Cristo asume y transforma todo dolor, toda soledad, todo sufrimiento, todo vacío, todo pecado… en Vida Nueva.
 
Como el objetivo de este itinerario cuaresmal es el de abrazar la cruz, la frase que puede presidir la dinámica dominical que acompañe al mural, puede ser “Para abrazar la cruz…”. Creemos que es una expresión más sugerente y que da más juego, la cual se irá completando con las indicaciones que la Palabra de Dios nos ofrece cada domingo (en concreto, con los cinco evangelios del ciclo B).
 
Así, la catequesis que proponemos es que para poder abrazar la cruz debemos renunciar a algunas cosas (actividades, personas, proyectos, pobrezas…) y ejercitarnos en algunas actitudes básicas que favorecen el abrazo, es decir, que nos hacen admitir, aceptar y seguir a Cristo “pobre y crucificado”.
 
Por ello, las cinco actitudes que proponemos para abrazar la cruz… son::

desierto (Mc 1, 12-15),

discernimiento (Mc 9, 2-10),

coherencia (Jn 2, 13-25),

fe (Jn 3, 14-21)

seguimiento (Jn 12, 20-33).

 

La Cuaresma es el tiempo de preparación y conversión en el que caminamos hacia la Pascua. Pero sabemos que la Pascua pasa obligatoriamente por la Pasión, por la cruz. Por ello esta Cuaresma, con nuestra mirada (ojos), nuestras acciones (manos) y el corazón dirigidos a la Pascua, queremos trabajar, orar, celebrar… vivir y descubrir qué nos pide la Palabra de Dios para poder abrazar la cruz que, en  y por Jesús, es símbolo de liberación, de Vida y Esperanza para todos. Caminamos hacia la cruz porque en ella el Crucificado, por la pasión más sincera, más universal y más plena, se nos manifiesta como el Resucitado que nos da la Vida. Para poder abrazar la cruz se nos recomiendadesierto,discernimiento,coherencia, fe yseguimiento. Sólo así podremos reconocernos necesitados de conversión, de renuncia, de liberación y posibilitados para estrechar entre nuestras manos la cruz del Resucitado. Buen camino cuaresmal.