MANTENER VIVA LA ESPERANZA

1 octubre 2002

«Dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones,
siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida
razón de vuestra esperanza.
Pero hacedlo con dulzura y respeto».
(1Pe 3, 15-16).
 
 
 
 
 
 

En la senda del Concilio Vaticano II

 
Misión Joven «unida en el tiempo al desarrollo del Vaticano II, persigue mantener las esperanzas iluminadas por el Concilio que orienta la mirada hacia el hombre y sus necesidades más profundas. En esta perspectiva, Misión Joven hoy entiende situarse en la sensibilidad contenida en la llamada nueva evangelización: los nuevos tiempos exigen una nueva síntesis entre evangelio y vida, cuya ruptura representa el «drama de nuestro tiempo»(EN 20). Son palabras de la carta de identidad de Misión Joven.
 
En nombre propio y de todos los miembros del Consejo de Redacción, me parece obligado reconocer el esfuerzo que, a lo largo de los doce últimos años, ha realizado José Luis Moral por hacer efectivo el reto que la carta de Identidad de Misión Joven plantea a la revista. Misión Joven ayuda cada día a no pocos educadores y agentes de pastoral a acercarse a los límites lejanos en los que viven los jóvenes, muchos de ellos ajenos a la Iglesia, a la persona de Jesucristo y al rico depósito de valores humanos que el Evangelio encierra. Con talante crítico y audaz creatividad, se ha querido ofrecer a todos los educadores cristianos una herramienta generadora de una praxis pastoral que provoque el encuentro entre el Dios que se nos revela en la humanidad de Jesucristo y los jóvenes.
 
 
Nuestro mejor homenaje a José Luis no puede ser otro que mantener viva la llama del trabajo emprendido. Animar permanentemente el talante misionero y educativo de la revista que nos facilite el reto de dar razón de nuestra esperanza a todos los que nos la pidan. Son tiempos confusos los nuestros. Para muchos, quizá, también tiempos oscuros. Y sin embargo, el gozo de sabernos amados gratuitamente por Dios nos hace estar alegres y contemplar con optimismo la realidad en la que estamos insertos. Vivimos bajo el signo de la Encarnación: mirar a Dios desde el mundo y sus problemas; mirar a los hombres y cuanto hacen y son con los ojos benevolentes y misericordiosos del Padre. Si amamos a los jóvenes, si amamos a la Iglesia… alentemos la esperanza.
 
Los retos de un mundo en cambio
 
Ha pasado un año del terrible atentado del 11 de septiembre. El hundimiento de las Torres Gemelas supuso al mismo tiempo el hundimiento del viejo orden internacional nacido de la Guerra Fría. Vivimos en un mundo nuevo que está emergiendo y que, sin lugar a dudas, marca un nuevo modo y unas nuevas insistencias en la labor educativa y evangelizadora: las luces y sombras de la globalización, el poder de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, la pobreza y la desigualdad crecientes en el mundo, el desafío ecológico, las amenazas a la democracia en forma de terrorismo, fundamentalismos religiosos, ideologías intolerantes etc. ¿Cómo educar y evangelizar al margen de los efectos que todo esto conlleva en la personalidad de los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro entorno? Sin duda Misión Joven deberá seguir siendo sensible a este nuevo marco general de la reflexión pastoral. No podemos amarrarnos a esquemas caducos, a criterios y pautas trasnochadas y estériles. Con verdadero coraje evangélico debemos arriesgar, –como hicieron muchos santos y santas a lo largo de la historia de la Iglesia– y encarar el futuro desde moldes e insistencias nuevos.
 
 
 
El deporte: plataforma educativa
 
Ofrecemos en el presente número de octubre una reflexión sobre la virtud educativa del deporte. Reducido a puro espectáculo y a mercancía, quedan desdibujados los diferentes elementos que hacen del deporte una auténtica «escuela de humanidad». A este respecto decía hace ya unos años Juan Pablo II: «Se trata de una valoración altamente positiva, a causa de la cooperación que tales disciplinas aportan para una formación humana integral. En efecto, la actividad atlética, realizada según justo criterios tiende a desarrollar en el organismo fuerza, agilidad, resistencia y armonía de ademanes, y favorece al mismo tiempo el crecimiento de las mismas energías interiores, convirtiéndose en escuela de lealtad, de coraje, de conformidad, de decisión, de hermandad. […] Manifiesto el deseo de que sean cada vez más numerosos los que, templando el cuerpo y el espíritu en las severas normas de las diversas disciplinas deportivas, se esfuercen por conseguir la madurez humana necesaria para medirse con las pruebas de la vida, aprendiendo a afrontar las dificultades cotidianas con valentía y a superarlas victoriosamente». Es ciertamente mucho lo que perdemos si dejamos que el deporte quede reducido a pura competición, a mera búsqueda del éxito por el éxito o, lo que es peor, a una sed desproporcionada y escandalosa de beneficios.
 
 
Se hace camino al andar
 
Misión Joven nació como un servicio de animación educativo-pastoral que los Salesianos hacían a la Iglesia y a la Sociedad españolas. Desde el año 1961 hasta hoy hemos venido acrisolando y perfeccionando dicho servicio. Esa ha sido la constante de todas las personas que han estado al frente de la revista a lo largo de estos años. Así queremos seguir. Esa, y no otra, es mi intención y la de todo el Consejo de Redacción. Que Dios nos ayude a seguir fielmente el camino emprendido.
 
 
 
                                                           Manuel Cantalapiedra Sánchez
                                                           directormj@misionjoven.org