Amigo, veinticuatro horas tiene un día y, me imagino, que tú como tantos otros entre los que me incluyo yo, necesitaríamos de alguna hora más… Jugamos el partido de la vida a tiempo corrido, sin pensar, y claro… ¡las buenas jugadas brillan por su ausencia!
Te invito a que a partir de hoy hagas, al menos 10 tiempos muertos a lo largo del día. Cada tiempo muerto de un minuto… ¿te atreves?… Pues apunta:
- Piensa en algo bonito que te haya ocurrido últimamente.
- En tu trabajo, en tu colegio, acércate a alguien con el que no hayas hablado nunca o muy poco, y pregúntale simplemente qué tal está.
- Manda un mensaje de ánimo, de alegría, de amistad… a alguien que guardaste en la agenda del móvil por compromiso o por interés y que tenías pensado borrar de la memoria.
- Descubre “algo bueno” en esa persona para la que siempre tienes pensamientos negativos.
- Abre la Biblia por algún evangelio, escoge al azar dos o tres versículos, y piensa qué es lo que Dios quiere hoy de ti.
- Sonríe… sí, sonríe, aunque no tengas motivos, sonríe sin pensar en absoluto, ¡sonríe y punto!
- Quédate mirando a un niño, presta mucha atención a todo lo que hace: sus gestos, sus palabras, su mirada…
- Repite varias veces y en voz baja lo pletórico que estás hoy, porque Dios te quiere con toda su alma.
- Echa una parrafada con Jesús, de lo que sea, del trabajo, de la novia, del mendigo de la esquina o del último grano que te ha salido esta mañana.
- Simplemente cierra los ojos y haz silencio en tu vida.
Ya ves, amigo, que no hay que tener un bagaje cultural impresionante o una preparación intelectual descomunal para llevar a cabo estos tiempos muertos… Sólo hace falta un poco de tiempo… ¡Ánimo! Verás cómo las jugadas que hagas después de cada tiempo muerto ganan muchos enteros.
José María Escudero