María, camino del Evangelio

1 mayo 1999

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MARÍA, UNA «BUENA NOTICIA»

 
Los materiales que siguen están pensados para la celebración de una «vigilia mariana de oración». No obstante, con las debidas adaptaciones —tomados en su conjunto o por partes—, pueden utilizarse para diversos momentos de oración, para reflexionar con María, para un retiro, cursillo de formación, etc. El mensaje central es sencillo: mediante una serie de textos, escenificaciones y símbolos, se describe la presencia discreta de María en el Evangelio junto a Jesús y los discípulos. Presencia que nos invita a dar un «sí» como ella: un «sí» a la presencia del Resucitado y a la esperanza del Reino del amor. Evidentemente, el guión que presentamos puede ser modificado, complementado y, de este modo, servir como catequesis o para los encuentros de grupos de adolescentes y jóvenes. En cualquier caso, debe existir una preparación específica anterior al encuentro mariano propiamente dicho[1].
 
 
 
 

  1. Preparación

 
Como en cualquier celebración, es fundamental cuidar todos los detalles y preparar con esmero la decoración, los materiales que se necesitan, la música, las intervenciones, etc. Citamos, al respecto, algunos datos a tener en cuenta:
Participantes
Un total de 13 personas tienen que intervenir directamente: un Narrador, cinco personas que representan al Pueblo (P) otras cinco a la Muchedumbre (M) y dos lectores (L).
Materiales
Rollo de papel blanco, ovillo de hilo bramante y clips (u otro sistema para fijar la pantalla y las imágenes-silueta de María, alambre, listones de madera, 2 sprays de pintura (roja y azul), 5 túnicas amplias (blancas y amarillas, de tela o papel, y diseñadas conforme a lo indicado en el dibujo 1), una cruz hecha con dos planchas de madera, tela blanca y 5 dibujos-silueta o frescos (en tela o papel —cf. dibujos 6 y 7—), cántaro o botijo, cuenco de barro, cartulinas, periódicos, cintas de tela. Los dibujos que aparecen más adelante —o, en su caso, cada una de las escenas de la celebración— permiten concretar cómo se utilizan los materiales citados.
Redacción de las intervenciones
Tanto las intervenciones del Pueblo como las de la Muchedumbre han de prepararse previamente. En el caso primero, se trata de expresar, en una o dos frases, lo que resulta insoportable o inconcebible en la familia, la sociedad, la religión, la ciencia, la moral…, pero de un modo personal, según la historia y experiencia de quienes participan (una o dos frases por cada tema; por ejemplo y respecto a la familia: Hay niños que sufren malos tratos. Lo saben los vecinos, pero callan. ¿Por qué? ¿Por miedo o inconsciencia?).
En las intervenciones de la Muchedumbre hay que explicar, en una o dos frases, un hecho de actualidad donde se vea que la vida es más fuerte que la muerte o que la fe y la esperanza son capaces de mover montañas (por ejemplo: Tras el incendio de una casa se moviliza todo un pueblo. Los niños acogen en su casa a los amigos que han sido víctimas de la tragedia).
Esquema de los dibujos
         (El resto de los dibujos está colocado a lo largo del artículo. Los cuadriculados son proporcionales a las siluetas con la imagen de María).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

  1. Desarrollo

 
Al comenzar la celebración, la escena está vacía. Una pantalla de papel blanco, colgada de una cuerda o alambre que va de parte a parte del fondo del presbiterio o de la sala, etc. Bien visible. Todos los participantes están en su sitio correspondiente: la Muchedumbre  al fondo de la asamblea; el Pueblo al fondo de la escena y los Lectores sentados en primera fila.
 
 
Cuadro 1º
 
María pertenecía a un pueblo que, desde el comienzo de la historia humana, había puesto su confianza en Dios. María conocía la realidad de este pueblo: su pobreza y su debilidad. María iba caminando con el Pueblo de Dios.
 
Canción: «Santa María del Camino»
         (Mientras se canta, los 5 del Pueblo, uno tras otro, escriben en la pantalla de papel, como si fuera una tapia, las siguientes palabras: Maravilla, Amar, Reino, Infinito, Evangelio. Una vez escrita la palabra, cada uno de ellos se coloca en actitud de oración en diferentes puntos de la escena).
 
Narrador
De esta mujer apenas se ha hablado. Ella se eclipsa para que su Hijo pueda realizar plenamente la misión que el Padre le ha confiado. Una mujer judía, la primera que descubrió la salvación eterna que Dios ofrece a la tierra. Una mujer que cantó las maravillas de Dios, al que amaba de todo corazón, que creía en la llegada de un reino de justicia y de paz, que sabía valorar la infinita bondad de Dios. Una mujer que mira al mundo con ternura y protege siempre a los hombres.
 
Escena
– M 1(Vestido con la túnica correspondiente —cf. dibujo 1—, se levanta y, desde su sitio, repite dos o tres veces) ¡Yo soy la familia! (va al centro de la escena y se coloca con los brazos abiertos detrás de P 1).
– L 1(Nada más terminar de hablar M 1) Prepárate para acoger al hijo de Dios, pues viene a tu casa. Gracias a la familia, todos los hombres y mujeres participan en la maravillosa aventura de la creación. Dios es la vida, ¡no lo olvidéis nunca!
– P 1 (Se levanta y lee la intervención previamente preparada. Mientras se entona el estribillo —Ven con nosotros al caminar, Santa María, ven— u otro a elegir, va hasta la pantalla y repasa con un color diferente la letra M de «maravilla». Se sienta de espaldas a la asamblea, cerca de la cruz. M 1 va a colocarse igualmente, de pie y vuelto de espaldas, al fondo de la escena. Mientras siguen las intervenciones, cada uno de los miembros de P y M se colocan del mismo modo; de tal forma que al acabar la escena, el Pueblo se encuentra sentado en círculo junto a la cruz —todavía tumbada en el suelo— y la Muchedumbre esté reunida de pie al fondo).
– M 2(Con su túnica y mismo proceso que M 1) ¡Yo soy la sociedad!
– L 2: Acércate y asume tus responsabilidades. En tus manos está la justicia y la paz. El Hijo de Dios ha venido a recordarnos que cada uno de los seres humanos es amado por Dios. Dios es amor, ¡no lo olvides nunca!
– P 2 (Intervención previamente prepara. Todo como escena previa).
– M 3(Idem.) ¡Yo soy la religión!
– L 1: Te necesitamos para discernir las señales que Dios nos envía. Y si no posees toda la verdad, ayúdanos a acercarnos al Reino de los cielos. Dios nos hace libres, ¡no lo olvides nunca!
– P 3(Idem. Intervención previamente prepara).
– M 4: ¡Yo soy la ciencia!
– L 2: Enséñanos el cómo y el porqué de las cosas, honradamente, con modestia. Mañana ya no será hoy, y todo volverá a comenzar de nuevo, y así hasta el infinito. Dios es la fuente del conocimiento, ¡no lo olvides nunca!
– P 4 (Intervención preparada).
– M 5: ¡Yo soy la moral!
– L 1: Guíanos hacia lo esencial, pero sin sermones. Muéstranos, a través del Evangelio, cómo debemos aceptar al otro como hermano sin tirarle una piedra. Nuestro Dios es el Dios del perdón, ¡no lo olvides nunca!
– Canción: «Santa María de la Esperanza».
 
 
Cuadro 2º
 
María comprendió que en las acciones y las palabras de su hijo se expresaba la voluntad de Dios. Cuando todo empezaba, allá en Caná, María ya sabía que todo estaba en las manos de Dios. Sus designios no se hallan limitados por el espacio y el tiempo de los hombres.
 
Narrador
María encuentra en el templo a su hijo. El niño tiene ya 12 años. Tres días ha pasado buscándole. Tres días de angustia, como si esos tres primeros días de ausencia fuesen una imagen de los tres últimos, los que separan la cruz de la tumba vacía. Tres días buscando a Dios. Tres días que son como un instante de nuestra vida.
 
Canción: «Oh, Dios, por qué nos has abandonado»
         (Mientras se canta, los Lectores enrollan lentamente la pantalla de papel en alambre dándole la forma de cruz —cf. dibujo 2—. Mientras, se van sucediendo lecturas, etc.; la Muchedumbre cae en la cuenta de esta cruz. Un lector la lleva a mitad de escena. El grupo M abandona precipitadamente la escena y va hacia el fondo de la asamblea. El Pueblo, por su parte, pone en pie la cruz de madera —cf. dibujo 3—).
 
Escena
– L 1: Ya era el día de la Pascua, Señor.
Un día feliz, de fiesta y amor.
Tres días buscando, que fueron
tres días de ausencia, tres días de miedo.
Y, sin embargo, Señor allí estabas
hablando en el templo del Padre, en su casa.
Todo comenzará, Señor, tendrá una hora,
llegará ese momento, el tiempo y la hora.
María lo sabe, María lo calla, Señor.
María lo sabe y lo guarda en su corazón.
(Coge la cruz de papel a L 2 y empieza a caminar por el pasillo central, hasta el fondo de la asamblea. Mientras tanto, se canta el estribillo —Oh, Dios, por qué nos has abandonado— u otro. Dos miembros de P, de pie ante la cruz de madera ya levantada, despliegan un mantel blanco sosteniéndolo con palos o listones, simulando una mesa cubierta —cf. dibujos 3 y 4—).
– L 2(Música de fondo. L 1 vuelve desde el fondo con un cántaro y un cuenco y pasa junto al grupo P dándoles de beber a todos. Y desaparece). L 2 lee el texto de las bodas de Caná: Jn 2,1-11a.
– Canción: «Yo cantaré al Señor un himno grande»
(Mientras se canta, los miembros de P colocan los 5 siluetas-imágenes de María, hechas en tela como frescos o con papel, sobre la pantalla de papel; después se unen al grupo M, en el fondo de la asamblea —cf. dibujos 6 y 7—).
 
 
 
Cuadro 3º
 
María, siempre discreta, seguía a su hijo a lo largo de su vida pública. Por los caminos de Galilea se fue alimentando con su Palabra. Pero hay que esperar hasta el final del Evangelio, en la Pasión, para volver a encontrar a María junto a Jesús.
 
Narrador
El signo de Caná inauguraba la misión de Cristo. María lo había provocado. Ella, vuelta hacia su hijo, le había dicho: «No tienen vino». No debemos pedir a María que constantemente responda a lo que necesitamos. Confiémosle nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros interrogantes, nuestros proyectos, todo lo que nos preocupa. Siempre se volverá hacia Cristo para decirle, una vez más: «Te están necesitando».
 
Canción: «Quiero decir que sí»
         (L 2 viene desde el fondo y, mientras se canta, coloca los carteles encima de cada una de las imágenes de María —cf. dibujo 6—; luego va al medio de la asamblea, en el pasillo central, y se vuelve mirando a la cruz. Al acabar la canción, todos los participantes atraviesan rápidamente por la asamblea. Llevan periódicos abiertos. Los del grupo M se han quitado las túnicas. Todos suben a escena y se ponen cara a la asamblea, con los periódicos abiertos, formando una especie de muro de papel).
 
Escena
         (Cada uno de los M van leyendo las intervenciones que han preparado previamente y vuelven a su sitio en el muro de papel).
 
– Canción: «Salve»
(Todos dejan los periódicos en el suelo formando una especie de camino que va desde el pie de la cruz hasta L 2, que está en el pasillo central. Se sientan después al pie de la cruz —cf. dibujo 6—).
– L 1(Mientras lee el texto, L 2, de pie en el pasillo, va caminando por el camino de papel hasta el pie de la cruz. Deposita el mantel blanco como un sudario sobre los brazos de la cruz, como signo de resurrección).
¿Cuántos sabios y profetas mataréis,
a cuántos crucificaréis?
¿Quién tomará su cruz?
¿Quién seguirá sus pasos?
No dejéis que la cruz de Cristo se reduzca a la nada,
aunque el lenguaje de la cruz sea locura.
El escándalo de la cruz no ha hecho más que empezar.
La salvación nos viene de un crucificado.
Obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz,
Cristo, en todo semejante a los hombres, entra en su gloria.
– Todos: «Está vivo, está vivo…» (Lo proclaman como un rumor que se va alzando lentamente; todos los participantes repiten con voz cada vez más fuerte la frase «Está vivo…» Unos cuantos se levantan y, gritando siempre la misma frase, se dirigen precipitadamente hacia el fondo de la asamblea. Les siguen otros y luego otros, hasta que todo el grupo haya dejado el sitio que ocupaba, detrás de la cruz, y se haya unido a la asamblea para gritar a todo el mundo esta buena noticia: Él está vivo).
– Canción: «Resucitó».
 
 
Cuadro 4º
 
María, en la anunciación, mediante su «sí» a Dios, nos ha dado el más bello ejemplo de fe. La resurrección de Cristo, epicentro de nuestro credo, reclama también hoy de nosotros el mismo «sí» que pronunció María.
 
Narrador
María dijo «sí» para que ese abriera la página primera del Evangelio. Y sigue diciendo «sí» para que la última página vuelva a ser la primera y, de esta manera, nunca pueda cerrarse el libro. Por eso la Iglesia, nuestra Iglesia, hunde sus raíces en el «sí» de María, en el «sí» de esta mujer, humilde sierva que escuchó y cumplió la llamada de Dios. ¿Hay un acto de fe más hermoso que el reconocer en su hijo al Dios que viene a salvar a todos los hombres sin excepción? Su «sí», con mayor motivo, nos invita a nosotros a proclamar de nuevo nuestra fe en Jesucristo resucitado, salvador de toda la humanidad.
 
Escena
– L 1(Va diciendo cada una de las frases y todos los participantes contestan «sí, quiero» a cada una de ellas. Se van levantando progresivamente y se dispersan por los pasillos de la asamblea. Se puede invitar a ésta a contestar también con el «sí»).
—¿Quieres escuchar esta Palabra que viene de lejos y te dice: «Dios está con nosotros»? —«Sí, quiero».
—¿Quieres emprender el camino del desierto y atravesar la oscuridad, hasta el amanecer, alabando al Dios de la eternidad? —«Sí, quiero».
—¿Quieres responder a esa llamada que resuena dentro de ti con estas tres palabras: «Ven y sígueme»? —«Sí, quiero».
—¿Quieres tender tus manos sencillamente hacia Dios diciendo: «Padre nuestro»? —«Sí, quiero».
—¿Quieres anunciar, a quien quiera escucharte, que el Reino de los cielos está cerca, y saludar a tus hermanos con la frase que Dios nos dejó: «La paz esté con vosotros»? —«Sí, quiero».
—¿Quieres servir a la justicia y a la paz y mirar al mundo con pasión y ternura, recordando que «el mayor en el Reino es quien conserva un corazón de niño»? —«Sí, quiero».
 
– Canción: «Magníficat»
(Uno a uno, todos los participantes van a colgar las cintas del centro de la cruz —cf. dibujo 6—. Se sientan en semicírculo ante ella, de modo que el conjunto de las cintas forme un abanico desde el centro de la cruz hasta el suelo).
– L 1: Tú, Cristo, vives y caminas en medio de tu pueblo.
Tú, Cristo, vives y tus palabras levantan del suelo a los pobres,
a los desgraciados, a quienes no tienen voz.
Tú, Cristo, estás vivo, la tumba está vacía,
y me llamas para que sea testigo de esta Buena Noticia.
Tú, Cristo, estás vivo. El futuro es posible.
Tú, Cristo, estás vivo. Nosotros, en tu nombre, construimos tu Iglesia.
(Vuelve a cantarse el Magníficat. L 1 desengancha de un golpe todas las cintas y, muy despacio, se dirige al fondo de la asamblea cogiendo una de ellas por la punta con el brazo extendido. Seguidamente, y uno tras otro, los demás participantes atan las cintas unas a otras por las puntas y van siguiendo a L 1 hasta el fondo, en una especie de danza ralentizada. Al acabar la canción, las cintas, llevadas por los participantes, parten desde la cruz y atraviesan el pasillo central).
 
 
Cuadro 5º
 
María es el hilo que une la tierra con la cruz, el lazo de unión entre los hombres y Cristo, el camino que desborda la maravillosa historia de esta mujer, convertida por toda la eternidad en Madre de Dios y Madre de los hombres.
 
Narrador
(En el fondo de la asamblea, L 1 ata el extremo del conjunto de cintas, unidas entre sí, a un mundo simbolizado por diversos círculos encajados uno u otro —cf. dibujo 5—). María está también allí, por última vez, con los primeros testigos de la resurrección, que ignoran lo que va a suceder. ¿Qué se puede esperar hoy… o mañana…? María, sin decir una palabra, los mira, y su mirada es ya la respuesta a sus preguntas. Jesús ha resucitado, pero aún no se ha ido. No es de este lugar, pero todavía está aquí. ¡Escuchad cómo sus palabras hablan en el silencio! ¡Mirad y veréis lo invisible! Tocad si lo dudáis. Tocad para percibir lo esencial y comprender lo incomprensible. Eso es la fe. Es hora de marchar. Recoged las redes, convertíos en pescadores de hombres. Anunciad al mundo entero las maravillas de Dios.
 
Escena final
– CanciónMadre de los creyentes – Alabo tu bondad…
(Mientras se canta, el globo que simboliza a la tierra y los participantes avanzan hacia la cruz. Uno a uno, vuelven a tomar en sus manos las cintas).
– L 1: ¿Te sientes perdido? ¿No sabes adónde ir? ¿Buscas a Dios? Acércate a los hermanos y, con María, encontrarás al Señor.
– L 2: Y María guardaba todas estas cosas en su corazón.
– L 1: ¿Querrías que tu fe fuese algo más concreto, más palpable, un milagro para poder creer con más facilidad? Invítate a Caná, María te está esperando. Y allí, donde el Señor hizo un  signo, te dará la señal.
– L 2: Haced lo que él os diga.
– L 1: ¿Piensas que no es fácil entrar en la dinámica de la resurrección, que es algo muy oscuro? ¿Por qué hay que morir para vivir?
– L 2: Aquí tienes a tu hijo, aquí tienes a tu madre.
– L 1: ¿Te preguntas si de verdad Dios te habla? Pues calla y escúchale en lo más profundo de ti mismo. María dijo sí… ¿Y tú?
– L 2: Que se haga según tu palabra.
– L 1: ¿Te falta convicción para proclamar tu fe? Pídele a Dios que te envíe su Espíritu. María lo esperaba y, desde entonces, él nos acompaña para que vayamos construyendo cada día la Iglesia.
– L 2: María estaba allí con ellos y para siempre.
– Canción final: «Ave María» (despedida, conclusiones…).
 
 
[1] Adaptamos líbremente la celebración ideada por J. Lambert y un grupo de cursillistas de las Universidades de Verano de Scouts de Francia, tal como aparece en el libro: Celebraciones de la fe, Ed. Sal Terrae, Santander 1998, 7-23. Las ilustraciones son de Betchy y Patrick Royer.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]