Mochilas

1 octubre 2011

Pasados los días de apoteosis, entusiasmo y desmesura, toca ahora invertir creatividad y energías en aprovechar eclesialmente lo vivido en la JMJ. 4Usando la imagen de la mochila que se repartió a los jóvenes, empezaría por sacar de ella el evangelio de Mateo y pensar estrategias para conocer a Jesús e irse haciendo “adictos a la Palabra” y lectionautas si se tercia.

  • Y leer despacio los discursos del papa, que son una joya.
  • Dialogaría también sobre lo que vivieron en el vía crucis, usando los textos de cada estación e invitando a recorrer sus calles cotidianas, atentos a descubrir las cruces más o menos visibles con las que carga la gente. Contemplarlos con más atención aún que a las imágenes que desfilaron y no olvidar la recomendación del pape: “No paséis de largo ante el sufrimiento”.
  • Si se confesaron en el Retiro, comentar qué les ha dejado la experiencia y recordar que, además de laconfesión individual, existe también la celebración comunitaria, y preparar una, por ejemplo en Adviento.
  • En la Vigilia, el momento de la adoración de la Eucaristía y el silencio que la rodeó fueron sobrecogedores: preguntarnos con los jóvenes cómo prolongar ese movimiento de adoración para que, de tanto mirar a Jesús, nos entre el deseo de vivir como él una vida “expuesta”.
  • Porque su Presencia, tan accesible y disponible, en la simplicidad del pan, contagia su pasión por el derecho del ser humano al pan y a la vida. Ocasión oportuna para sensibilizar hacia la hambruna de Somalia, avergonzarnos de que esté ocurriendo algo así e indignarnos por las desigualdades remediables del mundo. Ese mundo al que hay que anunciar el Evangelio usando los mismos medios que usó Jesús, el de “corazón manso y humilde”, como rezaba la oración final de la Vigilia.
  • Reflexionar sobre la diferencia entre “no avergonzarse de confesar la fe” y “ser arrogante”. Ver algún vídeo de enfrentamientos en Sol y escuchar el testimonio de católicos que en esos días reconocían estar “en el kilómetro 0”, a la vez “manifestantes” y “peregrinos”. No se sentían “del Papa”, pero sí miembros de la misma Iglesia: tratar de entender las razones de cada grupo.
  • Y puestos a ensanchar el corazón, alegrarnos de las “muchas habitaciones” de la casa del Padre y de que haya espacio en ella para los que añoramos otros modos de presencia eclesial y también para otros muchos, aunque estén lejos: desde los jóvenes sirios que luchan por su libertad a los de los barrios de Londres a quienes la pobreza y la violencia han vuelto violentos. Aunque no lleven mochila.

Dolores Aleixandre

Vida Nueva 3-9.9.2011, 20-21

Para hacer

“Toca ahora invertir creatividad y energías en aprovechar eclesialmente lo vivido en la JMJ”. ¿Cómo podemos hacerlo? Recordamos lo que vimos (los que no estuvieron) o lo que vivimos (quienes participaron directamente). Y aportamos el testimonio personal.

La autora sugiere varias claves de actuación. ¿Cuáles podemos llevar a cabo no0sotros?

¿Y qué otras cosas podemos hacer?

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