Una experiencia formativa de futuro
Antonio Mª Calero
No es fácil trasladar al papel la enorme riqueza que supone, en líneas generales, un “experiencia”. Sobre todo, cuando nos referimos a una experiencia prolongada en el tiempo como es el caso que nos ocupa: el “Movimiento Alianzas” que ha cumplido ya sus veintiocho años de existencia.
El origen de este Movimiento es sumamente sencillo: la dolorosa constatación por parte de un matrimonio (Pepe y Loli) en conversación con un salesiano (Antonio Mª), de los fracasos de tantas parejas que van al matrimonio sin ninguna preparación, como si se tratara de una lotería. Nos animó, además, la persuasión de que si para todo lo importante en la vida hay que prepararse seria y responsablemente (basta pensar en el número de años requeridos para ser médicos, ingenieros, economistas, profesores, etc.), para crecer juntos afrontando de forma definitiva y con garantía una vida en común como esposo y esposa, y como padres –primeros y principales educadores de los hijos-, es absolutamente necesario prepararse con no menor seriedad y responsabilidad. Pensamos por ello que el período del noviazgo es precisamente el apto para esa preparación.
A partir de estas ideas, decidimos crear grupos de novios que quisieran realizar una formación específica para la vida en pareja, ofreciéndonos como animadores de los mismos. Con algunas parejas, y no sin vencer algunas dificultades, comenzamos a reunirnos tratando con ellos los temas que ellos mismos sugerían.
- Características fundamentales del proceso formativo
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Humanismo cristiano
Es una formación que tiene como base fundamental el humanismo cristiano: un humanismo que está persuadido de tener unos valores que pueden ser compartidos por personas y parejas que no tengan una fe cristiana explícita y ni siquiera ninguna fe. La experiencia dice, en efecto, que, con demasiada frecuencia, las roturas matrimoniales obedecen –incluso en las parejas cristianas- no a causas que podríamos llamar “de fe” o “sobrenaturales”, sino precisamente al hecho de que los “fundamentos humanos” o no existen o son excesivamente frágiles y superficiales. La experiencia de cada día demuestra que si en la pareja falta el necesario conocimiento hombre-mujer, el diálogo, la comprensión y la aceptación mutua, si no existe un planteamiento compartido y bien orientado del hecho de trabajar los dos fuera de casa, si no se tiene una justa medida de la libertad personal dentro de la pareja, si el enfoque de la sexualidad es reductivo privado de un contexto afectivo serio e integral, si la economía no es rectamente enfocada a la hora de vivir juntos, si la relación de cada uno con la familia del otro es conflictiva, si no se comparten los criterios educativos en relación con los hijos, si no se realiza de forma perseverante y sistemática el esfuerzo de enamorarse el uno al otro, etc., es sumamente difícil que el matrimonio se mantenga en pie, y sobre todo que se mantenga en una actitud sostenida de auténtico crecimiento.
Fundamento cristiano
Esta formación de carácter eminentemente antropológico, encuentra de forma clara y específica en el cuarto año del proceso -voluntario para las parejas cristianas-, un fundamento formalmente cristiano. En todos los temas están presentes, aunque generalmente de forma implícita, los valores cristianos, los criterios evangélicos y las orientaciones doctrinales del Magisterio de la Iglesia. Pero es en el último año en el que esos valores y criterios cristianos aparecen de forma explícita, fundamentando y coronando al mismo tiempo lo mejor que existe en el corazón de la persona. Es el Amor, como aparece realizado en la persona de Jesús, el que da verdadera y definitiva consistencia al pequeño/gran “sí” que pronuncian los esposos cristianos el día que celebran el Sacramento del Matrimonio. Es la Oración la que puede garantizar una auténtica vivencia religiosa en la pareja cristiana. Son los Sacramentos, vividos en familia, los que aseguran el clima educativo cristiano en el que deben crecer los hijos que vayan llegando al hogar.
Programa formativo
Es evidente por lo dicho, que esta formación no puede darse ni en una simple semana, ni menos aún, en un breve “fin de semana”. Esto llevó a sus fundadores a establecer un programa formativo que se desarrolla a lo largo de cuatro años. Hay que confesar que este número –cuatro- asusta y echa para atrás no solo a algunas parejas sino incluso a algunos pastores. Sin embargo, la experiencia realizada tenazmente hasta el día de hoy, dice que los cuatro años pasan rápidamente, que se aprovechan al máximo con una enorme satisfacción de las parejas que realizan el proceso, y que sirven para madurar la opción hecha de emprender y proseguir la realización de un proyecto de vida en común. Tan es así que acaba de nacer, a petición insistente de las propias parejas de casados, el Movimiento “Alianzas” para matrimonios.
- Metodología del Movimiento
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Importante ha sido, desde el primer momento, la metodología seguida en este Movimiento. Es una metodología que ha implicado a los integrantes de cada grupo (formado por un mínimo de cinco parejas y un máximo de siete) de una forma totalmente activa. No solo porque han sido las propias parejas las que han ido sugiriendo los Temas a tratar (según las inquietudes o problemas que traían cuando aceptaban emprender el proceso de formación), sino también y de manera especial, porque el desarrollo de los encuentros es totalmente activo. En nuestros grupos nadie es maestro y nadie es solo discípulo. Todos aprendemos y todos enseñamos en la medida en que compartimos nuestras experiencias positivas o negativas. Con la debida antelación se hace llegar a cada pareja un folio con el tema a tratar en el encuentro siguiente, de forma que tenga tiempo suficiente de dialogarlo. Así se puede decir que al grupo se viene a hacer una ‘puesta en común’: cada uno aporta su propia experiencia, enriqueciendo todos el tema pero sin imponer a nadie los propios criterios o puntos de vista. Es interesante resaltar que en no pocas ocasiones el parecer de la propia pareja no es homogéneo: él piensa una cosa y ella piensa otra.
Los encuentros se realizan una vez al mes, en el día, hora y lugar que cada grupo decide. La duración establecida del encuentro mensual es, en teoría, de una hora aunque la experiencia que tenemos es que se prolonga fácilmente por espacio de dos horas bien colmadas. Estos encuentros son convocados y presididos por matrimonios-guía que, gracias a su experiencia de vida en común (suelen llevar cerca de diez años de casados) aportan su propio testimonio sin hacer de ‘maestros’. Hacen de catalizador para estimular la participación de los presentes y de moderadores para mantener al grupo dentro de las reflexiones pertinentes al Tema evitando fáciles divagaciones.
Un momento clave desde el inicio mismo de nuestra andadura ha sido la celebración de una Convivencia anual de todos los grupos. Esta Convivencia -que tiene lugar alrededor de la Fiesta de Navidad-, tiene varias finalidades. Sirve, ante todo, para que los miembros de los diversos grupos se conozcan entre sí. Sirve para hacerles tomar conciencia de que forman parte de un Movimiento bastante más amplio de lo que pueda suponer el propio grupo: comparten con otras muchas parejas la inquietud de formar un Matrimonio y una Familia que encuentra en la fe cristiana un fundamento mucho más profundo y firme de lo que pudiera ser la mera voluntad humana de vivir en común. Sirve igualmente para compartir la propia experiencia partiendo de un Tema que se ofrece en relación con la vida de familia, presentado por alguna persona particularmente cualificada para el caso. Esta Convivencia se desarrolla en tres momentos: reflexión sobre algún aspecto importante de la vida de la pareja o de la familia, celebración de la Eucaristía, comida compartida seguida de un sencillo concurso de postres y de una familiar rifa de pequeños regalos traídos por cada uno de los presentes. En esta Convivencia -momento verdaderamente gozoso del año- participan no solo las parejas que pertenecen al Movimiento “Alianzas”, sino que se invitan a otras parejas (de novios o de recién casados) a las que pueda guiarles un interés formativo matrimonial o familiar específico.
- Un Movimiento eclesial
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El Movimiento “Alianzas” es, desde el punto de vista eclesial, un Movimiento de laicos. Nació, como queda dicho, de la inquietud de un matrimonio cristiano en contacto con un sacerdote. Por eso desde el principio han sido los propios matrimonios los que han formado el núcleo animador y responsable del Movimiento en general y de cada uno de los grupos formativos. En el año 2001, precisamente en la Fiesta de San Juan Bosco, después de un amplio rodaje, se pusieron por escrito las ideas y orientaciones básicas que conforman la identidad de este itinerario formativo. Publicados en forma de Estatutos, el Movimiento “Alianzas” cuenta con la aprobación del Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla y ha entrado a formar parte de los Movimientos diocesanos de pastoral familiar.
Un dato que puede interesar es el relativo a los “resultados” de nuestra experiencia. Por nuestro Movimiento han pasado no menos de 650 parejas. Que a nosotros nos conste, no han llegado a una docena las parejas que se han divorciado. Es decir, el 98% llevan adelante su compromiso como matrimonio/familia cristiana, y solamente un 2% no han superado las posibles dificultades y problemas familiares que acosan hoy a los cristianos como a los no cristianos. Lo decimos sin triunfalismos sino únicamente para reafirmar la constatación de la que partimos cuando pusimos en marcha esta actividad de Pastoral Familiar. Pero reafirmamos que si no se prepara seria y profundamente la realidad humana y cristiana que es el matrimonio, difícilmente se puede evitar. en la sociedad actual, que la “apasionante aventura” matrimonial termine siendo un doloroso fracaso.
Una pregunta que suelen hacernos es ésta: ¿cómo se dan a conocer ustedes? Hemos andado varios caminos: la radio, la comunicación a las comunidades parroquiales y en particular a los párrocos, presencia en la web del Arzobispado, carteles anunciadores, etc. De todas formas, nuestra experiencia, hoy por hoy, es que el medio por excelencia ha sido y sigue siendo el “boca a boca”. La profunda satisfacción que va produciendo en las parejas el proceso formativo a medida que se va realizando, es el mejor reclamo que tiene el propio Movimiento.
- Promover la pastoral prematrimonial
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Encontramos, por otra parte, una fuerte y dolorosa insensibilidad al tema de la formación prematrimonial. Y no solo por parte de las posibles parejas candidatas, sino incluso en el interior de la propia Iglesia. Nuestra experiencia es que se está mucho más dispuesto a “administrar el sacramento del matrimonio” (aunque sea con un ligerísimo barniz cristiano), que a emprender la no fácil -y por eso apasionante- tarea de convencer a las jóvenes parejas de la necesidad de prepararse responsablemente a emprender el camino de la vida matrimonial y familiar. Hay que confesar abiertamente que esta constatación es absolutamente decepcionante. En la Iglesia se producen documentos y documentos sobre temas relacionados con la familia. Pero la “operatividad pastoral”, la creatividad, la audacia, la perseverancia en trabajar de forma concreta en la formación de familias cristianas es realmente insignificante en comparación con la magnitud del problema como se prospecta de cara al futuro.
A la distancia de cerca de treinta años, es posible resumir lo dicho afirmando lo que escribimos el año 2001 en la presentación de los estatutos: “a lo largo de los años se ha podido ir probando la bondad de unos ritmos de encuentros mensuales, de unos determinados temas de reflexión, de un seguimiento discreto pero eficaz por parte de los matrimonios responsables de los grupos y, muy especialmente, la bondad de una metodología que implica a las parejas, en forma totalmente activa, como primeras y principales responsables de la propia formación”.