Mujer del siglo XXI

1 mayo 2001

LA «IMPORTANCIA» DE MARÍA

 
Tras la introducción que sitúa el significado actual de María, se ofrecen aquí dos sencillos materiales para el mes de mayo: en primer lugar, una celebración para reconocernos y comprometernos como cristianos contemplando a la primera cristiana y seguidora de Jesús y, en segundo lugar, algunos textos y oraciones para entender hoy la devoción a la Virgen y rezar con ella.
 
 

  1. María del siglo XXI

 
¿Sigue siendo importante María para los cristianos del Siglo XXI? Aunque con cierta intención retórica, la pregunta no deja de ser importante. Después del Concilio Vaticano II, algunos terminaron por no saber del todo si María era o no importante en el cristianismo. Quienes ahora tornan a destacar su importancia, lo hacen con ciertos aires nostálgicos que tornan a poner el acento más en santuarios, procesiones, novenas… que en el «vivir de fe» preocupándose del hermano.
María es fundamental en el cristianismo, pero su importancia tiene poco que ver con numerosas expresiones en las que pretende asentarse tal fundamentalidad —léanse apariciones, coronaciones, procesiones, etc.—. En principio, para este mundo, no resulta fácil de entender que sea cristianamente tan importante una mujer pobre como María de Nazaret que trastoca los valores de su cultura. Hasta los propios cristianos nos contagiamos históricamente con semejante argumentación y quisimos, por así decirlo, una vida y destino más regios para la Virgen. Y empezaron las coronas, los grandes templos, las apariciones y demás.
Sólo podemos encontrar la excepcional importancia de María si nos dirigimos al Evangelio. En él, la grandeza de la Virgen de Nazaret radica en su «fiat», está ligada a la acogida incondicional de Dios y de su Palabra. Así se convierte en la mejor personificación de lo que debe ser todo creyente cristiano: aquél que acoge el «don» de Dios, quien se manifiesta abierto a su gracia, siendo capaz de sentirse en ella renacido, «nacido de nuevo» para hacer no sólo cosas buenas sino «nuevas todas las cosas», hasta que sean posibles «unos cielos y tierra nuevos».
 
Mirando nuestro tiempo, dijo Rahner que «el cristianismo del siglo XXI o será místico o no será nada». Con eso de la mística, está claro, no aludía primordialmente a hechos extraordinarios y ni tan siquiera a períodos o largos momentos de oración y contemplación. Se trata de algo más sencillo: de la capacidad, de la sensibilidad, para encontrar a Dios, para captar su lenguaje, para sentir su presencia amorosa en la vida cotidiana. Antes de otra cosa, pues, «el místico o nada» pretende advertir del peligro de desvincular a Dios de la vida diaria, con lo que nos quedaríamos sin Dios.
Además de cuanto nos indica el Evangelio, este último aspecto nos sugiere una importancia añadida de María de Nazaret en nuestros días. Dios «se nos escapa» no pocas veces porque nuestro mundo nos acostumbra a «lo rápido», vivimos bajo la seducción de lo apresurado. Y terminamos por olvidar que cada cosa tiene su ritmo, que la óptica del apresuramiento es ciega para las realidades profundas porque los ojos son fácilmente confundidos por la prisa, hasta caer en el extremo de desechar aquello que nos exige tiempo. De ahí que nos cueste tanto vivir dejándonos acompañar por el «misterio» y, a lo sumo, encaremos los problemas.
Pues bien, María de Nazaret es, por el contrario, un testimonio eminente de persona acogedora del misterio en la vida cotidiana: no entendía numerosos hechos que la tocaban directamente y, sobre todo, sufría lo indecible a causa del comportamiento de su propio hijo, a quien terminó viendo cómo lo ajusticiaban. Sin embargo, supo «vivir de fe», dejarse acompañar por aquellos acontecimientos —aparentemente sin sentido—, con la actitud básica de quien metía todas esas cosas de la vida en su corazón y allí las conservaba para seguir permanentemente escuchando las voces y palabras que se resistían a ser captadas de modo inmediato.
 
María del siglo XXI, entonces, fundamental para ayudarnos a acoger al Dios sencillo y servicial que encontramos en Jesús, al Dios —de «poca categoría» en apariencia— que no pretende resolver mágicamente nuestros problemas sino mostrarse como un «Dios-con-nosotros» que acompaña nuestro trabajo por el Reino.
¡Qué diferentes de María cuando no nos encontramos con Dios, simplemente, por estar tan embebidos y absortos en nosotros mismos que ni a Él ni a nadie descubrimos en el diario camino de la vida! ¡Qué diferentes de María cuando por falta de atención, capacidad de observación, por vivir con un ritmo alocado o por faltarnos la dosis necesaria de libertad interior —y sobrarnos dependencias— seguimos de experimentar a ese Dios que todos llevamos dentro!
 
 
2                          CRISTIANOS AL ESTILO DE MARÍA
 
Presentamos a continuación una sencilla celebración para aprender de la primera cristiana y discípula a ser cristianos. Puede servir muy bien, siempre con las oportunas adaptaciones al grupo en cuestión, para una Vigilia mariana durante el mes de Mayo. Antes de nada, hemos de cuidar la presentación donde vaya a realizarse el encuentro: amén de otros detalles, se ha de colocar en lugar central una imagen o cuadro de María, de donde salen diversas cintas o tiras de papel de colores, llegando hasta el suelo, en donde aparecen escritas las diversas actitudes de la Virgen sobre las que gira la celebración: pobre, creyente y madre, sencilla, sufriente y justa. Junto a la imagen, un cirio pascual y las velas para que cada uno haga el gesto del compromiso.
 
¡ Introducción
Para ir haciendo silencio en el corazón, para ir olvidando las mil cosas que nos preocupan y que nos hemos traído a la celebración, para ir consiguiendo la intimidad necesaria con el Señor y con María, vamos a comenzar cantando una canción que nos remite a otras experiencias, que expresa en cierto modo cómo es muchas veces nuestra relación con la Virgen…
 
¡ CanciónHoy he vuelto (CRJ, 403)
¡ Presentación de la celebración
Hoy queremos mirarnos en el espejo de la primera cristiana y discípula de Jesús. Vamos a dirigir a María nuestros ojos para aprender de ella a ser los cristianos que hemos de ser. Empezaremos por escuchar cuanto tiene que decirnos para comprender sus razones, los motivos que nacen de Dios y que son el mejor fundamento para apoyar nuestra propia vida. Después, nos propondremos imitarla en la vida, ser cristianos al estilo de María de Nazaret. Para todo ello, en primer lugar, escuchamos diversos pasajes del Nuevo Testamento.
 
¡ Evangelio (Leer despacio y con pausas entre pasaje y pasaje)
«En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a un pueblecito de Judea, a casa de su prima Isabel. […] María permaneció con ella tres meses y se volvió a su casa» (Lc 1,39.56).
«Y sucedió que, mientras estaban ellos en Belén, se le cumplieron los días del parto y dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había para ellos sitio en la posada» (Lc 2,9).
«Bajó Jesús con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón» (Lc 2,51).
«Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús, quien también fue invitado a la boda con sus discípulos. Al darse cuenta de que faltaba vino, le dice María a Jesús: —No tienen vino. Jesús le responde: —Y qué, aún no ha llegado mi hora. María dice a los sirvientes: —Haced lo que él os diga» (Jn 2,1-5).
«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto al discípulo a quien amaba, dice a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: —Ahí tienes a tu madre. Y desde ese momento el discípulo la acogió en su casa» (Jn 19,25-27).
«Después de la ascensión, los apóstoles se volvieron a Jerusalén. Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús y de sus familiares» (Hch 1,12.14).
         (Tras unos momentos de silencio para meditar, se inicia el canto)
 
¡ CantoSanta María del Camino (CRJ, 401)
¡ Meditación y oración (música de fondo)
 
Pobre con Espíritu, con vida
 
LECTOR 1: «Esclava», pobre…, ¡qué mal suenan hoy palabras así! ¡Hieren nuestra sensibilidad! Y sin embargo, a pasar de la libertad, a pesar del progreso y de la igualdad, ¡qué paradoja!, somos esclavos del pasotismo y de la comodidad, pobres de humanidad, de amor y de solidaridad, y hasta siervos de una maquinaria social, de la propaganda y de unos gustos impuestos, que nos impiden disfrutar de la vida.
LECTOR 2: La pobreza a la que yo os animo —nos diría María— es distinta. No se trata de tener o no tener. ¡Los pobres de Yahvé son otra cosa! Os invito a vivir libres del ansia de tener más. Os invito a poner lo vuestro a disposición de los demás. Sí, a poner vuestras cosas, pero sobre todo vuestra vida, a disposición de los demás. Así os enriqueceréis de otra manera, al estilo de Jesús, haciéndoos con tesoros que ni la polilla corroe, ni el ladrón roba.
LECTOR 1: María dio un sí definitivo. Hoy en día es relativamente fácil decir sí, nos pasamos la vida tomando pequeñas decisiones, pero nos aterra tener que tomar grandes opciones. Ese «sí» que implica toda la vida, que va a transformarlo todo, porque supone un cambio de rumbo, porque supone un compromiso definitivo; nos resulta difícil y hasta peligroso. Y es que creemos que comprometerse es perder libertad… (Silencio).
 
¡ CantoHacen falta, sí (Brotes de Olivo, «Joven»)
 
Creyente y madre
 
LECTOR 1: Parecen estar de moda la mentira y el engaño, el fraude y la falta de escrúpulos en todos los ámbitos de la sociedad. Todo el que puede, engaña. Todo el que se siente impune, estafa. Ya ni comer nos dejan tranquilos y puede uno morir por el simple delito de ahorrar unas pesetas comprando aceite de colza, o por comer pollos o vacas que personas sin escrúpulos han engordado artificialmente para enriquecerse pronto. ¿De quién nos podremos fiar? ¿Quién merece nuestra confianza? ¿Por quién merece la pena arriesgarse?
LECTOR 2: María nos recuerda que lo maravilloso de fiarse, de creer, es el riesgo, lo bonito de arriesgarse es la superación personal, y lo maravilloso de la superación personal es llegar a la meta. Tu meta te la marcas tú, con Dios a solas. Pero nunca verás la meta si no te superas, arriesgándote a creer. Arriésgate, que Dios te ayudará a superarte, te dará fuerzas para vencerte a ti mismo y te esperará en la meta con los brazos abiertos, para darte un gran abrazo de Padre.
LECTOR 1: María, no sólo creyente sino madre. Y compañera. Primera creyente y modelo de discípula, de seguidora de Cristo. Compañera de camino que no quiere hacernos tanto a su imagen y semejanza sino que se esfuerza con nosotros para que seamos imagen y semejanza de Dios, ¡hijos en el Hijo». (Silencio)
 
¡ CantoBuena madre (CRJ, 427)
 
Sencilla y servicial
 
LECTOR 1: Estamos envueltos en torbellinos de palabras, millones de anuncios y de promesas, de soluciones y de seguros para todo. Estamos envueltos en nubes de incienso y oropel, y todos presumen de sus éxitos, y se quitan de encima, ocultándolos, sus fracasos. Todos entramos en la rueda de la competición, y participamos en la espiral de éxito. Desde el podio del deportista, hasta las notas del estudiante, o las oposiciones del trabajador, toda la vida es competir, porque hay que ser el mejor a toda costa, porque los perdedores no tienen un puesto en la sociedad.
LECTOR 2: María nos insta a recordar las palabras de Jesús: «Tú, cuando hagas bien, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, así el bien que has hecho quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará». Que no se te vaya la fuerza por la boca. Actúa porque hay que hacerlo, comprométete porque se te necesita, pero no creas que, haciéndolo, eres mejor. Eso es lo normal, lo que debes hacer. ¿Los compromisos extraordinarios? Esos son muy pocos… dar la vida por los demás y cosas así.
LECTOR 1: Algunos pasan de todo y de todos. Otros siempre dicen siempre «no». Pero hay otra case de hombres: los que se preocupan por todos, ayudan a bastantes y salvan a algunos. Los que siempre llevan un sí en los labios, y una sonrisa franca en la cara. Los que tienen corazón abierto a los demás. Hay quienes les llama primos o ilusos; pero otros, los que se han beneficiado de su amor, les llamarán siempre amigos. Y Dios les llama Bienaventurados.
LECTOR 2: María nos diría: De quien ayuda a un amigo en apuros decimos: Es de fiar. De quien es capaz de ayudar a cualquier desconocido decimos: Tiene buen corazón. De quien suele ayudar a menudo decimos: Es bueno. De quien ayuda siempre decimos: Es una gran persona. Pero aún quedan otros, que solemos olvidar: Los que hacen de toda su vida un servicio a los demás. Ésos son santos. (Silencio)
 
¡ CantoMadre de los hijos pobres (CRJ, 417)
 
Sufriente y justa
 
LECTOR 1: En nuestro mundo el sufrimiento se precinta, el dolor se esconde tras los muros de los hospitales, de los manicomios, las cárceles… Y mientras tanto, los demás vivimos en la feliz inconsciencia ausentes del hambre, el dolor, el sufrimiento, la soledad. En nuestro mundo la injusticia se disculpa, se esconde y se hacina en los suburbios, se oculta tras frías estadísticas de paro y tras detallados informes macroeconómicos. Y mientras, las ciudades rebosan de ruido y color, nuestras vidas son placenteras e inconscientes.
LECTOR 2: Con María hemos de repetir: Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán una tierra nueva. Bienaventurados si, cuando os llegue el sufrimiento, le hacéis frente con esperanza y le aprovecháis para madurar. Bienaventurados si sabéis acompañar a los que sufren y llenarles de esperanza. Bienaventurados si sufrís las injusticias sin odio y sin rencor, porque las venceréis. Bienaventurados si no os atrapa la espiral de violencia, porque ya pertenecéis al mundo nuevo de Dios. Bienaventurados si encontráis el sentido al dolor, porque habréis conquistado la verdadera libertad. (Silencio)
 
LECTOR 1: María de Nazaret, se te ha empleado para cosas muy poco claras, han querido convertirte en signo de derechas, han querido hacer de ti un opio del pueblo, una disculpa para atrapar a los pobres y sencillos; han querido ponerte signos regios, unirte más que nada a coronaciones y grandes templos, apariciones…
LECTOR 2: Y María, desde el Evangelio, nos sigue repitiendo: «Mi corazón quedó retratado en el Magníficat. No hay más retratos auténticos. Ahora quiero que os miréis en el espejo de mi oración y recéis conmigo la oración que manifiesta lo que soy»:
TODOS: Proclama mi alma la grandeza del Señor… (Silencio).
 
¡ CantoTú estás cerca (CRJ, 416)
 
¡ Conclusión: Compromiso
 
Hasta ahora hemos escuchado, nos hemos dejado cuestionar por María. Llega el momento de pasar a la acción, de pasar de las palabras y de las oraciones a los compromisos. Preside nuestra celebración el Cirio pascual que representa a Cristo. De él, como luz primera, vamos a encender otro que representará a María (quien preside o uno del grupo lo hace). Ahora, en un momento de silencio, cada cual en su interior piensa en qué debe comprometerse a imitar a María para ser en verdad seguidor de Jesús de Nazaret como ella. (Silencio, con música de fondo)
Ahora podemos expresar públicamente nuestros compromisos (se invita a que algunos hablen del tema; lo fundamental, sin embargo, será el gesto común con el que todos expresarán su compromiso). Todos con el siguiente gesto expresamos a continuación nuestros compromisos: cada uno toma una vela y la enciende en la de María, diciendo qué luz concreta está dispuesto a imitar de ella, y la coloca en la cinta correspondiente donde está escrita dicha actitud.
 
¡ Oración final
Todos juntos nos dirigimos a Jesús para que nos conceda parecernos a María y trabajar con ella, codo con codo, para hacer un mundo mejor:
 
Jesús, amigo nuestro:
andamos buscando la tierra prometida
de la felicidad y la ilusión.
Queremos trabajar con María
—codo con codo entre los hombres—
para liberarnos unos a otros
de nuestros miedos y opresiones.
Queremos trabajar con María
—un hombre más entre los hombres—
y compartir con todos las penas y los gozos,
los dolores y las alegrías.
Queremos trabajar con María
—con la eficacia de la acción callada—
porque no estamos dispuestos
a que el mundo siga como está.
Queremos ser un pueblo en marcha
que haga nuevas todas las cosas
hoy y siempre,
contamos con tu ayuda, Señor.
 
Ponemos nuestro compromiso en manos de María, para que ella nos acompañe, nos guíe, nos dé ánimos en los momentos difíciles.
Todos«Dios te salve, María, llena eres de gracia…»
 
 
3                          MARÍA DE CADA DÍA
 
Terminamos sugiriendo algunos textos para meditar sobre la «devoción» a María y diversas oraciones para que, en definitiva, tal meditación pueda convertirse en relación con Dios, en oración acompañados de María.
 
Devoción a la Virgen q
 
Recuerden, finalmente, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes.
CONCILIO VATICANO II (LG 67).
 
El fondo y la figura de María q
 
Es difícil encuadrar la imagen de la Virgen, tal como es presentada por cierta literatura devocional, en las condiciones de vida de la sociedad contemporánea, en particular en las condiciones de la mujer, bien sea en el ambiente doméstico, donde las leyes y la evolución de las costumbres tienden justamente a reconocerle la igualdad y corresponsabilidad con el hombre en la dirección de la vida familiar; bien sea en el campo político, donde ella ha conquistado en muchos países un poder de intervención en la sociedad igual al hombre; bien sea en el campo social, donde desarrolla su actividad en los más distintos sectores operativos, dejando cada día más el estrecho ambiente del hogar; lo mismo que en el campo cultural, donde se le ofrecen nuevas posibilidades de investigación científica y de éxito intelectual. […]
Ante todo, la Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación de los fieles no precisamente por el tipo de vida que ella llevó y, tanto menos, por el ambiente sociocultural en que se desarrolló, hoy día superado casi en todas partes, sino porque en sus condiciones concretas de vida ella se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios; porque acogió la palabra y la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de servicio; porque, en fin, fue la primera y la más perfecta discípula de Cristo: lo cual tiene valor universal y permanente.
En segundo lugar, quisiéramos notar que las dificultades a que hemos aludido están en estrecha conexión con algunas connotaciones de la imagen popular y literaria de maría, no con su imagen evangélica ni con los datos doctrinales determinados en el lento y serio trabajo de hacer explícita la palabra revelada.
PABLO VI, Marialis cultus, 34-35.
 
 
Opción por los pobres q
 
El amor preferencial por los pobres está inscrito en el Magníficat de María. El Dios de la Alianza, cantado por la Virgen de Nazaret en la elevación de su espíritu, es, a la vez, el que derriba del trono a los poderosos, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. […] María está profundamente impregnada del espíritu de los «pobres de Yahvé», que en la oración de los salmos esperaban de Dios su salvación, poniendo en Él toda su confianza (cf. Sal 25; 31; 35; 55). En cambio, ella proclama la venida del misterio de salvación, la venida del «Mesías de los pobres» (cf. Is 11,4; 61,1). La Iglesia, acudiendo al corazón de María, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magníficat, renueva cada vez mejor en sí la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, de la verdad sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las palabras y las obras de Jesús.
JUAN PABLO II, Madre del Redentor, 37.
 
¡ Santa María de cada día
 
El aire, sólo el aire se apresura
a predecir el mes, el día, la hora,
todo el aire te ciñe y se enamora
del arco de la luz en tu cintura.
 
Grávida del amor, en llama pura,
por donde pasas tú, madrugadora,
va amaneciendo Dios, abriendo aurora
de mar a mar, con sólo tu figura.
 
Todo, de pronto, es clave y profecía.
Habla de ti la piedra más desnuda
y mejor la nieve en las montañas.
 
Ay, tradúceme tú lo que decía
la lengua de Isabel que te saluda
y el baile de san Juan en tus entrañas.
J.L. BLANCO VEGA
 
¡ María de nuestra liberación
 
María de Nazaret,
esposa prematura de José el carpintero […].
Enséñanos a leer la Biblia
—leyendo a Dios—
como tu corazón la sabía leer,
más allá de la rutina de las sinagogas,
y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
 
Enséñanos a leer la Historia
—leyendo a Dios, leyendo al hombre—
como intuía tu fe,
bajo el bochorno del Israel oprimido,
frente a los alardes del Imperio Romano.
 
Enséñanos a leer la Vida
—leyendo a Dios, leyéndonos—
como la iban descubriendo tus ojos,
tus manos, tus dolores, tu esperanza.
 
Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre, raza de tu pueblo,
Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo,
más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel,
más del Reino que de la Iglesia.
 
María nuestra del Magníficat:
¡queremos contar contigo!
¡María de nuestra liberación!
PEDRO CASALDÁLIGA
 
¡ A la Virgen María…
 
¡Qué dulce sueño, en tu regazo, Madre,
soto seguro y verde entre corrientes rugidoras,
alto nido colgante sobre el pinar cimero,
nieve en quien Dios se posa como el aire del estío, en enorme beso azul,
oh, tú, primera y extrañísima creación de su amor!
Déjame ahora que te sienta humana,
madre de carne sólo,
igual que te pintaron tus más tiernos amantes,
déjame que contemple, tras tus ojos bellísimos,
los ojos apenados de mi madre terrena;
permíteme que piense
que posas un instante esa divina carga
y me tiendes los brazos,
me acunas en tus brazos,
acunas mi dolor,
hombre que lloro,
Virgen María, madre,
dormir quiero en tus brazos hasta que Dios despierte.
DÁMASO ALONSO
 
 Tanto en el esquema general como en numerosos detalles específicos, nos hemos servido de T. FERNÁNDEZ, Desde el regazo de María, Ed. CCS, Madrid 2000, 47-60. En dicho libro aparecen muchos otras muchas celebraciones y oraciones que pueden servirnos para celebrar y orar con María.