Mujer

1 marzo 1998

Dios, que estaba ocupado en crear a las madres, llevaba ya seis días trabajando ex­traordinariamente, cuando un ángel se le presentó y le dijo:
-Te afanas demasiado, Señor. Y el Señor el propuso:
-¿Acaso no has leído las especificacio­nes que debe llenar este pedido?:
«Esta criatura tiene que ser lavable de pies a cabeza, pero sin ser de plástico; lle­var 180 piezas movibles, todas reemplaza­bles; funcionar a base de café negro y de las sobras de la comida. Poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie; un beso capaz de curarlo todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado… y seis pares de manos».
Y el ángel, confundido, observó:
-¿Seis pares de manos? ¡Eso no es posi­ble!
-No son las manos el problema, agregó el Señor, sino los tres pares de ojos.
-¿Y eso para el modelo normal? – inquirió el ángel.
-Uno para ver a través de la puerta siempre que pregunte: ¿Niños, qué andan haciendo?, aunque ya lo sepa muy bien. Otro, detrás de la cabeza para ver lo que más le valiera ignorar, pero precisa saber. Y, desde luego, los de adelante para mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronun­ciar siquiera una palabra: «Ya entiendo, hijo, y te quiero mucho».
El ángel le tiró de la manga y advirtió mansamente:
-Vale más que te vayas a la cama, Se­ñor; mañana será otro día…
-No puedo, y además me falta poco. Ya hice una que se cura por sí sola cuando en­ferma, que es capaz de alimentar a una fa­milia de seis con medio kilo de carne moli­da y de persuadir a un chiquillo de nueve años que se esté quieto bajo la ducha.
Lentamente, el ángel dio la vuelta en torno de uno de los modelos maternales: -Me parece demasiado delicado -co­mentó con un suspiro.
-Pero es muy resistente -aseguró Dios, emocionado-, no tienes idea de lo que es capaz de hacer y sobrellevar.
-¿Podrá pensar?
-¡Claro! Y razonar y transigir.
Por último, el ángel se inclinó y pasó una mano por la mejilla del modelo. -¡Tiene una fuga!
-No es una fuga, es una lágrima. -¿Y para qué sirve?
– Pare expresar gozo, aflicción, desenga­ño, pesadumbre, soledad y orgullo.
-Eres un genio, Señor -dijo el ángel.
Y Dios, con un perfil de tristeza, observó:
-¡Yo no se la puse!
PARA HACER

  1. Leer esta parábola de autor desconocido y tomada de R. Patrón Luján,Un regalo excepcio­nal(Edamex). ¿Qué nos dice?
  2. ¿Qué características refleja de la mujer? ¿Estamos de acuerdo con ellas?
  3. Escribir una parábola según este mismo esquema pero que traduzca la creación del hom­bre. Ver después la parábola de la página siguiente.

 
Parábola
Cuando Dios creó al padre
 
Cuando Dios decidió crear al padre, em­pezó con una estructura más bien alta y robusta. Entonces un ángel que estaba allí cerca le preguntó:
-¿Pero qué clase de padre es éste? Si a los niños los vas a hacer enanos como ta­pones de botella, ¿dónde vas con un pa­dre tan alto? No podrá jugar a las canicas sin ponerse de rodillas, recoger el embozo de las sábanas de su pequeño sin agachar­se y ¡casi ni besarlo sin romperse el espi­nazo!
A Dios le entraron ganas de reír y con­testó:
-Llevas razón, pero si yo lo hago peque­ño como un niño, los niños no tendrán na­die a quien levantar la vista.
Luego, cuando Dios modeló las manos del padre, Dios las hizo grandes y muscu­losas. El ángel sacudió la cabeza y dijo:
-Pero… unas manos tan grandes, ¿cómo van a abrir y cerrar un imperdible, aboto­nar o desabotonar pequeños botones y, ni siquiera, atar las trenzas o quitar una espi­nilla del dedo?
Dios sonrió y dijo:
-De acuerdo, pero son los suficiente­mente grandes como para coger todo lo que cabe en el bolsillo de un niño y lo su­ficientemente pequeñas como para poder acoger en la palma su carita.
Dios estaba creando los dos pies más enormes que jamás se hubieran visto, cuando el ángel saltó:
-Es una injusticia. Pero, ¡es que tú crees que esas dos grandes barcazas van a lo­grar saltar de la cama por la mañana tem­prano cuando llora el bebé? ¿O a pasar en­tre una bandada de niños mientras juegan en la arena sin aplastar por lo menos a un par de ellos?
De nuevo a Dios se le escapó una sonri­sa y respondió:
-Tranquilo. Verás cómo funcionan. Ser­virán para sostener en vilo a un niño que quiere jugar al caballito o para ahuyentar los ratones en el chalet de la sierra o inclu­so para calzar las botas que no servirían a nadie más.
Dios se quedó trabajando toda la noche, dándole al padre pocas palabras pero una voz grave y con autoridad, ojos bien abiertos capaces de verlo todo y a la vez serenos y comprensivos… Al final, se que­dó un poco pensativo y le añadió un pe­queño detalle: las lágrimas. Luego se vol­vió al ángel y comentó:
-Los hombres también lloran… Y ahora, ¿te convences de que un padre es capaz de amar tanto como una madre?
ERMA BOMBECK
 
PARA HACER

  1. ¿Qué nos dice esta parábola? ¿Qué nos ha sugerido? Comentar todas las ideas.
  2. Comparar esta creación del padre con la de la madre (página anterior). ¿Hay diferencias? 3. ¿En qué se parece el padre de cada uno a lo que aquí se refleja? ¿En que nos gustaría que se pareciera?

Esta parábola puede ser un regalo para el Día del Padre. Entregárselo fotocopiado, pero con alguna dedicatoria y párrafos subrayados.

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