MÚSICA DE BOLSILLO

1 octubre 2003

Maite López
 
La música nos ha acompañado a todos a lo largo de la vida. Sin embargo, al hablar de ella hoy en día es imprescindible referirse a un aspecto fundamental: la digitalización. Esta diferencia distingue a las nuevas generaciones y ha cambiado de manera radical la relación de los jóvenes con la música. Con poco más que un ordenador medianamente equipado, cualquier joven puede acceder a una lista infinita de sitios en Internet en los que disfrutar de la música que le gusta y hacerse los CDs a su medida. El universo musical está en sus manos en formato digital y la técnica es una de sus cómplices más recurrente. Es común en todos nuestros ambientes la imagen de chicos y chicas caminando por las calles, metro o autobuses con unos auriculares que salen de su mochila. Pareciera que la «brecha digital» no sólo es esa grieta marcada por el acceso a las nuevas tecnologías – sobre todo Internet – que afecta a la siempre mayor diferencia entre el Norte y el Sur del planeta, sino que quizás sea una cuestión que también afecta a nuestra relación cotidiana con los jóvenes. Esta nueva modalidad de la música es seguramente una de las más elocuentes expresiones de la diferencia cultural. Corremos el riesgo de que separe a muchos adultos que miran con perplejidad – y a veces con inconfesada admiración – toda esta familiaridad de los jóvenes con lo digital. Es una realidad que hemos de asumir para salvar distancias y para, como siempre, tender puentes y retomarla desde una perspectiva pastoral y educativa.
Por eso en este artículo propongo varios objetivos:

  1. Conocer algunos conceptos que son clave para entender este fenómeno de la digitalización en su versión “musical”
  2. Explicitar algunas cuestiones difíciles y/o ambiguas
  3. Intentar comprender el significado de esta realidad incisiva y generalizada en nuestros jóvenes.
  4. Retomar positivamente los retos que esta realidad nos plantea.

 

  • Música digital

 
La música ha ido evolucionando, tanto en estilos como en funciones y calidad. Los avances técnicos han influido notablemente – yo diría que de manera decisiva- en esta evolución. A lo largo de la historia la música ha sido sobre todo, un acontecimiento social. El individuo solo tenía acceso a ella acudiendo al lugar donde los especialistas la interpretaban en vivo: música popular en una plaza, sacra en una iglesia o clásica una sala concierto. Hoy, a juzgar por algunas prácticas, se está desarrollando mucho la dimensión individual del disfrute de la música en gran parte facilitado por procesos causados por la digitalización.
 
Lenguajes diferentes: el analógico y el digital
Existen dos formas básicas de grabación y reproducción de la música:

  •  Sistema analógico: la grabación se hace a través de impulsos magnéticos y el formato clásico son las cintas magnetofónicas. Ya en su momento fue una gran revolución y tuvo una rápida expansión. Otro formato de este sistema es el disco de vinilo que muchos hemos pinchado en el tocadiscos: el single, a 45 revoluciones por minuto y el Long Play, a 33.
  •  Sistema digital: la información se registra con un código a base de dígitos que permite una mayor calidad en el sonido. También en este sistema hay muchos formatos. Los principales, en cuestión de sonido, son el formato Wav (de mejor calidad pero de mayor peso) y el Mp3 (de menor calidad pero mucho más ligero). Para hacernos una idea: el espacio de un archivo wav, lo ocupan 12 archivos MP3.

 
Internet –aplicación popular por excelencia del sistema digital – ha supuesto una manera de concebir la música que no todos estamos preparados para asumir pero que hemos de comprender e implica “nuevos paradigmas de comunicación” (Orihuela, 2002): mediación, multimedialidad, hipertextualidad, actualización y, sobre todo en el caso que nos ocupa, interactividad, personalización así como abundancia.
 
¿Qué esconden en la mochila?

  •  Walkman: Es un lector estéreo particularmente pequeño creado por la compañía Sony en 1979. Aunque inicialmente era la marca del producto, ha sido adoptado internacionalmente como el nombre específico del aparato. La mayoría de nuestros adolescentes ya prácticamente no han comprado la música de sus artistas preferidos en una cinta de casette. Normalmente compran las cintas vacías para poder recopilar canciones de varios artistas, que sigue siendo un modo habitual para intercambiarse y compartir música.
  •  Discman: El invento sucesivo ha sido el discman, que es en realidad lo mismo (un pequeño aparato portátil) pero para escuchar un Compact Disc. El CD (abreviatura de Compact Disc Digital Audio) fue presentado al mercado internacional en 1982 como fruto de la investigación conjunta de dos grandes empresas del sector: Phillips y Sony. El inconveniente inicial que tiene es que el rayo láser necesario para su lectura, oscila con el movimiento y cuando nos trasladamos hace que a veces se oiga mal. Pero ya están saliendo al mercado los discman con ashock, un pequeño comando en el aparato que evita este defecto y que se ha de activar sólo en caso de escucharlo en movimiento.
  •  Minidisk: Una última tecnología digital puesta al alcance de todos nosotros es el minidisk, un sistema de grabación en un disco magneto-óptico. Es el aparato más pequeño y manejable de los tres. Además de reproducir las cintas de minidisk, la mayoría están dotados de una memoria que permite, por ejemplo, descargar y almacenar música del ordenador, incluso en formato MP3.

 
MP3 o la explosión de la música doméstica.
De todos estos inventos quizás el que tenga mayores consecuencias para nuestros jóvenes internautas (expertos navegantes a través de los mares de Internet) sea el recién mencionado formato MP3. Más concretamente se trata de un sistema capaz de comprimir el sonido sin una pérdida de calidad apreciable. ¿Por qué es tan importante? Porque ha roto las barreras del mercado discográfico haciendo posible como nunca antes el intercambio de música de una manera rápida, fácil, económica y sin moverse de casa. De ahí que hay quien habla de una auténtica revolución.
 

  • Algunos aspectos críticos y ambiguos

 

  •  Tener, poder y saber.

 
* Decíamos en la introducción que el mundo de la música digital está al alcance de cualquiera… que tiene unos requisitos mínimos, a saber: un ordenador conectado a Internet con tarjeta de sonido, así como algunos programas para bajarse y grabar la música. La oferta hoy en día es muy amplia y debido a la gran demanda se pueden encontrar buenos equipos sin gastarse una cifra excesiva. Sin embargo, la cuestión es que este «tener o no tener» marca una diferencia importante. Quizás algunos de nosotros trabajamos en contextos y con adolescentes que no tienen aún acceso a estos mínimos. Esta posibilidad no es tan difícil si pensamos en las miles de familias que sufren el paro, que viven al día o incluso en aquellos padres y madres que, disponiendo de un nivel económico medio, tienen otras prioridades dentro de la economía familiar. Por tanto, no nos conviene generalizar sino más bien tratar de ubicar el tipo de uso y prácticas de nuestros chavales. Sólo partiendo de su realidad será útil nuestra reflexión.
 
* El tener esta tecnología permite acceder a un mundo increíblemente vasto de posibilidades, a una lista de sitios que no tiene fin y a poder elegir entre cientos de modalidades de uso. Está claro que, en este caso, el que tiene, puede y el que no tiene, no puede bajarse la música. Esto provoca que el/la joven experimente que tiene entre sus manos un cierto poder. Esa sensación de poder puede verse aumentada por el hecho de percibir a muchos adultos como incapaces no sólo de manejar sino de entender la música en su formato digital y sus prácticas. De ahí que ocasionalmente puedan darse situaciones que denotan un cierto sentido de superioridad frente al adulto e incluso ante otros jóvenes que ‘no tienen’ (o haciendo la lectura contraria, un cierto sentido de inferioridad por el hecho de no tener y no poder hacer los mismo que sus amigos o compañeros).
* El poder y el tener llevan al saber, aunque no de manera automática. En esto de los ordenadores y de la música hay quienes, teniendo similares condiciones a nivel técnico, saben un montón y quienes no tienen ni idea. Una vez más, el factor personalidad es decisivo para la adquisición de la ‘sabiduría’ – que no es lo mismo que el saber – , así como la motivación y el propio ambiente, tanto familiar como de amistades.
 

  •  ¿Navegantes piratas?

El formato MP3 constituye uno de los caballos de batalla de la industria discográfica porque existen en Internet cientos de sitios desde los que se pueden descargar casi todas las canciones del momento ‘sin pasar por caja’. Este tema es polémico y estuvo muy en boga en el año 2000 con el caso NAPSTER, un sitio a través del cual se podían bajar discos íntegramente sin pagar derechos de autor y que terminó por cerrarse. La reacción de las discográficas es natural si se piensa en términos de economía. También los artistas se han pronunciado, con muy distintas opiniones, sobre esta actividad. Cabe la pregunta de si el bajarse música desde Internet y grabarla a través del ordenador es una actividad ilegal y si nuestros jóvenes son auténticos piratas del ciber-espacio. Pero la ley reconoce el derecho a la «copia privada» para uso personal, así que, mientras no haya algún tipo de actividad con fines de lucro, no hay problema.
 

  • Mirar más adentro

 

  •  Ser: la carga simbólica de estas prácticas y tecnologías.

El tener, el poder y el saber no son signos negativos en sí mismos. Sin embargo, hemos de lamentar que, en un sistema de mercado como el actual, con una globalización hecha a base de diferencia y exclusión social y con la mentalidad neoliberalista que impera, dejan de ser actitudes y valores neutrales. No resulta fácil convencer a nadie hoy en día de que la sencillez, el servicio y la humildad son el camino mejor – el más evangélico – para ser feliz. Pero resulta aún más complicado cuando se tocan determinadas prácticas culturales y sociales muy extendidas. Quizás sea más eficaz, en términos pastorales y educativos, esforzarnos por descubrir la carga simbólica que esconden las prácticas y tecnologías de las que venimos hablando. Las/os jóvenes de hoy se mueven – quizás más de lo que pensamos – por ideales de vida y valores que ellos descubren como positivos. Detrás de un ordenador o dentro de los auriculares de un discman siempre hay una persona, cuyo valor es infinitamente mayor que lo que haga, tenga, sepa o pueda: un/a joven con experiencias, emociones, sueños y expectativas ante la vida que la música le ayuda a elaborar, mantener, potenciar y esperar. Con esa mirada hacia ‘más adentro’, que nos haría bien cultivar ante los jóvenes, hacemos una breve interpretación de una de esas prácticas culturales.
 

  •  Jóvenes Deejay… ¿qué significa?

Los jóvenes que manejan habitualmente uno de esos ordenadores bien equipados (hardware) y alguno de los infinitos programas (software) para grabación y elaboración de música, tienen todos los elementos para convertirse en auténticos “pincha discos” (que corresponde al oficio de disc jockey – también llamado Deejay o DJ – que a la persona que elige, programa y presenta la música en medios de comunicación o discotecas). Se trata de figuras – particularmente vinculada a la música dance– que gozan de mucha fama entre amplios sectores juveniles y que están lanzando al mercado sus propias producciones musicales. Por eso mucha de la propaganda, publicidad, programas y revistas destinados a los jóvenes juegan con el atractivo que el ser DJ ejerce sobre ellos. Lo que hasta ahora era una profesión dedicada a jóvenes-adultos expertos en música, sonido y técnica, ahora está al alcance de no pocos adolescentes que mezclan y remezclan los ritmos del momento. Algunos llegan a ser auténticos virtuosos. El lado positivo de esto es que les hace sentir bien, les motiva poder compartirlos y a muchos les entusiasma. Es una manera de ser creativos, protagonistas activos y no consumidores pasivos. Por eso saber mezclar y poder hacer bailar a otros, engancha con la energía y las ganas de vivir que naturalmente habita sus corazones. Eso sí, conviene estar atentos a la cada vez más creciente tendencia y atractiva tentación de los responsables de discotecas de “facilitar” prematuramente a menores de edad este tipo de trabajos – sin contratos laborales, por supuesto- en ambientes y horarios nocturnos para los que no están preparados ni por madurez como personas ni por la capacidad de asumir responsabilidades laborales.
 
La industria cultural y las discográficas saben que, a pesar del marketing, toda esta actividad de la Red se les escapa de las manos. Gracias a Dios los jóvenes y adolescentes no son siempre ni del todo manipulables. Sobre todo si tienen claro a donde van y qué quieren. Y es ahí donde cobra sentido nuestra labor como educadores.
 

  • Meternos en su mochila

Una vez más, esta intensa actividad relacionada con la música, tiene sus repercusiones a nivel educativo y pastoral. Probemos a meternos en su mochila acompañando todos estos procesos, atentos a sus gustos, tendencias, actividades y síntomas, tanto en lo negativo como en lo positivo. A través de ellos podemos conocer a los jóvenes mucho más a fondo y descubrir dimensiones más profundas. Tanto ellos como nosotros estamos llamados a superar la banalidad. A veces me pregunto si son ellos los que viven de una manera superficial, o es que quienes hacen tales juicios son incapaces de hacer una lectura más honda y ver más allá de lo aparente.
 
Ahí hemos de estar, delicada y oportunamente, para ayudarles a darse cuenta de que el universo no está sólo hecho de las emociones que la música porta consigo, ni del pequeño mundo que pueden crearse a su medida, por más que la técnica se lo ponga en bandeja. Se trata, pues, de educar para ayudarles a descubrir qué es lo que quieren (valores), cómo lo quieren vivir (actitudes) y también para aprender a saber cuánto de su tiempo quieren dedicarle – por ejemplo – a la actividad de la ‘caza y captura’ de MP3. En este sentido, el discurso es el mismo que para el resto de los medios de comunicación: aprender a comunicarse a través de ellos, sabiendo dominarlos y no al revés.
 
Si evangelizar es comunicar la Buena noticia de Jesús, para evangelizar la cultura deberíamos partir de las semillas del Reino que esconde, porque “la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas” (E.N., 50). Seguramente nos haría más humildes y menos angustiados trabajar desde la convicción de que el Espíritu de Dios ya está en la realidad – también de los jóvenes – antes de que nosotros lo descubramos. Trabajemos, entonces, a partir de lo positivo, asumiendo sus valores para desde esa premisa – que se traduce en una sintonía vital – denunciar los contravalores y anunciar que hay otra manera de vivir lo mismo:

  • tener, sí, pero para compartir y facilitar el acceso a quien no tiene;
  • poder, sí, pero para servir y beneficiar a otros;
  • saber, sí, pero para enriquecer a los demás desde la humildad y la sencillez.
  • ante la tentación del pirateo, la adquisición desmedida o el consumo compulsivo, proponer un consumo responsable, que respeta y asume lo que significa el derecho de autor pero que busca, a su vez, formas creativas de crítica y denuncia de un sistema discográfico abusivo.

 
La vocación de los medios de comunicación, no lo olvidemos, es la socialización y la participación. Hagamos entonces propuestas educativas y pastorales que faciliten estas dimensiones fundamentales de la persona sin esperar que sean otras instancias las que asuman dicha responsabilidad.
 
Para saber más:

  •  La historia del Mp3: http://www.comsto.org/tapas/07/mp3.htm
  •  Sitios de MP3: http://www.weblisten.com/
  •  Para entender el caso Napster: http://www.baquia.com/com/legacy/13124.html y http://www.el-mundo.es/navegante/especiales/2000/napster/

 
Para trabajar/debatir con los jóvenes.:

 
Bibliografía:
Lever, F. (2002): La comunicazione. Il Dizionario di Scienze e tecniche. EDC, Torino.
Orihulea, J.L. (2002): Internet. Nuevos paradigmas de la comunicación. En Chasqui, 77. http://www.comunica.org/chasqui/
Pablo VI (1975), Evangelli Nuntiandi. Roma.
Rojo, I (2001). La historia del MP3, en www.baquia.com
 
Entre los más comunes para estos menesteres están el bpm studio (programa para mezclar MP3) y el Protools (para producir), además del Kazaa (que es el programa para capturar música más descargado de Internet)