Nadarín

1 julio 2001

Una feliz bandada de pececitos vivía en un rincón cualquiera del mar. Todos eran rojos. Sólo uno de ellos era tan negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido que sus hermanos y hermanas. Se llamaba Nadarín.
Un día, un raudo atún, fiero y muy hambriento, llegó como una flecha a través de las olas. De un golpe se engulló a todos los pececitos rojos. Únicamente nadarían se escapó.
Nadó alejándose en el mundo húmedo y profundo. Estaba asustado, sólo, muy triste. Pero el mar estaba lleno de maravillosas criaturas y, mientras nadaba de asombro en asombro, Nadarín volvió a ser feliz.
Vio una medusa de gelatina arco iris, una langosta dando vueltas como un molino, extraños peces arrastrados por un hilo invisible, un bosque de algas que crecía en rocas de azúcar cande, una anguila con la cola tan lejos que casi se olvidaba y anémonas de mar como palmeras de carmín meciéndose en el viento…
Entonces, oculto en la sombra de rocas y de hierbas, vio una bandada de pececitos, justo iguales que él.
 
— Adelante, vamos a nadar, jugar y ver cosas, dijo alegremente.
— No podemos, dijo un pececito rojo. El gran pez nos comería a todos.
— Pero no hay que quedarse ahí siempre, dijo Nadarín. Hemos de pensar algo…
Nadarín pensó y pensó y pensó… Entonces, de repente, dijo:
— Ya lo tengo. Vamos a nadar todos muy juntos como el mayor pez del mar.
Les enseñó a nadar muy apretados, cada uno en su puesto. Y cuando aprendieron a nadar como si fueran un pez gigante, dijo:
— Yo seré el ojo.
Y así nadaron en el agua fresca de la mañana y en el sol del mediodía, ahuyentando al gran pez.
 
Leo Leoni (Traducción de Ana María Matute)
 
Para hacer

  1. He aquí un relato para fomentar la colaboración y la participación. Por ejemplo, el grupo entero se puede poner formando un único pez (se puede dibujar en el suelo). Uno, que puede ser el animador, hará de ojo. El caso es que el pez ha de moverse atrás, adelante, izquierda o derecha, en diagonal o saltando… pero todos a la vez. Para ello hay que ponerse de acuerdo y darse cuenta de la importancia que tiene colaborar en conjunto.
  2. Ver este mismo relato que, reducido, lo publicamos en Cuaderno Joven de marzo [cf. H. Otero, Todos unidos, en «Misión Joven» 290(2001), 46]. Allí mismo se reproducía la historia dibujada.

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