NAVIDAD DE LOS DERECHOS HUMANOS

1 enero 1998

ACOGER A LOS HOMBRES, ACOGER A DIOS

PROSEGUIMOS los materiales iniciadas en el número anterior («Adviento de los Derechos Humanos«) con el objetivo de que el Adviento y la Navidad de este año (en el que celebramos el 50 Aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos) sean momentos para «empujar la justicia» de la que son portadores. Esta segunda entrega, agrupa diversas sugerencias sobre la paz, el respeto de la natu­raleza y el «reconocimiento» del Dios que se hace hombre.
 

   Derechos Humanos: Tres realida­des inhumanas

 
REFIRIÉNDONOS a los 50 Años de la Declaración de los Derechos Huma­nos, en el número anterior de Misión joven (cf. pp. 61-68) concretábamos los problemas más hirientes, que dicha de­claración deja más al descubierto, en es­tos tres:
La pobreza y desigualdad entre los se­res humanos.
Las guerras y una paz permanente­mente amenazada.
La degradación de la naturaleza y los desequilibrios ecológicos.
 
En aquella ocasión analizamos el pri­mero. Nos detenemos ahora brevemente en los otros dos con diversas reflexiones y pautas para la reflexión y el compro­miso. Por último y al hilo de la Navidad, nos preguntamos si Dios vendrá y có­mo.
 
1.PAZ Y NO VIOLENCIA PARA DESARMAR LA VIDA
 
EN el mundo hay actualmente unos 50 lugares donde los hombres resuelven sus diferencias por medio de las armas. Desde 1945 han muerto 40 millones de personas a causa de conflictos como los actuales. A continuación y al respecto, proponemos dos direcciones concretas para la reflexión y la acción: desarmar las palabras para desarmar la vida y la actitud de la no violencia frente a los conflictos.
 
Desarmar las palabras
 
El texto que sigue es de JESUS VILLEGAS. Sirve directamente, por ejemplo, para exami­nar nuestras actitudes cotidianas de cierta violencia ante las que necesitamos, primero, tomar conciencia de su existencia y, después, plantear la corrección correspondiente. Puede trabajarse directamente sin más cuestiones que las suscitadas por el diálogo pos­terior.
 
 
HABLANDO de paz y desarme, quiero que, por un momento, os paréis a pen­sar en una de las armas que empleamos todos con mayor frecuencia. Se trata de una ar­ma aparentemente inofensiva. No deja heridas visibles: cuando la usamos sobre nuestros compañeros y compañeras sus efectos son, a primera vista, imperceptibles y, sin embargo, se trata de un puñal con el que podemos atravesar el corazón del otro y ha­cerle mucho daño. Me estoy refiriendo a algo tan sencillo y a la vez tan poderoso como nuestras propias palabras.
Debo confesaros que en los dos años que llevo dando clase en este colegio me ha sor­prendido la facilidad con que algunos de vosotros se creen con el derecho de reírse de los demás y afilan su lengua con el fin de despellejar a compañeros y compañeras. Hay bastantes que tienen por boca una ametralladora cargada de insultos, chistes fáciles y ofensivos, palabrotas, amenazas, provocaciones… En fin, todo un arsenal de mala leche que, al menor descuido, no dudan en sacar a relucir. Lo terrible es que el resto, a me­nudo, seguimos la corriente a esos pequeños criminales que llevan en su cartuchera, en lugar de pistolas, un lenguaje asesino. Si pegarse es una forma de hacer el animal tan bestia como otra cualquiera, insultar o animar con nuestra sonrisa al que insulta a los demás para que lo siga haciendo se parece bastante al rebuzno de los asnos.
 
LAS palabras a veces escuecen: eliminemos de nuestro diccionario particular tér­minos o expresiones venenosas como «imbécil, tonto, pelele, insoportable, me caes fa­tal, vete a la m., gilipuertas, feo, fea, cerdo, no me da la gana…» y otras lindezas que no me atrevo a pronunciar sin sonrojarme. Aunque no lo creáis, cada uno de estos espan­tosos vocablos es una bala capaz de agujerear el buen humor de un amigo, o su pa­ciencia, ,o simplemente sus ganas de convivir con los demás. Acostumbrémonos a cam­biar cada uno de estos tortazos léxicos por caricias del tipo «eres un buen amigo, gra­cias, si quieres, te ayudo, perdona, me caes muy bien, anímate…». Hay buenos regalos en cualquier comercio, pero nunca encontraréis uno tan barato, tan accesible y que pue­da hacer tan feliz al vecino como unas buenas palabras.
Creo que he sido un poco duro. Por eso, voy a terminar con un cuento. Dice así: éra­se que se era un niño conocido porque se pasaba el día protestando y discutiendo. Por menos de nada empezaba a insultar, a gritar, a morder, a patalear. Era un caso: la leche del desayuno siempre estaba para él, o demasiado caliente, o demasiado fría; el agua del baño, igual; el tiempo de la calle, lo mismo. Gracias a su mala uva concentrada, se le fue poniendo cara de pocos amigos y, efectivamente, al cabo de un tiempo se quedó sin ninguno. Pero eso no le impedía seguir dando voces: se enfadaba con la almohada cuando no podía dormir; con el mar porque estaba muy húmedo; con los círculos por­que eran demasiado redondos; con las cuentas de restar porque siempre le quitan a uno; con los árboles porque no corren nada; con las nubes porque no son comestibles; con la lluvia porque es una patosa y siempre se cae; con… Verdaderamente, nuestro amigo no era sólo un caso, sino también un tipo inaguantable.
Hasta que un buen día, nada más levantarse con un humor de perros porque el sol no sabía tocar el piano, después de lavarse con una agua asquerosa porque no se podía hacer con ella una bola, y tras peinarse, cabreadísimo por no haber nacido con som­brero en vez de con pelo, se miró al espejo y, ¿a que no sabéis lo que vio? Pues vio la boca de un bicho raro que nunca había proferido una frase positiva; los ojos de un bi­cho raro que nunca había mirado el lado bueno de las cosas o de las personas; las ore­jas de un bicho raro que sólo había escuchado las palabras malsonantes que él mismo se decía. Y se enfadó tanto, tantísimo, con aquel tipo tan horrible, le dio tanta rabia, ra­bísima, esa boca que no sabía ni cantar ni besar, esos ojos que sólo servían para llevar pestañas, esas orejas sin música… que, a partir de entonces, empezó a buscar en la gen­te y en las cosas todo aquello que las hacía amables. Y desarmó sus palabras. Y le cam­bió la cara, por supuesto (Jesús Villegas).
 
 
 
 
 Actitudes de no violencia
Recogemos aquí una propuesta didác­tica en torno a la no violencia tomada ca­si literalmente del libro de PEDRO SÁEZ Las claves de los conflictos (CIP, Madrid 1997).
Objetivo
Aprender e interiorizar las estrategias de negociación, tratamiento y resolución de conflictos desde la no violencia acti­va, mediante diversos casos prácticos to­mados de la realidad.
Desarrollo
Se divide el gran grupo en pequeños grupos, planteando a cada uno de ellos por separado diferentes tipos de conflic­tos (étnicos y territoriales, por ejemplo). Una vez descritos los conflictos, se pide a cada grupo que afronte el problema planteado teniendo en cuenta todos los
componentes que intervienen en el mis­mo y las condiciones generales que to­dos deben cumplir (uso de procedimien­tos no violentos, pasos en el tratamiento del conflicto que identifican los objetivos prioritarios y señalan las posibles metas mínimas que se pueden alcanzar.
La puesta en común conclusiva debe servir para comparar las diversas solu­ciones, clarificando valores y actitudes vinculados a la no violencia. Evidente­mente, se deben valorar, sobre todo, las aportaciones de la no violencia activa y sus procedimientos a la hora de enfren­tarse a los conflictos planteados.
Materiales
Los ejemplos de conflictos pueden to­marse de la prensa, de los libros de his­toria o analizarse simplemente el texto del epígrafe anterior («Desarmar las pa­labras»)
 
2.CONSUMISMO, INJUSTICIA Y DEGRADACIÓN DE LA NATURALEZA
 
EN el banquete del consumo sólo cuentan y tienen derecho a participar unos 1.500 millones de personas. El resto sufre la injusticia de la desmesura de los países del Norte. Y la naturaleza sufre un creciente deterioro mediambiental. Las empresas que talan bosques, que contaminan los ríos y mares con pesticidas, las empresas que agotan las reservas de la tierra o del mar, en nombre del comercio y del beneficio, des­trozan la naturaleza.
Nuestro consumo desordenado e insoli­dario es causa indirecta de la desertifica­ción, erosión, de las inundaciones, de la ari­dez… Y lo pagaremos todos: los bosques tropicales, por ejemplo, juegan un papel importante en la regulación del clima pla­netario. Al menos el 50% de la lluvia que cae sobre el bosque tropical es devuelta a la atmósfera en forma de vapor de agua; las nubes que se forman son llevadas por el viento y su carga de agua puede caer incluso a miles de kilómetros. Otro fenómeno preocupante es el de producción de anhídrido carbónico, un gas que se forma durante procesos de combustión. Sale a la atmósfera por los tubos de escape de los motores, por las chimeneas… Debido a un particular fe­nómeno llamado «efecto invernadero», el aumento de óxido de carbono en la atmósfe­ra provoca una elevación de la temperatura terrestre de consecuencias incalculables.
 
Ahí va el simple dato del gráfico, que acompaña estas líneas, donde se alude a la des­trucción de los bosques tropicales. Contemplándolo, tratar de analizar los comporta­mientos cotidianos: nuestro consumo innecesario, qué podemos hacer para cuidar la naturaleza, cómo comprometernos activamente en su defensa, etc.
 
3.¿DIOS VENDRÁ?
 
EN Adviento y Navidad se habla mucho en nuestras iglesias y grupos sobre eso de preparar la venida del Jesús que ya viene. Viendo las cosas que van mal, podemos ca­er en la tentación de esperar que Dios venga a solucionar todos nuestros problemas. Y la verdad es que normalmente Dios no se dedica a repartir milagros por las calles, ni si­quiera en Navidad. El mayor milagro de Dios somos nosotros.
Si ayudamos, si trabajamos por cambiar el mundo, si somos la voz de los pobres, ese es el gran milagro de Dios que nace de nuevo porque lo hacemos presente con nuestros gestos de cada día. Porque Él vive y se mueve en nosotros. Habla por la voz de su Igle­sia, actúa por las manos de los que luchan por la justicia. Dios, y ésta es su gran locura que no logramos entender, nos ha dado la libertad para hacer que Él se encarne o no en nuestra historia. Dios vendrá cuando nosotros le abramos caminos para que venga. Es­te es el tema de la canción que os presentamos, extraída del LP «Por chocarme contigo» que aparecerá en estos días.
 
«Por chocarme contigo» está producido por Assisi, con canciones de Toño y cantado por él mismo y Bea: 10 canciones «frescas» que cuentan experiencias de fe, de Dios y de solidaridad, con un lenguaje juvenil pro­fundo, accesible y poético. Todos los beneficios que se obtengan con su venta serán destinados a la ONG «Jó­venes del Tercer Mundo».
 
la                   SOL
Dios no vendrá a besar a los viejos que se mueren en el parque.
la                   SOL
Dios no vendrá a secar las lágrimas de nadie.
Re MI4
Dios dejará que el hambre siga viva y aún matando.
La SOL FA MI
Dios no vendrá.
Dios nunca acallará los gritos de los pobres que se duermen
en cajones y trapos de estaciones de metro.
Dios dejará a los ricos viviendo en su sordera.
Dios no vendrá.
Dios dejará que vengan terremotos que siembran la miseria.
Dios dejará que el cáncer deshaga a mil personas.
Dios nunca bajará a repartir milagros.
Dios no vendrá.
 
LA do# fa# MI RE
Cuando sepas besar y busques trabajar
do# fa#           MI LA
pensando en los demás, Dios, seguro, vendrá.
 Acariciará por ti, sonreirá por tu voz,
cambiará el mundo gris si tú lo quieres cambiar.
 Dios vendrá, Dios vendrá, yo te juro, vendrá.
Tú eres quien logrará que el mundo pueda cambiar.
 
Dios no vendrá a cambiar los corazones que viven de la guerra.
Dios no protegerá a los niños de la calle.
Dios no contestará nuestras ciegas preguntas.
Dios no vendrá.
Dios no dará razones al que tira su vida en el viaducto.
No romperá las jeringuillas que matan y encadenan.
Dios no parará el SIDA ni la muerte en las venas.
Dios no vendrá.
Dios no apagará las llamas que arrasan nuestros bosques.
Dios no vendrá a gritar que hay que cambiar las cosas.
Dios no dirá que somos su amor y su agonía.
Dios no vendrá.
 
Cuando empieces a ser como una nueva voz,
romperás lo de ayer, nacerá lo de hoy.
Todo empieza a cambiar, si saltando el dolor
luchas por crecer para que nazca Dios.
Porque Dios sonreirá, cantará con tu voz,
andará con tus pies y besará con tu amor.
Manos tú le darás, Dios vendrá con tu amor,
Dios vendrá, Dios vendrá, si tú lo quieres,
hoy.
 
ToÑo CASADO (LP, Por chocarme contigo)
 
 
Pautas para la Reflexión el Compromiso
 
l . Antes de nada, leer y comentar las viñetas que acompañan a la canción. Después pararos en la canción: señalar las frases que más os llamen la atención, ¿vendrá o no Dios?, ¿cómo y cuándo?

  1. Haced una lista de las cosas que os gustaría hacer o cambiar si fueseis Dios du­rante un día.
  2. Pasad revista a todos los valores y lospersonajespositivos que tiene nuestra so­ciedad.
  3. Que cada uno comente en el grupo algo bueno realizado, de lo que se hayasentido especialmente orgulloso.
  4. Abrid un debate sobre «milagros» (el tema da mucho juego). Opiniones diversas, aclaraciones, experiencias. ¿Sigue Dios haciendo milagros?
  5. Tratad de convertir en oración y compromiso las conclusiones fundamentales que hayan ido saliendo en el diálogo.