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ESTE trabajo nace de los símbolos, que GILBERT DURAND denomina, nictomorfos :lo negro, la noche, la ceguera, el agua hostil y negra, las lágrimas, la cabellera, el, espejo, la luna, la mujer, el ciclo menstrual, la madre terrible, la vampiresa,la serpiente y el dragón (cf. Las estructuras antropológicas de lo imaginario, Taurus, Madrid 1981, 83-104). Después, fue adaptado a las actividades de Estudio de Sociedad, Cultura y Religión para Primero de Bachillerato en el IES «Jaime Ferrán» de Collado-Villalba (Madrid) con el proceso que se narra a continuación. |
Simbolismo de la noche.1
EN su Diccionario de los símbolos, JUAN EDUARDO CIRLOT nos dice que la noche está «relacionada con el principio pasivo, lo femenino y el inconsciente. Hesíodo le dio el nombre de madre de los dioses por ser opinión de los griegos que la noche y las tinieblas han precedido la formación de todas las cosas. Por ello, como las aguas, tiene un significado de fertilidad, virtualidad, simiente. Como estado previo, no es aún el día, pero lo promete y prepara. Tiene el mismo sentido que el color negro y la muerte, en la doctrina tradicional» (Diccionario de los símbolos, Labor, Barcelona 10, 1994, 326).
Dragón-serpiente y mujer en el Apocalipsis de Juan.2
LA Biblia es una de las fuentes de las que se nutre nuestra cultura occidental (cf. N. FREY, El gran código, Gedisa, Barcelona 1988). Dado que no podemos estudiar aquí el tema con detalle, nos ti – jamos en un libro que ha proporcionado numerosas imágenes: el Apocalipsis de Juan.
Se reparte a cada uno participantes en la actividad los diversos capítulos del Apocalipsis. Se pide que se lean y que todos anoten cuando encuentren dragón, serpiente y mujer. El profesor-animador puede contar con la ayuda de unas concordancias (por ejemplo: C.P DENYER, Concordancias de las Sagradas Escrituras, Caribe, Miami 1986).
Se ponen en común las citas, de tal manera que todos completen su trabajo con el de los demás. Se termina este apartado sacando conclusiones, interpretaciones de las relaciones dragón, serpiente, mujer: ¿qué animales aparecen, cómo son, qué mujeres aparecen, cómo van vestidas, etc.?
Estas son todas las citas del terna en el Apocalipsis: 12,3-4; 12,7.9; 12,13; 12,1617; 13,2; 13,4; 16,13; 17,3-6; 17,7-18; 19,2; 20,2; 20,10. Para ver ilustraciones y comentarios más profundos sobre estos capítulos:
- MALAXECHEVERRíA,Faena fantástica de ti¡ Península Ibérica, Kriselu, San Sebastian 1991.
- O. BEIGBEDER,Léxico de los símbolos,Encuentro, Madrid 1989.
- DE CAPEAUX-19.S. STISCKX,Introduccióna los símbolos, Encuentro, Madrid 1992.
- DE COCOGNAC,Los símbolos bíblicos. Léxico teológico,Desclée de Brouwer, Bilbao 1994. 9 L. CI–IARBONNEAU-LASSAY, El Bestiario de Cristo. El simbolismo animal en la Antigüedad y la Edad Media (11 Vol.), José J. de Olañeta Editor,, Palma de Mallorca 1996-1997.
a X.R. MARIÑO, El simbolismo animal. Creencias y significados en la cultura occidental, Encuentro, Madrid 1996.
Dragón-serpiente y mujer en la mitología clásica.3
SE trata de ampliar nuestra visión con la otra fuente de la cultura occidental: la mitología clásica. El profesor-animador invita a los participantes a investigar sobre una serie de mujeres y serpiente-dragón que nos ha legado el mundo clásico: Equidna; Quimera; la Hidra de Lerma; las Gorgonas: Esteno, Euríale y Medusa; Ménades; mito pelasgo de la creación: Eurínome y la serpiente Ofión; Lamia y Escila.
Tienen que buscar: origen, aspecto, relación mujer y serpiente-dragón, qué hace a los hombres, quién les derrota y cómo les derrota. Afortunadamente contamos con varios diccionarios de consulta (citamos las últimas ediciones):
P GRIMAL, Diccionario de Mitología griega y romana, Paidos, Barcelona 1994.
- GRAVES,Los mitos griegos(2 vol.), Alianza Editorial, Madrid 1997.
E.M. MORMANN-W. UITTERHOEVE., De Acteón a Zeus. Temas sobre la mitología clásica en la literatura, la música, las artes plásticas y el teatro, Akal, Madrid 1997.
- COTTERELL,Enciclopedia ilustrada de mitos y leyendas, Debate/Ediciones del Prado, Barcelona 1990.
Dragón-serpiente y mujer en la actualidad.4
EMPLEAMOS tres citas como justificación de la selección de los tres elementos de análisis que sugerimos:
Para el texto literario de Ernesto Sábato, la afirmación del poeta y crítico literario T.S. Eliot (1888-1965) que nos recuerda la necesidad de utilizar mitos y formas del pasado para dar estructura al caos del presente (cf. Ulysses, order and myth, 1923).
Para las obras de pintura, la aseveración de Gilbert Durand: » la obra de arte es la que consigue resucitar o restaurar el mito» (cf. Figures mythiques el visages de l’oeuvre, pp. 159, 169, 308).
Si se me permite comparar los anuncios con cuentos (= narraciones fantásticas), el estudio de Vladimir Propp que nos muestra cómo los mitos perviven en los cuentos (cf. Las raíces históricas del cuento, Fundamentos, Madrid 1987).
Para el trabajo en grupos o en clase se puede comentar cada uno de los apartados que siguen independientemente, buscar semejanzas y diferencias entre varios apartados, descubrir qué figuras mitológicas reactualizan estos artistas o anuncios, etc.
4.1. Ernesto Sábato: dragón y princesa
MARTÍN -dijo Alejandra con voz apagada-, estoy muy, muy cansada, quisiera dormir, pero no te vayás. Podér dormir aquí, a mi lado.
El se quitó los zapatos y se acostó al lado de Alejandra.
Sos un santo -dijo ella, acurrucándose a su lado.
Martín sintió cómo de pronto se dormía, mientras él trataba de ordenar el caos de su espíritu. Pero era un vértigo tan incoherente, los razonamientos resultaban siempre tan contradictorios que, poco a poco, fue invadido por un sopor invencible y por la sensación dulcísima (a pesar de todo) de estar al lado de la mujer que amaba.
Pero algo le impidió dormir, y poco a poco fue angustiándose.
Como si el príncipe -pensaba-, después de recorrer vastas y solitarias regiones, se encontrase por fin frente a la gruta donde ella duerme vigilada por el dragón. Y como si, para colino, advirtiese que el dragón no vigila a su lado amenazante como lo imaginamos en los mitos infantiles sino, lo que era más angustioso, dentro de ella misma: como si fuera una princesa-dragón, un indiscernible monstruo, casto y llameante a la vez, candoroso y repelente al mismo tiempo: como si una purísima niña vestida de comunión tuviese pesadillas de reptil o de murciélago.
Y los vientos misteriosos que parecían soplar desde la oscura gruta del dragónprincesa agitaban su alma y la desgarraban, todas sus ideas eran rotas y mezcladas, y su cuerpo era estremecido por complejas sensaciones. Su madre (pensaba), su madre carne y suciedad, baño caliente y húmedo, oscura masa de pelo y olores, repugnante estiércol de piel y labios calientes. Pero él (trataba de ordenar su caos), pero él había dividido el amor en carne sucia y en purísimo sentimiento; en purísimo sentimiento y en repugnante, sórdido sexo que debía rechazar, aunque (o porque) tantas veces sus instintos se rebelaban, horrorizándose por esa misma rebelión con el mismo horror con que descubría, de pronto, rasgos de su madre-cama en su propia cara. Como si madrecama, pérfida y reptante, lograra, salvar los grandes fosos que él desesperadamente cavaba cada día para defender su torre, y ella como víbora implacable, volviese cada noche a aparecer en la torre como fétido fantasma, donde él se defendía con su espada filosa y limpia. ¿Y qué pasaba, Dios mío, con Alejandra? ¿Qué ambiguo sentimiento confundía ahora todas sus defensas? La carne se le aparecía de pronto como espíritu, y su amor por ella, se convertía en carne, en caliente deseo de su piel y de su húmeda y oscura gruta de dragón-princesa. Pero, Dïos, Dios, ¿y por qué ella parecía defender esa gruta con llameantes vientos y gritos furiosos de dragón herido? «No debo pensar», se dijo, apretándose las sienes, y trató de permanecer como si retuviera la respiración de su cabeza. Trató de que el tumulto se detuviera. Quedó tenso y vacío por un fugitivo segundo. Y luego, ya limpio por un instante siquiera, pensó con dolorosa lucidez PERO CON MARCOS MOLINA, ALLÁ EN LA PLA1.A, NO FUE ASÍ, PUES ELLA LO QUISO Y LO DESEÓ Y LO
PESÓ FURIOSAMENTE, de modo que era a él, a Martín, quien rechazaba. Cedió en su tensión y nuevamente aquellos vientos volvieron a barrer su espíritu, como en una furiosa tormenta, mientras sentía que ella, a su lado, se agitaba, gemía, murmuraba palabras ininteligibles. «Siempre tengo pesadillas cuando me duermo», había dicho.
MARTÍN se sentó en el borde (le la cama y la contempló: a la luz de luna podía escrutar su rostro agitado por la otra tempestad, la de ella, la que él nunca (pero nunca) conocería. Como si en medio de excrementos y barro, entre tinieblas, hubiese una rosa blanca y delicada. Y lo más extraño de todo era que él quería a ese monstruo equívoco: dragónprincesa, rosafuego, niñamurciélago…»
ERNESTO SÁBATO,
Sobre héroes y tumbas, Seix Barra], Barcelona 51991, 120-122.
4.2. Obras de pintura
PROPONEMOS tres obras, aunque sólo reproducimos la primera.
FRANCIS PICABIA, El Eclipse (1932?). (195,5×114,5 cm. Museo de Bellas Artes, Bruselas).
La blasfemia fue un instrumento común de la estética dadaísta. La transgresión de los valores cristianos estaba encaminada a la ruptura con la comunidad y a la afirmación de los nuevos valores vitales, tal y como había expuesto Tristán Tzara en su manifiesto de 1918, que más tarde secundaría. De este modo, la Inmaculada ya no pisa la imagen del mal que representa la serpiente, sino que ésta se enreda alrededor de sus pies. El mal no es sólo un factor positivo sino básicamente creativo (Grandes Museos del Mundo, Vol. 11, Unidad Editorial, 392). El libro de J.M. C,. CORTÉS, Orden y caos. Un estudio cultural sobre lo monstruoso en el arte (Anagrama, Barcelona 1997, 4192), tiene un capítulo dedicado a la «mujer castradora» de donde entresaco los dos ejemplos que siguen (pp. 48 y 64, respectivamente).
FERNAND 1CFINOPEF, Ishtar (1888)
En esta obra se puede ver cómo de la vagina de una mujer, desnuda y en actitud placentera, salen (o entran) una formas antropomórficas y fálicas que conforman la cabellera de la Medusa esquelética. «O bien el horrible monstruo ha castigado a la lujuriosa Venus, mutilando la parte inferior de sus piernas, o bien el cuerpo desnudo de ésta es como una prolongación en desarrollo de alguno de los reptiles que entrecruzan la cabeza de la Medusa. Sea como fuere, la trilogía mujer (maldad)- sexo (pecado)- muerte (castigo) aparece claramente» (cf. R. BORNAY, Las hijas de Lilith, Cátedra, Madrid 1990, 170). Este es el castigo que recibe la mujer por seducir a un hombre y llevarle a su muerte física o simbólica.
- EDVARDMUNCH, La vampira (1893) Confinados en una pesada oscuridad una pareja se abraza; el hombre apoyado sobre el pecho de la mujer parece prisionero, casi inmóvil, retenido por la cabellera de ella que se tiñe de rojo; apreciamos cómo las múltiples serpientes de la Gorgona le cubren los hombros, él no se puede liberar del vampiro ni tampoco del dolor que ello ocasiona. Este juego sádico parece el inicio de un proceso devorador que llevará a la desaparición completa del hombre, donde toda posibilidad de relación dual y armónica está excluida. La mujer seductora y activa sexualmente responde a la llamada de la vida, a sus deseos inconfesables: «La mujer que exige todo de los otros, que pide todo para ella. Insaciable en su codicia» (declaraciones deE. Munch citadas en N. STAND, Edvard Munch, Johan Grundt Tanum Forlag, Oslo 1974, 152).
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