Los jóvenes españoles, cada vez más europeos, cada vez menos orientados al Sur, están acomodados, viven sobreprotegidos, se encuentran satisfechos con la vida, andan temerosos de tener que marchar del nido familiar y están mejor preparados que cualquier generación precedente. Tanto que, como dice El Roto, «los trabajos ya duran menos que los estudios para acceder a ellos». Véase y sáquense consecuencias.
Por eso se apuntan a la religión del consumo (también consumo de emociones) dentro de una fe ciega y una entrega sin límites y hasta la muerte. Véanse, si no, los dos recortes que nos envía un educador jesuita desde Vigo: el mismo día (7 de agosto de 2000) apareció este verano en el «Faro de Vigo» la noticia del joven que muere (tenía 33 años: ahora se quiere ser joven hasta los 35 o más…) y dos esquelas una de su familia y otra de su «gran amigo Oscar (El Rizos) y toda la gente de la noche de Vigo que no te olvidará nunca».
Esta exaltación de quien estira la juventud en tiempo (años) e intensidad («Vivías para la noche y la noche te llevó contigo») nos habla de nuevas militancias en las que algunos se enganchan. ¿Qué epitafio elegiríamos para nosotros o para los jóvenes a quienes educamos? Por ahora, como siempre, nuestro objetivo es que «tengan vida y que la tengan en abundancia». Ése será nuestro mejor homenaje a quien quiere vivir de verdad.
CUADERNO JOVEN