Al comenzar un nuevo curso
Padre, al comenzar este nuevo curso
quiero pedirte por todos mis compañeros de clase.
Yo conozco a algunos del curso pasado,
pero han entrado nuevos y apenas sé sus nombres…
Tú los conoces a todos,
sabes sus cualidades y sus defectos
entiendes mejor que nadie de qué pie cojean
y en qué cosas necesitan ayuda.
Tú, Señor, Maestro bondadoso y fiel,
nos quieres un montón,
y no porque seamos buenos…
No, no. Tú nos amas “porque sí”
y eso me llena de orgullo y satisfacción.
Enséñame a querer a todos mis compañeros
no porque me caigan bien o tengan mis mismos gustos,
sino porque son Hijos tuyos y, por lo tanto
“éste es el más hermoso de tus milagros”:
son también Hermanos míos.
Dame la valentía necesaria de acercarme a los más débiles,
a los que tienen menos capacidades,
a los que carecen de amigos,
a los que vienen de tierras lejanas…
Te doy gracias, Padre,
porque me has dado compañeros y amigos:
cada uno de ellos es un regalo para mí,
en cada uno de ellos Tú, Señor, me entregas “un vale,”
un vale que deberé canjear un día en Tu Reino.
Dame tu mirada para contemplarles,
tus manos para ayudarles,
tu sonrisa para divertirles,
tu inteligencia para enseñarles
y sobre todo, Padre, dame tu corazón,
para no dejar nunca de amarles.
José María Escudero