Padre nuestro del educador

1 septiembre 1997

Padre Nuestro que estás en el cielo
y también con nosotros;
comenzamos en tu presencia
nuestro trabajo, con espíritu fraternal
porque Tú eres nuestro Padre.
 
Santificado sea tu nombre:
que te alaben nuestros alumnos
y te bendigan al ver nuestras obras.
 Que tu nombre de Padre se haga visible
en la convivencia familiar
de nuestra Comunidad Educativa.
 
Venga tu Reino
el que Jesús anunció y comenzó;
el Reino cuya maduración nos confiaste
a cada uno de nosotros.
Que nuestras aulas sean la antesala
de una sociedad renovada.
 
Hágase tu voluntad en la cierra como en el cielo.
Que nosotros llenemos sus exigencias:
conviviendo y colaborando fraternalmente
en nuestra Comunidad Educativa,
y caminando como pedagogos con tus hijos
por los caminos de la libertad.
 
Danos hoy nudo pan de cada día,
el pan de la mesa familiar,
el pan de la verdad y la amistad,
el pan de la justicia y la libertad,
el pan de los ideales y los valores
para que lo compartamos cada día
con los alumnos que nos confiaste.
 
Perdona nuestras ofensas,
como nosotras perdonamos,
y nuestras limitaciones culpables
porque en ellas empobrecemos
a nuestros alumnos.
Perdónanos nuestros desalientos
y nuestras impaciencias.
Y que nosotros comprendamos y perdonemos
a nuestros alumnos
 
 
No nos deis caer en la tentación
de hacer de nuestra vocación
una mercancía que se vende y que se compra;
de olvidara los «marginados» de la cultura
y de nuestras estructuras educacionales,
de reducimos a ser funcionarios
al servido de una enseñanza
no comprometida con la vida
 
Y librarnos del mal
del paternalismo que aliena
y no deja crecer.
Líbranos del autoritarismo que domestica,
borrando la originalidad de cada alumno.
Y líbranos del mal terrible
de no amar a nuestros alumnos.
 
AMÉN

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