Padre nuestro que, otro año y ya van muchos, te vas a quedar sin vacaciones
Que tu nombre sea santificado en cada uno de tus hijos que hace tiempo no sacamos las maletas del desván.
Venga a nosotros tu Reino, a nuestros hogares, a nuestros trabajos, a estos lugares de cemento y de vidrio, de asfalto y… ¡si no estás Tú, Dios mío!, de muchísima soledad.
Hágase tu voluntad, ya sabes lo que más nos gustaría: salir con nuestras familias, con nuestros amigos, respirar aire fresco, aire diferente, conocer otros sitios, otras gentes, atiborrarnos en un chiringuito.., bueno, bueno, que me acelero; no me riñas, Señor, que además eso de soñar lo inventaste Tú y no cuesta un duro. Eso sí, que los planes que Tú tienes en nosotros, con vacaciones o sin ellas, vayan hacia delante.
Danos hoy el pan de cada día, un pan escaso que no nos permite hacer grandes excesos, pero al menos nos ayuda a salir del paso… Que nunca nos falte tu alimento, Señor.
Y perdónanos: a veces, y Tú lo sabes, no nos conformamos con lo que tenemos. Nos gustaría un mes de vacaciones, un hotel de lujo, unas playas de ensueño y…, y la nómina no nos llega. Entonces nos rebelamos contra Ti y contra nuestros hermanos. Perdónanos Tú primero, Señor, para que aprendamos a perdonar como Tú quieres.
No nos dejes caer, no nos abandones, quédate con nosotros. Sabemos que Tú tal vez tenías otros planes y… y eso, que te hemos vuelto a chafar otro verano. Pero estamos convencidos de que a Ti no te importa volver a deshacer la maleta, anular el billete y quedarte con nosotros.
Y sobre todo líbranos del mal, pues podemos pasar un verano sin vacaciones, dos, tres…, toda una vida, pero lo que nunca aguantaríamos es estar un día sin Ti.
Que así sea, Señor.
José María Escudero
¡En el bufet del Señor!
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