PALABRAS PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

1 julio 2012

Koldo Gutiérrez
 
Desde hace unos años se habla de una nueva evangelización. Con este objetivo se están proponiendo diversas iniciativas que están generando una gran expectación.
Algunas de estas iniciativas son la creación del Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización, el anuncio de próximo Sínodo de Obispos sobre la nueva evangelización, las actividades de diálogo cultural que, en distintos lugares, se están realizando enmarcadas en lo que se ha dado en llamar el atrio de los gentiles, los congresos que sobre nueva evangelización se van desarrollando en algunas diócesis.
Otras iniciativas, sin abordar de manera directa el objetivo de la nueva evangelización, subrayan esta prioridad. En este grupo de iniciativas podemos destacar el próximo año de la fe y el recuerdo de los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II.
En estas páginas queremos presentar, en forma de materiales, algunas palabras para entender qué queremos decir cuando hablamos de nueva evangelización. Cada palabra está acompañada de una breve explicación y de preguntas que puedan servir para el diálogo en grupo.
 
Nueva Evangelización
“Id por todo el mundo proclamado la buena noticia a toda la humanidad” (Mc 16,15). San Marcos describe de esta manera el comienzo de la misión evangelizadora, asegurando la presencia del Espíritu Santo. Este mismo Espíritu sigue hoy presente impulsando la evangelización.
Una sencilla constatación estadística deja ver la importancia que la evangelización adquiere en estos momentos. En el Concilio Vaticano I el término evangelio aparece una sola vez y no aparecen los términos evangelizar ni evangelización. En cambio, en el Concilio Vaticano II el término evangelio aparece 157 veces, evangelizar 18 veces y evangelización 31 veces.
¿Qué es evangelizar? Se han escrito muchas, y bonitas, definiciones pero en esta ocasión me quedo con la siguiente: evangelizar es sencillamente llevar el evangelio, cuyo núcleo central es Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
¿Cuándo se empieza a hablar de nueva evangelización? Se habla de nueva evangelización por primera vez en el documento conclusivo de la Asamblea del episcopado latinoamericano reunido en Puebla. Pero es con el pontificado de Juan Pablo II cuando este término adquiere mayor protagonismo. El Papa Benedicto, con su magisterio, está subrayando especialmente la relación fe y razón, la apuesta por una educación integral, el anuncio integro de Jesucristo.
Los últimos años han hecho evidentes, desde el punto de vista de la evangelización, tres situaciones:
“En primer lugar, aquella a la cual se dirige la actividad misionera de la Iglesia: pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes.
Hay también comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia.
Se da, por último, una situación intermedia, especialmente en los países de antigua        cristiandad, pero a veces también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de     bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio. En este caso es necesaria una nueva evangelización o reevangelización” (RM 33).
Ya Evangelii Nuntiandi había señalado que “lo que importa es evangelizar –no de manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces-  la cultura y las culturas del hombre… tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios” (EN 20).
 
Hoy todos los proyectos pastorales se proponen una evangelización más decidida. ¿Qué acciones pastorales han experimentado un cambio? ¿En qué sentido, en estas acciones pastorales, se ha potenciado la evangelización?
 
Contexto
He intentado acercarme a la palabra evangelización. Pero si el evangelio no cambia y Jesucristo es el mismo por qué podemos hablar de nueva evangelización. No es una mala pregunta.
Lo que ha cambiado, y justifica que podamos hablar de nueva evangelización, es el contexto que nos toca vivir. En este sentido, hablamos de nueva evangelización porque hoy debemos proclamar el mensaje permanente del evangelio en una situación nueva.
Es cierto que hablar de tiempos nuevos es una constante en la historia de la humanidad, pero, hoy, muchos hablan de un cambio de época. Hay indicadores que muestran la profundidad de ese cambio, pero no tenemos claro en qué va a consistir esa nueva época.
No es arriesgado afirmar que en Europa el cristianismo parece estar debilitándose y vemos con sorpresa que crece la indiferencia religiosa. No son pocas las personas que dicen: “No creo en nada, ni falta que me hace”. Crece el número de quienes se manifiestan como espirituales pero no religiosos. Pongamos algunos ejemplos concretos. Vemos a padres que se preguntan cómo es posible que le fe no le diga nada a sus hijos cuándo es tan importante para ellos. De la misma manera, no es difícil encontrar personas que, después de haber tenido una formación cristiana, se sienten lejanas a la fe.
Todo esto hace que nuestro mundo sea complejo. Cuando hablamos de esta manera queremos decir que este tiempo tiene sus dificultades, pero presenta también oportunidades para la evangelización. Hemos hablado de la dificultad de la indiferencia religiosa; pero, también, deberíamos reconocer que descubrimos, en muchas personas, una gran sed de espiritualidad y sentido, y esto es una oportunidad.
Utilizando un símil del teatro, podemos hablar de escenarios. Hoy nos encontramos con escenarios nuevos donde se desarrolla la vida de las personas, con momentos duros y momentos gozosos. Estos escenarios son sociales, culturales, económicos, políticos y religiosos. Afinando un poco más la mirada hablamos de secularización, de migraciones, de comunicación social, de economía, de ciencia y de política. Todos estos son escenarios importantes para la vida de los hombres de hoy.
 
En el contexto donde trabajamos pastoralmente: ¿Podemos ver la influencia de estos nuevos escenarios? ¿Qué preguntas y desafíos nos plantean?
 
Discernimiento
Evangelizar hoy en este mundo, y en este tiempo, requiere de nosotros sabiduría para identificar los desafíos que nos presentan las nuevas circunstancias y capacidad de discernimiento.
Esta palabra, discernimiento, se usa en distintos ámbitos. Cuando los cristianos hablamos de discernimiento afirmamos en primer lugar la necesidad de conectar con Dios y después concretamos este discernimiento en una actitud de escucha, de comprensión y de interpretación de lo que vivimos a la luz de la fe.
Los lineamenta para el próximo Sínodo destacan dos puntos neurálgicos para poder situarnos en una nueva evangelización: el discernimiento y el diálogo. El proceso de evangelización, de esta manera, se transforma en un proceso de discernimiento.
Pero, ¿qué puntos concretos son objeto de discernimiento para esta nueva evangelización? Para responder esta pregunta nos acercamos nuevamente al documento de los Lienamenta para el próximo Sínodo donde se especifican estos puntos:
El nacimiento, la difusión y el progresivo afirmarse de una nueva evangelización en nuestras Iglesias; las modalidades con la cuales la Iglesia hace suya y vive hoy la tarea de transmitir la fe; el rostro y la aplicación concreta que asumen en nuestro presente los instrumentos a disposición de la Iglesia para engendrar en la fe (iniciación cristiana, educación), y los desafíos con los cuales esos instrumentos están llamados a confrontarse” (Lineamenta).
 
¿Qué problemas estamos teniendo para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones? ¿Cómo acompañamos a los jóvenes al encuentro y comunión con Jesucristo?
 
 Diálogo
En el punto anterior he hablado de la importancia de la palabra discernimiento, ahora quiero destacar la palabra diálogo.
Pablo VI, a mitad de las sesiones del Concilio Vaticano II, escribió una hermosa encíclica, Ecclesiam Suam, donde presenta a la Iglesia como diálogo. Esta categoría, el diálogo, es una actitud intrínseca del cristianismo. La encíclica de la que hablamos influyó positivamente en el desarrollo del Concilio Vaticano II.
En esta categoría, el diálogo, se asienta una iniciativa que durante los últimos años va haciendo un hueco en la alta cultura: el atrio de los gentiles. ¿Qué es este atrio? Es un espacio de diálogo entre creyentes y no creyentes que se preguntan por Dios y su misterio. El diálogo es el gran instrumento para el encuentro entre creyentes y no creyentes, en un ambiente de apertura, libertad, coherencia y tolerancia. Un diálogo que parta de la vida concreta y que ilumine interrogantes y cuestiones de hombres y mujeres que buscan con ansia sentido, verdad, salvación, aunque sea a tientas. Y en esos encuentros el cristiano puede expresar su experiencia religiosa, como un anuncio humilde y sincero de la salvación de Dios, en Jesucristo, con palabras adecuadas, desde una actitud de credibilidad y comprensión.
En este diálogo, la vía de la belleza, el arte, es un camino propicio para la nueva evangelización. Los cristianos vemos en nuestro patrimonio artístico un lugar de diálogo con la cultura, que en ocasiones pude convertirse en un auténtico catecismo para nuestro tiempo. Pensemos, por ejemplo, en la catedral de la Sagrada familia en Barcelona.
 
¿Es posible “un atrio de los gentiles” en pastoral juvenil? ¿Qué condiciones se necesitarían para desarrollar puntos de encuentro y diálogo con jóvenes que no creen o que se van alejando de la fe?
 
Anuncio y testimonio
El Papa Benedicto se expresa de esta manera: “El evangelio es el anuncio siempre nuevo de la salvación obrada por Cristo para hacer a la humanidad partícipe del misterio de Dios y de su vida de amor y abrirla a un futuro de esperanza fiable y fuerte”.
En esta lógica, muchos piensan que para poner luz a nuestra manera de actuar es oportuno mirar los tiempos del primer cristianismo, donde aquellos primeros cristianos vivieron situaciones no muy distintas a las que vivimos nosotros. ¿Cómo se describe la  evangelización en algunos textos del Nuevo Testamento? Los Hechos de los Apóstoles presentan el método evangelizador de los primeros discípulos sostenido en el anuncio del evangelio y en el testimonio de vida que confirma la credibilidad de lo predicado. Lo predicado es la buena nueva, Jesucristo. “No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios” (EN 22).
Es doctrina ya asumida la distinción en el proceso evangelizador de estas etapas: momento misionero y primer anuncio; catequesis e iniciación cristiana; pastoral.
Los contornos entre estas etapas no son fáciles de situar. Algunas personas pudieron tener en algún momento de su vida contacto con la Iglesia y el mensaje cristiano pero, por lo que fuera, esta buena nueva no caló en sus personas. ¿Cómo describiríamos un momento de propuesta y un nuevo contacto con el evangelio? ¿Primer anuncio? ¿Segundo anuncio?
Lo que está claro es la importancia que adquiere la propuesta de algunas experiencias por las que alguien, en un momento de su vida, se sienta tocado por el Evangelio y se siente llamado a la conversión. Después de este contacto inicial vendrá la catequesis que trata de acompañar la fe germinal hasta hacernos discípulos de Jesús y nos enseña a participar en la vida de la Iglesia.
Lo he dicho más arriba. Este tiempo de nueva evangelización es un tiempo que destaca el testimonio personal y comunitario.
Hay comunidades que priorizan el método del anuncio, del esfuerzo por hacer discípulos del Señor. “Id y haced discípulos entre todos los pueblos” (Mateo 28,19), Otras comunidades ponen el acento misionero en el contagio, en  la vida de las comunidades y de los cristianos. “Lo que vimos y oímos os lo anunciamos también a vosotros para que compartáis nuestra vida, como nosotros compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que se colme vuestra alegría” (1Juan 1,3-4).
Concluyendo estas reflexiones podemos afirmar que, en estos momentos como siempre ha sido, es primordial que el primer anuncio vaya unido al testimonio personal (creyentes coherentes y creíbles), y el testimonio comunitario (comunidades coherentes y creíbles).
 
“Será sobre todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir, mediante un testimonio vivido de felicidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad” (Lineamenta)
 
Habla sobre la huella que ha dejado en ti algún testigo de fe.
 
Iniciación Cristiana
“El cristiano no nace sino que se hace” (Tertuliano). Pero, ¿cómo se hace un cristiano? La tradición de la Iglesia ha entendido la Iniciación Cristiana como el proceso por el cual nos vamos haciendo cristianos. Este proceso va precedido de la pastoral misionera y del primer anuncio, y se continúa con la acción pastoral de la Iglesia.
Lo que es fácil ver idealmente en la práctica muestra dificultades. Por ejemplo la catequesis es en estos momentos un motivo de preocupación. Por una parte constatamos, a pesar de tantos esfuerzos, la ignorancia que muchas personas tienen de los contenidos fundamentales de la fe. Es inquietante preguntarse cómo es posible que mientras muchos avanzan en los contenidos de una cultura científica no avancen con el mismo paso en los contenidos esenciales de la fe.
Por otra parte podemos ver cómo muchos jóvenes no completan la Iniciación Cristiana, o si la completan teóricamente, todavía no han descubierto en profundidad qué significa ser y vivir como cristiano.
La catequesis, por tanto, es en estos momentos, esencial para la labor de la nueva evangelización. Devenir en cristiano va a ser el resultado de un proceso consciente y libre en el que se involucre la persona y la comunidad cristiana. Por tanto, el joven y el joven adulto, necesitarán hacer experiencia de Dios desde una opción personal y desde la relación e inserción en una comunidad cristiana de referencia, de apoyo y de acompañamiento.
 
“Bautismo, Confirmación y Eucaristía son vistos no ya como tres sacramentos separados, sino como etapas de un camino de engendramiento a la vida cristiana adulta, dentro de un proceso orgánico de iniciación a la fe. La iniciación cristiana es ya un concepto y un instrumento pastoral reconocido y bien consolidado en las Iglesias locales” (Lineamenta).
 
¿Qué problemas vivimos en los procesos de Iniciación cristiana? ¿Qué importancia damos al catecumenado de adultos?
 
Dios
La pregunta por Dios está hoy en el centro de la misión eclesial. Una de las crisis actuales está vinculada al tema de Dios. ¿Por qué Dios es extraño a la cultura?
Posiblemente nuestra época no sea un tiempo de ateísmo, sino de indiferencia o de un vago conocimiento de Dios. Esta época se caracteriza más por el desconocimiento de Dios que por la negación de su existencia. Incluso, con sorpresa, descubrimos un nuevo paganismo en algunos cristianos.
Esta indiferencia a la que nos referimos va haciendo que Dios esté cada día más ausente en la cultura y de la vida de los hombres. Hay un secularismo propenso a alejar al hombre de su relación fundamental con Dios. Esta deriva va dejando a muchas personas en un gran vacío interior.
También es cierto que muchas personas buscan a Dios aunque, en ocasiones, no lo busquen en la Iglesia; buscan experiencias religiosas aunque no muestren interés por la religión.
Por todo lo que estamos diciendo podemos afirmar que este tiempo de nueva evangelización es un tiempo para hablar de Dios, y de su misterio, al hombre de hoy, con un lenguaje apropiado. Lo decisivo es descubrir el misterio de Dios en el mundo y en nuestras vidas. A Dios se le encuentra como exigencia de sentido cumplido y experiencia personalmente vivida.
 
“(Hay que) buscar las formas y los instrumentos para elaborar reflexiones sobre Dios, que sepan responder a las esperanzas y las ansias de los hombres de hoy, mostrándoles cómo la novedad, que es Cristo, es, al mismo tiempo, el don que todos esperamos, al cual cada ser humano anhela como cumplimiento implícito de su búsqueda de sentido y de su sed de verdad” (Lineramenta).
 
¿Cómo ponemos en camino hacia Dios y su misterio?
 
Jesucristo
Creer no es adherirse a una idea brillante sino un compromiso de vida que lleva a la donación de sí mismo porque se ha encontrado a Jesucristo en una comunidad viva que lo anuncia de una manera creíble.
Muchos jóvenes, especialmente adolescentes, por diversas circunstancias tienen muchas dificultades para encontrarse con Jesucristo. Por eso el mejor servicio que podemos hacer a los jóvenes, quienes nos dedicamos a la pastoral juvenil, es acompañarles, como comunidad cristiana, al encuentro salvador con Jesucristo.
La fe de la Iglesia nos recuerda y celebra que Jesucristo tiene un valor singular y único. Él es el Verbo de Dios, hecho hombre para la salvación de todos. En Cristo, Dios se revela como amor misericordioso, que se hace donación de sí mismo por la efusión del Espíritu Santo. No está de más recordar esto porque en algunos puede ir calando un sutil mensaje posmoderno que invita a desdivinizar al Hijo de Dios. La fe cristiana depende de la confesión de fe en el Hijo de Dios.“Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”  (Hebreo 13,8).
En realidad, el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado… Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimilidad de su vocación… El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado. Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En Él, Dios nos reconcilió consigo y con nosotros, y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el apóstol: el Hijo de Dios me amó y se entregó por mí (Gal 2,20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además, abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido” (GS 22).
 
¿Qué dificultades encontramos para ayudar al encuentro con Jesucristo? ¿Cómo podemos abordar estas dificultades?
 
  Iglesia
El tema de la Iglesia, por las dificultades que estamos teniendo para hacer visible la eclesialidad de la fe, es otro de los grandes temas en la nueva evangelización. Es sabido por todos que en algunos lugares de Europa la asistencia a la celebración dominical presenta datos preocupantes y que el sentido de pertenencia a la comunidad es cada vez más inestable.
El momento de la historia que vivimos deja ver la necesidad de implantar y arraigar la Iglesia en el corazón de los creyentes, en el corazón de tantos jóvenes. No podemos olvidar que la Iglesia vive de, con y desde aquel amor mismo con el que Cristo nos ama.
Todo esto hace que toda pastoral en este tiempo de nueva evangelización debe destacar los aspectos de comunión y de sentir con la Iglesia.
El documento de los Lineamenta al que en ocasiones hacemos referencia tiene una expresión muy clarificadora para situar la importancia del tiempo que nos toca vivir: “La pregunta acerca de la transmisión de la fe, que no es una empresa individualista y solitaria, sino más bien un evento comunitario, eclesial, no debe orientar las respuestas en el sentido de la búsqueda de estrategias comunicativas eficaces y ni siquiera debe centrar la atención analíticamente en los destinatarios, por ejemplo los jóvenes, sino que debe ser formulada como una pregunta que se refiere al sujeto encargado de esta operación espiritual. Debe transformarse en una pregunta de la Iglesia sobre sí misma” (Lineamenta).
 
¿Nuestro proyecto pastoral deja ver este esfuerzo por hacer visible la comunión eclesial?
 
Emergencia educativa
El magisterio de Benedicto XVI, tejido con la fe y la razón, da una gran importancia a una educación integral. La educación es una preocupación para las familias, para la sociedad y para la Iglesia. Él momento que estamos viviendo en la educación, con sus dificultades y posibilidades, permite que se pueda hablar de emergencia educativa.
Para que podamos hablar de una educación integral es necesario, en el pensamiento de Benedicto XVI,  un modelo de persona integrado (antropología) y la apertura a la trascendencia (sin Dios el hombre no es más humano, ni más feliz).
La educación es parte integrante de la misión de la Iglesia; representa, por tanto uno de los objetivos que las comunidades cristianas tienen que mantener siempre vivos. La Iglesia sigue teniendo, en este tiempo de emergencia educativa, una ineludible misión en la educación por muchos motivos como son su tradición, su patrimonio histórico de proyectos educativos, su capacidad de reflexión, sus instituciones educativas, sus educadores vocacionados.
 
“En vista de una “nueva evangelización” será seguramente posible: imaginar todos estos espacios culturales como otros tantos “patios de los gentiles”, ayudándoles a vivir la propia vocación originaria dentro de los nuevos escenarios que avanzan, es decir, aquella vocación de llevar positivamente la cuestión de Dios y de la experiencia de la fe cristiana dentro de las realidades del tiempo; ayudar a estos espacios a ser lugares en los cuales se puedan formar las personas libres y adultas, capaces a su vez de llevar la cuestión de Dios dentro de sus vidas, en el trabajo, en la familia” (Lineamenta).
 
¿Qué dificultades y posibilidades vemos hoy en la educación?
 
Nuevos evangelizadores
Acabo esta entrega de palabras clave para la nueva evangelización afirmando que una nueva evangelización necesita un nuevo evangelizar que profundice y haga visibles los aspectos vocacionales que le son propios.
Recordemos que el envío misionero a la evangelización cada cristiano lo recibe y ejerce desde su vocación concreta. El evangelizador se sabe llamado y enviado a llevar el evangelio de Jesús, la buena nueva, para que quien lo reciba y escuche pueda creer en Jesucristo e invocarlo como Señor.
En este sentido todo miembro del Pueblo Dios está llamado a ser evangelizador de una manera o de otra. El primer evangelizador es el obispo, pero evangelizadores son también los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los laicos.
Especial protagonismo adquieren los laicos desde su vida familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad, también ellos están llamados a vivir la vida de cada día inspirados por el evangelio. Recordemos la bonita expresión de Juan pablo II hablando de la Iglesia como una familia de familias. En este momento se habla mucho del papel de la familia y de la pastoral familiar.
Para hablar de los nuevos evangelizadores, y con esto finalizo esta entrega, se ponen en el centro de la reflexión tres palabras: vocación, formación y santidad.
La nueva evangelización necesita personas movidas por el Espíritu Santo y con un sello de santidad.
 
¿Cómo favorecer el aflorar de nuevos evangelizadores?
 

Koldo Gutiérrez

 
 
 
 

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Por Koldo Gutiérrez, sdb

El autor pone el punto de partida de su reflexión en la misión evangelizadora de la Iglesia, situando en ella
el marco de referencia necesario para cualquier itinerario de educación en la fe. Recorriendo con maestría
el reciente magisterio posconciliar, con especial atención al pontificado de Francisco, Gutiérrez señala el
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