PARA LLEGAR A SER UN HOMBRE DE PAZ

1 enero 2005

“La paz os dejo, mi paz os doy;

no como el mundo la da, os la doy yo” (Jn 14,27)

 

  1. No olvides que, de todas las armas que el hombre ha sido capaz de inventar, la más poderosa es la palabra… “Dispara” palabras de consuelo, de ánimo, de fortaleza, nunca palabras hirientes, bañadas en sangre y rencor.

 

  1. En los momentos de máxima tensión, cuando pienses que sobran las palabras, haz estallar una enorme sonrisa de oreja a oreja, que te devuelva el equilibrio y la paz interior.

 

  1. Cuando la batalla sea inevitable, acuérdate de la otra mejilla del evangelio, y ponlo en práctica… ¡Vencerás siempre!

 

  1. Cuida tu forma de hablar (no por mucho gritar te van a hacer más caso), cuida tu lenguaje (no por soltar una retahíla de tacos te vas a hacer acreedor de la verdad absoluta), cuida tus programas televisivos (¿cuántas imágenes violentas desfilan cada día ante tus propias narices?)… En definitiva cuida tu corazón, fortalécelo, lima esas asperezas que lo endurecen y lo tornan violento.

 

  1. Desgraciadamente todo el mundo tiene el poder del Señor, mas muy pocos lo usan… Cada día pide al Señor que te de esa fuerza, que no derribará a ningún contrario, pero que, como Él mismo te ha prometido, moverá montañas.

 

  1. La única guerra a la que puedes permitirte alistarte es a la guerra interior, de manera que puedas sofocar tus ráfagas de agresividad y venganza.

 

  1. Aprende a ser tolerante contigo mismo y con los demás y, antes de llegar a las manos, acude urgentemente a tu corazón.

 

  1. Deja de tender los nubarrones de tu vida en el tendal del vecino… Eso de fijarse antes en la viga de nuestro ojo que en la mota de nuestro hermano evitaría infinidad de conflictos.

 

  1. Para ser un hombre de paz deberás aprender a conjugar la vida en segunda persona. No lo que yo quiero, sino lo que quieres tú; no lo que a mí me agrada, sino lo que te complazca a ti; no donde, cuando y como yo quiera, sino cuando, donde y como quieras tú.

 

  1. Y todos los días antes de que el sueño haga mella en tu cuerpo, repasa junto al Dios de la Paz la jornada transcurrida… Si has sido capaz de llenar el día de momentos de paz seguro que dormirás ¡a pierna suelta!

José María Escudero

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