1 a 24
¿Qué os parece? Si un profesor tiene 25 alumnos en el aula y uno de ellos se le extravía (empieza a “hacer novillos,” a no estudiar, a dar guerra, a contestar de malos modos…), ¿no alargará el profesor su horario para, sin desatender a los otros 24, sacar tiempo para ir en busca del extraviado? Y si le encuentra –y es capaz de motivarle, de ayudarle, de volver a ilusionarle…–, os aseguro que se alegrará por él, mucho más que por los otros 24 que seguían el ritmo normal de la clase. (De Mt 18,12-14)
Un año y el siguiente
¿Qué os parece? Un profesor de Secundaria, marcado por la experiencia y por las canas, desesperado por la nula actitud que muestran sus alumnos hacia su materia, va a hablar con el director.
–¿Qué debo hacer? Llevo dos meses estancado en la misma lección y el temario es muy largo… ¿No cree que debo avanzar y, al menos, si alguno quiere seguirme pueda hacerlo?
–No, pienso que no –le responde el director.
–Entonces –le replica el profesor–, ¿cuántas oportunidades más tengo que dar a estos muchachos? ¿Un mes más?
–No te digo un mes más, sino todo el curso y el que viene si fuera necesario. (De Mt 18,21-22)
Comenzar por los últimos
Cuando el director entró en la sala de profesores les preguntó:
–¿Qué son estos gritos? ¿Qué estabais discutiendo?…
Mas los profesores callaban porque habían estado discutiendo, lista de notas en mano, sobre quién de ellos tenía en sus clases los muchachos más listos, con mejores actitudes, con más sobresalientes… El director les invitó a que se acercaran a la ventana que daba al patio y, allí, les fue señalando los alumnos que más problemas les ocasionaban (absentismo escolar, exámenes en blanco, expulsiones de clase, pasotismo de los padres…) A continuación les dijo:
–El que quiera pavonearse de sus alumnos, tendrá que empezar por los últimos, por los que no cuentan ni para vosotros, ni para la sociedad… y, si sois capaces de “hurgarles” en su corazón y sacar todo lo mejor que llevan dentro, entonces sí, entonces podréis enorgulleceros y “fardar” ante los demás. (De Mc 9,33-35)
Los más difíciles
Yo os digo a vosotros que me escucháis: Amad a todos vuestros alumnos, mas amad de un modo especial a aquellos de vuestros chicos o chicas que son más difíciles: a los que no dan un palo al agua, a los que veis más por el parque del barrio que por la clase, a los que os contestan de malas maneras y, alguna vez, os han levantado la mano… Pues si amáis únicamente a los alumnos que sacan buenas notas, que no os dan problemas y que os agradecen todo lo que estáis haciendo por ellos… ¿qué mérito tendréis? También lo hacen sus padres, sus amigos, y la sociedad en general. Así que vosotros “desgastaos” con “los peores,” con los que no cuentan para nadie; sembrad en ellos la semilla del amor, de la esperanza, de la ilusión… sin esperar recoger sus frutos… Os digo que será grande vuestra recompensa. (De Lc 6,27-35)
José María Escudero