Pasión y perdón

1 marzo 2002

José Miguel Burgui
 

Celebración Comunitaria del Perdón

 
Proponemos para el tiempo de Cuaresma, esto es, para preparar la celebración de la Muerte y Resurrección de Jesús, dos sencillos materiales. El primero destinado a hacernos pensar y ayudarnos a conocer la historia de Jesucristo; el segundo contiene una «celebración comunitaria del perdón».
 
 
 
 

  1. «Pasión»

 
El texto que sugerimos puede servirnos para crear un contexto adecuado de la celebración: fundamentalmente, «recuperar memoria» a través del conocimiento de la historia y significado de la «Pasión de Jesús de Nazaret». Tiene su miga y densidad el texto de F. de Azúa. Entre otras cosas, sigue latente la interpretación un tanto sádica de la Pasión; en la página 80 («Del terror al amor») de este mismo número de Misión Joven ofrecemos una perspectiva diversa, con un cierto fondo de los acontecimientos del «11-S» en la foto que acompaña a dicho texto. Cada animador y animadora han de estudiar bien el asunto para proponerlo a los jóvenes…
 
 
Mañana es Jueves Santo, y me pregunto cuántos escolares saben cuál es la peculiar santidad de este jueves. Dirán: «La crucifixión de Jesucristo», pero lo santo no es la ejecución en la cruz, sino el rescate que simboliza y el cambio de un ritual basado en el sacrificio del cordero, a otro que comparte el pan y el vino. Muy pocos conocen ya la Pasión, el relato que expone una nueva concepción de la muerte aparecida hace dos mil años. Sin embargo, Occidente no es sino el resultado de esa concepción de la muerte y de la inmortalidad que llamamos cristianismo.
El olvido de los saberes innecesarios es una prueba de salud y de fuerza intelectual. Nadie usa la astrología o la alquimia si no es con fines de entretenimiento. Pero el olvido de saberes esenciales es señal de cataclismo. Si preguntamos a los escolares por qué razón murió Jesucristo, es dudoso que sepan contestar. La pregunta puede ser más rara. ¿Cómo explican que una criatura humana, ínfima y nula, se rebelara contra su omnipotente creador? O más oscura. ¿Es comprensible que un padre condene a morir a su hijo para salvar a unas criaturas que le han ofendido? El relato de la Pasión estipula el infinito valor que nos concedemos los occidentales, y nuestra terquedad en no ceder ante Dios, el cual tendrá que matar a su hijo para mantener el contrato con sus criaturas. Los occidentales somos divinamente díscolos. O satánicamente soberbios. Ha de morir un dios para que acatemos un cierto orden celestial. A regañadientes.
 
El relato de la Pasión hizo pasar noches en vela a Hegel, horas eufóricas a Nietzsche, sonó como un geometría invisible a oídos de Bach, condenó a la agonía a Pascal y a Dostoievsky, está vivo en las grandes obras europeas que aún no han sido arrasadas. No es un cuento chino sino el relato de nuestro origen. Y ahora se hunde en la oscuridad de lo innecesario, convertido en un rito pintoresco, como las cándidas hechicerías de los pueblos silvestres.
 
Pero con el eclipse de la Pasión se eclipsan también los occidentales, aquellos pueblos que compartieron un relato de rebeldía, un mito sacrificial y un fundamento común. Lo que ahora muere en la cruz es nuestra propia memoria.
 
Félix de Azúa, «El País», 11.04.01
 
 
 
 

  1. Corona de espinos

 
Ofrecemos a continuación una pauta general para la celebración comunitaria del perdón, bajo el signo de una gran corona de espinos y en torno al texto de Jn 19,1-6. En la preparación de la misma, necesitamos: 1/ Una corona de espinos realizada con cable de alambrada con pinchos, colocada en un sitio central y visible; 2/ Papeles morados y bolígrafos; 3/ Pila, jofaina, barreño o vasija con agua.
 
q Presentación
 
Bienvenidos a la celebración. Pese a la realidad y presencia de la «corona de espinos», por encima de todo… nos inunda una gran alegría, ya que sabemos que Dios nos va a dar un abrazo de paz, nos ofrece su perdón. El signo que nos preside, ha de recordarnos una historia real que, entre otros datos, incluye a unos soldados romanos que pusieron algo semejante a Jesús para burlarse de él.
Pinchos agudos donde clavaremos nuestro mal; –después de pensarlo– lo escribiremos en un papel que irá a esa corona. Jesús murió… porque le mataron, le matamos… Y queremos que nuestros males mueran también y desaparezcan por la fuerza de quien tuvo razón en trabajar hasta morir para darnos una vida nueva. Dispuestos como estamos a confiar que el «Cordero de Dios» que quita el pecado del mundo actúe en nuestra vida, comencemos la celebración cantando…
 
q Canto: «La oración del pobre».
 
q Lectura de la Palabra: Jn 19,1-6
 
q Comentario y Examen de conciencia
 
Tras un breve comentario del texto evangélico, se pasa al examen de conciencia. Pueden plantearse cuestiones como las siguientes:
 

  • Relación con Dios: ¿Cómo va mi relación con Dios? ¿Le tengo presente? ¿Le doy gracias por todos los favores que me hace? ¿Le exijo que me dé, esforzándome poco? ¿Le tengo con frecuencia olvidado? ¿Me acerco a los sacramentos, participo en la Eucaristía, rezo, me comunico con Él?
  • Relación con el prójimo: ¿Cuál es mi relación con quienes convivo habitualmente: padres, hermanos y demás familiares? ¿Cómo llevo la relación con mis amigos, con los compañeros y compañeras de estudio, trabajo…? ¿Me comunico y ayudo? ¿Exijo y no doy? ¿Soy amable o se da más en mí el desprecio? ¿Perdono, aguanto, guardo rencor o me esfuerzo por olvidar la ofensa?
  • Relación conmigo mismo: ¿Me dejo arrastrar por el ambiente, por otras personas? ¿Tengo fuerza de voluntad, soy constante? ¿Me voy educando en el amor? ¿Soy capaz de dominar mis instintos de gula, sexo…? ¿Vivo mintiéndome a mí mismo? ¿Soy generoso o egoísta?
  • Relación con las cosas: ¿Cómo respeto las cosas que son de todos, las comunes? ¿Cómo uso el dinero? ¿Cuido los bienes materiales de los que dispongo o los despilfarro? ¿Respeto la naturaleza, animales, plantas? ¿Cómo empleo el tiempo de ocio?

 
q «Perdónanos, Señor»
 
A las siguientes invocaciones respondemos: «Perdónanos, Señor»

  • Cuando nos alejamos de Ti.
  • Cuando al pasar Tú junto a nosotros, miramos a otro lado.
  • Cuando clavamos nuestro mal en el prójimo.
  • Cuando nos hermanamos con la insolidaridad, la injusticia y la violencia.

 
q La corona de espinos
 
Cada uno toma un papel y en él puede escribir su «pecado»; aquello por lo que pide perdón a Dios. En un segundo momento, dicho papel se clava en uno de los pinchos que tiene la corona que preside la celebración.
 
q Confesión personal
 
(El presidente de la celebración irá explicando el sentido de cuanto indicamos a continuación…). Quienes lo deseen realizan la confesión personal. Durante este momento se pone música de fondo y se pueden entregar algunos textos para meditar. Al concluir la confesión, cada uno se acerca al Cristo de la cruz para darle un beso (no como Judas…). Por último, todos se van acercando a la pila o jofaina para sumergir una o las dos manos en el agua. De este modo queremos significar que hemos quedado limpios y que nos comprometemos a luchar por el bien; no como Pilato que se limpió las manos, indicando todo lo contrario: su no compromiso con la causa de Jesús, desentendiéndose…
 
 
q Paz y compromisos
 
Una vez con el corazón y las manos limpias, podemos darnos la paz. Tras ello y antes de concluir la celebración, hay que tomar algún compromiso concreto. Se pueden señalar algunos posibles, como:
 

  • Corregiré o me propongo luchar contra… (contra qué, nómbralo).
  • Daré mi mano amiga a… (piensa a quién). Así le ayudaré, le sonreiré y le apoyaré.
  • Haré esta obra buena… Pondré este gesto… (indícalos) para alegrar a mis padres.
  • Nunca hablaré mal de nadie; me esforzaré por sembrar «lo positivo» (especifica).
  • Perdono a… (nombra a quién). Se lo voy a demostrar con algún gesto… (piénsalo).
  • No voy a dejar pasar hoy sin hacer esta buena obra (senálala).
  • Hoy voy a leer un trozo del Evangelio y voy a meditarlo (prográmalo).
  • Voy a tener un rato de diálogo con el Señor en un día determinado (fíjalo).
  • He visto la trampa en la que con más frecuencia caigo: intentaré esto (indícalo).
  • Voy a dedicar hoy y algún otro día un rato para pensar y ordenarme por dentro…
  • Voy a ser menos egoísta con los de mi casa (busca cómo).
  • Mi defecto dominante es… (piensa en él) y voy a hacer una acción concreta para irme superando (¡concreta!).

 
q Oración final y bendición
 
Te damos gracias, Señor, porque nos amas de verdad. Tú eres nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestra vida. Gracias por tu perdón. Haz que siempre te lo pidamos y así podamos repartirlo a todos. Te lo pedimos… Bendición final.
Con una forma y estructura prácticamente iguales, la celebración ha sido incluida en nuestro último libro –donde se pueden encontrar otras muchas– Celebraciones del signo (Ed. CCS, Madrid 2001).